Hurtado de Mendoza, Diego Biografia

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Biografía de don Diego Hurtado de Mendoza</span</p><p style="text-align: center; ">XXIV Almirante de Castilla.</span</p> Vino al mundo probablemente en la ciudad de Guadalajara, a lo largo del año de 1364. Era hombre de letras y espada, al igual que su padre un poeta muy válido, pero que sus libros no salieron de la bibliotecas de los eruditos a excepción de sus poesías, que si fuero muy conocidas. Su pariente, Hernán Pérez del Pulgar, realizó una crónica en la que lo describe así: «. . . era pequeño de cuerpo y descolorido de rostro; la nariz teniala un poco roma, pero de buen é gracioso semblante, é segun el cuerpo assaz de buena fuerça. Ombre de muy sotil engenio, bien raçonado, muy gracioso en su decir, osado é atrevido en su fablar, tanto, que el rey don Enrique el tercero se quexara de su soltura é atrevimiento. . . .» A la muerte de su padre, que ocurrió el día catorce de agosto del año de 1385 en el combate de Aljubarrota contra los portugueses, al mando de estos su rey Juan I con ayuda de los ingleses, contra los ejércitos del reino de Castilla al mando de Juan II con sus aliados los franceses, estando él a la vista de lo acontecido, apercibiéndose en la derrota y como los portugueses lanceaban sin compasión a los castellanos ya rendidos, de ahí le nació un gran encono contra los de este reino, que le duró toda su vida. Se le confirmaron los privilegios como a tal almirante en el año de 1392. Bajo su mando una escuadra de vizcaínos reconoció en el año de 1393 las islas Afortunadas, en la que desembarcaron y recogieron cera y pieles de cabras, que eran muy preciadas en la Península, al mismo tiempo que cautivaron a varios indígenas de ellas que también viajaron con ellos. En el año de 1396, por la muerte de Juan I de Portugal, hubieron movimientos como el intento de ocupar los portugueses a Badajoz, para lo que el Almirante de Castilla llamó a la escuadra de Cantabria, que se unió a la Real que estaba en Sevilla, juntándose en total cincuenta y cinco velas, paseándose amenazante y a veces cumpliéndolo, por todo el litoral portugués a parte de hacer una demostración de fuerza ante la capital lusitana, Lisboa, de cuyo acto quedó clara la posición, abandonando las tierras españolas los ejércitos portugueses. En el año de 1397, fueron los portugueses los que se aprovecharon, sabiendo que la escuadra estaba toda ella en el Cantábrico, saquearon la ciudad de Cádiz y dieron fuego a la iglesia de la población, lo que causó un mal estar sobre todo entre los marineros, pasando por ello a reclamar la presencia de la escuadra en sus aguas. Le llegó una cédula Real demandando acudiera lo antes posible a reparar los daños o causar los mismos a los enemigos, para lo que rápidamente mandó zarpar a su escuadra de galeras que en ese instante eran solo cinco, a pesar de su ínfimo número puso rumbo al Sur alcanzado rápidamente el cabo de San Vicente, doblándolo y arrumbando a Cádiz, pero a su llegada ya los portugueses habían huido. No teniendo a dónde acudir, dispuso a su fuerza a navegar cruzando por el estrecho, por lo que no tardó en encontrar presa, se divisaron siete velas y mandó arriar las velas, se esperó hasta tenerlos cerca y reconocer su pabellón, se llevó gran alegría la ver que era portugués y cargados de ricas mercancías provenientes de Génova. Arremetió contra ellas con tal fuerza, que en menos de treinta minutos se había apoderado de cuatro de ellas, una quinta en su huída fue a encallar en la costa, las dos restantes pudieron huir a fuerza de remos y vientos, que a él le eran contrarios por soplar Levante. Pero no se quiso conformar con lo apresado, pues sobre él estaba muy presente lo ocurrido en el combate que pereció su padre, así que los cuatrocientos prisioneros que se habían conseguido, sin compasión ordenó tirarlos al mar, una venganza típica de la época. En el año de 1402, el francés Jean de Bethencourt había tomado las islas Afortunadas y en agradecimiento de su Rey se las ofreció al Rey de Castilla, siendo enviada una escuadra para levantar en ellas el pabellón de su Rey. En el año de 1403, se tomó la decisión Real por consejo del Almirante, que los mercaderes que cargaban sus compras en la ciudad de Sevilla, éstas fueran cargadas y transportadas en buques de Castilla, para así aumentar los beneficios del comercio y del reino. Falleció en su ciudad natal en el año de 1404. Entre sus obras, hay una que resalta y se califica de antológica, que son sus: « Proverbios » Y lo que más escribió fueron poesías, del género de las « patorelas ó vaqueiras », que según autores también las llaman « serranillas », siendo su obra « liricoerotica », en las que ensayó diferentes métricas, con gran desahogo é ingenio y con mucho desenfado, que consiguió se recitaran en los diferentes niveles de población teniendo gran aceptación. Bibliografía: Enciclopedia General del Mar.: Garriga, 1958. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez. Enciclopedia Universal Ilustrada.: Espasa. Tomo 28 primera parte, 1925, pagina 754. Eslava Galán, Juan.: Grandes batallas de la historia de España. Planeta, 1994. Fernández Duro, Cesáreo.: La Marina de Castilla. Desde su Origen y Pugna con la de Inglaterra, hasta la Refundición en la Armada Española. Madrid. 1894. Salas y González, Francisco Javier.: Marina Española de la Edad Media. Imprenta Ministerio de Marina. Tomo I, 1925, 2ª Edición. Tomo II, 1927. Edición póstuma. Compilada por Todoavante.

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