Aguilar Tablada y de Toro, Agustin Biografia

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Biografía de don Agustín Aguilar Tablada y de Toro

Retrato de don Agustín Tablada.
Agustín Aguilar Tablada y Toro
Cortesía del Casino Montillano, Montilla, Córdoba.


Jefe de escuadra de la Real Armada Española.
Cruz de Caballero pensionada de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III.
Comendador y Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.
Gran Cruz de la Real y Militar Órden de San Hermenegildo.
Encomienda de la Orden de San Mauricio y San Lázaro de Cerdeña.

Orígenes

Vino al mundo en la villa de Montilla, provincia de Córdoba, el 28 de agosto de 1787, siendo sus padres don Juan Antonio de Aguilar Tablada, Regidor de Montilla y de su esposa, doña María de Toro Aguilar, ambos naturales de la misma población. De noble familia, le procuraron unos buenos estudios preliminares.

Hoja de Servicios

Su familia era de marinos y él siguió su rumbo, por lo que solicitó y se le concedió la Carta-Orden de ingreso en el Cuerpo General, sentando plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el día 28 de julio del año de 1803. Expediente N.º 2.240.

Debió de sentar plaza con pocos años, ya que su formación anterior era buena, pero tardó algo más de tres años en embarcar para realizar sus prácticas de mar, pues recibió la orden con fecha del día 10 de agosto del año de 1806 en el navío San Justo, con el que realizó cruceros por el Mediterráneo, así como entre los cabos de Santa María y San Vicente, en protección del tráfico marítimo procedente de Tierra Firme.

Se encontraba en la bahía de Cádiz cuando sobrevino la invasión napoleónica, por lo que el general Apodaca planeó atacar a la escuadra francesa, los restos del combate de Trafalgar que se encontraban fondeados en la misma bahía, por lo que el día 9 de junio del mismo año de 1808 comenzó el ataque a los buques, que soportaron el fuego hasta el día 14 en que el almirante Rosilly se rindió, convirtiéndose así en la primera victoria sobre los enemigos.

Al terminar el combate, se le destinó a marinar al navío Neptune para ponerlo a buen resguardo, una vez afirmado regresó a su navío, recibiendo su comandante la orden de zarpar el día 18 de agosto siguiente, con rumbo al puerto de Veracruz y tocar en el de la Habana para cargar caudales, comisión que realizó sin mayores problemas, arribando de regreso a la bahía de Cádiz el día 1 de febrero del año de 1809; en agradecimiento por los servicios prestados, con fecha del día 23 siguiente recibió la Real orden de obtención de su primer grado como oficial, alférez de fragata.

El día 12 de mayo siguiente se le ordenó trasbordar a la fragata Paz, con la que zarpó el día 16 de junio, para realizar unas comisiones en la ciudad de Fiume y en la isla de Malta, en su capital La Valetta, terminada la comisión que fue larga, arribó a la bahía de Cádiz el día 25 de enero del año de 1810 y aún tuvo ocasión de abordar un inmortal navío de tres baterías, pues con fecha del día 1 de febrero siguiente se le ordenó embarcar en el navío Santa Ana, aunque no estuvo mucho tiempo, pues en esta guerra en la que se dejaron perder casi todos los buques mayores obligó a los marinos a permanecer en los más pequeños, pero esta vez ya asumía el mando del cañonero número 34, perteneciente al apostadero de Puntales.

Poco tiempo volvió a estar mucho tiempo en este mando, pues pasó a tomar el del cañonero número 11, con fecha del día 23 de abril lo asumió en la Cantera, pasando posteriormente al de la Avanzada, pero en ninguno se quedó parado, pues constantemente estuvo en los bombardeos de las baterías francesas apostadas a lo largo de la costa de la bahía y en su cañonero contribuyó a transportar efectivos del ejército, desembarcándolos en Tarifa para participar en el combate sobre Chiclana, al terminar en este punto con la victoria de las Armas Reales de España, se le destinó a cruzar sobre las aguas de la población de Rota, para proteger el transporte marítimo en éstas.

Fue tan destacada su actuación, que la Junta Central no dudó en entregarle como agradecimiento la Cruz de la Marina Laureada y la Medalla conmemorativa como si hubiera estado en el combate de Chiclana, en el que directamente no participó, pero sí las fuerzas que estuvo transportando y de ahí el agradecimiento.

