Nunez de Gaona del Nero y Portocarrero, Manuel Biografia

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Biografía de don Manuel Núñez de Gaona del Nero y Portocarrero


Teniente general de la Real Armada Española.

Caballero cruzado en la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.

Orígenes

Vino al mundo en la población de Medina de Rioseco, en el año 1741, fueron sus padres don Juan Núñez del Nero, Intendente de Cuenca, y doña María de las Nieves Gaona Portocarrero.

Sus padres lo enviaron a la isla de Malta a realizar sus estudios, participando después en los buques de la Orden de San Juan corriendo caravanas, siendo cruzado caballero en la misma Orden en el año 1757.

Hoja de Servicios

El día 8 de junio del año 1758, sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 794. En su registro consta como Manuel Núñez de Gaona del Nero y Portocarrero.

Al aprobar los estudios preliminares, se le ordenó embarcar en el navío Princesa, para ir adquiriendo la instrucción de la navegación y su problemática, el buque pertenecía a la división del conde de Vega Florida, con la acostumbrada misión de cruzar entre los cabos de Santa María y San Vicente, en protección de la recalada del tráfico marítimo proveniente de ultramar.

Esta división recibió la orden de incorporarse a la escuadra del marqués de la Victoria, formando parte de los buques destinados a realizar el viaje con rumbo a Nápoles donde arribaron el día 27 de septiembre del año 1759, para trasportar a la Real familia del nuevo rey de España, don Carlos III, zarpando el día 7 de octubre siguiente arribando al puerto de Barcelona el día 16 continuo, desembarcando la familia Real, regresando a la bahía de Cádiz, donde se dio orden de desembarco por pasar a desarme el buque.

Estando en este Departamento, se le ordenó embarcar sucesivamente en los navíos Tigre y Héctor, regresando a los cruceros en corso contra las regencias norteafricanas, sin por ello dejar de prestar protección al tráfico marítimo, entre el Estrecho y los puertos de Galicia y costa del Cantábrico, cuando los británicos estaban realizando el bloqueo de estas.

En su misión de proteger y atacar el corso, estuvo presente en la acción en aguas de la costa de Alicante, cuando se apresó a una goleta berberisca, por estar realizando su típica rapiña en esta zona, buque que a su vez había sido apresado a los portugueses, con la consiguiente alegría de los que ya se daban por cautivos, verse liberados, siendo capturados sesenta y cuatro moros, y turcos.

Se le destinó al Departamento de Ferrol, arribando de transporte con el navío Diligente, estando allí recibió la noticia de ser ascendido a oficial de la Real Armada, con fecha del día 29 de junio del año de 1761, con su primer grado de alférez de fragata.

Permaneció en la escuadra del conde de Vega Florida, destinada a la guarda de las costas del Cantábrico por estar declarada la guerra con el Reino Unido, participando en algunos combates menores y sin consecuencias.

Por Real orden del día 17 de septiembre del año 1767, se le ascendió al grado de alférez de navío, continuando con sus navegaciones y misiones, hasta recibir la Real orden del día 13 de enero del año 1771, siendo ascendió al grado de teniente de navío y destinado a la ciudad de Cuenca al mando de los batallones de Marina, con parte de sus tropas condujo una cuerda de trescientos individuos, quienes por vagos habían sido encerrados en la ciudad de Albacete, para ser conducidos a la de Cartagena, al llegar se le ordenó embarcar en la fragata Santa Teresa, regresando a Ferrol, donde embarcaron tres compañías del regimientos de Flandes, para ser desembarcadas en la bahía de Cádiz.

Al siguiente año 1772, se le otorgó su primer mando, siendo la galeota San Carlos, con ella volvió a realizar el corso contra las regencias norteafricanas, en uno de esos encuentros apresó a una goleta de la regencia de Argel, capturando a cincuenta y ocho moros y turcos, siendo trasportados y desembarcados en la bahía de Cádiz.

De inmediato se hizo a la mar a proseguir con su misión; se avistó a una escampavía argelina, ésta cargó de velas refugiándose acoderada a la fortaleza de Argel, pero a Núñez no le importó demasiado a pesar del fuego de artillería que recibía, logró abarloarse y tomarla al abordaje, lanzando cabos de remolque para sacarla de allí, pero al inspeccionar el casco se dieron cuenta que era imposible, pues hacía más agua de la que se podía desalojar, decidiéndose por pegarle fuego.

Estas acciones de las que se produjeron varias en casos y situaciones muy parecidas, siempre se llevaban a cabo para demostrar a los enemigos más contumaces que quizás ha tenido España que, de nada les valía ponerse a resguardo de las fortalezas. Todo porque como sabemos, la artillería montada en alto en las fortalezas tenía un gran alcance, pero dada su poca depresión, en cuanto se cruzaba una determinada distancia ya era imposible recibir fuego de ellas, lo que facilitaba este tipo de acciones que parecen de locos, pero locos con cabeza. El primero, si la memoria no falla fue don Blas de Lezo en demostrar que no era tan complicado, luego solo se continuó su ejemplo.

