Chicarro y Leguinechea, Nicolas Biografia
De Todoavante.es
Biografía de don Nicolás Chicarro y Leguinechea
Contralmirante de la Real Armada Española.
Caballero Cruz de San Fernando de 1ª clase. 24 de enero de 1837.
Caballero Cruz de San Fernando de 1ª clase. 24 de febrero de 1837.
Orígenes
Vino al mundo en la población de Vivero, provincia de Lugo el 6 de julio de 1812, fueron sus padres don Joaquín Chicarro de Bega, teniente de navío y doña Margarita Leguinechea y Fernández.
Hoja de Servicios
En 1824 se refundieron las tres compañías de Guardiamarinas en un Colegio, el cual debía de establecerse en la población de Puerto Real, pero se decidió trasladarlo a La Carraca, a pesar de ser un establecimiento de la Armada no se pudo poner en marcha. En 1828 se suprimió el Colegio y se dio libertad de enseñanza aplicando la Constitución de 1812, por ello ya no era necesario pasar las pruebas de limpieza de sangre, al estar preparado se pasaba un examen presidido por una Junta de Jefes de la Armada, quienes al dar el Vº Bº se producía el ingreso en la Corporación. No era fácil superarlo, porque en los exámenes las exigencias eran las justas y conformes a los requerimientos de la profesión, fue una época muy dura pues dada la libertad de estudio los jueces de las pruebas eran implacables en su aplicación, no perdonando ningún error por nimio que fuera. Pasando de esta forma veintiún años en los cuales no hubo academia, ni colegio, ni compañía de guardiamarinas, siendo libre la preparación de todos los aspirantes, viviendo en «casas de confianza» e ingresando al aprobar el examen, llegando a 1845 cuando por fin se abrió la Escuela Naval Militar en San Carlos. Por esta razón no hay expedientes de estos años.
Era tal la dejadez sufrida por la Armada que de un presupuesto en 1833 de cincuenta y seis millones de reales, solo seis se destinaron a la construcción de buques, de forma que no daba ni para mantener lo poco existente, como solución, en 1834 se integró el Ministerio de Marina en el de Comercio y Gobernación de Ultramar, de esta forma pasaban a hacer los marinos sus trabajos de mar en los buques mercantes, situación que permaneció hasta 1847 cuando volvieron a separarse.
Realizó el examen preliminar y elemental para realizar sus estudios de guardiamarina el 6 de septiembre de 1830. Como los estudios teóricos no lo eran todo y no se tenía un control sobre la persona, prácticamente al aprobar el examen de acceso eran destinados a realizar las práctica de mar, razón por la que se le ordena embarcar el 10 siguiente para pequeños cruceros, siendo su primer buque el navío Guerrero, del porte de 74 cañones, con unas cuantas salidas siempre con el mismo buque, fue adquiriendo la maestría del arte de navegar, pasando a la goleta Roncalesa el 4 de noviembre, trasbordando siempre por orden a la Barca N.º 8 el 26 siguiente, permaneciendo hasta el 7 de marzo de 1831, trasbordando por orden al bergantín Manzanares, realizando diferentes transportes de materiales a las plazas de Ceuta y Algeciras.
Como solía ocurrir en estas primeras navegaciones el cuerpo no soportaba a pesar de la juventud, los grandes esfuerzos realizados, por ello tuvo que ingresar en el hospital de Algeciras el 9 de septiembre siguiente, permaneciendo en él hasta el 10 de octubre seguido, pero no debía de estar muy bien, pues solo diez días después, el 20 de octubre tuvo que volver a ingresar y estuvo en él hasta el 20 de diciembre continuo. Presentándose a sus superiores, quienes le ordenaron embarcar de nuevo en su bergantín, regresando de la misión el 11 de enero de 1832 cuando fondeó, pero al parecer recayó y el 17 siguiente volvió a ingresar en el hospital, permaneciendo varios meses en él hasta que realmente se restableció.
Volvemos a saber de él por la orden de trasbordar de nuevo al bergantín Manzanares, el 31 de agosto seguido, zarpando el 17 de octubre con rumbo al Mediterráneo, arribando de nuevo a la bahía el 2 de noviembre siguiente, éste mismo día trasbordo al navío Guerrero, zarpando el 2 de enero de 1833 con rumbo a Vigo, estando en esta base se le ordenó trasbordar al navío Soberano el 30 de junio.
El 31 siguiente se le ordenó trasbordar al bergantín Manzanares y el 18 de octubre se le ordena hacerlo al Guadiana, zarpando el 25 para hostilizar con su artillería a los grupos levantados en los puertos de Pasajes, San Sebastián y Guetaria, siendo su bautismo de fuego.
