Chacon y Sarraoa, Jose Maria Biografia

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Biografía de don José María Chacón y Sarraoa


Retrato de don José María Chacón y Sarraoa. Teniente general de la Real Armada Española.
José María Chacón y Sarraoa.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.

Teniente general de la Real Armada Española.

Placa de Comendador de número de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

Encomienda de la Orden de Calatrava.

Orígenes

Vino al mundo en el año de 1782 en Puerto de Santa María, siendo hijo del también teniente general don Salvador María Chacón y Sánchez de Soto, natural de Sevilla y de su esposa, doña Josefa Sarraoa y Valdés, natural de la Isla de León.

Hoja de Servicios

Se le concedió la Carta Orden y el día seis de noviembre del año de 1795, sentó plaza en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Ferrol, con tan solo trece años de edad. Expediente N.º 3.047, folio 584.

El día uno de diciembre del año de 1798 fue ascendido al grado de alférez de fragata siendo destinado sucesivamente a diversos buques para realizar sus practicas de mar, que ya venía realizándolas desde su ascenso a guardiamarina.

Formo parte de la escuadra del general don Francisco Melgarejo, participando en el combate naval de las proximidades de Rochefort, contra una escuadra británica de superior fuerza, pero el valor y las acertadas órdenes de su general, supusieron ser rechazados los enemigos con algunas pérdidas.

También se encontró en el ataque llevado acabo por cuatro fragatas británicas a las cuatro españolas al mando del jefe de escuadra don José Bustamante sin declaración de guerra previa, siendo apresadas tres de ellas y una explosionó, lo que supuso la declaración de guerra entre España y el Reino Unido.

Chacón iba en la Fama, cayó herido a los primeros intercambios de fuego, pero a pesar de ello se mantuvo en su puesto, acción que no escapó a su comandante Zapiain quien lo recomendó para un ascenso. Fue trasladado a las islas británicas, permaneciendo en situación de prisionero de guerra por espacio de ocho meses, al canjeado y regresar a la Península se encontró con su acenso al grado de alférez de navío con fecha del día ocho de diciembre del mismo año de 1804.

Se le destinó al Arsenal de la Carraca, embarcando en varios buques hasta que se produjo la invasión napoleónica, en cuyo momento se le destinó a las baterías de protección del Arsenal, participando en el combate que terminó con la rendición de la escuadra francesa fondeada en la bahía de Cádiz desde el combate de Trafalgar al mando del almirante Rosilly.

Formando parte de la tripulación del navío San Fulgencio zarpó de la bahía de Cádiz a primero del año de 1809, con rumbo a la ciudad de Lima llevando la orden de estar en guerra con Francia, aprovechando el regreso para transportar caudales, arribando al puerto de salida el día diecinueve de agosto del mismo año. A su llegada, se le notificó su ascenso con fecha del día veintitrés de septiembre del mismo año al grado de teniente de fragata.

El día catorce de octubre recibió orden de abordar el navío San Telmo pero no estuvo mucho tiempo, ya que por otra Real Orden del día cuatro de noviembre se le otorgaba el mando del bergantín Cazador, zarpando casi inmediatamente con rumbo al Río de la Plata en misión de buque correo, arribando de nuevo a Cádiz el día siete de junio del año de 1810.

Sólo se le dio tiempo a reabastecer su buque, ya que con fecha del cinco de julio volvió a zarpar con rumbo a Puerto Rico, la Habana y Veracruz, regresando a Cádiz el día veinticuatro de febrero del año de 1811.

El día diez de abril, volvió a zarpar con el mismo destino y cometido anterior, regresando de nuevo el día dieciséis de septiembre. Recibiendo la noticia de haber sido ascendido con fecha del día veinticuatro de mayo anterior al grado de teniente de navío.

El día doce de noviembre, volvió a zarpar con el mismo cometido a Tierra Firme, regresando de nuevo a Cádiz el día veintidós de mayo del año de 1812, a su llegada se le ordenó salir con rumbo al Mediterráneo, regresando al puerto de salida el día uno de agosto.

El día diecinueve de septiembre, volvió a hacerse a la mar con el rumbo de nuevo a las Antillas y con la misma misión, regresando a Cádiz el día uno de septiembre del año de 1813, quedando destinado en tierra por Real Orden del día dos de octubre, habiendo dejado patente su celo y bien hacer en todos los cometidos encomendados.

