Hidalgo de Cisneros y de la Torre, Baltasar Biografia
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Biografía de don Baltasar Hidalgo de Cisneros y de la Torre
Teniente general de la Real Armada Española.
Virrey del Río de la Plata.
Cruz de caballero de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, pensionada.
Consejero de Estado.
Gentil hombre de Cámara de S. M. con ejercicio.
Orígenes
Fueron sus padres don Francisco Hidalgo de Cisneros y Ceijas, capitán de fragata de la Real Armada y de su esposa doña Juana de la Torre, con residencia en la ciudad de Cartagena donde vino al mundo don Baltasar Hidalgo de Cisneros en 1758.
Hoja de Servicios
Elevó petición de acceso a la Corporación y S. M. le concedió la Carta-orden, sentando plaza de guardiamarina el 3 tres de marzo de 1770, en la Compañía del Departamento de Cádiz. Expediente N.º 1.100.
Al terminar los estudios teóricos se le ordenó embarcar en 1772 en el navío San Rafael realizando sus primeras navegaciones cruzando por las inmediaciones de los cabos de Santa María y San Vicente, en protección del tráfico marítimo, su demostrada valía en ellas su general le habilitó como oficial.
Hizo un tornaviaje al Perú en la fragata Industria y al regreso fue ascendido a alférez de fragata, con fecha del 22 de diciembre de 1773, participando seguidamente en las operaciones de socorro a la plaza de Melilla y en la expedición a Argel, transbordando de un buque a otro durante este tiempo.
Ascendió a alférez de navío por Real orden del 16 de marzo de 1776, pasando embarcado a los navíos Vencedor y Peruano de la escuadra del mando del general don Miguel Gastón.
Por Real orden del 23 de mayo de 1778 se le asciende al grado de teniente de fragata, embarcando en el navío Vencedor, con el que realizó la primera campaña del canal de la mancha, en la escuadra del mando del teniente general don Luis de Córdova.
Por Real orden del 28 de enero de 1780 se le otorga el mando de la balandra Flecha, del porte de 14 cañones.
Fue jefe de una pequeña división compuesta por el bergantín Ardilla y las balandras Flecha y Activa, cruzando por el Cantábrico en protección de nuestro tráfico marítimo y apresando al bergantín corsario británico Rodney, del porte de 14 cañones.
Como premio a sus servicios y reconocimiento de S. M., por Real orden del 27 de mayo seguido le ascendió al grado de teniente de navío.
Cuando escoltaba un convoy que se dirigía de los puertos de Vizcaya a El Ferrol, fue atacado por la fragata británica Cerbero, del porte de 40 cañones. Sin pensarlo, con sus buques sostuvo un combate con ella durante tres cuartos de hora, consiguiendo salvar el convoy y al propio tiempo sacar indemnes a sus buques de escolta.
Poco tiempo después apresó, con sólo la balandra Flecha , a otra balandra británica corsaria, la Nimbre, del porte de 8 cañones y 22 pedreros.
El 13 de abril de 1781, se le otorgó el mando de la balandra Santa Natalia, del porte de 20 cañones, zarpando en conserva de la fragata Santa Leocadia al mando de don Francisco Javier de Winthuyssen, del puerto de Ferrol con rumbo a las islas Terceras, encontrándose a los pocos días con una división británica, para evitar ser cazados los dos buques españoles, don Francisco Javier le permitió proseguir sólo a Cisneros, quien viró al rumbo contrario alejándose rápidamente, consiguiendo arribar a las isla y entregar los pliegos regresando inmediatamente de nuevo a Ferrol, de donde zarpó con rumbo a la bahía de Cádiz.
