Combate Trafalgar Parte oficial navío Príncipe de Asturias 1805
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Combate Trafalgar Parte oficial navío Príncipe de Asturias</span</p> Oficio: Juan Joaquín Moreno al Príncipe de la Paz. Regreso de navíos de la escuadra combinada con graves averías. Incidencias del combate sostenido con la inglesa del día 21 anterior. Constan el borrador original y las minutas de sendos oficios remitidos a Francisco Gil de Lemus y a Federico Gravina con copia de este documento, el 25 y el 23 de octubre respectivamente. Según la sig. BRAH, Col. JPG ms. 11/8315ª) el original se encontraba en una carpeta del Almirantazgo rotulada «Combate de Trafalgar. 1805 a 1808. Expediciones» que se llevó al Archivo Central del Ministerio de Marina en 1850, actualmente en paradero desconocido. « Extraordinario. Excmo. Sr. Muy Sr. Mío: Verificada la salida de la escuadra combinada como di parte a V. E. por extraordinario con fecha del día 20, ha sostenido ésta el de ayer con viento SE un combate reñidísimo con la inglesa en las aguas de la costa de Conil, de cuyas resultas y del temporal que sobrevino al combate, entraron y fondearon hoy sobre Rota los navíos españoles Príncipe de Asturias, Rayo, Asís, Montañés, San Justo y San Leandro, y los franceses Neptune, Indomptable, Héros, Argonaute, Redoutable y dos bergantines, con graves averías en palos, jarcia y casco. Para enterarme de los auxilios que necesitasen los referidos buques y del suceso de esta acción, fui a bordo del navío Príncipe de Asturias, donde hallé al general Gravina gravemente herido en el brazo izquierdo de una bala de metralla, y al mayor general don Antonio de Escaño también herido en la pierna izquierda de un cortadillo de metralla. Ambos me indicaron pondrían la correspondiente señal de pedir los auxilios que necesitaban, y teníamos el Marqués de la Solana y yo preparados previendo pudieran necesitarlos. Y no hallándose Gravina en disposición detallar la acción, me dijo Escaño que como a las diez del día de ayer atacó la escuadra inglesa compuesta de veintiséis navío (entre ellos diez de tres puentes) a la combinada en tres columnas, con objeto de cortar la línea por tres partes diferentes, siendo la del almirante Nelson, a cuya cabeza estaba, la que solicitó cortar nuestra escuadra por la parte en que se hallaba el navío Santa Ana que monta el general Álava, y habiendo querido éste impedir el corte, se abordó con el navío de tres puentes de Nelson, y batiéndose con la mayor obstinación abarloado a él fueron uno y otro navíos desarbolados de todos sus palos; que lograron separase y siguieron batiéndose hasta que la noche y el temporal que arreció hizo cesar el combate. Que el navío Príncipe de Asturias fue atacado a un mismo tiempo lo más de la acción por tres navíos de tres puentes que lo batieron por las aletas y costado a tiro de metralla; que los comandantes de los navíos Neptuno y Montañés, viendo a su General batido por fuerzas superiores se dirigieron con la mayor bizarría a sostenerlo; que el navío francés el Achille se prendió fuego en la acción y voló, y que observó que generalmente todos los buques de ambas naciones atacaron con el mayor ardor y denuedo a los enemigos, pero que en las circunstancias de hallarse los demás buques de la escuadra combinada fuera del puerto dispersados por la fuerza del temporal que reina, no le era posible por ahora hacer una detallada relación del suceso para noticia del Rey nuestro señor. Según el parte del vigía de Torre Alta, quedan al ponerse el Sol sobre la costa de Santi Petri a Torregorda cuatro navíos, dos muy empeñados que no cesan de pedir socorro a cañonazos, y los otros dos con bandolas y dirección al puerto, y al oeste de ellos otros seis que ignora su nación. Como el temporal