C-5 (1930)

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Construcción

Sumergible C-5.
C-5. Casaú. Cartagena. Todoavante.

Los submarinos de la clase “C” fueron construidos en astilleros españoles, en Cartagena, por la SECN. Nacidos de la Ley Miranda de 1915, que proyectaba la creación de una fuerza submarina de 28 unidades. La ampliación de los plazos y las asignaciones presupuestarias dadas por una nueva ley el 11 de enero de 1922, permitió que se pudieran construir estos seis nuevos submarinos.

Los submarinos de la clase “C” pertenecían al tipo Holland norteamericano, y fueron un desarrollo mejorado de la clase “B”, en velocidad, autonomía, rapidez y cota de inmersión y armamento.

Desplazaban 915 toneladas en superficie y 1.150 en inmersión. Medía 75,3 metros eslora, 5,6 de manga, 5,64 de puntal, 5,80 de calado medio. La dotación era de 40 hombres.

Propulsados por dos motores diésel de 1.000 caballos y dos eléctricos de 375 caballos cada uno, propulsaban a las dos hélices una velocidad máxima en superficie de 16,5 nudos y 8,5 en inmersión. Su autonomía era de 6.800 millas a 10 nudos y 3.200 a 16 nudos en superficie, y 150 millas a 4,5 nudos en inmersión. Tenía una cota máxima de 80 metros de profundidad.

Estaba armado con un cañón Vickers de 76 mm, un antiaéreo desmontable y 6 tubos lanzatorpedos, cuatro a proa y dos a popa, con torpedos de 533 mm Whitehead. Podían llevar otros cuatro torpedos de reserva.

Historial:

Se colocó su quilla el 10 de octubre de 1924. Fue botado el 28 de octubre de 1929 y entró en servicio en la Armada el 16 de abril de 1930. Se incorporó a la escuadrilla de submarinos de Cartagena y se puso al mando del capitán de corbeta don Fernando Bruquetas Llopis.

A mediados de agosto de 1930 llegaron a Ferrol, procedentes de Cartagena, los seis submarinos de la clase “C”, donde participarán en las siguientes maniobras, que se desarrollaron en el Cantábrico en los meses de septiembre y octubre de 1930.

El 18 de enero de 1932 se puso al mando del capitán de corbeta don Carlos Barreda Terry. En aguas de Tarragona realizaron maniobras de conjunto los submarinos A-1 Monturiol, B-5, C-1 Isaac Peral, C-3, C-4 y C-5. Procedentes de Vinaroz, entraron en Castellón el 29 de septiembre, prosiguiendo el viaje de instrucción hasta finales de octubre de 1933. El comandante de la flotilla, don García Ramírez se encontraba a bordo del A-1 Monturiol.

A mediados de enero de 1934 se puso al mando del capitán de corbeta don Pedro Sanz Torres. En los meses de mayo y junio de 1934 se realizaron unas maniobras en la escuadra en las que participaron los seis submarinos de la misma clase “C”.

En el verano de 1935 realizaron los seis submarinos un viaje de instrucción en los que visitaron varios puertos españoles, franceses, británicos e italianos. Salieron de Cartagena el 29 de julio al mando del capitán de fragata don Guillermo Guimerá Bosch, al mando del C-5 el capitán de corbeta Sanz Torres. La escuadrilla llegó a Melilla el 31 de julio, permaneciendo en el puerto hasta el 3 de agosto, que zarparon rumbo a Cádiz, llegando el día 5 de agosto. Siguiente el viaje, salieron de Cádiz el 7 de agosto y llegaron al puerto británico de Plymouth a mediados del mes. Tras un crucero por el Atlántico, en el que recalaron en Brest, regresaron a Ferrol para después poner rumbo a las islas Canarias. Recalaron en Dakar, Villa Cisneros, Las Palmas y Larache. Finalizaron el crucero en Cartagena en el mes de septiembre.

A mediados de enero de 1936 se puso al mando del capitán de corbeta don Antonio de Amusátegui Rodríguez. En la primera quincena del mes de mayo de 1936 realizó la escuadra, al mando del vicealmirante don Javier Salas, unas maniobras en las islas Canarias. Tomaron parte varios submarinos, entre ellos el C-5. Finalizadas las maniobras, regresó a Cartagena, entrando en el arsenal para ser reparado.

En julio de 1936, cuando comenzó la guerra civil se encontraba en la división de Cartagena, mandado por el capitán de corbeta Amusátegui. Se encontraba en el dique flotante para cambiar uno de los motores eléctricos. Su comandante Amusátegui fue detenido y ejecutado el 15 de agosto en el buque España nº 3. Su segundo comandante, el teniente de navío don Antonio Ruiz González, fue nombrado jefe de la base de submarinos de Cartagena. El comité que se formó rechazó todos los mandos que se propusieron para su mando al considerarlos fascistas. Finalmente se propuso al contramaestre don Jacinto Núñez.

El 22 de agosto salió rumbo a Málaga, donde se reunió con los submarinos C-1 Isaac Peral, C-2 y C-3, quedando la flotilla al mando del teniente de navío don Vicente Ramírez Togores. Durante la travesía, realizó una inmersión y estuvo a punto de no subir a la superficie por los ineptos mandos del buque. El comité recapacitó y consideró que debían aceptar un mando experimentado.