Pocos días después zarpó de nuevo en conserva de la fragata Santa Bárbara, al mando de don Ignacio María de Álava, permaneciendo cruzando en la entrada del puerto de Gibraltar, un día divisaron velas y se dio la orden de poner rumbo de vuelta encontrada, al llegar a la vista se apercibieron de que eran tres balandras corsarias británicas, las Colector, Segunda Resolución y Espinwel, a pesar de ser inferiores los españoles entablaron combate, al cabo de unas horas las tres enemigas fueron apresadas y marinadas en muy mal estado con rumbo a Cádiz.
El 15 de noviembre de 1781 se le otorgó el mando de la balandra Resolución, con la orden de transportar unos pliegos para el conde de Guiche, que estaba estacionado en la isla Madera al mando de la escuadra combinada franco-española.
Posteriormente tomó parte asimismo en las dos expediciones contra Argel, de los años 1783 y 1784, al mando del general don Antonio Barceló.
En la primera mandaba el jabeque Mallorquín, del porte de 34 cañones y al mismo tiempo, nombrado por su general como jefe de la artillería.
Por Real orden del 20 de octubre de 1783, se le ascendió al grado de capitán de fragata, por ello en la segunda expedición su general, le entregó el mando de treinta y cuatro lanchas cañoneras más otras seis de abordaje, volviendo a ratificar su esmerado conocimiento y buen hacer como lo prueba las distintas disposiciones que ordenó a los buques bajo su mando directo.
En 10 de marzo de 1785 se le otorgó el mando de la fragata Loreto, del porte de 42 cañones, con la que realizó un crucero sobre las aguas norteafricanas, al regresar por orden del 13 de marzo de 1786 embarcó como Segundo comandante de la fragata Santa Florentina, perteneciente a la escuadra de evoluciones del mando del teniente general don Juan de Lángara, participando en varias salidas de la escuadra sobre todo en los consabidos cruceros entre los cabos de Santa María y San Vicente, en protección del tráfico proveniente de los virreinatos.
Por orden del 21 de febrero de 1788 transbordó al navío San Ildefonso, también como Segundo comandante y en él realizó otra campaña de evoluciones, con parecidas comisiones más un viaje de transporte de tropas y pertrechos a las islas Canarias.
Por Real orden del 16 de abril de 1790, se le otorga el mando de la fragata Santa Florentina , realizando con ella diferentes comisiones especiales y la mayor parte por de ellas por encargo directo del Gobierno, navegando tanto por el Atlántico y Mediterráneo. Al desempeñar todas ellas sin problemas, el mismo Gobierno quiso demostrarle su agradecimiento y con ello premiarle, por esta razón por Real orden del 1 de marzo de 1791, se le notifica su ascenso al grado de capitán de navío.
El 1 de abril del mismo año se le confirió el mando de una división de fragatas, compuesta por las tres llamadas, Diana, Soledad y Perla, volviendo a demostrar su gran capacidad de mando cumpliendo en cuantas comisiones le fueron encomendadas, recibiendo la orden de incorporándose a la escuadra del mando del teniente general don Francisco de Borja.
El 4 de junio de 1792 se le entregó el mando de una división de fragatas, compuesta por las: Diana y Santa Florentina , los jabeques Murciano, Gamo, Leandro y Felipe, los bergantines Cazador, Galgo y Vivo más tres galeras. Con esta división ejerció el bloqueó de varios puertos de las costas Atlánticas francesas hasta finales de julio de 1792, fecha en la que se incorporó con las fuerzas de su mando, a la escuadra del teniente general don Juan de Lángara que llegó a aquellas costas, al regresar la escuadra a la bahía de Cádiz quedó desembarcado a finales de diciembre de 1793.
Por Real orden del 15 de octubre de 1794, se le otorgó el mando del navío Terrible, con el que participó en la evacuación de Rosas; reunida la escuadra del general don Juan de Lángara cruzó ante las costas africanas, pasando a fondear al puerto de Cartagena, donde desembarcó por pasar el buque a desarme.
Encontrándose aquí se le entregó la Real orden del 5 de septiembre, por la que se le notificaba su ascenso al grado de brigadier y por Real orden del 2 de septiembre de 1796 se le otorga el mando del navío San Pablo, perteneciente a la escuadra del general don Juan de Lángara.
