Somodevilla y Bengoechea, Zenon de2

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Intervino en el Concordato de 1753, por su actitud católica en este empeño, la San Sede le ofreció el capelo Cardenalicio; Ensenada con toda la humildad del mundo, lo rehusó diciendo: «…que no ambicionaba dignidades ni empleos, que Dios le había hecho conocer que el mundo era todo una pura vanidad» ¡y qué razón tenía! y no hubo durante su mandato cosa o documento que no pasara por sus manos.

Caudales llegados de América en un sexenio, del 19 de enero de 1948, hasta el 5 de marzo de 1754, en oro y en plata, en moneda labrada y en pasta:

Año — Pesos fuertes.

De 1748 — 2.716.732. De 1749 — 30.230.485. De 1750 — 29.942.030. De 1751 — 10.960.069. De 1752 — 20.140.746. De 1753 — 21.426.101. Por octava parte calculada fuera de registro — 14.428.270. En frutos, según el Consejo de Indias — 24.000.000.

Total — 153.844.433

La caída del marqués de la Ensenada fue motivada, por los celos de prosperidad que España estaba alcanzando, poniendo al mismo tiempo al Reino Unido en una comprometida posición y así, los británicos trataron por todos los medios de minar la posición del Marqués, encontrando a un aliado, que no fue otro que un traidor, siendo el que tomó la parte más activa, era Ricardo Wall, irlandés de nacimiento y sucesor de Carvajal, en el ministerio de Relaciones Exteriores, que inclinado de parte del Reino Unido y en contra de Francia, que era la protegida de Ensenada.

Fueron a caer en sus manos unos documentos (que casualidad), en los que don Zenón, daba instrucciones al virrey de Méjico, para que destruyera los establecimientos británicos que éstos poseían en aquellas tierras, además de haber favorecido a la Compañía Francesa de las Indias, con prejuicio y hostilidad contra el Reino Unido.

Comunico al rey lo hallado, dando a entender que estaba conspirando, contra los intereses de España y que tal acción podría provocar una guerra, por lo que le indujo a que le prendieran y lo juzgaran, por tan alto delito.

La orden que dio el Rey decía: «Excmo. Señor.: El Rey ha resuelto exhonerar a V. E. de los empleos y encargos que tenía puestos a su cuidado y manda que V. E. pase luego a la ciudad de Granada, en donde deberá mantenerse hasta nueva orden de S. M. — Dios guarde a V. E. muchos años como deseo. — Buen Retiro, 20 de julio de 1754. — Don Ricardo Wall. — Señor Marqués de la Ensenada»

Con otra para su estricto cumplimiento.

La orden se le comunicó entre las dos y las tres de la madrugada del mismo día, por conducto del consejero del Supremo de Castilla, don Pedro Samaniego y otras autoridades, que fueron a ejecutarla a su casa, situada en el mismo lugar que hoy ocupa el ministerio de la Guerra (1927), donde como es natural le hallaron durmiendo.

«Al Alcalde de Corte:

El Rey manda que en compañía de D. Pedro Samaniego y de un oficial de guardias de infantería que acompañará también a V. S., pase luego, a la casa del señor Marques de la Ensenada. Luego que entre en ella hará V. S. despertar a este Ministro y le entregará la orden adjunta de S. M., y mientras se viste, dispondrá V. S. que ponga un coche con tiro.

Procurará V. S. hablarle y tratarle con el respeto que merece este Ministro por su carácter, y tranquilizarle en el desasosiego que le pueda ocasionar esta novedad, asegurándole de la piedad y clemencia del Rey.

Al punto que se haya vestido, hará V. S. que entre con V. S. y el oficial de guardias de infantería en el coche, sin más familia que un lacayo, y tomará su camino para Granada, hasta donde deberá V. S. acompañarle y el oficial de guardias de infantería.

Detendráse V. S. a oír misa en Getafe, y aquí se dará disposición para que el ayuda de cámara que destinare el Sr. Marqués le alcance en Illescas con la cama y ropa blanca que dejare dicho.

En todo el camino procurará V. S. el mejor tratamiento y decencia y asistencia al Sr. Marqués, haciendo sus jornadas regulares, pero cuidará de que no escriba cosa alguna en su viaje.