El 25 de agosto, el jefe de la flotilla de Málaga nombra comandante del C-5 al capitán de corbeta don José María de Lara Dorda, que no era de la confianza del comité, pero no quedaban mandos, estaban ocupados en otros destinos o fusilados. Su segundo comandante era don Avelino Bernadal, oficial de la Marina mercante. El mando real lo ostentaba el presidente del comité, el oficial de radio don José Porto.

Ese mismo día 25 de agosto, sale de Málaga rumbo a Tánger. La mañana del 26 queda el submarino varado frente a Tarifa, consiguiendo reflotarlo con la subida de la marea. El comité sospechó que fue un acto de sabotaje. Entró en Tánger la misma mañana del 26 de agosto, reuniéndose con el C-1 Isaac Peral y C-2.

Con órdenes de salir rumbo al Cantábrico, el C-5 maniobra y aborda al C-1 Isaac Peral. Continuando la travesía, llega a Bilbao el 30 de agosto. Al día siguiente entra en el dique de los astilleros Euskalduna para comprobar el estado del casco tras el accidente en Tánger. Comprobado que el casco no tenía averías, sale del dique dos días después y se dirige a Portugalete.

Al amanecer del 3 de septiembre avista en superficie, a unas siete millas de Luarca, a los bous nacionalistas armados Argos y Juan Ignacio. El comité decide atacarlos en superficie con el cañón de 76 mm. Comienza a disparar a 1.500 metros, pero sin centrar el blanco, dando tiempo al Juan Ignacio a disparar y al Argos a acercarse para embestir al submarino. Ante la mala planificación del ataque, el comandante Lara toma el mando y ordena inmersión. En ese momento se unen al ataque los bous Tritonia, Virgen del Carmen, Denis y Galicia. El comandante ordena salir a la superficie y aprovechar sus casi 17 nudos de velocidad para alejarse de los menos veloces pesqueros armados. Un hidroavión Savoia 62 con base en Marín ataca sin éxito al submarino, pero lo mantiene localizado y cercado. Mientras le siguen los bous, se acerca el destructor Velasco. El comandante Lara ordena inmersión rápida. Cuando se encontraba a 50 metros es atacado con cargas de profundidad. A causa del estallido de una de las cargas, el submarino quedó sin propulsión y comenzó a descender sin control, tocando fondo a 85 metros. Después de casi dos días en el fondo, consiguió salir a la superficie y llegar a Bilbao, gracias a la pericia del comandante.

A mediados de septiembre navegaba cerca de cabo Peñas cuando recibe un mensaje de la posición del crucero Almirante Cervera. Avistado el crucero, el presidente del comité toma el mando, poniendo al comandante Lara en el periscopio, al ser el único capaz de dar las distancias del blanco. Cuando dio la orden de disparar, se negó el comandante al haberse puesto en la trayectoria del torpedo el crucero alemán Könisgsberg. El presidente del comité cogió su pistola e intentó asesinar al comandante, en la creencia de que había esperado intencionadamente a que se interpusiera el crucero alemán, pero se interpusieron el jefe de máquinas y el contramaestre.

El 30 de octubre se hizo a la mar con la misión de hundir al acorazado España, descubierto cerca de cabo Mayor. A la una y media del 31 de octubre le lanza dos torpedos que quedan cortos, estando a distancia de lanzamiento correcta. Se acerca más al acorazado y le lanza otros dos torpedos, pero fallan a corta distancia, estallando en la costa de cabo Mayor. El submarino se dirige a Portugalete.

A finales de octubre, una docena de hombres armados se apoderaron del submarino. Eran hombres del gobierno vasco. Después de varias gestiones, devolvieron el submarino. En un consejo de guerra, el centinela que estaba de guardia esa noche, don Ramón Cayuelas Robles, salvó la vida al amenazar al tribunal con contar la actuación vergonzosa e incompetencia del presidente del comité. El resultado del consejo de guerra fue silenciarlo todo.

El 31 de diciembre de 1936 salió de Bilbao y no regresó a puerto, perdiéndose cerca de Ribadesella, aunque se desconoce el lugar del hundimiento. El marinero Cayuelas, que salvó la vida al haber desembarcado, afirmó que el submarino no se encontraba en condiciones de navegar y cualquier maniobra de inmersión tenía un alto riesgo.

Bibliografía:

Aguilera, Alfredo y Elías, Vicente.: Buques de guerra españoles, 1885-1971. Editorial San Martín. Madrid, 1980.

Cayuelas Robles, Ramón.: Relatos inéditos de los submarinos republicanos en la guerra civil española: C-5 y C-2. Editorial Club Universitario, 1999.

Cerrada, Gabriela M.: “La historia vivida: Un accidente en el Estrecho: la varada del submarino republicano C-5”. Revista de Historia Naval. Año 1996, nº 53, pp. 91-93.

Cervera Pery, José.: La guerra naval española (1936-39). Editorial San Martín. Madrid, 1988.

Diarios ABC, La Vanguardia.

González, Marcelino.: Otros 50 barcos españoles. Fundación Alvargonzález. Gijón, 2012.

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