Por el levantamiento en la capitanía general de Venezuela, se formó un convoy con tropas al mando del general Morillo y una escuadra de protección al mando del brigadier don Pascual Enrile, estando está compuesta por el navío San Pedro Alcántara, las fragatas Efigenia y Diamante, más otros menores, pero siendo Enrile conocedor del dominio de la profesión de Chacón, le encomendó el mando del convoy o flota, pasando a ir de comandante general de ella en la fragata transporte Apodaca, abandonando la expedición la bahía de Cádiz el día diecisiete de febrero del año de 1815.

Arribaron a Tierra Firme, comenzando por atacar a la isla Margarita que fue tomada, pasando después a al bloqueo de Cartagena de Indias, que tras duro sitio se consiguió rendirla. Bien valorado por su jefe por sus esfuerzos constantes y demostrado valor, que en muchas ocasiones pasaba de lo extraordinario, se le ascendió con fecha del día seis de abril del año de 1816 al grado de capitán de fragata y se le concedió la Cruz de la Diadema Real de Marina, así como la medalla conmemorativa de la acción de Cartagena de Indias.

En el año de 1817 se le destino como comandante del apostadero de Puerto Cabello y al mismo tiempo como jefe de la escuadrilla Real de Venezuela, enarbolando su insignia como a tal en la corbeta Bailen, con estas fuerzas mantuvo la libertad de las aguas, participando personalmente en el combate de Pampatar. Permaneció en este mando hasta que por Real Orden del día veinticuatro de diciembre del año de 1819 fue relevado, regresando a la Península en la corbeta Aretusa de transporte, arribando a la bahía de Cádiz el día catorce de mayo del año de 1821.

A su llegada tuvo que pasar por el juicio de Residencia, donde demostró su valía y por Real Orden del día ocho de marzo del año de 1822, se le confirmó la aprobación de todos sus actos y con la Real Gracia.

No le dejaron parar mucho tiempo, por Real Orden con fecha del quince de marzo siguiente, se le otorgó el mando de la fragata Constitución (antes Sabina) y única en la Real Armada, portadora de cañones de á 24 en su batería y siendo uno de los pocos buques que permanecían en activo.

Se hizo cargo del mando y el día veintisiete de mayo zarpó con rumbo a la protección de las flotas de Indias, entre los cabos de San Vicente y Santa María, arribando de nuevo a Cádiz el día siete de julio.

Zarpó de nuevo el día siete de octubre dando protección a un convoy con destino a las islas Canarias, donde se quedaron parte de ellos prosiguiendo rumbo a Puerto Rico, la Habana y Veracruz, teniendo en cuenta que es ese momento los corsarios insurrectos tenían buques de vigilancia en todos los posible pasos obligados, pero nada se interpuso en su rumbo por la razón de que utilizó los desconocidos, como fue entrar en las Antillas por el canal viejo de Bahamas ruta nada apropiada para ello, pero demostró un gran conocimiento de las aguas y sus corrientes, sabido esto por el jefe de la fuerzas navales en la zona don Ángel Laborde, no dudo en hacerle quedar a sus órdenes para reforzar a las suyas en Tierra Firme.

Zarpó en los primeros meses del año de 1823 con la Constitución en conserva con la corbeta Céres, al mando del mismo Laborde atacando de firme a la escuadrilla de corsarios colombianos estacionados en Puerto Cabello, entablando combate consiguiendo apresar a las corbetas María Francisca y Zafiro, siendo la primera una de las apresadas por los insurrectos y encontrándose al mando del comodoro insurgente Danells.

Desde aquí regresaron a la Habana, pero don Ángel Laborde encomendó a Chacón tomar el fondeadero de los Tanques, lo que facilitó que Laborde tomara la laguna de Maracaibo, todo esto y en muy poco tiempo los insurgentes volvieron a temer a los buques Reales y en palabras de Laborde: « todo se pudo conseguir por la perfecta disciplina y policía que mantenía Chacón a su fragata »

Se mantuvo en situación de vigilancia cruzando entre la isla de Cuba y Yucatan, hasta recibir la orden de arribar a la Habana donde el mismo Laborde tomó el mando de la división, para zarpar en busca de la corbeta Céres que había sido apresada por los insurgentes, acción que se consiguió retornando el buque a los Realistas.