Por Real orden del día 28 de abril del año 1774, se le notificó su ascenso al grado de teniente de navío, como agradecimiento del Rey a propuesta de sus superiores por su arrojo y valor demostrados, siéndole a los pocos días otorgado el mando de la urca San José, la cual cargada con azogues navegó en un tornaviaje a Veracruz, regresando a la bahía de Cádiz.

A su regreso, se le otorgó el mando del jabeque Garzota, zarpando en navegaciones tanto por el Mediterráneo, como por el océano Atlántico, siempre en misión de protección del tráfico marítimo.

Por Real orden del día 13 de mayo del año 1779, se le ascendió al grado de capitán de fragata, otorgándosele el mando de la Santa Mónica, incorporada a la escuadra del general don Luis de Córdova.

Al romperse las hostilidades con el Reino Unido, su fragata fue asignada a la división del general don Antonio de Ulloa, se hicieron a la mar con rumbo a las islas Terceras (Azores), pero por causa de un fuerte temporal quedó separado de la escuadra, por esta razón fue avistada por la fragata británica Perla, del porte de 32 cañones, mientras la española era de 26.

Al darle alcance la británica a la española se entabló un duro y férreo combate, durando por espacio de dos horas y media, pero en ese tiempo la Santa Mónica, había sufrido la pérdida de treinta y cinco muertos más cincuenta y ocho heridos, quedando desarbolada y por ello sin posibilidad de maniobrar, al tener más de la mitad de la tripulación fuera de combate y el buque inútil, no tuvo más opción que rendirse, por su parte la británica, según sus datos, tuvo veintidós muertos y quince heridos.

Fue conducido a Plymouth, desde donde regreso a Cádiz, al ser canjeado.

Como era costumbre, pasó por el pertinente Consejo de Guerra, para aclarar las circunstancias de su rendición, viendo el tribunal las condiciones en que se realizó, se declaró a su favor con todos los pronunciamientos y sin menos cabo de su reputación.

El día 22 de mayo del año 1782, recibió la orden de incorporarse a su nuevo destino, siendo como Segundo comandante del navío Santísima Trinidad, buque insignia de la escuadra del general don Luis de Córdova.

Esta escuadra recibió la orden de efectuar la protección del bloqueo del peñón de Gibraltar, por ello estuvo presente en el combate de cabo Espartel, contra la británica del almirante Howe, no pudiendo evitar que éste lograra llegar a Gibraltar y prestar los auxilios, tan necesarios para continuar la resistencia del Peñón.

Por sus méritos, se le entregó la Real orden del día 21 de diciembre del mismo año 1782, notificándole su ascenso al grado de capitán de navío, siendo a los pocos días nombrado comandante del Santa Isabel, perteneciente a la misma escuadra del general don Luis de Córdova y con él, prosiguió con el bloqueo del peñón y sus consiguientes bombardeos, hasta ser firmada la paz entre las dos naciones.

En el año 1784, fue nombrado Mayor General del Departamento de Cádiz, por estuvo poco tiempo, pues fue necesaria su presencia en la acción, por ello se le nombró jefe del Apostadero y fuerzas navales de Algeciras; con las fuerzas de su mando permaneció en alerta constante, para la protección de las plazas en el norte de África.

Realizó múltiples ataques contra las baterías de Argel, no dejando de hostigar a los berberiscos en sus propias bases, pues se mantuvo en constante movimiento, bombardeando los diferentes castillos, fortalezas y puntos en poder de ellos, a lo largo de toda la costa norteafricana.

Por Real orden del día 26 de mayo del año 1787, se le otorgó el ascenso a brigadier, siendo elegido y nombrado inmediatamente, Mayor General de la Armada, cargo que desempeñó con tan gran acierto, que a pesar de ser nuevamente ascendido a jefe de escuadra, por Real orden del día 8 de enero del año 1793, prosiguió desempeñándolo con su acostumbrado gran acierto, siendo en sí un reconocimiento de su gran capacidad para tan alta responsabilidad, siéndole añadido por ello ser nombrado Asesor del Director General.

Por Real orden del día 5 de octubre del año 1802, fue ascendido de nuevo al grado de teniente general, entonces se vió forzado a abandonar el cargo de Mayor General de la Armada, pero aún lo mantuvo hasta el día 11 de junio del año 1803. Permaneciendo en tan alto cargo y responsabilidad unos pocos días más de quince años, un caso verdaderamente insólito.

En el año 1809, la Junta le nombró Capitán General del Departamento de Cartagena, permaneciendo en este puesto, hasta el año 1812, en el que por una grave enfermedad renunció a él, siéndole admita por las Cortes su demanda, dado su mal estado de salud.

Falleciendo en la ciudad departamental de Cartagena el día 14 de agosto del año 1813, donde permanecía desde su renuncia, contaba con setenta y dos años de edad, de ellos cincuenta y cinco de muy significativos servicios a España.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1958. Por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 39, 1964, páginas 149 y 150.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Terrón Ponce. José L.: El Gran Ataque a Gibraltar de 1782 (Análisis militar, político y diplomático). Ministerio de Defensa. Madrid, 2000. Premio Ejército 1999.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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