En aguas de la isla de Alboran 1/X 1540
De Todoavante.es
Don Bernardino López de Mendoza en 1540 se encontraba de viaje, habiendo zarpado del puerto de Mallorca con rumbo al de Cartagena, cuando a mitad de la navegación recibió la noticia del Gobernador del Reino de Granada, comunicándole que los turcos había saqueado Gibraltar, pero como iba justo de Infantería, decidió hacer regresar a la fragata que le había avisado y que el Gobernador prepara soldados para su embarque y así acudir al encuentro en total plenitud de medios.
El ataque a Gibraltar lo llevó a cabo una escuadra procedente de Argel, al mando de Dali-Hamet, siendo su segundo jefe Caramani, el cual actuaba más por odio que por razón, pues había estado prisionero al remo de don Álvaro de Bazán de donde pudo fugarse, por estar ausente don Álvaro en visita oficial en Toledo.
Sorprendieron a la ciudad el 10 de septiembre de 1540, se dedicaron como era su costumbre al saqueo, violación y captura de cristianos, pero a su vez fueron sorprendidos por la actitud de la población, ya que cada calle o plaza se convirtió en un fortín, esta resistencia inesperada les obligó a abordar de nuevo sus buques en la noche y madrugada del 11, consiguiendo hacerse a la mar al amanecer del 12.
Para hacer lo antes posible rentable su hazaña, se dirigieron a Vélez de la Gomera pues el rey Muley Bahazon, era feudatario de España y esta fortaleza estaba bajo su jurisdicción. Al verlos llegar decidió lo antes posible pagar el rescate y liberar a los cristianos, pasando aviso a Gibraltar de su puesta en libertad. En este punto es cuando recibe la noticia del saqueo don Bernardino de Mendoza, a la sazón capitán general de las galeras de España, por haber renunciado al cargo don Álvaro de Bazán y Manuel "El Viejo".
Arribó a Cartagena para reabastecer sus bajeles, todo preparado embarcó la tropa, se incorporaron a su escuadra dos nuevas galeras y un bergantín, con todos ellos zarpó y puso rumbo a bojear la costa andaluza, para asegurarse de que en ella no estaban los enemigo, confirmado esto y sabedor del último punto de recalada de la escuadra turca, cambió el rumbo a la isla de Alborán, donde lanzó las anclas en la noche del 30 de septiembre, así estaba en una situación de privilegio, para con el bergantín en descubierta poder dar con la escuadra turca.
Mientras tanto los dos jefes de la escuadra enemiga mantenían una disputa, pues Dali-Hamet se daba por satisfecho, pero Caramani quería realizar otra tentativa sobre la costa de Andalucía. En estas discusiones perdieron dos días que permanecieron en la mar, con la gente algo cansada y sin hacer prácticamente nada. Al cabo de este tiempo y no estando de acuerdo, decidieron precisamente arrumbar a la isla de Alborán, para así poder estorbar el tráfico y estar a buen resguardo.
El 1 de octubre don Bernardino envió al bergantín a realizar una descubierta, llevándose la sorpresa de que no habiendo navegado más de media legua, distinguió en el horizonte a la escuadra turca, calculando estar a una distancia de tres leguas, por lo que viro dieciséis cuartas y regresó a su punto de partida, comunicó lo que sucedía y don Bernardino, ordenó que dos galeras salieran al encuentro, pero que en cuanto las tuvieran cerca regresaran, así no demostraba en aguas abiertas la verdadera fuerza de la que disponía.
Mientras se fueron preparando para el combate el resto adoptando la formación de media luna. De pronto sonó un cañonazo, forma de advertir a don Bernardino y a toda su escuadra que los enemigos venían detrás convencidos de su victoria.
Para esconder más su presencia, las velas habían sido arriadas, por ello solo se podía distinguir los palos, y eso habiendo llegado a una sexta parte de una legua, al lograr distinguir la arboladura los turcos cayeron en la cuenta de no poder escapar, llegando al combate, entre los capitanes españoles se encontraban don Pedro de la Guerra, don Pedro Benítez y don Enrique Enríquez.
Fue una demostración de mucho valor y muy encarnizado, teniendo una duración de una hora y media, durante la cual los argelinos llegaron dos veces a poner sus pies sobre la capitana lo que causó pérdidas a los españoles, pero los turcos solo pudieron salvar a cuatro de sus galeras, quedando en manos españolas diez de sus vasos, uno hundido y otro que se hundió al poco tiempo cuando era remolcado; del total de dieciséis que llevaban los turcos.
En la acción cayó muerto Caramani, y prisionero Dali-Hamet, ellos tuvieron muchos muertos, se cautivaron a cuatrocientos veintisiete enemigos y se liberaron a ochocientos treinta y siete cristianos. Por parte española, se perdieron ciento treinta hombres, y como el doble de heridos, siendo don Bernardino el que sufrió la pérdida parcial del movimiento de los brazos al recibir dos impactos de fechas y como remate un arcabuzazo en la cabeza, dejándolo herido muy grave, tardando por ello mucho tiempo en recuperarse.
Uno de los más notables combates de este siglo.