Por Real orden del día 24 de mayo del año de 1811 se le ascendió al grado de alférez de navío, permaneciendo al mando del cañonero. El día 29 de septiembre siguiente recibió la orden de abordar el navío Miño, con el que inmediatamente zarpó con rumbo al puerto de Vigo, solo permaneció fondeado el tiempo justo para cargar tropas, zarpando el mismo día con rumbo a Veracruz a donde arribó sin problemas. En este puerto el día 1 de mayo del año de 1812, se le ordenó trasbordar al bergantín [[Saeta_(1790)|Saeta, con el que estuvo cruzando sobre las aguas de Tampico, tuvo que regresar a Veracruz, nada más llegar se le comisionó para viajar a Campeche cargado de situado para el pago de los sueldos del ejército, allí cargó tropas, la mayoría heridos o enfermos y los desembarcó en Veracruz.

Por orden del día 4 de julio siguiente se le entregó el mando del bergantín correo Caridad, con el que zarpó de Veracruz y arribó a la Habana, donde se le cargó con más correo ya que era el oficial y el particular, zarpando de éste puerto con rumbo a la bahía de Cádiz donde lanzó las anclas el día 22 de noviembre, desembarcando la correspondencia para volver a cargarlo con lo mismo, zarpando el día 22 de diciembre del mismo año con rumbo a la Habana y Veracruz, arribando a ellos descargando la parte correspondiente para después ir repartiendo el correo por todas las Antillas y seno mejicano, regresando al puerto de la Habana.

Realizó varias comisiones entre Veracruz y la Habana, estando en este puerto, se le comisionó para regresar a la Península, dando escolta a una fragata particular por nombre Junta Central y un bergantín llamado Eolo, zarpando del puerto de la Habana el día 2 de septiembre del año de 1813.

Al estar sobre el canal grande de Bahamas sufrieron un fuerte temporal, en el transcurso del cual el bergantín comenzó a hacer agua a una velocidad de tres pulgadas por hora, lo que era señal de que iba a ir a más, ya que este buque era de los apresados y de construcción americana que no era precisamente la mejor en aquella época, por lo realizó señales indicándoles a los dos buques que no se separaran de él a más de medio tiro de cañón.

La fuerza del temporal impedía hacer poco más y encima la comenzaba a oscurecer, se apercibió que no le hacían caso y pretendían alejarse, ordenó repetir las señales y viendo que no hacían caso manteniendo su rumbo de alejamiento, les ordenó a sus capitanes que como fuera abordaran su buque o les abría fuego. Esta vez sí hicieron caso y pasado un tiempo consiguieron abarloarse los dos botes, llegados a su presencia les informó de las Ordenanzas y que debían de hacerle caso, de lo contrario él no sería responsable de lo que les pudiera suceder.

Atendieron las explicaciones que Aguilar les dio, pero el capitán de la fragata Junta Central muy listo él le contestó: ‹que las Ordenanzas solo eran para los buques que fueran contratados por la Real Hacienda, pero que él era un capitán que no trabajaba para el Estado› ésta contestación la considero una insubordinación hacía las órdenes de un buque militar, además de poner en peligro a sus dotación y sus caudales, por lo que no dudó un instante y lo dio como preso, enviando a uno de sus oficiales para tomar el mando del buque, al que le dio toda clase de instrucciones. Los dos capitanes regresaron a sus buques.

Como imaginaba (o sabía) el temporal continuo arreciando y al estar en longitud de 22º Oeste de Cádiz, y en 36º 57’ de latitud Norte, la fuerza del temporal era ya casi insoportable para los buques con vientos fortísimos del NE., de hecho su bergantín pasó a hacer solo 23 pulgadas de agua por hora, se hizo de noche y se perdió de vista la fragata, y Aguilar tuvo que comenzar a arribar para soportar el temporal, los hombres por guardias iban trabajando en las bombas y le pareció que podía alcanzar las islas Canarias, además de que al correr el temporal le marcaban ese rumbo, lo mantuvo consiguiendo arribar a la isla de Tenerife, pero en ella no habían medios para recorrer el buque, así que estuvo un tiempo en que con el apoyo de otros buques lograron sacar suficiente agua y por sus medios arribó a la de Lanzarote, donde se le dio a la banda y se le recorrió lo mejor posible, zarpando con rumbo a la bahía de Cádiz, donde arribó el día 21 de enero del año de 1814.

