Marquet y Rubi, Ramon Biografia
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Ramón Marquet y Rubí Biografía
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Orígenes
Vino al mundo en la ciudad de Barcelona en 1235.
Como la mayor parte de todos los marinos de esta primera época, eran mercaderes con sus propios buques, lo que les garantizó desde bien jóvenes ocupar altos cargos en la Armada Real, por sus buenas dotes de navegantes y jefes. A su vez y por parecidas razones dejó un mayorazgo, en el que algunos descendientes siguieron la carrera de las armas en la Armada.
Hoja de Servicios
Fue nombrado por el rey Jaime I, por Real Cédula del día uno de agosto del año de 1263, con el título de Vicealmirante de Aragón.
El miércoles día cuatro de septiembre del año de 1269, se hizo a la vela desde el puerto de Barcelona una escuadra de treinta naves gruesas y doce galeras, más muchos bergantines y fragatas, en las que se transportaba un ejército de ochocientos hombres, con tres caballos para cada uno, con veinte mil infantes, entre ellos unos almogávares, con destino a Palestina. La expedición iba al mando del rey Jaime I “El Conquistador”, y al mando de la galera Real don Ramón Marquet, en la que también iban acompañando al Rey sus hijos los infantes don Pedro Ferrando y don Hernando Sancho.
Alfonso X “El Sabio” de Castilla, le entregó para la expedición cien mil maravedíes de oro y cien caballos. Don Pelayo Correa, maestre de la Orden de Santiago, aportó cien de los Caballeros de la Orden. Don Gonzalo de Pereyra, lugarteniente de la Orden de San Juan de Jerusalén en los reinos España, todos los Caballeros de ella en los diferentes reinos peninsulares.
Al encontrase la expedición a la altura de la isla de Menorca se desató un fuerte viento de Norte, que levanto un gran temporal provocando la dispersión de la expedición, pasando cada piloto y su capitán a correrlo como mejor sabían, siendo algunos buques arrastrados hasta las costas de Siria, otro supieron cortarlo y arribar a la isla de Cerdeña, mientras que otros arribaron a las costas de Languedoc, siendo estos últimos los que transportaban al regio jefe de ella y al mando de esta escuadra iba don Pedro Fernández.
El Rey, sus hijos y Caballeros desembarcaron en Aguas Muertas, pasando a Montpeller y de aquí por tierra a la Ciudad Condal. La paradoja de todo este medio desastre, es que informados en Tierra Santa de la llegada de la expedición los sarracenos abandonaron Palestina, dejando libres los Santos Lugares. Todo esto se consiguió «…solo con la fama de la ida del rey D. Jaime» que al parecer y por los resultados era muy temido por sus enemigos.
En el año de 1282 el recién nombrado Papa Martín IV, tenía debilidad especial por los franceses, por lo que al pedir el rey de Aragón fuera declarada Cruzada para desalojar de Túnez a los musulmanes, el Papa se la negó y no solo hizo esto, sino que envío emisarios para que le informaran del porque de aquella gran flota. Estos no paraban de preguntar sobre todo detalle y como el Rey don Pedro III “El Grande” se hartó de tanta pregunta, les espeto: «Quemaría yo mi camisa si pensase era sabidora de mis puridades.»
No obstante a la vuelta de los comisionados, el Papa se enfrentó al Emperador Andrónico II Paleólogo, el cual no le hizo caso, como represalia sin motivo alguno lo excomulgo, para facilitar que Carlos de Anjou que ya reinaba en Sicilia despóticamente, pudiera hacerse con el título de Emperador, esto motivo un enfrentamiento en firme pero subrepticio, pues envió dinero a don Pedro para que tomara Sicilia, ya que sus habitantes lo reclamaban, pero el rey de Aragón estaba algo indeciso aunque por dentro muy alegre por poder expandir su poder sobre territorios muy queridos por todos.
La chispa que encendió la hoguera, tuvo lugar el 31 de marzo de 1282. Este día era el tercero de la Pascua de Resurrección, cuando todos los habitantes de Palermo disfrutaban de una fiesta. Después de la hora de la comida se dieron las campanadas que daban comienzo a las Vísperas. Como era costumbre acudieron a la iglesia de Sancti Spiritus, que se encuentra en Monreal distante una legua de la ciudad, para los rezos propios del «lucernarium» cuando un francés de nombre Droqueto quiso abusar en plena calle a la entrada de la iglesia de una dama, que era la hija de Roger Maestre Angelo, yendo acompañada de su marido y sus hermanos, con la escusa de saber si llevaba armas.
