Cardenas y Blancardi, Pedro de Biografia
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Biografía de don Pedro de Cárdenas y Blancardi
Teniente general de la Real Armada Española.
Caballero de Justicia de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.
Vino al mundo en el año de 1732, en la ciudad que ha dado a España grandes marinos, como los Reggio y su descendiente don Federico Gravina, que no es otra que Palermo, siendo sus padres, don Agustín Cárdenas Piédrola y Reinosa, natural de Andújar y de su esposa doña María Blancardi, natural de Palermo.
Cursó sus estudios en su ciudad natal, al concluirlos quiso comenzar su vida marinera, por lo que pronto se encontró a bordo de buques mercantes en la misión de correr caravanas, pasado un tiempo y como tradición en la época de los que provenían de alto linaje se cruzó Caballero de Justicia de la Orden de San Juan de Jerusalén, en la isla de Malta.
Continuó ya sus navegaciones por el Mediterráneo oriental y quiso entrar a servir en la Real Armada, para lo que elevó suplica a S. M. y éste le concedió la Carta Orden de ingreso en la Corporación, sentando plaza de Guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz, única existente entonces, el día veinticuatro de noviembre del año de 1750. Expediente N.º 536. (1)
Estando en la Compañía al terminar sus estudios teóricos y aprobar el examen pasó embarcado a diferentes buques, con los que navegó por todo el Mediterráneo y aguas de la Península, siendo ascendido a alférez de fragata el día veinte de marzo del año de 1754.
Por Real Orden del día veintitrés de junio del año de 1757, se le ascendió al grado de alférez de navío, continuando en los trabajos propios de un oficial subordinado, unas veces embarcado y otras con destinos en tierra.
Se le ascendió al grado teniente de fragata por una Real Orden del día doce de abril del año de 1762, siendo destinado a buques que solían hacer los tornaviajes propios de la época en misión de correo, entre la Península y los puertos básicos de Cartagena de Indias, Veracruz, la Habana y San Juan de Puerto Rico, tan necesarios para mantener una fluida información a la Villa y Corte de lo que sucedía en aquellas tierras.
Por Real Orden del día tres de septiembre del año de 1767, se le notifica su ascenso al grado de teniente de navío, siéndole entregado el mando de un jabeque, que junto a la división de la que formaba parte, se mantuvo en el Mediterráneo en misión corso, con la misión de neutralizar la piratería que ejercían las regencias norteafricanas, manteniendo varios combates y siendo herido en uno de ellos.
Fue ascendido por Real Orden del día veintiuno de abril del año de 1774, al grado de capitán de fragata, siendo nombrado Comandante del Arsenal de Ferrol.
En el año de 1776 se le otorgó el mando de una fragata quedando incorporado a la escuadra al mando del general marqués de Casa Tilly con la que zarpó el día trece de noviembre, dando escolta a un convoy que transportaba al ejército al mando del general Ceballos, con la misión de recuperar tierras que los portugueses habían tomado no estando en sus límites y sí en los de España.
Por lo que fueron reconquistadas la isla de Santa Catalina y la colonia de Sacramento, lo que llevó a los dos países vecinos a firmar la paz, al verificarse ésta retornó a la Península y por sus destacados servicios, en el mismo año de 1777 recibió la Real Orden del día dieciocho de octubre con su ascenso al grado de capitán de navío.
A los pocos días se le otorgó el mando del navío San Isidro,
A su arribo a la bahía de Cádiz, quedó su buque incorporado a la escuadra del general don Luis de Córdova, por lo que participó el día nueve de agosto sobre el cabo de Santa María, en el apresamiento del gran convoy británico de más de cincuenta y cinco velas, escoltado por tres fragatas de guerra que pasaron a la Real Armada Española con los nombres de Colón, Santa Balbina y Santa Paula.
En esta captura se hicieron tres mil prisioneros de las dotaciones, más mil ochocientos soldados de las compañías reales de las Indias Orientales y Occidentales, evaluándose el botín capturado de mercancías y municiones, en un millón de duros (moneda de ocho reales).