Lo primero que hizo fue confirmar que los dos buques habían cumplido sus órdenes y efectivamente ya estaban fondeados en la bahía. El día 30 del mismo mes se le dio orden de desembarcar por pasar su buque a desarme. Y a los pocos días se le nombró ayudante del Arsenal de la Carraca, en el que permaneció hasta el día 18 de enero del año de 1816, por ser destinado a las brigadas.

Se formó la escuadra al mando del general don Francisco Maurell, quien iba a dar escolta a los mercantes que debían transportar a un ejército al mando de general conde de la Abisbal, para sofocar el levantamiento en las provincias del virreinato de Buenos Aires, compuesta por los navíos Numancia, insignia, Fernando VII, Alejandro, San Julián y España, más nueve fragatas, pero no se llevó a cabo por el levantamiento del general Riego en Cabezas de San Juan producido el día 1 de enero del año de 1820. Agustín recibió la orden de embarque en el Fernando VII el día 4 de marzo del año de 1818 y a los pocos días lo destinaron al Alejandro, pero poco después trasbordó al insignia, en el que permaneció mucho más tiempo, terminando en el España, desembarcando al recibir la orden por no realizarse la expedición.

El día 27 de marzo del mismo año, recibió la Real orden por la que se le entregaba el mando de la goleta Justina, con la que estuvo practicando el corso sobre las costas norteafricanas, arribando a la bahía de Cádiz, poco después por orden superior del día 11 de abril del año de 1821, zarpó con rumbo al puerto de Barcelona, permaneciendo en aquellas aguas como guardacostas, realizando una recalada en el puerto de Tarragona, estando en él el día 4 de diciembre del mismo año, sobrevino un fortísimo temporal que aparte de hundir a su goleta, ocurrió lo mismo con otros setenta y dos buques. Puede dar este dato una idea de lo tremendo que fue el accidente natural. Mandó y él mismo practicó el buceo para recuperar lo máximo posible de todos los enseres de su buque, aparte por supuesto de sacar del fondo toda la artillería, balas, sables, fusiles y demás materiales aprovechables después de un naufragio.

El día 1 de abril del año de 1822 se presentó en el Departamento de Cádiz, donde tuvo que pasar por el correspondiente Consejo de Guerra, pero como estaba muy claro en el mes de septiembre siguiente se le declaró absuelto y reconocido con todos los honores. Continuó en el Departamento desembarcado, hasta la nueva invasión de los ‹ Cien mil hijos de San Luis › pasando en el mes de julio del año de 1823 a tomar el mando de una de las lanchas cañoneras, hasta que habiendo llegando al acuerdo entre don Fernando VII y el duque de Angulema que mandaba las fuerzas francesas, el Rey volvía a recuperar sus poderes absolutos, firmándose la Paz el día 1 de octubre del mismo año, Agustín quedó sin mando y desembarcado en su Departamento.

Por Real orden del día 26 de septiembre del año de 1824, se le asciende al grado de teniente de fragata, dándose el caso de haber permanecido más de trece años en su anterior grado, (no se puede decir que fuera de los elegidos) por otra Real orden del día 28 siguiente se le otorga el mando del bergantín Jacinta, tomando el mando efectivo el día 12 de octubre, siendo destinado a realizar los cruceros de protección del tráfico marítimo entre los cabos de Santa María y San Vicente, permaneció muy poco tiempo, ya que el día 27 siguiente se le entregó el mando del bergantín-goleta Encantadora, con él que prosiguió en el mismo cometido, añadiéndosele hacer sus cruceros en la zona del Departamento en el mar Mediterráneo.