es fuerte, no permite salgan buques de este puerto a socorrerlos, a pesar de los vivos deseos de auxiliarlos que el Marqués de la Solana y yo tenemos, debiendo decir a V. E. en honor de la verdad que este activo general no ha omitido fatiga ni desvelo alguno en recorrer toda la costa desde Cádiz a Santi Petri, dando también órdenes al mismo efecto a las tropas de la de Conil para socorrer a los que por desgracia dieran en ella. No son menos oportunas las que ha dispuesto en auxilio de los heridos que bajarán a tierra cuando el tiempo lo permita. Considérome en la obligación de dar a V. E. esta noticia tal cual he podido adquirirla, ínterin que lo pueda ejecutar más circunstanciada el general Gravina. Dios guarde a V. E. muchos años. — Isla de León, 22 de octubre de 1805. — Excmo. Sr., Juan Joaquín Moreno. — Excmo. Sr. Príncipe de la Paz. Moreno (media firma) » Carta privada: Eugenio a conde de Teba (Rafael Lobo). Visita a Gravina y Escaño en el Príncipe de Asturias. Pormenores del combate y naufragios. Llegada de Rosilly. Documento que procede del Depósito Hidrográfico de Madrid, papeles diversos. Tomo II. « Cádiz, 25 de octubre de 1805. Amigo mío: El correo pasado no escribí a Vmd. porque cuando debía haberlo hecho estaba en un inminente riesgo de perecer. Fue el caso que el deseo de obsequiar a dos hombres de mérito que estimo, y el poco aprecio que tengo a la vida me hizo querer ver a Gravina y Escaño. A pesar del gran temporal fui el martes (día 22) por la mañana a bordo de su navío; ni pude ni quise volver por haber arreciado el viento, y a las ocho de la noche, el mismo nos echó abajo los dos palos mayor y mesana. Yo estaba en la cámara primera de arriba, quedé derribado y cubierto de tablas aunque ileso, la verga de la mayor pasó abajo y habría muerto a Gravina si hubiese bajado una vara más, pero hirió a un amigo suyo que se atravesó para cubrirle con su cuerpo, con lo que le libró rompiéndose la cabeza y narices. La Providencia me libertó tanto de este peligro como del de ir a varar a la costa, que se estuvo temiendo toda la noche pues estábamos fuera del puerto, y sólo había un cable que no estuviese cortado por las balas: Toda ella nos estuvo haciendo música un navío francés que desarbolado vino a dar contra la costa, y tiraba cañonazos pidiendo un socorro que era imposible darle, lo que agitaba sobremanera a Gravina. En fin, por la mañana entramos a salvo en la bahía. Los temporales cada noche son mayores; parece que la Providencia quisiese acabar con los buques que quedan en la mar, donde ayer aún se veían veinticuatro entre españoles y franceses desarbolados, e ingleses. Hoy hace más viento que ningún día y ha estado siempre lloviendo, por lo que no se puede ver nada. En el puerto hasta ahora han entrado el navío de Gravina desarbolado como he recibido, el Asís lo mismo y anoche varó contra Santa Catalina; otro que también desarbolado varó más arriba; el del almirante francés, que después de rendido por Nelson, se separó de los ingleses por el temporal y desarbolado varó en La Caleta, yéndose a pique apenas le habían sacado la gente. Por éste se supo que Nelson fue herido en el hombro del brazo que le falta. Además han entrado otros cuatro desarbolados y las fragatas. En fin, diecinueve de los cuarenta que salieron. También ha vuelto el Santa Ana que se llevaron los ingleses desarbolado, y lo dejaron al ver el miércoles las fragatas y tres navíos de los que habían venido menos maltratados, que en el mejor modo posible se aprontaron para ir a socorrer los de fuera, pero habiendo arreciado el viento, no pudieron regresar dichos tres navíos y se desarbolaron igualmente. Al Rayo (en que iba Secundino Salamanca que se ha portado muy bien), habiéndole sacado la tripulación lo quemaron los ingleses. Aún no han