Acompaño también a esta obra orden del Rey para que los Justicias de las villas y lugares del tránsito den a VV. SS. todo el favor y ayuda que por cualquier motivo necesitaren.

Y vuelvo a encargar a V. S. la atención y esmero que requiere esta confianza de orden del S. M., que espera del celo de V. S. la cumpla con la exactitud y puntualidad que requiere. — Dios guarde a V. S. muchos años como deseo. — Buen Retiro, 20 de julio de 1754.

Si el Sr. Marqués de la Ensenada quisiere tomar algún dinero antes de salir, se lo permitía V. S., pero con dos precauciones: la primera, de que se cuente en presencia de V. S., y la segunda, que « no le permita sacar papel alguno con el pretexto; ni la detención sea considerable para la salida »

« Lo que asimismo prevengo a V. S. de orden de S. M.

Y con uno de los dos correos que le han de acompañar, por si en el camino ocurriese algo que participar, remitiré a V. S. algún dinero para los gastos del viaje de que advierto a V. S. para inteligencia y gobierno. — Don Ricardo Wall. — Señor Don Luis de Rozas»

La noticia de su destitución, fue muy bien recibida por sus enemigos, sobre todo por los que defendían la causa de los británicos, el embajador británico en España, inmediatamente comunicó a su gobierno la destitución y en el documento que dirigió a su ministro, en uno de sus puntos decía: «Los grandes proyectos de Ensenada sobre marina se han desvanecido. Ya no se construirán más barcos en España» ¡Este es el mayor elogio que se le puede hacer al marqués de la Ensenada! Pues su labor llegó a amedrentar a los seculares enemigos de España, queda demostrado por el gran interés que puso en ello el propio embajador del Reino Unido en España, Benjamín Keene, que según todas las fuentes fue el principal inductor de la caída del marqués y el que sobornó a Wall.

Llegó a pedir abiertamente al rey, la exigencia de revocar las órdenes dadas a los comandantes de los buques que se encontraban en la Habana para la expedición contra sus posesiones e instaba a que se destituyera al ministro.

Precisamente en estas fechas (1754), unas semanas antes de su caída y por inauguración del nuevo arsenal de El Ferrol, se pusieron al mismo tiempo, las quillas de doce navíos, que el pueblo viendo tanta actividad les puso el nombre de «Los doce Apóstoles», no porque llevaran esos nombres bíblicos, sino por que venían a dar vida a una población, estos son sus nombres, porte de cañones y año de entrada en servicio:

Vencedor — 74 — 1759. Glorioso 2.º — 74 — 1755. Guerrero — 74 — 1755. Soberano — 74 — 1759. Eolo — 64 — 1754. Oriente — 74 — 1754. Aquilón — 68 — 1754. Neptuno — 68 — 1754. Magnánimo — 74 — 1754. Gallardo — 74 — 1754. Brillante — 74 — 1754. Héctor — 74 — 1755.

No ha vuelto a repetirse la escena de ver en el arsenal de Ferrol, ni en ningún otro de España poner doce quillas el mismo día; debió de ser un gran espectáculo y una gran fuente de ingresos para la población.

Para reafirmar lo dicho: Se conserva un curioso folleto, escrito en octavas reales por Jacobo Sandacer y Torcás, editado en la oficina y librería de Joseph García Lanza. Las licencias están datadas en abril y mayo de 1754. En la portada se anuncia su lugar de venta: «se hallará en Madrid en casa de Mathías Escribano, frente de San Phelipe el Real, y en su puesto en las Gradas, y en Galicia, en la ciudad de Betanzos» y dice:

Pero si al Arsenal atender quiero

¡Poder de Dios! ¿quién mira sin espanto

el bullicio, el rumor, el batidero

que tanto golpe da con golpe tanto?

¡OH FERNANDO! por esto ver espero

coronar tu ministro de Amaranto,

pues para que la Europa esté asombrada,

el Real de Esteiro basta, y ENSENADA.


Allí se están a un tiempo construyendo

doce naves de tan bella estructura,

que aunque a velas por gradas va subiendo,

la admiración no alcanza a su hermosura;

de el arte es cada cual monstruo estupendo,

que el primor del ingenio tanto apura,

que si una sombra suya a ser llegara,

sobre sus ojos Argos lo estimara.