Parece que ya se empezaron a acordar de él, ya que por Real orden del día 14 de julio del año de 1825, se le asciende a teniente de navío y se le otorga el mando del bergantín Jasson, con el que prosiguió en el mismo cometido, hasta el día 3 de febrero del año de 1826, en que por otra Real orden pasa a tomar el mando de la corbeta Zafiro, zarpando en conserva con el navío Guerrero con rumbo a la isla de Cuba, pero ya a la vista de ella su corbeta fondeó en Santiago de Cuba, mientras el navío continuó a la Habana, terminada su comisión en el puerto de arribada, volvió a zarpar para arribar al de la Habana, desde donde zarpó el día 25 de mayo dando escolta a un convoy, con rumbo al puerto de la Coruña a donde arribó el día 18 de julio, zarpando el 1 de agosto para arribar a Santander y cumplir una comisión, de donde zarpó con rumbo a Ferrol, teniendo la suerte de avistar a una goleta contrabandista armada con seis carronadas de á 18 y dos cañones de á 12, contra la que se enfrentó por no obedecer sus órdenes, siendo apresada después de un corto combate, pasando a ser marinada hasta el puerto de destino como buena presa.

Puesto en conocimiento de S. M. por el capitán general del Departamento de Ferrol, tanto el hecho de haber escoltado con precisión el convoy desde la Habana, así como el apresamiento del buque contrabandista, el Rey de remitió las Gracias Reales por sus buenos servicios, recomendando al general del Departamento que durante algún tiempo permaneciera en esas aguas, lo que cumplió hasta su regreso a su Departamento de destino, arribando el día 24 de enero del año de 1826 a la bahía de Cádiz.

Por Real orden del día 1 de junio siguiente, se le otorgó el mando de la corbeta Descubierta, pero como no tenía el grado para mandarla (aunque ya había mandado una), se le dio interinamente el mando del bergantín Jasson, pero con fecha del día 17 recibe una Real orden con su ascenso a capitán de fragata graduado, pasando a tomar el mando de la corbeta anterior el día 16 de agosto, siendo destinado a realizar los cruceros de protección del tráfico marítimo, desde el cabo de San Vicente hasta el Mediterráneo, permaneciendo a su mando, recibió la orden de transportar artillería y pertrechos a Ferrol y Coruña, por lo que zarpó el día 6 de enero del año de 1828, arribando y desembarcando lo transportado, zarpando de nuevo y arribando a la bahía de Cádiz el día 9 de febrero siguiente, permaneciendo fondeado hasta el día 12 de marzo, por recibir la orden de desembarcar por pasar la corbeta a desarme.

Recibió una Real orden con fecha del día 2 de agosto del mismo año de 1828, por la que se entregaba en el grado que ya ostentaba, pasando a contarle la antigüedad desde ésta fecha. Y otra Real orden del día 1 de septiembre le ordenaba presentarse en Madrid y ponerse a las órdenes del brigadier don Francisco de Ciscar, para ayudarle en la comisión que tenía encomendada.

Por otra Real orden del día 20 de julio del año de 1829, se le ordena presentarse y ponerse a las órdenes de don José Sartorio, siendo su Mayor General para la cumplir la comisión de formar escuadra, para lo que se desplazaron ambos a Ferrol, al llegar eligieron los buques; corbeta Diana, bergantines Realista, Jasson y Relámpago, con los que zarparon enarbolando insignia en el Realista, con rumbo a la bahía de Cádiz, a donde arribaron el día 7 de agosto, pero pocos días después se le comunicó a don José Sartorio que la futura Reina doña María Cristina de Borbón, a por quien viajaba la división para traerla España para contraer matrimonio con don Fernando VII, había decidido realizar el viaje por tierra. Se disolvió la división por lo que el general y Aguilar regresaron a Madrid.

Por Real orden del día 11 de octubre se le destina como capitán del puerto de la Habana, para cuando cesase el actual y como premio por sus méritos S. M. le confiere la Cruz de Comendador de la Real Orden Americana de Isabel la Católica. El día 1 de febrero del año de 1830 se puso en camino a la ciudad de Cádiz, donde aprovechó la salida del navío Héroe y de transporte viajó a la Habana, arribando el día 20 de mayo, quedando allí a la espera de que el titular fuera llamado a la Península, lo que tuvo lugar y tomó posesión de su cargo el día 1 de enero del año de 1831, permaneciendo en el puesto el tiempo estipulado por la normativa vigente de dos años.