Permaneció a bordo hasta recibir la orden del 15 de octubre de 1834 de trasbordar a la fragata Perla, realizando la misma comisión de batir toda la costa Cantábrica, arribando el 30 de marzo de 1835 a Ferrol, desembarcando el 2 de abril. El 3 de julio se le dio orden de incorporarse a la División Naval con base en Santander, donde llegó el 28 siguiente trasbordando al bergantín Guadalete, no llegando a salir al mar, por serle entregada la orden de su nuevo destino el 13 de octubre, pasando al depósito instalado en el casco de la fragata San Juan solo estuvo unos días, pues por orden del 30 consecutivo se le ordena trasbordar al Guadiana, estando en él se le habilitó de oficial el 7 de noviembre continuo, posteriormente recibió la Real orden del 16 siguiente confirmándole su interino ascenso.
El 17 de enero de 1836 se le entregó interinamente el mando del cañonero Clotilde, saliendo a realizar cruceros para interceptar los apoyos externos a la causa carlista, al regresar de uno de ellos se le comunico por Real orden del 1 de febrero su ascenso a alférez de navío pero sin antigüedad, por otra Real orden recibida unos días después, se le notificaba la fecha de su ascenso en propiedad el 10 de septiembre anterior permaneció a bordo hasta abril siguiente.
El 31 de mayo seguido se le entregó el mando del cañonero Veloz, un día vio como forzaba el bloqueo un mercante con auxilios para los carlistas en la bahía de Somorrostro, no se lo pensó, puso rumbo al buque, penetro en la bahía recibiendo un fuerte tiroteo pero no cejó en su empeño hasta afirmar unos cables y sacar al mercante de las manos de los enemigos. Tomó parte muy activa en la conquista de Irún, las acciones sobre las riberas del Bidasoa y en los combates de los días 11 y 12 de julio, dando por resultado la toma de Fuenterrabía.
Por estas acciones primero recibió las gracias Reales y poco después una Real orden del 20 de marzo, siéndole concedida la Cruz de la Toma de Irún y por Real orden del 24 de enero de 1837, por su valor demostrado en la toma de Fuenterrabía se le concedió la primera Cruz de San Fernando de 1ª clase.
Desembarcando para formar parte de las Compañías Provinciales, con las que participó en varios combates, hasta septiembre siguiente por ser disueltas estas unidades, pasó a otras y en noviembre participó en la acción sobre Gáldacano encuadrado en la división del general San Miguel, pasando a las líneas más en vanguardia del Puerto de Pasajes en lucha constante con los carlistas. El 27 siguiente se dio el asalto al convento de San Agustín, tras dura lucha fue tomado por los isabelinos.
Recibiendo la orden con nuevo destino al pontón de la fragata San Juan. A los pocos días se le destinó a la ría de Bilbao, dentro de ella a las baterías de Portugalete, era la época del tercer sitio de la ciudad y participó en los combates de los días 2, 3 y 4 de noviembre, permaneciendo en su destino durante el asedio.
El 22 de noviembre se encontraba la goleta Isabel II fondeada frente a Pasajes, juntó al cañonero San José, cubriendo ambos buques el avance de las tropas isabelinas, desmontando y destruyendo la artillería carlista, pero no se pudo evitar un certero disparo desde las posiciones carlistas que arrancó el trinquete de la goleta. Por estas acciones reconociendo el autentico valor, por Real orden del 27 de noviembre se le concedió la Cruz de la Marina.
Informado el jefe de las fuerzas navales del Norte del intento de los carlistas de tomar Luchana, ordenó a su oficial de órdenes don Francisco de Paula Pavía, tomar el mando de los cañoneros para proteger el puente, el 24 de diciembre comenzó un fuerte bombardeo por parte de los carlistas, se encontraba allí parte de la división del Norte, con sus cañoneros Leopoldino, Clotilde, Eduardo y 'Veloz', los cuales devolvieron el fuego con tanta efectividad que inutilizaron las artillería enemiga, pero en ese momento saltó de las trincheras una formación de carlistas que descendiendo desde el monte de las Cabras, consiguieron controlar el puente y después volarlo.
Estuvo al mando de su cañonero Clotilde, en la acción sobre Luchana y el levantamiento del tercer sitio de Bilbao, por su valor se le concedió el 24 de febrero de 1837 la Cruz de San Fernando de 1ª clase, la segunda ganada en dos meses.
Estaba al mando del ejército isabelino el general Espartero, viendo no era posible recuperar el puente entero, en la noche del 23 al 24 con lluvia y nieve, consiguió mover a sus unidades para trasladarse a la margen derecha de la ría. Al amanecer las baterías rompieron el fuego, siendo muy intenso en la línea de Cabra, pero con el grave inconveniente de no ver donde se disparaba por la lluvia y el gran esfuerzo a realizar para mover las piezas, por estar todo el terreno embarrado. A pesar de todo y guiándose los artilleros por el fuego de los disparos enemigos, consiguieron desmontar toda la artillería enemiga.