No consiguió su objetivo, pues cayó atravesado por una espada a los mismo pies de la dama, visto por todos los vecinos el intento de atropello, provocó que el pueblo se alzara en armas contra los franceses, ya que una vez hecho tuvieron miedo de la reacción de sus compañeros, lo que les convenció de seguir matando a todo francés que se encontraran, así comenzó una matanza sin miramientos de ningún tipo, pues incluso las mujeres embarazadas que sabían lo estaban de franceses, sin contemplaciones fueron pasadas a cuchillo, lo mismo hicieron con las mujeres, niños y ancianos, familiares de ellos, para borrar toda huella de franceses.
Pero no se paró aquí, pues la voz de «muerte a los franceses» se extendió por toda la isla, por lo que se fue extendiendo por toda ella no dejando nada en pie, solo un provenzal por nombre Guillen Porcelero se le dejó ir, porque siempre se había portado con mucha dignidad y benevolencia, incluso el Gobernador de la isla, Herberto Aurelianense frenó en un principio a las masas, pero sus fuerzas fueron vencidas y él pasado a cuchillo. Esta atroz matanza pasó a la Historia como las «Vísperas Sicilianas»
Entonces ante el temor de la represión francesa, los ciudadanos pidieron ayuda al rey de Aragón, la expedición estaba presta a zarpar con rumbo a Túnez, y se hallaba en el puerto y población de Tortosa, donde el Rey recibió los primeros avisos, por lo que dio orden de zarpar con rumbo a Córcega, donde al arribar se le comunicó fielmente lo ocurrido y la necesidad de los sicilianos de recibir su socorro, pues a la isla habían llegado refuerzos de Nápoles, todos los sicilianos incluidos mujeres y niños, combatían sin descanso, prefiriendo morir peleando, que no de la forma que sabían lo harían los franceses.
El Rey ordenó arribar a Palermo, lo que se llevó a buen término y nada más desembarcar era proclamado Rey por los sicilianos, la noticia de su llegada no tardó en saberse en toda la isla, lo que redobló la fuerza de los habitantes, a su vez le entregaron unas galeras que habían capturado en los distintos puertos de los franceses, con ellas se aumentó la escuadra. El ejército transportado fue tomando poblaciones y liberando las sitiadas, en un frenético avance dada la poca fuerza de los que estaban sitiados, llegando tan lejos que obligaron a Carlos de Anjou a abandonar Messina, que había sufrido uno de los mayores bloqueos de la historia, embarcando con rumbo a la península itálica, pero perseguido por la escuadra aragonesa.
En casi todas estas acciones tuvo participación don Ramón Marquet, que había sido puesto al mando de toda la marinería de la escuadra, como ésta también desembarco en ocasiones para combatir en tierra, es de suponer que él también lo hizo contribuyendo con ello al triunfo final. El Rey embarcó en Palermo el día seis de mayo con la reina Constanza, con parte de su escuadra puso rumbo al puerto de Valencia, dejando de rey de Sicilia a su segundo hijo Jaime. Como vasallo del rey de Aragón, ya que en las Cortes celebradas en Messina el día diecinueve de abril del año de 1283, decidieron mantenerse independientes pero con el apoyo de la corona de Aragón.
En el año de 1284, los franceses bloquearon la isla de Sicilia, para socorrerla se envío una escuadra de catorce galeras al mando de Marquet, con las que pudo romper el bloqueo y entrar en el puerto de Messina con todos los auxilios necesarios.
Estando al mando de once galeras en el año de 1285, a la altura de San Feliu de Gíxols y Palamós se avistaron velas francesas, las cuales por la excomunión que el Papa había dictado contra don Pedro III, era en sí una cruzada (la que antes le negó a él) para que cualquiera se pudiera hacer con los territorios del Reino de Aragón, la escuadra aragonesa estaba al mando Ramón Marquet y Berenguer Mayol. Los franceses tenían sus fuerzas divididas con las galeras de Narbona al Norte, las de Marsella al Este y las bretonas, más otras auxiliares al Sur, estando convencidos de conseguir la victoria por su mayor su número.
Pero muy decidido Marquet se enfrentó a ellas atacando en principio a las siete primeras, pertenecientes a la división del Norte al mando de Narbona, tras un duro enfrentamiento cuatro de ellas se fueron a pique y el resto fueron capturadas, esto fue visto por todos y causó un gran temor en la línea enemiga, ya que algunas de las galeras ciaron y se pusieron en huída, esto lo aprovecharon los dos almirantes aragoneses, yéndose de nuevo Marquet contra las de Guillermo de Lodève, logrando abordar a la almiranta que fue conquistada, el resto hizo lo mismo que sus compañeros, buscando la salvación, como si hubieran gritado la orden de retirada se pusieron a ello, tomando cada cual su rumbo a ver quien llegaba antes al puerto de Palamós.