Al año siguiente de 1781 la escuadra del general don Luis de Córdova se unió a la francesa al mando del conde de Guisen, realizando como aliados la segunda campaña del canal de la Mancha, pero al igual que la vez anterior no hubo triunfo que cantar, pues el canal esta limpio de enemigos.
En 1782 participó en el gran asedio de Gibraltar, en ocasión en que el general Barceló mandaba las empleadas directamente en el ataque a corta distancia y después, cuando aquél cesó en este mando y se produjo el ataque de las baterías flotantes, invento del ingeniero francés D’Arçon, pero mandadas por el general Ventura Moreno, apoyó con el fuego de su buque el desgraciado día trece de septiembre el ataque de éstas; y se volcó en su auxilio cuando comenzaron a arder por el efecto de las balas rojas que disparaban los británicos; envió sus embarcaciones menores a apagar los fuegos y salvar a las dotaciones.
En los incendios y voladuras de estas pesadas baterías en teoría insumergibles e incombustibles, con circulación de agua ‹ como la sangre por el cuerpo humano ›, hubieron trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros; pero los efectos fueron superados en mucho por el bombardeo de las lanchas cañoneras inventadas por Barceló, que lo hacían seguro y muy efectivo.
En Gibraltar se defendía valerosamente el general británico Elliot.
La plaza llegó a estar en gran necesidad y le fue enviado un convoy con aprovisionamientos, escoltado por una escuadra de treinta navíos mandada por el almirante Howe.
Le salió al encuentro el general Córdova con sus fuerzas, pero las enemigas con su convoy aprovecharon un fuerte temporal cuyos vientos les favorecían consiguieron arribar al Peñón descargando los tan esperados auxilios.
Se perdió el navío español San Miguel, arrojado por la tempestad bajo los mismos muros de Gibraltar.
Cuando lord Howe volvía al Atlántico, Córdova le salió de nuevo al paso y se trabó el combate del día veinte de octubre del año de 1782, en aguas frente al cabo Espartel de quien recibe el nombre.
Los británicos admiraron: ‹ el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias ›
El combate tuvo una duración de cinco largas horas.
Los buques enemigos por ir ya forrados sus obras vivas de cobre tenían más andar, lo que les permitió mantener en todo momento las distancias y cuando ya el resto de la escuadra española iba llegando al combate, decidieron por el mayor número de navíos españoles rehuirlo, por lo que enseñando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española.
El coloso español, el navío Santísima Trinidad, del porte de 130 cañones sólo pudo hacer una descarga completa de todas sus baterías, su lentitud le impidió poder hacer más.
Por su buen comportamiento en todos estos combates y su mejor hacer, así como su demostrado valor, recibió la Real Orden del día cuatro de octubre del año de 1783, por la que se le ascendía al grado de brigadier.
Permaneció un tiempo desembarcado, hasta recibir la orden de tomar el mando del navío San Julián, comisionándolo para recoger los caudales, por ello navegó rumbo a Cartagena de Indias, La Guaira, Veracruz y la Habana regresando sin contratiempos a la bahía de Cádiz.
Continuó al mando de su buque, hasta que le llegó la Real Orden del día ocho de noviembre del año de 1789, por la que se le notificaba su ascenso al grado de jefe de escuadra. Desempeñando misiones de su alto cargo en el Departamento de Cádiz.
En el año de 1795 se incorporó como general subordinado a la escuadra del mando del general don Juan de Lángara, que ya sola permanecía en aguas de la república francesa, hasta la firma de la Paz entre los dos países, arribando al Arsenal de Cartagena en el año de 1796.
Al año siguiente de 1797, se declaró la guerra al Reino Unido, por lo que inmediatamente comenzó el armamento de los buques, habiendo sido ascendido el general don Juan de Lángara a la máxima dignidad de la Real Armada, le sustituyó en el cargo al mando de la Escuadra del Océano el general don José de Córdova, el cual zarpó de Cartagena dando escolta a una escuadra de lanchas cañoneras, con destino al apostadero de Algeciras, a las que dejó a salvo.