Momento aprovechado por Espartero para dar la orden de asaltar la otra orilla, en muy poco tiempo ocho compañías de cazadores se embarcaron en todo tipo de buques, protegidos por los de la Armada y comenzaron a cruzar. Al mismo tiempo Espartero dio la orden de pasar al ataque su reserva, yendo en primera línea el primer regimiento de la Guardia Real, embarcando en otros buques cruzaron también, pero nadie sabe cómo, fueron los primeros en llegar y con gran arrojo a la bayoneta desarticularon al enemigo rompiendo sus líneas.
Al tener tomada la otra orilla, Espartero consideraba que el puente era vital para poder seguir, no pudiendo perder tiempo, ordenó que entre todos los buques existentes sin mirar tipo se abarloaran y sobre ellos poner una tablazón, a forma de un puente de pontones, realizándose todo el trabajo en la noche del 28 de diciembre, la distancia a cubrir por los buques era de seiscientos ochenta pies, teniendo en cuenta que continuaba el temporal de agua y nieve, siendo en su momento una gran obra de ingeniería por la diversidad de buques y tamaños que servían de apoyo. Consiguiendo con ello el 30 cruzar por él todo el ejército isabelino.
El 14 de enero de 1837, por unanimidad del Congreso Nacional le otorgó por sus demostradas acciones la medalla y el título de Benemérito de la Patria. Por orden entregó el mando del cañonero el 20 siguiente. Quedando desembarcado y sin mando, en este ínterin el 15 de febrero de 1838 se le impuso en el pecho la preciada recompensa ya concedida, la Cruz de San Fernando de 1ª clase. Se le entregó la Real orden del 12 de marzo siguiente, nombrándole Ayudante de la Mayoría.
Dando sus últimos coletazos la guerra, paso a depender del comandante del Apostadero del Nervión, éste envió refuerzos al Gobernador de Portugalete por la presencia de nuevo de tropas carlistas a principios de 1839, dando entre todos un buen golpe de mano, pues desembarcaron tropas en las Arenas y batieron por la retaguardia a las tropas carlistas, consiguiendo crear un ambiente de inseguridad facilitando su posterior toma siendo desplazados hasta Algorta.
Continuó la guerra con altibajos para ambos bandos, hasta que las tropas carlitas se encontraron arrinconadas, esto lo vio Espartero y Maroto el general en jefe carlista, quien por mediación del general Latorre, consiguió se firmara el Convenio de Oñate el 29 de agosto de 1839 y el 31 de agosto siguiente se produjo el conocido y famoso «Abrazo de Vergara» dando oficialmente fin a la guerra. Que otra vez y por intrigas, primero no debió de estallar y lo peor es que continuó.
Se le ordenó entregar el mando del cañonero el 1 de noviembre, pasando a tomar el mismo día el de la balandra Atalaya, permaneciendo al mando hasta el 15 de abril de 1842, en cuyo tiempo estuvo realizando navegaciones como buque de apoyo, transportando todo lo necesario para la protección de nuestras posesiones norteafricanas y entre los distintos Departamentos, incluidos los dos archipiélagos.
El 25 de julio siguiente se le ordena embarcar en el bergantín Nervión, incorporándose a su buque en el puerto de Pasajes el 11 de agosto seguido, de donde zarpó con rumbo a Ferrol fondeando en la base el 16 de octubre, permaneciendo en el puerto algo más de dos meses, pues el 18 zarpó de Ferrol con rumbo a Annobom y Fernando Póo, para permanecer un tiempo en apoyo de aquella tierra, cumplida su misión zarpó con rumbo a la península, donde lanzó las anclas en la bahía de Cádiz el 15 de mayo de 1843, por ausencia de su comandante se le entregó el mando del buque interinamente, dándose a la vela el 2 de junio para realizar un crucero regresando el 13 de julio continuo.
Recibió la orden de zarpar con rumbo a la Ciudad Condal, donde se había producido una rebelión, zarpando de la bahía de Cádiz el 9 de agosto, en aquellas aguas capturó varios buques piratas o corsarios (que de todo había) por apoyar a los revolucionarios barceloneses, por ello al terminar la rebelión y por Real orden del 20 de marzo de 1844 se le condecoró con la Cruz de la Marina, por el valor demostrado en las capturas, pues algunas eran más poderosas que su buque. Recibió la orden de reincorporarse a su base, zarpando del puerto de Barcelona el 27 de mayo con rumbo a Cádiz, pero al hacer escala en Algeciras le esperaba una orden para permanecer con base en éste apostadero.
