Diaz Moreu, Emilio Biografia
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Biografía de don Emilio Díaz Moreu
Capitán de navío de la Real Armada Española.
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Vino al mundo en la ciudad de Motril el día veintiocho de enero del año de 1846, bautizado en la parroquia Mayor el día treinta y uno siguiente, siendo sus padres, don Antonio Díaz y Quintana y de su esposa, doña María de los Dolores Moreu y Sánchez.
Fue admitido después del previo examen en Colegio Naval Militar de San Carlos, el día dos de julio del año de 1858 cuando solo contaba con doce años de edad. Expediente. N.º 4.422.
Al ser ascendido a Guardiamarina de 2ª, en el año de 1860 se le destina para recibir las lecciones prácticas al navío Rey Don Francisco de Asís, el último de los que tuvo la Real Armada.
Continuó sus prácticas de mar a bordo del vapor de ruedas Colón, al terminar satisfactoriamente con ellas, se le entregó el despacho de alférez de navío en el año de 1865, pasando como oficial subordinado por varios buques de la Armada.
En el año de 1867 se le otorga el mando de su primer buque siendo la falúa Buen Viaje, en la que permaneció un año pasando a ser destinado como oficial a otros buques, para ir adquiriendo experiencia de mando.
Uno de ellos se produjo a primeros de septiembre del año de 1869, siendo destinado como oficial subordinado en la fragata acorazada Numancia, con la que zarpó del puerto de Cartagena el día veintiséis de noviembre del año de 1870, con rumbo a Génova y embarcar en ella al nuevo Rey de España elegido por las Cortes, don Amadeo de Saboya.
En agradecimiento don Amadeo I lo nombró con fecha del día uno de enero del año de 1871 su Ayudante de Órdenes y el día veinticinco del mismo mes, le elige como a su Secretario del Cuarto Militar, permaneciendo en la Corte hasta el día diecinueve de abril del año de 1872, por ser destinado a embarcarse en la fragata de hélice Villa de Madrid perteneciente a la escuadra del Mediterráneo.
En el año de 1873 se le destina a las islas Filipinas, entregándole el mando de la goleta Valiente con la que participa como guardacostas para mantener las aguas limpias de los piratas joloanos.
Al terminar su destino de tres años en las islas recibe la orden de regresar a la Península.
Ya en ella se le concede una licencia para recuperar la salud, que casi todos perdían al prestar los servicios en aquellas aguas. Al reincorporarse se le destina a varios buques con los que navega por el Mediterráneo y el Atlántico oriental.
Al ser ascendido a teniente de navío, se le otorga el mando del cañonero Pelícano, participando en apoyo de las tropas del ejército en la ciudad de Melilla.
Al terminar el mando a flote se le destina en tierra al Arsenal de la Carraca, pasando al poco tiempo a bordo de diferentes buques, ya como tercer oficial.
Se le asciende al grado de teniente de navío de primera clase y se le otorga el mando del aviso Marqués del Duero, pasando a formar parte de la escuadra del Mediterráneo, prosiguiendo en el apoyo a las tropas del ejército en el norte de África, así como la vigilancia de las costas.
Es ascendido a capitán de fragata y se le otorga el mando del crucero Aragón, en el que permanece el tiempo obligatorio, al desembarcar pasa destinado a tierra.
Por necesidades del servicio, se le da de nuevo mando a flote pasando al crucero Conde de Venadito, siendo ya el año de 1894 cuando recibe la orden de transportar al embajador extraordinario en Marruecos, el general don José Arsenio Martínez Campos desde la ciudad de Melilla a Mazagan.
Se presentó a las elecciones y salió elegido Diputado por el distrito de Motril, por lo que se le concedió permiso para ir a Madrid a tomar su sillón en el hemiciclo, ocupándolo desde el día doce de julio de 1894, hasta el mes de febrero del año de 1896.
Presentándose de nuevo a su superior para su nuevo destino, el cual se retrasó hasta el mes de noviembre, en que se le nombra comandante de quilla del crucero acorazado Cristóbal Colón, que se iba a comenzar su construcción en el arsenal italiano de Génova.
El crucero por las premuras del momento cayó al agua el día dieciséis de septiembre del mismo año de 1896, por abril del año siguiente estaba realizando sus pruebas de mar con la comisión española a bordo, resultando un gran buque muy maniobrero y obediente al timón, tanto que casi viraba en solo dos esloras.
Pero al ser probada la artillería principal el Gobierno español por los informes de la comisión denegó que montase las piezas y esperaban que se fabricaran otras que cumplieran mejor su misión, pero se fue demorando la entrega, por lo que el día dieciséis de mayo de 1897 zarpó del puerto de Nápoles, para ir a dotarse de lo necesario en el de La Spezia.
El primer puerto español al que arribó fue el de Mahón, donde se volvió a aprovisionar, pasando a integrarse en la Escuadra de Instrucción con la que realizo en el mes de noviembre unas maniobras en aguas de Santa Pola, donde al terminar recibió la orden de incorporarse a la Escuadra de las Antillas, zarpando de nuevo cruzando las aguas del estrecho y con rumbo al Norte arribar al puerto de Ferrol, de donde zarparía sin sus colmillos a su destino final.