Siendo en ese momento cuando saltó un temporal huracanado de Levante en el Estrecho, lo que provocó al correrlo durante ocho días que la escuadra estuviera en muy malas condiciones, pues fueron arrojados sobre el cabo de San Vicente, quedando la escuadra sin formación y desperdigados sus buques.
Con el nombre del cabo se conoce el desgraciado combate que mantuvo esta escuadra contra la británica del almirante Jervis, teniendo lugar el día catorce de febrero del año de 1797, donde se perdieron cuatro navíos contra una escuadra muy inferior en número de buques, de ellos dos de tres baterías y dos de dos, siendo precisamente el Santísima Trinidad el blanco preferido por los enemigos, que consiguió salvarse pero muy mal tratado, por lo que todos a su bordo se batieron con fuerza.
En la escuadra se encontraba Cárdenas enarbolando su insignia en el navío Mejicano, el cual al ver la señal de su general ordenó arribar sobre el Santísima Trinidad,
El general don José de Córdova viendo que su navío insignia no podía casi navegar por estar en muy mal estado, trasbordó a la fragata Diana con su Estado Mayor y su ayudante, para pasar casi seguido a trasbordar al navío Conde de Regla, a éste se unió el Mejicano
Se formó el Consejo de Guerra de Generales, pero el general Cárdenas a diferencia de muchos de sus compañeros, salió absuelto de todo cargo y por haber demostrado poder llegar a la orden de su general, más habiendo perdido casi a la mitad de su gente se mantuvo en el combate hasta el final, el mismo Consejo recomendó a S. M. tuviera a bien favorecer a tan distinguido general.
Quedó destinado en el Departamento de Cádiz, cumpliendo los servicios de su alto cargo, hasta que le llegó una Real Orden con fecha del día uno de diciembre del año de 1801, por la que se le nombraba Comisario General de Artillería, pasando a ocupar este puesto, estando en él recibió una Real Orden del día nueve de octubre del año de 1802, por la que era ascendido al grado de teniente general, razón que le obligó a dejar su mando el día uno de noviembre del mismo año, cuando llegó su sustituto.
Continuó en el Departamento pero sin cargo efectivo, hasta que recibió una Real Orden del día dieciséis de mayo del año de 1804, por la que se le nombraba Comandante General de los Batallones de Infantería de Marina, permaneciendo en el Departamento de Cádiz.
Sucedió que por baja del propietario del Departamento, se le nombró interinamente su comandante el día veinte de julio del año de 1808, cesando en él a la llegada de su nuevo propietario el día tres de septiembre siguiente, para cesar en el mando de la comandancia de los Batallones el día dieciséis de diciembre seguido, siendo nombrado de nuevo por S. M. Comandante General interino del Departamento de Cádiz.
Se le confirmó en propiedad por Real Orden del día quince de abril del año de 1809, como su capitán general.
Se encontraba desempeñando tan alto cargo, cuando el día trece de octubre del año de 1810 le sobrevino el óbito, en su casa de la isla de León.
En sus últimos años, como agradecimiento del Rey don Carlos IV a su comportamiento en el desgraciado combate del Cabo de San Vicente, tuvo a bien concederle la encomienda de Adelfa en la Orden de Alcántara, pero solo pudo ser administrador de ella por ser ya Caballero Cruzado en la Orden de San Juan de Jerusalén, recibiendo por la encomienda una renta anual de ocho mil seiscientos veintinueve reales de vellón (cobre).
(1) En la misma fecha ingreso su hermano don Tomás Cárdenas y Blancardi, habiendo nacido en la ciudad de La Valetta, en la isla de Malta en el año de 1736, pero pidió el retiro estando en la misma Compañía el día catorce de diciembre del año de 1755.
Bibliografía:
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 11. 1911, páginas 840 y 841.
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.
Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
Compilada por Todoavante.