El 7 de septiembre siguiente arribó a la bahía de Cádiz, donde le fue entregada la Real orden del 20 seguido, con el ascenso al grado de capitán de fragata, pero sin antigüedad; el 2 de octubre volvió a salir para arribar a Cartagena el 7, de donde volvió a zarpar con rumbo a Alicante y otros puertos de su capitanía para ir embarcando a los nuevo aprendices a marineros correspondientes al distrito de Benidorm, regresando el 26 al puerto de Cartagena, donde se le dio la orden de zarpar a cruzar las aguas norteafricanas, saliendo a la mar el 28 de septiembre, para regresar sin incidentes de mención el 12 de noviembre consecutivo a su base.
Al arribar desembarcó y dejó interinamente el mando de su buque, por encontrase enfermo, pero S. M., tuvo a bien concederle el permiso sin pérdida del mando, en cuanto se recuperara regresaría a tomarlo, por ello el 7 de diciembre siguiente se presentó a sus jefes, estos le ordenaron viajar a los Alfaques, pues el buque se encontraba en aquellas aguas, viajó al puerto y el 9 de enero de 1845 tomo el mando, zarpando y entrando en el puerto de Barcelona el 15, permaneciendo en el puerto de descanso de la dotación hasta el 6 de mayo, zarpó con rumbo a Cartagena donde arribó el 9 seguido, estuvo de nuevo un tiempo de descanso, hasta serle ordenado incorporarse a la bahía de Cádiz, zarpando el 9 de junio y arribando el 12, dando la vela de nuevo el 24 siguiente, con destino al puerto de Vigo, donde fondeó el 8 de julio, de donde salió fondeando en Ferrol el 19 siguiente.
El 3 de agosto se le dio la orden de zarpar comisionado con rumbo a San Sebastián, de donde regresó con la misión cumplida a Ferrol el 5 de octubre. Encontrándose en la base, recibió la Real orden otorgándole el mando de la goleta Isabel II, pero no fue hasta el 1 de febrero de 1846, cuando pudo hacerlo por las comunicaciones de la época y llegar su relevo del bergantín, posteriormente se le entregó pasaporte con destino a la Habana, pues la goleta se encontraba destinada en éste Apostadero, zarpó el 9 y arribó a la isla el 11 de abril siguiente, por ausencia del buque de su mando, interinamente se le entregó el pailebote Teresita el 15 siguiente, zarpando el 11 de mayo a reconocer las aguas cercanas, regresando a la Habana el 6 de junio, siendo este día cuando pasó a tomar el mando de su goleta.
El 8 de agosto seguido fue comisionado por el Comandante General del Apostadero para transportar unos pliegos a Costa Firme al puerto de La Guaira, por haberse levantado contra su Gobierno, arribando el 9 de septiembre haciendo acto de presencia, pasando a tierra con un pequeño destacamento a dar esa protección a los súbditos españoles y de otros países, al aplacarse los ánimos zarpó en noviembre, con rumbo a la Habana para proseguir en su comisión de guardacostas. Permaneció en esta hasta abril de 1847, siendo comisionado a La Guaira, pues el Cónsul General de España en ésta población debía de enviar unos documentos, siéndole entregados por él con las pertinentes órdenes, en su cumplimiento zarpó con rumbo a Puerto Cabello, donde las entregó, saliendo a la mar de nuevo y arribando a la Habana en junio seguido.
Por orden del Comandante General el 24 de enero de 1848, se le entregó el mando de la Estación Naval y el 2 de marzo siguiente entregó la goleta, quedando de dotación en ella por estar a la espera de poder ser transportado a la península, pero mientras no se quedó parado, pues el 4 de abril se le dio la orden de trasbordar al pailebote Teresita, el 1 de mayo entregó el mando de la Estación Naval y por fin el 4 de junio, trasbordó al bergantín mercante español Aquiles, zarpando el mismo día con rumbo a la Coruña. Arribó el 11 de agosto, presentándose a sus jefes en Ferrol, pero al verlo le dieron licencia para recuperarse por estar enfermo, no estuvo mucho tiempo pues el 14 de septiembre siguiente se le destinó como subinspector de pertrechos del Arsenal, donde realizó un buen trabajo reclasificando muchos materiales, siendo cesado el 19 de marzo de 1849, por ser destinado como comandante de quilla del bergantín Pelayo, estando a las órdenes directas de la Dirección General de la Armada.