Vencedor es el nombre del primero,

al segundo llamaron el Glorioso,

al tercero pusieron el Guerrero,

al cuarto el Soberano, nombre honroso;

Eolo al quinto; Oriente al que número

sexto; Aquilón al séptimo furioso;

al octavo Neptuno, y al noveno

Magnánimo, y Gallardo al que es deceno.


El nombre de el undécimo es Brillante,

Héctor el del duodécimo, mas viendo,

que el primor es en todos semejante,

si es que a su perfección hermosa atiendo,

por más que sus diversos nombre cante,

diferencia de nombre la comprendo,

pues todos son, al fin, en todo hermanos,

Vencedores, Guerreros, Soberanos.


Estos, monstruosamente portentosos,

son los doce gemelos, tan hermanos,

que no están unos de otros envidiosos;

pues no hay del uno al otro exceso vanos,

todos son de una línea primorosos,

tan iguales, tan fuertes, tan ufanos,

que en ellos, para empresas singulares,

tiene España desde hoy los doce pares.


Quiera Dios, gran Marqués, que de esta Armada

las naves en las playas más remotas

celebrando el favor de la ENSENADA,

vuelvan de honor cargadas y de flotas;

porque así como España acrecentada

te ve tomar tan útiles derrotas

tanto atento a sus glorias en su porte,

cortés te adore la española Corte.

Se encargo la misión de vigilar al marqués de la Ensenada al presidente de la Real Chancillería durante su destierro, quien en sus frecuentes partes a Ricardo Wall, siempre elogiaba al ilustre desterrado.

Por él se sabe que vivía muy modestamente, no permitiendo ninguna manifestación de simpatía, recibiendo muy pocas visitas y llegando al extremo de no abrir muchas de las cartas que se le dirigían, por adivinar que debían llevar dádivas en su interior, de los agradecidos que le testimoniaban su gratitud en la desgracia.

A la muerte de Fernando VI, subió al trono su hermano Carlos III, éste no olvidaba los buenos servicios que le había prestado en Italia y le levantó el destierro y le admitió en audiencia en Aranjuez, siendo recibido con la mayor distinción, por los más ilustres personajes, allí logró la libertad de todos sus colaboradores, que habían caído con él y la reposición en sus cargos.

Habían transcurrido seis años en un destierro inmerecido, esto ocurría en 1760; utilizando sus dotes no pocas veces demostradas, logró hacerse con el favor del duque de Losada favorito del Rey y pensó, que con su ayuda llegaría a reemplazar al marqués de Esquilache en el Ministerio de Hacienda.

Éste era odiado por el pueblo, sobre todo al compararlo con la gestión del anterior ministro, que era el marqués de la Ensenada.

Tropezó con la misma piedra, los consejeros del nuevo Rey, diferían poco de los anteriores, pues era mal vista su amistad con los Jesuitas, lo que provocó que nuevamente fuera desterrado al día siguiente del motín de Esquilache, en el que algunos le atribuyeron su participación; sobre todo al ser vitoreado por los revoltosos, esto sucedía el 18 de abril de 1766.

Fijándosele por residencia la ciudad de Medina del Campo, donde permaneció hasta el final de sus días.

El óbito se produjo el día 2 de diciembre de 1781, muriendo con la muerte del justo; uno de los sacerdotes que asistió a sus últimos momentos, le decía en una carta al marqués de Losada:

Mausoleo en el Panteón de Marinos Ilustres del marqués de la Ensenada.

«En el día 1º de diciembre, a las once de la mañana, se le advirtió que se le aplicaban, como a moribundo, las últimas indulgencias, a que contestó con pleno conocimiento y señales de verdadera disposición. Después se le leyó la recomendación del alma, habiéndole antes preparado con aquellas consideraciones que son propias de quien va a morir. Hecho esto se abrazó al Crucifijo, cuya sagrada imagen besaba muchas veces y estrechaba a su pecho con gran devoción. De rato en rato se le apuntaba alguna palabra piadosa: contestaba a ella, y la contestaba sin apartar los ojos de Jesucristo. Admirados todos cuantos le veían, miraba en la suya la dichosa muerte de un justo. A las dos de la tarde de éste día se persignó en la forma que pudo y pronunció en pocas palabras el acto de constricción, dándose golpes de pecho y abrazado devotamente al Crucifijo. Nadie podía asistir a esta escena sin llenarse de ternura y derramar lágrimas. Conservó en entero despejo sus potencias hasta muy poco antes de morir, y en el día 2 de dicho mes de Diciembre, cerca de las dos de la mañana, entregó su alma a Dios…»

Fue enterrado en la parroquia de Santiago el Real de Medina del Campo, siendo posteriormente trasladados sus restos en el año de 1869 al Panteón Nacional, de donde de nuevo por Decreto ley fueron depositados en el Panteón de Marinos Ilustres el día 9 de octubre de 1943, donde actualmente reposan.