Arribaron a la Habana de nuevo y el día quince de febrero del año de 1825, zarpó con hombres y pertrechos de boca y guerra, en auxilio del castillo de San Juan de Ulúa, arribando de nuevo a la Habana el día seis de marzo.

Por Real Orden del día catorce de julio siguiente se le ascendió al grado de capitán de navío, permaneciendo en el mando de su fragata con la que realizó dos viajes más de socorros al fuerte de San Juan de Ulúa, en el último soportó con gran conocimiento náutico un gran temporal en la sonda de la Tortuga, arribando mocho como un pontón y con aparejo de fortuna a la Habana, lo que decía mucho de él.

Fue ascendido Laborde a brigadier y al poco tiempo recibió como apoyo a sus fuerzas navales el navío Guerrero, en el que arboló su insignia y formando división se le unieron, la ya reparada Constitución, Lealtad, Iberia, Perla, Casilda y la goleta Habanera, zarpando del puerto de la Habana, visitando el puerto de Kinston de la isla de Jamaica, así como mostrar pabellón en las plazas de Santa Marta y Cartagena de Indias, consiguiendo con ello que los insurrectos desarmasen sus buques grandes desistiendo de cualquier acción en contra de la armas Reales, respetando así las islas españolas de Puerto Rico y Cuba.

Al terminar esta demostración de fuerza arribaron a la Habana el día veintisiete de junio, zarpando de nuevo el día veintiocho de agosto con rumbo a Costa Firme, pero en el canal nuevo de Bahama a la altura del abra de Charlestown, se levantó un tremendo huracán que desperdigó a todos los buques por lo que cada comandante se lo tuvo que solucionar por sus medios, consiguiendo todos en diferentes días el ir arribando al puerto de la Habana, pero la Constitución fue la que peor lo pasó y gracias a la pericia de Chacón logro arribar, eso sí desarbolada por completo y con tortores para que no se deshiciera, en tan mal estado quedó que se le dio por inservible quedando para desarme y aprovechar la madera para reparar a otras.

Por orden de Laborde pasó a tomar el mando de la fragata Ibería el día siete de octubre del año de 1827, con la que junto al navío Guerrero insignia del brigadier y el bergantín Hércules, zarparon de la Habana el día cuatro de diciembre con rumbo a Puerto Rico y Costa Firme, arribando al puerto de salida el día veinticinco de marzo del año de 1828.

Como las noticias siempre llegaban tarde al arribar a la Habana se encontró con una Real Orden del día uno de junio del año de 1827, por la que se le otorgaba el mando del navío Soberano.

El día uno de junio del año de 1828, se le dio el mando de una división compuesta por su navío, el Guerrero, la fragata Iberia y el bergantín-goleta Amalia, para ir en busca de un flota que provenía de Cádiz con la escolta de la fragata Restauración, con los cuales se encontraron en la mar se unieron las fuerzas y arribaron a la Habana el día trece de agosto sin ningún retraso.

Por orden de la superioridad se le encargó a don Ángel Laborde, transportar a un pequeño ejército formado por tres mil quinientos hombres al mando del brigadier don Isidro Barradas para tomar la población de Tampico, para ello se formó una flota de buques arrendados y se añadió la división compuesta por el navío Soberano, las fragatas Lealtad, Restauración, Casilda, el bergantín Cautivo y el bergantín-goleta Amalia.

En el transcurso de la navegación se sufrió un fuerte temporal, en el que sucedió un acto que contaremos a continuación. La flota arribó a Punta Jerez donde con el apoyo de la artillería de la división pudieron poner al ejército completo en tierra, estos continuaron hasta Tampico bajo duro fuego y mucho combate cuerpo a cuerpo, pero consiguieron alcanzarlo y allí el brigadier Barradas fijó su cuartel general.

En el citado temporal la fragata de transporte Binganch de bandera norteamericana arrendada, por la fuerza de los vientos y la mar solo pudo entrar a buen seguro al puerto de New Orleans, donde al ver a los quinientos hombres que transportaba fueron acuartelados y no los dejaban salir, lo que se le notificó a Laborde, al dejar éste al ejército ya en tierra se puso a rumbo con la división al mencionado puerto, al llegar desembarcó y se zanjaron todos los inconvenientes, de forma que los quinientos hombres volvieron a embarcar y como escolta les puso a la fragata Casilda y el bergantín Cautivo, siendo desembarcados en Punta Jerez para alcanzar la población de Tampico.