Se encontraba en esta comisión, cuando recibió la Real orden del 21 de mayo por ella era nombrado segundo de la fragata Reina María Cristina, no pudo tomarlo por el momento, pues primero debía hacer entrega del Pelayo, siendo el 13 de junio cuando lo pudo realizar, pero además la fragata se encontraba asignada al departamento de Cádiz, viéndose obligado a esperar hasta recibir el consiguiente pasaporte, arribando a la bahía el 17 de julio siguiente, a su llegada tenía el pasaporte para pasar a Barcelona, donde se presentó el 11 de agosto embarcando de transporte en el vapor Lepanto, saliendo el mismo día con rumbo a Gaeta, donde desembarcó el 15 y al siguiente abordo la fragata como su segundo, zarpando en comisión, al regresar el 27 de octubre se le dio la orden de trasbordar al transporte de vapor León, pero el 30 siguiente se le ordenó hacerse cargo del mando interinamente del vapor de ruedas Isabel II, cesando el 1 de diciembre por llegar su comandante, otorgándosele el mando del vapor Castilla, pero solo tuvo su mando diez días, pues el 10 siguiente se le ordenó embarcar en la fragata Reina María Cristina, entregándole el mando del Detall del buque.
Todo este movimiento fue creado por la participación de España, en su expedición a los Estados Pontificios y preservar los poderes terrenales del Papa Pío IX, quien le entregó la Cruz de Comendador de San Silvestre (como a todos los oficiales de todos los países que participaron en su defensa), para poderla llevar en España necesitaba una Real orden, recibiéndola con fecha del 20 de marzo de 1851.
Arribó al puerto de Barcelona el 21 seguido con el resto de la expedición por haberse terminado el problema, siendo reconocido por el nuevo estado de Italia la existencia en su territorio de los Estados Pontificios, dándose por disuelta la escuadra regresando cada unidad de nuevo a su Departamento, por ello zarpó la fragata el 25 siguiente arribando a la bahía de Cádiz el 5 de abril, donde se le confirmó en su puesto. El 25 continuo por ausencia de su comandante se le entregó el mando interinamente.
Recibió la Real orden del 25 de mayo siendo nombrado Comandante de la Séptima División de Guardacostas, por ello entregó el mando de la fragata el 6 de junio y de nuevo de transporte en la corbeta mercante Luisa Fernanda zarpó el 12, pues su buque se encontraba con base en Ferrol, donde llegó el 1 de julio, tomando posesión el 4 seguido. Ésta unidad pasó después a denominarse la quinta, en vez de la séptima División.
Encontrándose al mando de la división recibió la Real orden del 14 de noviembre, notificándole la propiedad y antigüedad de su grado. Recibió otra Real orden del 2 de marzo de 1852, siéndole otorgado el mando del bergantín Habanero, entregando el mando de la división el 1 de abril cuando se presentó el capitán de navío don José Alvar González, se le dió pasaporte para viajar a la Habana, donde al llegar tomó el mando del bergantín, pues se encontraba adscrito al Apostadero de ésta ciudad.
Como siempre estos buques se dedicaban a misiones de guardacostas, durante sus cruceros mantuvo varios encuentros con los típicos contrabandistas sobre todo yanquis. Por orden cruzó el océano arribando a Ferrol al mando del bergantín el 21 de junio de 1853. Pero no le dejaron ni descansar, pues por otra Real orden del 11 de julio siguiente, se le nombró Comandante de las fuerzas sutiles de las islas Visayas, estas situadas en las islas Filipinas, cesando en el mando del Habanero el 18 siguiente, pero algo debió de pensarse en las alturas, pues de nuevo recibió una nueva Real orden del 19 de septiembre, por la que le era devuelto el mando del bergantín, haciéndolo efectivo el 26 siguiente.
Continuó a su mando hasta recibir la Real orden del 16 de abril de 1855, siendo nombrado Capitán del puerto de San Juan de Puerto Rico, para ello con su bergantín cruzó el océano y arribo a la Habana el 18, donde entregó el buque quedando afecto al apostadero, con el mismo buque fue trasladado a tomar el mando de su nuevo destino.
Después de cumplir la permanencia obligatoria de mando en ultramar fijada por ley en tres años, embarcó en la Habana en el vapor Pizarro, arribando el 14 de septiembre de 1857 al puerto de Vigo, ingresando en su lazareto pasando la cuarentena de rigor en la época.
Una muestra fehaciente del mareo que se llevaba en la Villa y Corte, (a pesar de estar en tierra muy firme) se demuestra al recibir una Real orden del 4 de enero de 1858, otorgándole el mando del bergantín Patriota, pero el 5 de marzo siguiente se embarca por orden en el lugre Pájaro, buque insignia de los Guardacostas de Norte, por otra Real orden del 3 de marzo (anterior a la anterior recibida) se le comunica continúe en el Departamento al mando de los guardacostas, pues por otra Real orden del 1 (o sea, anterior a la anterior) se le indica que el bergantín Patriota ha pasado a desarme, razón por la que quedaba sin efecto la Real orden del 4 de enero, por otra del 24 seguido es confirmado como comandante del trozo de los Guardacostas de Norte. (Y alguien dice que las tormentas y huracanes en la mar son peligrosos. ¡Estar en tierra no lo son menos!)