Se unió a la escuadra del mando del contralmirante don Pascual Cervera y Topete, consiguiendo arribar después de graves problemas al puerto de Santiago de Cuba, de donde zarpó en tercer lugar el día tres de julio del año de 1898, siendo en un principio el más rápido de todos sus compañeros, consiguiendo dejar atrás a sus enemigos.
Pero pasemos al parte escrito por su comandante, para mejor comprender lo sucedido:
El General 2º Jefe (Paredes) al Almirante (Cervera)
Excmo. Sr.: Tengo el honor de trasladar á V. E. I. el parte que del combate y suerte habida al acorazado Colón el día 3 del corriente, me comunica su dignísimo Comandante, que dice así:
« Cumpliendo las órdenes recibidas, salí con el buque de mi mando, ocupando el puesto designado, del puerto de Santiago de Cuba, estando tanto avante con el Morrillo á las 9 h 45 m de la mañana, rompiendo el fuego contra el Iowa, que era el buque más próximo en el momento de la salida.
Cinco minutos más tarde, siendo el buque más avanzado de la línea enemiga el Brooklyn, ordené á las baterías que todos los fuegos se dirigieran sobre él y lo que fuera posible contra el Oregon, que se hallaba en la aleta de babor y al que no podía dedicarse atención por la falta de cañones de caza y retirada. Así se efectuó, disparando contra dicho buque 184 disparos con los cañones de 15 centímetros y 117 con la batería de 12 cm., teniendo la seguridad de haber hecho blanco con un diez por ciento de los tiros.—Desde luego ví que ni el Brooklyn ni el Oregon, que me emprendieron la caza, podían alcanzarme y se quedaban más rápidamente el primero que el segundo y continué cerca de la costa haciendo rumbo al Cabo Cruz.—A la una de la tarde empezó á bajar la presión de calderas, disminuyendo las revoluciones de 85 á 80, empezando, por tanto, á ganarme en andar el Oregon, que poco tiempo después rompió el fuego contra el buque con sus cañones de caza de grueso calibre, al que sólo pude contestar con disparos del cañón número 2 de la batería, guiñando al efecto lo necesario, aunque esto acortase la distancia.—En vista de esto y vista la seguridad absoluta de ser apresado por el enemigo, de acuerdo con Vuecencia, por no ser conveniente distraer á ningún Jefe y Oficial de sus destinos, dada la estructura y disposición de las escotillas, que representaba una pérdida de tiempo muy necesario y con el ánimo de aprovechar hasta el último momento la ocasión, si se presentaba, de hacer fuego, y con el fin de evitar llegase el de ser apresado, resolvimos embarrancar y perder el buque y no sacrificar estérilmente las vidas de los que se habían batido con el valor heroico, la disciplina y serenidad que V. E. ha podido apreciar por sí mismo, y como consecuencia del acuerdo se hizo proa al río Tarquino, en cuya playa embarranqué, con velocidad de 13 millas, á las dos de la tarde. Ya varado el buque y reunidos los Jefes y Oficiales, todos manifestaron su conformidad á lo hecho, por comprender que de seguir, aunque no fuera más que unos momentos, corría inminente peligro de caer en poder del enemigo y ser un trofeo de guerra que era necesario á todo trance evitar.
Poco después quedamos prisioneros de guerra del Brooklyn, cuyo Comandante se presentó á bordo poco tiempo después. Durante el combate he tenido un muerto y veinte y cinco heridos, cuya relación acompaño á V. E. como resultado de los proyectiles del enemigo, que aunque nos alcanzaron en gran número, no hicieron averías en la parte protegida del buque.
Es cuanto tengo que poner en conocimiento de V. E., expresando al mismo tiempo mi convicción, que todos y cada uno han cumplido con su deber en las difíciles circunstancias en que se efectuó la salida, las desventajosas del combate por la superioridad del enemigo y la deficiencia grande de los medios de ataque de mi buque »
« Y yo, por mi parte, como testigo de los sucesos, réstame sólo manifestar á Vuecencia Ilustrísima, que en medio de nuestra pena por la pérdida de los buques y del personal digno y heroico, cabe la satisfacción de que todos han cumplido con su sagrado deber de defender su bandera y Patria, demostrando una vez más que la Marina española puede sucumbir, pero jamás con la deshonra.
Todos á bordo del Colón fueron dignos imitadores de nuestros antepasados; imposible es recomendar á ninguno de sus dignos tripulantes, rayaron en el heroísmo; más sería dejar de cumplir con un sagrado deber si no expresara á Vuecencia Ilustrísima que su valiente Comandante colocóse á una altura que no hay frases que expresarlo puedan, sólo sí que honra al cuerpo en que sirve.
