«Famosa y admirable relación de la gran victoria que el Excmo. Sr. Marqués de Santa Cruz ha tenido contra las galeras de Biserta y Argel, echándoles siete a fondo y tomándole otras seis, después de haber hecho otra presa de cuatro galeones de Túnez con grandísima riqueza, e iban a Alejandría. Año 1624. Impreso en Sevilla, con licencia, en la imprenta de Juan de Cabrera.
El famoso Marqués de Santa Cruz, gran capitán, general que fue en esta famosa Armada de las galeras de España, y agora lo es del Armada de las galeras de Micina por el Rey nuestro Señor, que Dios guarde largos años, queriendo imitar a su famoso padre, tan gran guerrero por tierra y mar, en servir al rey Felipe (que está en gloria), tuvo noticia que andaban las ocho galeras de Biserta y Argel, que son las más corsarias que andan por todas las costas de Italia hasta las de Cataluña y las de Mallorca e Ibiza, cautivando toda la gente de los navíos mercadantes y las barcas del trato que andan de un lugar a otro llevando los bastimentos necesarios y saqueando la gente de los lugares marítimos pequeños que hay en estas costas, de que habemos hecho relación, deseoso de encontrarse con ellas, porque muchas veces lo había intentado, y siempre que había salido en su busca no había podido encontrarlas, aunque en su seguimiento había procurado el alcance alguna veces.
Lunes 20 de mayo de 1624 partió de Palermo en su busca, habiendo apercibido su escuadra de galeras, que eran catorce de la escuadra de Sicilia y otras catorce de Malta, gente muy lucidísima que había acompañado por orden del príncipe Filiberto de Austria de muchos y principales potentados de aquella provincia, y reforzando sus galeras de buenas boyas para el remo, armando cada banco de siete en siete y con todos los bastimentos y armas, pólvora y municiones para dos meses, apenas había navegado tres días cuando tuvo aviso que andaban la vuelta de Palermo, porque desde un castillo que está antes de llegar al Bulcan diez leguas, las habían visto pasar, y así el Excmo. Marqués mandó toda aquella noche pasar el golfillo, cuando al amanecer, como a seis leguas, el marinero que iba subido en la gata de la Capitana haciendo su posta, las descubrió, y dando aviso a las demás galeras, todos se animaron a tan dichosa empresa, y los enemigos, cuando vieron el Armada, amainando las velas se pusieron todas en ala (porque son gente muy belicosa y ya cursados en estas refriegas), y el famoso Marqués de Santa Cruz, llegándose cerca con sus galeras, envió la falúa con doce marineros, yendo en ella el famoso alférez Juan de Quesada, gran soldado, y otros diez soldados, con orden de que el General les pedía que abatiesen los estandartes al de la corona del cristianísimo rey D. Felipe, el mayor monarca del mundo, y el cabo de las galeras de Biserta respondió con mucha cortesía al alférez (que era un turco, gran caballero de quien el Rey de Argel tenía gran satisfacción) que no traía orden para ello, antes le exhortaba se volviesen y excusasen batalla, porque ellos iban la vuelta de Argel, y vista el Marqués la resolución, y el enemigo hizo lo mismo, forzando de necesidad de no poder huir, y fue tanta el artillería que se disparó de una y otra parte, que el humo de la pólvora, balas y vocería, parecía otra naval, animando el valeroso Marqués su gente, poniéndoles por delante la fe de Cristo y obligación que el Rey nuestro Señor tenemos; y así animados, procuraba cada uno ser un Atlante, tomando sobre sus hombros el peso de esta batalla, ya la primera rociada le mataron más de 100 personas, aunque de un balazo le llevaron un brazo al capitán Serafín Salot, de la Capitana de Biserta, de que murió: cuando de nuestra Capitana de Malta comenzaron a da voces «Victoria, victoria: viva el rey D. Felipe; viva la fe de Cristo», desmayaron los enemigos procurando ponerse en huida; más aprovechóles poco, porque las galeras nuestras les echaron a pique las siete, que se escapó alguna gente nadando, los cuales se les dio acogida en nuestras galeras, quedando sujeto el remo en las galeras, y cogió las otras seis con toda la gente, pólvora y municiones que traía de guerra, con más de 400 cautivos, a los cuales se les dio libertad, y mando el príncipe Filiberto repartir entre los soldados los despojos de esta venturosa victoria, de que debemos a Dios las gracias, pues cada día permite vaya en aumento suyo la santa fe, y la del Turco en menoscabo.
Pocos días antes de esta dichosa victoria habían encontrado estas mismas galeras, la vuelta de Ibiza, cuatro galeones de Túnez, cargados de mercaderías, que iban a Alejandría. Pelearon con ellos cinco horas, y fue Dios servido les faltó el viento dejándolos en calma, y la gente de las galeras los rindieron por las popas, matando muchos de ellos y con poca sangre de los cristianos; los cogieron con todas las mercaderías que traían de gran riqueza (por cierto famosa y alegre nueva para la cristiandad) Don Francisco Mexía, capitán de la Patrona Real, y el capitán Gabriel de Salazar hicieron como valerosos caballeros soldados en estas refriegas.
De esta dichosísima victoria tuvo nueva el Excmo. Duque de Tursi, capitán general de las galeras de Génova, hijo del famoso príncipe de la mar, Andrea Doria, de quien hay tanta fama de sus grandes servicios, el cual avisó de ellos a algunos particulares amigos de esta ciudad, después de haber tenido aviso S. M. de ello. Sírvase Dios con todo para gloria y honra suya, en vida y salud de nuestro gran monarca Felipe IV, y de nuestro pontífice señor Urbano VIII.»
Fernández Duro, Cesáreo: El Gran duque de Osuna y su marina. «Sucesores de Rivadeneyra» Madrid. 1885.