San Leon bergantin apresado por britanicos 1798

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1798 Apresamiento del bergantín San León por los británicos



El 28 de diciembre avistó Vázquez de Figueroa una división británica compuesta por el navío Tiger, la fragata Dorotea, que había sido española y tres corbetas de 20 cañones; con su bergantín San León iba protegiendo un convoy destinado al Peñón de la Gomera, con la orden expresa de «a todo riesgo de tiempo y de enemigos», por encontrarse en situación muy crítica por falta de alimentos, pólvora y proyectiles, en la oscuridad de la noche maniobró para sotaventar y así alejarse del convoy, navegando de vuelta encontrada a los enemigos y estos no se apercibieron de la maniobra, por esta razón los mercantes pudieron llegar a su destino y socorrer la plaza. Al terminar de alejarse del convoy y estar cerca de los enemigos comenzó a disparar sobre los enemigos, todos le persiguieron, pero sólo la fragata podía responderle, llegando a estar tan cerca que efectuó una descarga con bala rasa, pasando inmediatamente a disparar con metralla, la enemiga al fin pudo meterle el penol de la verga de trinquete, entre los dos palos, intimidándole a la rendición, el combate había comenzado a las 21;00 horas y eran las 02;00, aún así aunque desarbolado, todavía quiso en este trance echar a pique a la fragata, pero cediendo a las reflexiones de su segundo y del contramaestre, se rindió.

Fueron trasbordados a la fragata, al presentar su espada al capitán británico, éste se la devolvió con expresiones honoríficas y le obsequió con mucha urbanidad, así como a todos los oficiales españoles y siendo alojado en la propia cámara del capitán británico para reponer fuerza, estando en ello el capitán le preguntó: «¿Y qué fin se propuso V., señor comandante, en sostener y prolongar una defensa tan temeraria?» Figueroa le contesto: «¡Precisamente el conseguido!», exclamando el capitán «¿Cómo? si la suerte de las armas le ha sido contraria», Figueroa le respondió: «¡Salvar el convoy de que estaba encargado y dar lugar con mi defensa a que llegasen a puerto los socorros que conducía para el Peñón de la Gomera!» se apercibió de estar frente a un buen enemigo, pues supo se había enfrentado a un inteligente comandante español, no dudando en demostrarle su admiración y amistad al bravo marino. Fueron trasportados a Gibraltar, donde el almirante Jervis bloqueador del puerto de Cádiz les invitó a una cena, colocando a Vázquez de Figueroa a su izquierda y a su derecha al reciente vencedor de la escuadra francesa en Abukir, Horacio Nelson. Preguntó a Figueroa sobre los detalles del combate en que había sido apresado, al darse por enterado, quedó totalmente complacido y dirigiéndose a él con mucha amabilidad, le dijo: «Ahora volverá usted a España a mandar otro buque.» Figueroa quedó libre sin canje, como había propuesto el almirante Jervis, logrando la misma gracia los oficiales, aunque negada de palabra, también fue obsequiado por el general O’Hara de quien había sido enlace en la defensa de Tolón y ahora era Gobernador de la plaza de Gibraltar. No obstante el almirante Jervis, le entregó una carta para el general Mazarredo, a la sazón capitán general del Departamento de Cádiz, entre otras cosas decía: «Él y sus dos oficiales principales me han hecho el favor de comer y pasar una tarde en mi casa: he tenido que admirar mucho tanto su educación como su talento e inteligencia, y tendría a fortuna el saber que por esta desgracia de la guerra no haya decaído de la buena opinión de V. E.; y por ésta, desde luego le declaro libre para el servicio, siempre que su leal y benéfico soberano tenga a bien darle destino.»

Mazarredo, puso en conocimiento del Rey la loable conducta de Figueroa; pero Figueroa dirigió al general Mazarredo el correspondiente parte, sobre su apresamiento y pidiendo ser juzgado; comunicado al Rey, éste lo negó, diciendo: «…estaba satisfecho de su conducta en aquel encuentro.» pero no quedó contento, por ello insistió de nuevo en la celebración del consejo de guerra; comunicado al Rey, éste ordenó se le diese un nuevo mando: pero continuó no estando satisfecho y volvió a pedir el susodicho consejo de guerra; nuevamente se le comunicó al Rey, y éste, ordenó se le ascendiera al grado superior. Por ello fue ascendido a teniente de navío y se le otorgó el mando del lugre Dafne del porte de 22 cañones.

Los compañeros de la corporación, vieron con complacencia como uno de sus oficiales había sido liberado por los enemigos, como un tributo de admiración a su valor en el combate; pero no fueron menos los elogios tributados al almirante británico John Jervis, por su cortesía y caballerosidad. Se traslado a Cartagena a hacerse cargo de su nuevo buque, reuniendo a todos los que pudo de la tripulación del bergantín apresado San León.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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