Uno de sus biógrafos dice: «Al dar una ojeada a las obras que promovió, a sus trabajos, que se extendían a casi todos los ramos de la administración, parece mentira que bastase para tanto la vida de un solo hombre, cuanto más un tercio de ella, que fue el tiempo que dedicó al desempeño de tan graves cargos»

El Padre Isla dice: «que es el mayor ministro que ha conocido la monarquía desde su erección»

Y Cangas Argüelles le llama «Ministro digno de toda memoria en los anales de la Hacienda española, de cuya probidad y amor al rey y a la patria jamás podrá hacerse el debido elogio»

Una décima de la época dice:

La gran Marina española

a Alberoni debió su ser;

Patiño la hizo crecer,

Ensenada la hizo sola,

Arriaga debilitóla,

Castejón la atolondró,

luego Valdés la enfermó,

y Varela, como experto,

anunció su fin por cierto,

y Lángara la enterró.

Por la Memoria elevada al rey sabemos, el estado en que se encontraba la Armada. A continuación transcribimos en el estado en que la dejó, teniendo en cuenta, que cogemos dos años después de su nombramiento y añadimos dos más al de su salida, por considerar que la inercia de los planes, tanto los anteriores como los suyos, no comienzan ni acaban en el mismo instante de su elevación o de su desaparición de la vida pública, sabiendo que sobre todo a su salida, en los arsenales había materiales suficientes, para la terminación y nueva construcción de varios navíos, en todos ello.

1745: Real Felipe, de 70, const. en Guarnizo. Conquistador, de 70, const. en La Habana. Dragón, de 64, const. en La Habana.

1746: África, de 70, const. en La Habana. Vencedor, de 70, const. en La Habana.

1747: Castilla, de 60, const. en La Habana. Flora, de 24, const. en La Habana.

1748: Tigre, de 70, const. en La Habana. Rayo, de 80, const. en La Habana.

1749: Fénix, de 80, const. en La Habana.

1750: Peruano, de 58, const. en Guayaquil. Infante, de 70, const. en La Habana. Galicia, de 70, const. en La Habana. Princesa, de 70, const. en La Habana. Galga, de 34, const. en La Graña. Gitano, de 24, Jabeque, const. en Cartagena. Volante, de 24, Jabeque, const. en Cartagena. Gavilán, de 24, Jabeque, const. en Cartagena. Liebre, de 24, Jabeque, const. en Cartagena. Cazador, de 24, Jabeque, const. en Cartagena.

1751: San Fernando, de 70, const. en Esteiro. Castilla, de 64. const. en Guarnizo.

1752: Asia, de 64, const. en Esteiro. África, de 74, const. en la Carraca. Perla, de 34, const. en Cartagena.

1753: Oriente, de 74, const. en Esteiro. Septentrión, de 74, const. en Cartagena. Pena, de 26, const. en La Carraca. Victoria, de 26, const. en La Carraca. Hermiona, de 26, const. en La Carraca. Venganza, de 24, const. en La Carraca. Flecha, de 22, const. en La Carraca. Águila, de 22, const. en La Carraca. Júpiter, de 16, const. en La Carraca. Mercurio, de 16, const. en La Carraca. Dorada, de 38, const. en Cartagena. Esmeralda, de 34, const. en Mahón. Triunfo, de 30, const. en La Habana. Centella, de 24, Jabeque, const. en Cartagena. Aventurero, de 30, Jabeque, const. en Cartagena.