Por el enlace de don Fernando VII con la Princesa de Nápoles doña María Cristina de Borbón, se realizó una promoción general en la Armada y el Ejército, recibiendo la Real Orden con fecha del día seis de diciembre del año de 1829 con su ascenso a brigadier. Permaneció al mando de su navío y en el apostadero de la Habana, hasta que recibió la orden de regresar a la Península, arribando a Ferrol el día veintinueve de julio del año de 1830, pasando su navío a desarme.

En el mes de octubre del año de 1832, por la enfermedad del Rey hubo un intento de levantamiento, pero el jefe del Arsenal don Roque Guruzeta ordenó encerrarse en él a todos incluidos los ciudadanos de la plaza, consiguiendo evitar el desastre de lo que no tardaría en venir.

Al mismo tiempo estalló la guerra Civil en Portugal, por lo que Guruzeta ordenó a Chacón rearmar al navío de su mando, el cual estuvo en poco tiempo dispuesto y zarpando de Ferrol fijó su cuartel general en la ría de Vigo. En unas ocasiones al mando de Guruzeta y otras al de Chacón, permanecieron alerta en el devenir del conflicto del país vecino, hasta que por órdenes del Gobierno puso rumbo la división a Ferrol, a donde arribaron el día veintisiete de diciembre del año de 1833, siendo desembarcado por pasar a desarme de nuevo en navío Soberano.

Al declararse la guerra civil a la muerte del Rey, con fecha del día ocho de octubre del año de 1834 se le nombró segundo Comandante de las fuerzas navales del Norte, estando al mando de la fragata Perla.

Estuvo prestando sus servicios a la corona navegando y apoyando con sus fuegos a las tropas del ejército, así como apresó a la goleta Isabel Ana que transportaba armas y pertrechos de guerra para las tropas del pretendiente, al mismo tiempo que capturo a personas muy importantes que seguían a don Carlos. Al poco tiempo volvió a apresar a otro bajel convenciéndose los mandos carlistas que por mar nada podían recibir.

El general en jefe del ejército del Norte don Luis Fernández de Córdova, mal guiado por sus ayudantes escribió a la reina Gobernadora sobre el poco valor de la Marina en esta contienda cuyo escrito le fue remitido a Chacón, éste herido en su honor pues no era verdad lo que se decía, devolvió el escrito rebatiendo punto por punto lo dicho por su Jefe, añadiendo al final la petición a la Reina de ser relevado de sus obligaciones. La Reina aceptó la dimisión y le pasó el mando al brigadier don José Primo de Rivera el día veintinueve de diciembre del año de 1835.

El Gobierno siendo conocedor del verdadero valor que poseía Chacón, le quiso favorecer y por Real Orden de fecha del día cuatro de enero del año de 1836 se le nombra Comandante General del Departamento de Ferrol.

Por una jugada política, el presidente del Gobierno don Juan Álvarez Mendizabal, nombró a Chacón por Real Orden del día tres de mayo del año de 1836 para ocupar la Secretaría de Estado y del Despacho de Marina, pero no era de su agrado el nuevo Presidente y sabedor de que la política no estaba muy clara en esos días, se puso en camino para obedecer la orden, pero muy lentamente para dar tiempo a que los acontecimientos corrigieran su nombramiento.

Así entregó el mando del Arsenal a su segundo y se puso en camino, pero como esperaba en el transcurso de él cayó el Gobierno de Mendizabal y fue nombrado don Francisco Javier de Istúriz, el cual por Real Decreto del día quince del mismo mes de mayo lo destituía del cargo, habiendo conseguido lo que quería.

A pesar de ello continuó viaje hasta la capital, porque ya pensaba que se merecía el ascenso, lo cual puso en conocimiento del Gobierno y éste por Real patente del día diecinueve del mismo mes de mayo, le concedía el ascenso a jefe de escuadra, lo volvía nombrar Comandante General del Departamento de Ferrol y por haber alcanzo el tiempo reglamentario se le concedió la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Por los movimientos políticos acaecidos en la Granja, se le nombró sin dejar su mando anterior como Capitán General y Jefe político de Galicia, donde desarrollo una actividad casi imposible para una persona tratando de mantener a su capitanía en la mejor de las paces, lo que consiguió no sin esfuerzo, siendo cesado en este cargo el día veintiséis de enero del año de 1837, pasando de nuevo a ocupar el de Comandante General de Ferrol.