Estando al mando de los guardacostas el 16 de septiembre embarcó en el lugre Pájaro, permaneciendo unos días a su bordo de patrulla, al llegar a puerto trasbordó al Cisne de su misma clase, pasando a participar en sus cruceros y comprobar personalmente que el trabajo se realizaba correctamente. Permanecía en el mando, cuando le llegó la Real orden del 31 de diciembre de 1858, comunicándole su ascenso al grado de capitán de navío. Por otra Real orden del 24 de mayo de 1859 se le otorga el mando de la fragata Bailen, entregó el mando el 1 de junio de la División, recibiendo el pasaporte para viajar a la Habana, pues la fragata se encontraba en éste Apostadero.
Arribó a la Habana el 1 de septiembre seguido pasando a tomar el mando de su buque el mismo día, permaneciendo hasta el 16 de febrero de 1860 zarpando con rumbo a la bahía de Cádiz, fondeando el 28 de marzo, recibiendo la Real orden de incorporarse a las fuerzas navales del norte de África, siendo destinado al apostadero de Algeciras, base principal de apoyo para todos los buques integrantes en la defensa de las costas, participó en algunos bombardeos de la escuadra, permaneciendo en ello hasta mayo que fondeó en Algeciras, recibiendo la orden de pasar a la bahía de Cádiz, donde le dieron otra de zarpar con rumbo a Ferrol, saliendo el 1 de junio y arribando el 14, donde al llegar le dieron la orden de desembarcar por pasar su buque a desarme, aunque permaneció a su mando hasta el 15 de julio siguiente.
Quedó en situación de disponible durante diez meses, hasta llegarle la Real orden del 14 de mayo de 1861, entregándole el mando del vapor de ruedas Rey don Francisco de Asís, se le tuvo que dar pasaporte con fecha del 21 de mayo, pues el buque estaba destinado en la Habana, arribó y el 23 de julio tomo el mando. Su primera misión fue secreta, pues no se sabe el día que zarpó por orden expresa del Comandante General del Apostadero, al regresar se le cargó con tropas para desembarcarlas en la isla de Santo Domingo, pasando posteriormente a Puerto Príncipe en Haití, para relevar a la fragata Princesa de Asturias, quedándose en el mismo puerto, donde permaneció hasta mediados de noviembre regresando a la Habana.
Al poco de estar aquí se le ordeno incorporarse a las unidades de la expedición a México, se hizo a la mar el 4 de diciembre, en su buque iba embarcado el General en Jefe de la División Expedicionaria, teniendo el mando de la tercera división de ella, con la responsabilidad de dar resguardo a los vapores que iban de transporte con las tropas del ejército. El 10 de diciembre fondearon en Anton Lisardo, participó en todos los combates que se dieron en apoyo de las tropas, entrando en el puerto de Veracruz el 17 siguiente, de donde zarpó el 25 con pliegos reservados para el Capitán General de Cuba, don Joaquín Gutiérrez de Rubalcava arribando el 31 de diciembre.
El 8 de enero de 1862 abordaron su buque el teniente general don Juan Prim Prat con todo su Estado Mayor, zarpando el mismo día uniéndose a la escuadra francesa y británica, quienes transportaban a sus respectivas divisiones a México, arribando al puerto de Veracruz el 14 siguiente, entre éste puerto y el de Sacrificios estuvo cruzando hasta febrero, en una de las entradas en el puerto le fueron embarcados ciento sesenta enfermos de nuestras tropas, con la orden de trasportarlos al hospital de la Habana, al arribar se le había concedido pasaporte por enfermo para regresar a la península, cesando en el mando de su vapor y pasando de transporte a la fragata Princesa de Asturias, saliendo el 20 de febrero y entrando en Ferrol justo un mes después el 20 de marzo, pasando a tierra al día siguiente.
Esta vez le costó recuperarse un poco más, pues se reincorporó el 1 de agosto de 1863, pasando destinado interinamente de comandante del Arsenal por estar el propietario con licencia, regresó el 8 de septiembre siguiente y le entregó el mando, pasando a disponible, pero el 24 continuo por baja del jefe de la Mayoría General del Departamento, se le nombró interinamente para esta jefatura, cesando el 18 de noviembre, pasando de nuevo a situación de disponible, permaneciendo hasta el 11 de mayo de 1864, al serle entregado en esta fecha el mando del vapor Francisco de Asís, por haber pasado éste a segunda situación, zarpando con él el 11 de octubre con rumbo a la bahía de Cádiz, permaneciendo a su mando hasta el 30 de septiembre de 1866, embarcando de transporte el 21 de octubre en el vapor Antonio López, fondeando en Ferrol el 30 siguiente.