podido desembarcar los generales por el temporal. Álava está con tres balazos de metralla en la cabeza, pero dan esperanzas; Gravina herido en un codo y Escaño en una pierna. La Trinidad se ha ido a pique, y se cree que con la mayor parte de su gente. La costa está llena de hombres muertos y de restos de navíos. Es el combate mayor y más sangriento que ha habido no sólo en Europa sino en el mundo entero desde que hay naves sin remos. Se cree han padecido mucho los ingleses, pero ni uno ha venido a la costa a pesar de tantos temporales, y se aseguran todos que el combate había muchos desarbolados. Todo lo que refiero me lo han contado Gravina y Escaño, además de que la mayor parte la he visto desde mi azotea. Por los propios sé que el viernes dieciocho al anochecer el almirante Villeneuve consejo sobre si debía salir la escuadra, y lo resolvió contra el unánime dictamen de nuestros generales. Lo empezó a verificar el sábado a la vista de cuatro o cinco fragatas enemigas que avisaron a su escuadra sin dejar de observar la nuestra. Hasta el domingo al medio día no acabó de salir. Al anochecer vio a la enemiga por levante, no quiso Villeneuve seguir el consejo de atacarla inmediatamente y abordarla, que antes de salir le habían dado también nuestros generales para en el caso que determinara verificarlo, sino mandó formar línea de combate para esperar, y a la media mañana del lunes fue atacada la combinada por la inglesa en cinco columnas por Poniente, que atacando a viva fuerza y desarbolándose para usar unos a otros, la cortaron por cuatro partes, ayudándoles también el haber mandado Villeneuve virar para cambiar la cabeza como en el cabo de Finisterre, con los que se acabó de embrollar todo y mezclarse de modo que se volvieron otros tantos combates singulares, según las circunstancias lo proporcionaban; así nadie sabe de otros. Gravina y otros tres o cuatro faltos ya de gente que manejara la artillería se retiraron el lunes a la boca de este puerto. El martes se oyó aún cañoneo, y en fin, el temporal que no ha cesado desde el domingo, los separó y ha acabado de destruir a todos menos a los ingleses, que ni uno ha venido sobre nuestra costa. Ellos, o han hecho venir otros de Gibraltar, o quedádose muchos ahí para recoger todos los restos. Les he visto llevarse el Bahama, mandado por nuestro común amigo Galiano. Los franceses han perdió casi todos los suyos. Ayer llegó el nuevo general francés que había de mandar la escuadra que esté en gloria. ¡Qué horrores! ¡Qué destrozo! Sólo por el capricho de un hombre, sin fruto y sin objeto. El combate fue a ocho leguas de Cádiz. Los ingleses eran veintisiete navíos, pero ocho o nueve de tres puentes y muchos de noventa y ocho. No puede detallar más porque he escrito mucho y escasea el tiempo. En todos es invariable de Vm., Eugenio. Eugenio, Mi amigo Águila. Es copia de la carta del conde de Tebar, Águila (rubricado) » 1805-octubre-27, El Puerto de Santa María Registro en el libro de entradas de buques de el puerto de Santa María. Anónimo. Desembarco de Gravina, Escaño y Gardoqui BRAH. Biblioteca de la Real Academia de la Historia. Col. ECC. Ms. 9/7444, carpeta II, n.º 1 (copia) « A las diez y media de la mañana de este día ha desembarcado en este muelle el Excmo. Sr. Don Federico Gravina, el jefe de escuadra don Antonio Escaño y el capitán de navío don José Gardoqui, todos heridos. » Bibliografía: González-Aller Hierro, José Ignacio. La Campaña de Trafalgar (1804-1805) Corpus Documental. Ministerio de Defensa. Madrid, 2004. Lon Romeo, Eduardo.: Trafalgar (Papeles de la campaña de 1805). Excma. Diputación Provincial. Zaragoza, 2005. Facsímil. O’Scanlan, Timoteo.: Diccionario Marítimo Español. Museo Naval. Madrid, 1974. Facsímil publicado en el año de 1831. Transcrito por Todoavante.