1754: Castilla, de 64, const. en Esteiro. Oriente, de 74, const. en Esteiro. Eolo, de 64, const. en Esteiro. Magnánimo, de 74, const. en Esteiro. Aquilón, de 68, const. en Esteiro. Neptuno, de 68, const. en Esteiro. Gallardo, de 74, const. en Esteiro. Brillante, de 74, const. en Esteiro. Firme, de 74, const. en la Carraca. Tridente, de 74, const. en Cartagena. Atlante, de 74, const. en Cartagena. Arrogante, de 74, const. en Esteiro. Terrible, de 74, const. en Cartagena. Soberbio, de 74, const. en Guarnizo. Serio, de 74, const. en Guarnizo. Aquiles, de 74, const. en Cartagena. San Fernando, de 70, const. en La Graña. Volante, de 20, const. en La Habana. Ibicenco, de 22, Jabeque, const. en Mallorca. Catalán, de 22, Jabeque, const. en Mallorca.

1755: Diligente, de 74, const. en Esteiro. Monarca, de 74, const. en Esteiro. Dichoso, de 74, const. en Esteiro. Glorioso 2.º, de 74, const. en Esteiro. Victorioso, de 74, const. en Guarnizo. Ventura, de 28, const. en La Carraca. Industria, de 28, const. en La Carraca. Liebre, de 28, const. en La Carraca. Las Palas, de 44, const. en Esteiro. Tetis, de 22, const. en La Habana. La Tetis 2.ª, de 44, const. en La Habana. Juno 2.ª, de 34, const. en Cartagena. Gamo, de 34, Jabeque, const. en Mallorca. 1756: Constante, de 70, const. en Guarnizo. Arrogante, de 74, const. en Guarnizo. Contento, de 70, const. en Guarnizo. Venus, de 28, const. en La Carraca. Astrea 2.ª, de 34, const. en Cartagena. Cuervo Marina, de 22, Jabeque, const. en Mallorca. Vigilante, de 22, Jabeque, const. en Mallorca.

Para terminar de apreciar la obra del Marqués de la Ensenada, apuntamos unos datos y órdenes:

El número total de cabillas de hierro que se necesitaban para un navío de 68 cañones eran de 160.000 de todas menas.

El costo de uno de estos buques oscilaba entre el 1.136.000 a 1.252.000 reales. Concretamente, el navío América costó, 1.116.412 reales y 31 maravedís; el costo del Constante fue de 1.251.738 reales y 12 maravedís.

El de un jabeque de 298 toneladas, con 60 codos de eslora, 52 de quilla, 14 codos y 18 pulgadas de manga, 5 codos y 18 pulgadas de puntal, y 7 codos y 12 pulgadas de plan, con fortificación suficiente, para sostener una batería de 24 cañones del calibre de á 8, su coste era de 65.638 reales, sin incluir la artillería.

Dentro del presupuesto sistemático dictó el 31 de enero de 1748, la Ordenanza de cría, conservación, plantíos y corte de los montes, acompañada de una serie de disposiciones complementarías regulando el arrastre, depósito y cura de las maderas con previsión de su empleo, de forma que entrando en el proyecto la construcción de 50 navíos en ocho años, a la mitad de dicho tiempo, en el de 1752, estaban cortadas y labradas las piezas para 70 navíos de línea y veinticuatro fragatas; en sustitución de la madera cortada se plantaron por orden suya más de dos millones de robles y se registraron los pinares con idea de procurar producción semejante a los de Riga, que estudiaba en Rusia el general conde de Bena Masserano.

Leyendo esto, la previsión de dos años más tarde de su caída aplicada a la construcción, sinceramente nos parece corta, pensando que duró muchos años más, pues sus previsiones eran para muy largo plazo, posiblemente no nos quedaríamos cortos en alargarlo otros tres o cinco años, con lo que el número de navíos y fragatas, más otros buques sería mucho más extenso.

(1) Constante 2.º en La Habana en 1731, de 66 cañones. Europa, en La Habana en 1734, de 64 cañones; África, en La Habana en 1732, de 70 cañones; Andalucía, en La Carraca en 1720, de 62 cañones.

(2) Victoria, en Guarnizo en 1729, de 40 cañones; Fama, sin datos.

(3) Princesa, en Guarnizo en 1730, de 70 cañones; San Isidro, en Guarnizo en 1728, de 60 cañones; Conquistador, en La Habana en 1729, de 70 cañones; Galga, en Esteiro en 1732, de 56 cañones.

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