Por orden quedó incorporado en la bahía de Cádiz a la escuadra del mando del general don José de Córdova.
Con ésta participó en el desgraciado combate del 14 de febrero, contra la escuadra al mando del almirante británico John Jerwis sobre el Cabo de San Vicente, en él dio pruebas, al igual que Valdés, de singular arrojo y decisión, pues entre ambos fueron lo que pudieron recuperar al navío Santísima Trinidad insignia del general don José de Córdova de las manos de los enemigos.
Por los méritos contraídos en el anterior encuentro, se le otorgó el mando del navío Santa Ana, del porte de 118 cañones que arbolaba la insignia del general don Domingo de Grandallana, de la escuadra de don José de Mazarredo.
Con éste buque formó parte de la división, que por dos veces y por orden del general Mazarredo zarpó de Cádiz para rechazar a los británicos.
Con ocasión de salir la escuadra, para reunirse con la francesa del almirante Bruix, tuvo la desgracia de varar en el bajo de las Puercas con su buque.
Se le formó Consejo de Guerra, del que salió libre de todo cargo en el que fue examinada su actuación, siendo ratificado por S. M. por Real orden del día 15 de noviembre de 1799.
El 4 de enero de 1800, fecha de la Real orden por la que se le otorgaba el mando de una división, que a la sazón se encontraba en Palermo, por lo que tuvo que abordar al místico de guerra El León, zarpando del puerto de Cádiz el 20 de enero siguiente, al arribar al puerto de destino visitó a los navíos Miño, Asturo y la fragata Santa Rosa, viendo que eran necesarias algunas reparaciones ordenó se realizaran para asegurar su regreso a la Península, al terminar éstas zarpó y por rutas nada habituales consiguió burlar a la vigilante escuadra británica que no cejaba en cazar a todo buque español, arribando al puerto de Cartagena donde fondeó el 13 de octubre siguiente.
Esto no pasó desapercibido a sus jefes y por ende a S. M., así por otra Real orden del 10 de agosto de 1801, se le otorgó el mando de otra división, compuesta por el navío Oriente y las fragatas, Flora, Casilda y Proserpina, cumplimentando ampliamente todas las comisiones que se le encargaron por orden personal de S. M., navegando por casi todo el Mediterráneo.
Por todos estos méritos, se le entregó la Real orden del 5 de octubre de 1802, por la que se le comunicaba su ascenso al grado de jefe de escuadra, por la misma se le ordenaba presentarse en la Villa y Corte, al llegar pasó a formar parte del Estado Mayor de la Real Armada.
Permaneció en este alto estamento, hasta que por necesidades del servicio, se le entregó la Comandancia General del Arsenal de Cartagena, donde llegó el 20 de abril de 1803 tomando el mando.
En 15 de enero de 1805 elevó petición para unirse a la escuadra de Ferrol, al recibir la autorización Real, enarboló su insignia en el navío Neptuno, con el que zarpó de Cartagena y arribó a Ferrol el 27 de mayo siguiente.
El 12 de agosto salió con la escuadra combinada franco-española, al arribar a la bahía de Cádiz trasbordó su insignia, al navío de cuatro puentes Santísima Trinidad.
Después del combate de Trafalgar, el navío estaba en muy malas condiciones, pues había sido el punto de mira del almirante Nelson, intentaron los británicos remolcarlo como trofeo de guerra, pero al comenzar a amenazar seriamente su estabilidad a flote, se dio la orden de abandonar el buque trasbordando a los pocos hombres sanos y todos los heridos que pudieron antes de que se fuera a pique, al arribar a Gibraltar fueron colmados de halagos y respeto, en el caso de Cisneros incluso le pusieron una guardia de honor a la puerta de su alojamiento. ¿Sería para que no se escapara?