Por Real Decreto del día seis de diciembre del año de 1838, el nuevo Presidente del gobierno don Evaristo Pérez de Castro, le nombra Secretario de Estado y del Despacho de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar, no pudiendo hacer demasiado por que la guerra se comía todo el presupuesto, quedando como muchos en su cargo en esa época sin poder llegar a organizar nada de verdad, ya que por una desavenencia en el seno del Gobierno presentaron la dimisión los ministros Pita Pizarro, Hompanera y Chacón, siendo efectiva  por S. M. en Real Decreto del día diez de mayo del año de 1839.

Pero reconociendo S. M. los méritos de tan insigne marino y ministro, le concedió con fecha del día diecinueve de junio la Gran Cruz de Real Orden Americana de Isabel la Católica.

Se le eligió Diputado a Cortes por la circunscripción de la Coruña, pero en el corto periodo que precedió al convenio de paz firmado en Vergara.

Se mantuvo en la Corte, hasta que el Regente del reino le ordenó regresar a tomar su anterior mando de Comandante General del Departamento del Ferrol, estando en él se le ascendió a teniente general permaneciendo en el cargo, hasta la sublevación contra el Regente general Espartero en el año de 1843 que le obligó a abandonar el país.

Durante todo este tiempo Chacón se mantenía alejado de los constantes movimientos políticos, pues tanto unos como otros le juraban entregarle lo que pidiese, pero se mantuvo siempre de parte de quien ostentaba el Gobierno sin importarle para nada lo que se hiciera o decidiera en Madrid, con la fidelidad típica de un buen militar que nada tenía que ver con todos los que medraban por obtener un puesto político.

Como justa recompensa a este proceder limpio y ejemplar, al llegar el nuevo Gobierno no le reconoció su ascenso a teniente general, por lo que con la humildad que siempre da el buen conocimiento, entregó el mando de la Comandancia de Ferrol y se residenció en la población.

El Gobierno se dio cuenta de su error, porque en ningún momento Chacón levanto la voz ni a favor ni en contra, eso a él no le incumbía y era conocedor de la mala época que le tocó vivir, sabiendo que pronto o tarde sería reconocido su inmejorable comportamiento, así fue y se le nombró Vocal de la Junta de Asistencia de la Dirección de la Armada, un tiempo después se le nombró Comandante General del Departamento de Cádiz, tomando posesión el día cinco de junio del año de 1844.

Al mando de este Arsenal, consiguió por su iniciativa reorganizar las ordenanzas con respecto a la mejora del interior de lo buques y Arsenales, pero no fue inferior su labor en conseguir el anhelado Colegio Naval que fue ubicado en San Fernando, así como la escuela de Condestables muy necesaria por el auge que en la época estaba sufriendo la artillería por sus continuos avances.

Al igual que hizo su padre, doña Isabel II al contraer matrimonio con el infante don Francisco de Asís, decretó una promoción para todos los miembros de la Armada y del Ejercito, por esta razón con fecha del día diez de octubre del año de 1846 recibió un Real Decreto con su ascenso al grado de teniente general y con fecha del día uno siguiente otro, ascendiéndole al grado de capitán general del Departamento de Cádiz.

Permaneció en su cargo y puesto, recibiendo una Real Orden con fecha del día siete de febrero del año de 1848, por la que se le otorgaba la Encomienda de número de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III. Por su alto cargo, se le reclamó para ser testigo del nacimiento de la primera hija del Infante duque de Monpensier, por ocurrir el feliz acontecimiento en la ciudad de Sevilla perteneciente a su jurisdicción.

No iba a sobrevivir muchos meses, ya que los distintos males que le fueron surgiendo con ocasión de sus destinos a lo largo de su vida, acabarían desarrollando un agravamiento de ellos lo que le produjo el óbito en su destino y en posesión de su alto cargo el día nueve de octubre del año de 1848 en Cádiz.

Entre otras condecoraciones estaba en posesión de: Placas de las Grandes Cruces de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; de la Real Orden Americana de Isabel la Católica; Placa de Comendador de número de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III; Encomienda de la Orden de Calatrava; Cruz de la Diadema Real de Marina; Cruz de la Rendición de Cartagena de Indias. etc.

Bibliografía:

González de Canales, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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