De esta forma abandonaron el mar del combate dejándolo por las banderas de Aragón. Cayendo en manos de Marquet, el almirante francés Berenguer de Guillem, quien había obtenido el mando de su rey Felipe III.
De regreso en el cabo de Agua Fría se encontró con otra escuadra francesa, a la que consiguió burlar, pero se quedó a la vista, dándose cuenta que cuatro de los buques enemigos iban descolgados, aprovechó esta oportunidad y los atacó, tras breve combate se apoderó de ellos, arribando con los apresados a la Ciudad Condal, siendo incorporados a su fuerza.
Al poco de arribar se acercó a San Pol donde varó a todas sus galeras, para poderlas recomponer de los daños del combate anterior. En esta población había un monasterio de la Orden de los Cartujos, su prior amigo del rey de Francia, por lo que no tardó en enviar mensajeros para informarle en las condiciones que estaba la escuadra de Aragón. Justo en esos días arribó a Barcelona Roger de Lauria [1] con su escuadra compuesta de treinta galeras, ordenando a Marquet que se uniera lo antes posible a sus fuerzas, lo cual efectuó antes de que llegara la escuadra francesa.
Ésta estaba al mando de Juan Escoto y Enrique de Mar, que muy ufanos navegaban convencidos de su victoria, pero en el trayecto se encontraron con la escuadra de Berenguer de Montoliú, que navegaba en demanda de la escuadra de Roger de Lauria, pero al ver a las francesas se lanzó sobre ellas y las venció, dando al traste con las intenciones del Rey francés.
Pero no se dieron por vencidos, pues algunas pudieron regresar a su costa, para advertir de las pocas que les quedaban a los aragoneses (no habían visto a Roger), así que formaron aprisa otra escuadra se lanzaron en la búsqueda de la aragonesa, cuando ya pesaban tenerla fueron descubriendo que la escuadra no era tan pequeña. Advertido Roger, realizó una de sus grandes maniobras y antes de que pudieran darse cuenta estaba encima de los franceses, estos abrumados se fueron rindiendo.
El resultado fue de trece galeras capturadas, quinientos sesenta prisioneros contando heridos y cinco mil muertos por parte francesa en el combate. Solo el genovés Enrique de Mar con doce de sus galeras, que le dio tiempo a ciar y a fuerza de remo huir para buscar refugio en Aguas Muertas. Esta victoria facilitó la reconquista de Cadaqués, lo que obligó al rey de Francia a pedir una tregua al rey de Aragón, pero de entrada se había frustrado toda conquista del reino y además tuvo que abandonar otras posiciones, dejando por completo libre el reino de Aragón. De hecho se le pegó fuego a algunas galeras que no pudieron hacerse a la mar, para regresar a sus puertos.
Dejó el cargo el 16 de mayo de 1285, retirándose a su casa en la Ciudad Condal, permaneciendo de responsable de la construcción de las galeras, ciencia en la que se había convertido en un gran maestro. Le sobrevino el óbito en su casa en 1302.
Notas
- ↑ Roger de Lauria, hacía poco tiempo que había sido nombrado Almirante de Aragón, por lo que estaba al mando de las escuadra de Aragón, Mallorca, Valencia y Sicilia. En éstas se había dividido la escuadra del reino de Aragón, para mejor atender a cada reino independientemente, quedando a su mando un Vicealmirante, que a veces se confunde con el título de Almirante, que solo lo era el del reino de Aragón, aunque este mismo tenía un Vicealmirante que tenía a su cargo la guarda de las costas correspondientes, al igual que el resto de Vicealmirantes de cada reino. La de Aragón se dividía a su vez en dos sectores, que comprendía el Norte, desde Barcelona a Rosas y el Sur, desde Barcelona a Tortosa. La del Reino de Valencia toda su costa, el de las islas Baleares, se dividía también en dos, una para la guarda de la isla de Mallorca y otra para la de Ibiza, que servía de apoyo a la de Valencia en caso necesario, vigilando en muchas ocasiones la parte Sur del Reino, aprovechando los momentos en que la de Mallorca estaba en aguas del Norte u Oeste de Ibiza y por último la recién creada de Sicilia y Cerdeña.
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