Pronto fue conocido públicamente su proceder en la acción y como reconocimiento de S. M. se le entregó una Real orden fechada el 7 de septiembre de 1805, con su ascenso a teniente general, dándole licencia para pasar a Cartagena a recuperarse de su herida.
Al sobrevenir el 2 de mayo de 1808, alterados los ánimos en la población, por razones que se desconocen se aglutino el pueblo, acusando a un cartagenero que era el Capitán General del Departamento y de la Real Armada, don Francisco de Borja de afrancesado, siendo asesinado por la multitud, sin que nadie en el Arsenal moviera un dedo por defender a su Jefe, por ello fue nombrado Hidalgo de Cisneros capitán general de Cartagena y vicepresidente de la Junta que allí se estableció, cargo que fue confirmado por la Junta Suprema.
Manifestó gran actividad armando buques y remitiendo armas, municiones y pertrechos a todo el Mediterráneo, hasta que el 11 de febrero de 1809 fue nombrado virrey de Buenos Aires. Para llegar a su nuevo destino, primero abordo la fragata Proserpina que lo traslado a la bahía de Cádiz, pasando a la ciudad de Sevilla, donde se le dieron las órdenes, regresó a Cádiz, zarpando el 2 de mayo, arribando a Montevideo el 29 de junio y por tierra a Sacramento donde tomó el mando el 14 de julio siguiente.
Su gestión en aquel virreinato fue harto difícil, ya que corrían vientos de emancipación en medio de un cúmulo de revueltas.
En 1810, a la fuerza fue embarcado en una balandra mercante a cuyo capitán no pudo convencer para que le llevase a Montevideo, haciendo el viaje directamente a las islas Canarias, donde desembarcó el 4 de septiembre.
Quedó en estas islas para restablecer su quebrantada salud y pasó después a Cádiz, donde pidió que se le residenciase y se juzgase su conducta.
Pero el gobierno, satisfecho con ella, le expresó su aprobación por medio del Ministerio de la Guerra, nombrándole vocal de la Junta de Dirección el 7 de noviembre de 1812, el 1 de enero de 1813, comandante general del Departamento de Cádiz y el 30 de mayo siguiente, capitán general del mismo.
Fue nombrado ministro de Marina el 14 de septiembre de 1818 y el 22 de diciembre Director general de la Armada, con orden para desempeñase en comisión la capitanía general de Cádiz, tomando el mando de los preparativos para la expedición que preparaba el conde del Abisbal.
Después de muchos esfuerzos consiguió tenerla preparada, estando formada la expedición, por la escuadra al mando del general don Francisco Maurell dando escolta a los mercantes que debían transportar a un ejército al mando de general conde del Abisbal, para sofocar el levantamiento en las provincias del virreinato de Buenos Aires, compuesta por los navíos Numancia, insignia, Fernando VII, Alejandro, San Julián y España, más nueve fragatas, pero no se llevó a cabo por el levantamiento del general Riego en Cabezas de San Juan producido el 1 de enero de 1820.
Al triunfar los constitucionales fue apresado y llevado al Arsenal de La Carraca, permaneciendo en esa situación hasta que el Rey juró la primera Constitución española de 1812.
A los pocos días se le puso en libertad, por su alto cargo se desplazó a la Villa y Corte, donde el gobierno provisional le reconoció todos sus desvelos y patriotismo a lo largo de toda su carrera de marino, decidiendo concederle los honores del Consejo de Estado, a lo que don Baltasar añadió por propia petición le fuera concedido vivir en su casa en la ciudad de Cartagena, siéndole autorizado, pasados unos meses, el 6 de noviembre de 1823, el Gobierno le nombró capitán general del Departamento de Cartagena.
Donde permaneció en el desempeño de tan alto cargo, hasta que el 9 de junio de 1829, falleció en su casa de muerte natural.
A parte de las condecoraciones ya mencionadas, estaba en posesión de: Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica; la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo y Escudo de fidelidad y Flor de Lis de Francia.
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