Se encontraba en su Departamento de destino cuando le llegó una Real orden, nombrándole capitán del puerto de Sevilla, para ello se le dio pasaporte y tomó el mando el 1 de diciembre de 1866, permaneciendo en su puesto hasta el 1 de enero de 1868, por ser nombrado Comandante de Marina de la Provincia, sin pérdida de su anterior cargo.
Estuvo diez meses en este destino, pues por Decreto se le nombra Comandante General del Departamento de Cartagena, cesando en el anterior el 1 de octubre de 1868, tomando el nuevo cargo el 6 siguiente, encontrándose en este nuevo destino le fue entregado un Decreto del Gobierno Provisional (había ya sucedido el levantamiento de Prim y Topete, expulsando de España a doña Isabel II y promulgada la nueva Constitución llamada La Gloriosa) del 11 siguiente con la resolución de su ascenso al grado de brigadier, permaneció en su puesto hasta recibir otro Decreto del 10 de enero de 1869, siendo cesado de su cargo en el Departamento de Cartagena por ser nombrado para el mismo puesto en el Departamento de Ferrol, dejando a su segundo al mando el 26 seguido en Cartagena y viajando en postas llegó el 1 de febrero a Ferrol donde tomó el mando al día siguiente.
Seguía en el mando cuando recibió el Decreto del 14 de septiembre continuo, con su ascenso al grado de contralmirante. Recibió un nuevo Decreto del 27 de enero de 1870, comunicándole la concesión de la Gran Cruz de San Hermenegildo, por haber cumplido los requisitos con fecha del 20 de septiembre de 1869. Volvió a recibir un nuevo Decreto del 19 de marzo de 1870, concediéndole la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel La Católica, como atención a sus muy esmerados servicios durante toda su vida de marino.
Por Real decreto (ya ocupaba el trono de España don Amadeo I de Saboya) del 14 de enero de 1871 se le cesa en su destino, con las Gracias Reales por estar muy satisfecho del buen desarrollo de su trabajo. En el mismo se le entrega la Comandancia General del Apostadero de la Habana, por ello cesa en Ferrol el 11 de febrero, el 15 siguiente se le entregó el pasaporte para viajar a su nuevo destino, donde llegó tomando el mando el 18 de marzo consecutivo, permaneciendo casi justo el mismo tiempo que estuvo de Rey de España don Amadeo I, pues fue cesado el 17 de marzo de 1873, arribando a Ferrol el 2 de mayo siguiente y por Orden del Gobierno de la República del 10 siguiente, para restablecerse de su salud le conceden cuatro meses de licencia, pero sin abandonar la jurisdicción del Departamento del Ferrol.
(Obsérvese que a él en particular las estancias en las Antillas, siempre lo devolvían maltrecho de salud a pesar de su larga duración y las diferentes ocasiones; algunas naturalezas nunca se llegaban a aclimatar a aquellas tierras)
Durante este tiempo se le ofreció la cartera del ramo pero se negó por dos veces a ocupar el Ministerio de Marina, respondiendo que: «…ese trabajo correspondía a un político no a un militar» afirmando sentir hacer bien un trabajo cuando por naturaleza son incompatibles las dos cosas, por esta razón nunca quiso comprometerse en política y su trayectoria siempre fue aplaudida, a pesar de todos los cambios sufridos a lo largo del siglo XIX, él no cayó en la trampa de participar en ningún asunto que no fuera estrictamente el cumplimiento de su deber.
Al cumplirse el plazo de su licencia a pesar de no estar totalmente restablecido se presentó en el Departamento el 11 de septiembre, recibiendo poco después un Decreto Ley de la República del 29 de septiembre, nombrándole Vocal de la Junta Superior Consultiva de la Armada, (con todo este largo nombre había entrado en vigor el 24 de julio de 1873, por haber sido disuelto el Almirantazgo, al que ya pertenecía don Nicolás, por ello no le regalaban nada, más bien solo lo ratificaban en el puesto) para poder ocupar su puesto debía presentarse en Madrid, razón por la que se le dio pasaporte el 3 de octubre, pero prácticamente no había llegado, cuando por otro Decreto del Gobierno del 18 siguiente, es nombrado Comandante General de las Fuerzas del Mediterráneo, en sustitución del almirante Lobo, donde llegó para tomar posesión de su mando el 8 de febrero de 1874.