Dios guarde á V. E. muchos años.—En la mar, á bordo del San Luis, 6 de julio de 1898.—José de Paredes. »
Al ser hecho prisionero de guerra por la dotación del crucero Brooklyn, pasaron a la Academia Naval de Annapolis, donde el día treinta y uno de agosto firma el Presidente de los EE. UU. la libertad de los prisioneros, poniéndose en marcha la operación de regreso a España.
Hubo unos pocos que no podían esperar a la contratación del buque que gestionaba don Pascual Cervera, por lo que salieron con el permiso del superintendente de la Academia con destino a Nueva York, solo hubieron en ese tiempo tres personas que sí se acogieron a la primera condición, el médico don Antonio Jurado que estaba enfermo, el capellán don José Riera para cuidarlo y don Díaz Moreu, allí consiguieron pasaje zarpando el día tres del mes de agosto en el vapor de bandera alemana Eulde, arribando al puerto de Gibraltar el día doce, pasando ese mismo día a España.
El caso curioso de Moreu fue por que seguía siendo diputado a Cortes y conocedor de la firma de la Paz, se anticipó unos días para pedir el permiso de salida por ser parte de la decisión a tomar por esta Cámara.
Pero mejor pasamos al documento en el que Moreu se dirige a McNair Secretario de Estado:
« Excelentísimo Sr. Almirante Superintendente de la Academia Naval.
Mi respetable Almirante: Las noticias recibidas hoy aseguran que se ha firmado los preliminares de la paz para cuya aprobación definitiva será necesario el concurso del Parlamento Español al que yo pertenezco como diputado a Cortes por el distrito de Motril (Granada)
Siendo para mí de importancia capital asistir al Parlamento tan pronto como se convoque, me permito solicitar del Gobierno de los Estados Unidos la autorización necesaria para trasladarme a España conservando desde luego mi carácter de prisionero de guerra ofreciendo mi palabra de constituirme nuevamente prisionero en el punto que el Gobierno de los Estados Unidos me designase si estimase en algún momento o por cualquier causa necesaria o solamente conveniente mi regreso a los Estados Unidos.
La manera tan digna y caballerosa con que hemos sido tratados, que me complazco en encontrar en esta ocasión para consignar, me animan a dirigirme a V. E. con esta petición que justifica mi posición personal diferente del resto de prisioneros de guerra.
Aprovecho la ocasión igualmente para reiterar a V. E. el testimonio de la más distinguida consideración con el que soy S. S. Q. B. S. M.
Emilio Díaz Moreu, Capitán de navío Colón »
El día dieciséis de agosto, cuatro después de haber enviado su petición, por ausencia del Secretario de Estado McNair, le contesta el Secretario Interino:
« Este gobierno, debe ser entendido, no asume responsabilidad por la transportación o subsistencia del capitán Moreu desde su salida de la Academia Naval »
El Consejo de Guerra comenzó el día quince de septiembre, por saberse próximo el arribo del vapor Ciudad de Roma a Santander con el resto de prisioneros, figurando entre ellos dos almirantes; ocho jefes; setenta oficiales y guardiamarinas; mil quinientos setenta y cuatro, clases y marineros, más veintiún soldados, que arribaron el día diecinueve del mismo mes, teniendo un coste el transporte por persona de 6,66 dólares.
Al igual que el resto de sus compañeros salió con todos los beneplácitos del Consejo de Guerra en septiembre del año de 1899.
Se le destinó sucesivamente a varios puestos e tierra, pero sin mando de mar, lo que le llevó a la conclusión que a pesar de haber salido absuelto del Consejo de Guerra no se confiaba en él, ello le llevó a pedir la baja en el cuerpo, lo que le fue concedido en el año de 1902.
Por lo que ya libre de grados militares se dedico a la política, saliendo elegido Diputado en el año de 1903 y posteriormente Senador en el de 1905, siendo nombrado por el Rey Senador Vitalicio en el de 1911.
Con anterioridad ya había sido Diputado en las Cortes los años de 1889, 1894 y 1898.
Toda la Corporación le agradeció sus desvelos por la Armada desde su sillón del Parlamento, pues fue un duro contrincante en cuanto se tocaba a su querida Armada.
Le sobrevino el óbito el día uno de marzo del año de 1913 en la ciudad de Alicante.
Bibliografía:
Aguilera, Alfredo y Elias.: Buques de Guerra Españoles 1885-1971. Editorial San Martín. Madrid 1968. Premio Virgen del Carmen de 1969. Segunda edición 1972.
Cervera Topete, Pascual.: Colección de documentos referentes a la Escuadra de Operaciones de las Antillas. Editorial Naval 1986.
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 18. 1915. Páginas, 908 y 909.
Gómez y Amador, Luis.: La Odisea del almirante Cervera y su escuadra. Editorial Biblioteca Nueva, S. L. Madrid, 2001.
Lledo Calabuig, José.: Buques de vapor de la Armada Española, del vapor de ruedas a la fragata acorazada, 1834-1885. Aqualarga, 1998.
Risco, S. J. Alberto.: Apuntes biográficos del Excmo. Sr. Almirante D. Pascual Cervera y Topete. Imp. Sebastián Rodríguez. Toledo, 1920.
Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos. Compilada por Todoavante.