El 26 de marzo seguido el Ministro de Marina le envió pasaporte para presentarse en Madrid, porque el Presidente del Gobierno con la misma fecha le había nombrado Vocal de la Junta Consultiva de Marina (ya le habían vuelto a cambiar el nombre; al parecer por lo aprendido hay algunos que le dan mayor importancia al nombre de cualquier organismo que, realmente saber y pensar si ejecuta y cumple su cometido como a tal). Pero no llegó ni a tomar posesión del cargo, pues con fecha del 8 de mayo por otro Decreto se le relevaba de él y se le nombraba Capitán General del Departamento de Ferrol, a donde después de dar varias vueltas por la sucesión de Decretos recibidos desdiciéndose el posterior al anterior, al final por el último del 26 de mayo paso Ferrol, tomando posesión de su alto cargo al día siguiente.
Al llegar al trono de nuevo la dinastía de los Borbón en la persona de don Alfonso XII, se le envió un Real decreto del 30 de marzo de 1875, dándole las Reales gracias por el buen trabajo desempeñado, así el 20 de abril al llegar su sustituto dejó el mando del Departamento.
Permaneció sin destino en su querida casa de Ferrol, hasta llegarle otro Real decreto del 4 de noviembre de 1876, siendo nombrado Segundo Jefe del Departamento de Cádiz y Comandante General del Arsenal de La Carraca, partiendo de nuevo con pasaporte para su destino, siendo efectivo el 1 de diciembre seguido.
Pasamos a transcribir su propio diario, pues pensamos nadie mejor que él puede explicarnos sus sentimientos por tener que pedir la baja del servicio por su enfermedad:
«De todos estos papeles, este folio es el único que no es de mi agrado. Tampoco tengo porque cambiarlo, pero bien hubiera deseado continuar en el servicio activo. Si mi salud me lo hubiera permitido.
‹Por solicitud propia y en atención al quebrantado estado de su salud, se le autorizó para que entregando el destino que desempeñaba pudiera trasladarse a Ferrol a expectativa de su exención del servicio que tiene solicitada. Madrid, 1 de mayo de 1877›
En los años siguientes he vivido en la tranquilidad de El Ferrol, como Comandante en la Reserva, desde aquí, desde esta mesa de mi escritorio, veo pasar los últimos años de esta década, la de los ochenta, en la que María Cristina de Habsburgo Lorena, asistida por un gobierno de leales, rige los destinos de la Nación.
Miro hacia atrás y contemplo la estela de mi larga vida en la mar. Los recuerdos de mis años de guardiamarina son tan nítidos ahora como nunca antes lo habían sido. A mis ojos cerrados se revelan con claridad paisajes de los más apartados rincones del mundo, Manila, Puerto Rico, Cuba…, escenarios que fueron de mi trabajo y ventura. Desde las sombras me hablan rostros conocidos, y me sorprendo a mí mismo musitando frases de conversaciones ya olvidadas, Y entonces…vuelvo al servicio, al único que me está permitido, el de repasar una y otra vez este diario, buscando entre sus páginas quién sabe qué marchitos deseos. Debería haber sido, luego fue.
Razonamientos de anciano, supongo. Porque eso soy, o en eso me he convertido paulatinamente, en un anciano. La edad que dentro de mí pulsa y alienta se ha mantenido agazapada, oculta por la inquietud de los trabajos y los días, por las muchas y pequeñas obligaciones que me he impuesto para no sentir su llegada, las cartas que llegan y salen de mis manos, todavía firmes; las visitas que recibo casi a diario de familiares y amigos interesados por mi salud…, y el mucho cuidado que me impone esta pierna, que ha comenzado a morir antes que yo, que está herida por dentro y presiento que muy mal herida, aunque mi médico se empeñe en ocultármelo, como yo oculto su visión a los nietos que juegan a mi alrededor. No quiero que la vean. Ni quiero que sepan de mi dolor, al que muchas veces quisiera tapar con la misma manta, y que se ha convertido ya en inseparable compañero de mis noches. El día es una tregua cada vez más corta. El de hoy es un bendito descanso.
El sol espejea sobre la ría. Cuando baje la marea levantará esa niebla que me impide ver los barcos. La otra niebla, la que se cierne sobre mi patria, espera, sin duda, mejores tiempos.»
Así pasó el tiempo en su casa de la calle Magdalena, en su número, 181 siempre a la vista de la ría de Ferrol, iban pasando los años, hasta llegar el 7 de julio de 1889, en el que al atardecer le sobrevino el fallecimiento de muerte natural. Contaba con setenta y siete años de edad, de ellos cincuenta de arduos pero esmerados servicio a su patria. España.
Bibliografía:
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