Estando en la Habana recibió la Real orden de fecha del día 28 de junio del año de 1832 con la concesión de la Cruz de Caballero pensionada de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, siendo la entregada la portadora del número treinta y ocho, (lo que demuestra que las pensionadas no eran tan fáciles de conseguir). En el año de 1833 al cumplir el plazo de su destino regresó a la Península, al presentarse en su Departamento lo remitieron a Madrid, donde lo agregaron a la Secretaría de la Real Junta Superior del Gobierno de la Armada, siendo a su vez elegido por el capitán general de la Armada el señor conde de Venadito como su ayudante, continuando en el puesto hasta el fallecimiento del general.

Con fecha del día 24 de noviembre del año de 1837, recibió una Real orden por la que se le comunicaba su ascenso al grado de capitán de navío, permaneció un tiempo sin destino, hasta que recibió una nueva Real orden del día 20 de febrero del año de 1838, por la que se le otorgaba el mando de la fragata Isabel II, pasando de Madrid a Ferrol donde se estaba terminando de armar el buque de su mando, en la que realizó cruceros por el mar Cantábrico en misión de guardacostas, hasta cumplir el plazo de mando a flote que lo cumplió en el mes de enero del año de 1839.

Pidió licencia para viajar a la Villa y Corte, siéndole concedido, permaneciendo en la capital hasta el año de 1840, debiendo de abandonar Madrid por recibir una Real orden por la que se le destinaba al Apostadero de la Habana, a su arribada viajando de transporte, se le entregó la Comandancia de las provincias de Trinidad y Santiago de Cuba, con sus respectivas capitanías que le correspondían, trabajo duro, pues o bien no había medio de locomoción por tierra o incluso no podía ser por mar, así que muchas veces le entregaban un equino y así podía ir viajando de una capitanía a otra verificando que todo estaba en regla. Su labor fue muy meritoria, ya que constan en su expediente las felicitaciones de los dos comandantes generales de la isla, la primera del general don Manuel de Cañas y la segunda la de don Francisco Javier de Ulloa.

Cumplidos sus tres años de servicio en la isla, se embarcó de transporte y regresó a la Península a principio del año de 1843, en este mismo año, recibió una Real orden fechada el día 27 de noviembre, por la que se le comunicaba su ascenso al grado de brigadier, quedando de nuevo sin destino. A principios del año de 1844, por otra Real orden, se le destina como comandante general del Arsenal de la Carraca, donde volvió a demostrar su valía, ya que al cesar en el año de 1846, recibió las Gracias Reales por su buen trabajo y se le condecoró con la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.

Al poco tiempo se le nombró segundo jefe del Departamento de Ferrol, el cual combinaba por ausencia del propietario, con el interino de comandante general del mismo, permaneció en el puesto hasta principios del año de 1848, por ser nombrado capitán del puerto de Cádiz, en el que estuvo hasta recibir la Real orden con fecha del día 25 de septiembre del año de 1849, que le comunicaba su nuevo destino como segundo jefe del Apostadero de la Habana.

Se encontraba en su puesto, cuando un día le pide permiso para entrar en el Apostadero un buque de guerra del reino de Cerdeña, al que se lo concede. Su comandante desembarcó yendo a visitarle y a explicarle que necesitaba pertrechos sobre todo de boca para poder llegar a su país, ya que llevaba a bordo los restos mortales del Rey don Carlos Alberto, al oír esto don Agustín, ordenó formar a la tropa y rendir los honores previstos en el reglamento a un Rey. Tiempo más tarde, enterado el rey Víctor Manuel de Saboya le concedió por tan honroso detalle y de buen gusto la Encomienda de la Orden de San Mauricio y San Lázaro de Cerdeña, y al mismo tiempo, comunicado por el rey de Cerdeña a la reina de España, está le adjunta la Real orden para poderlas llevar.

Al mismo tiempo estaba interinamente al mando de la comandancia de Subinspección del Arsenal y a veces también por ausencia del propietario la Comandancia General del Apostadero, permaneciendo en este puesto con las alternancias dichas, hasta recibir la Real orden de fecha del día 28 de enero del año de 1852, en la que se le comunica su ascenso a jefe de escuadra, lo que provocó un tiempo después recibir la Real orden del cese en su puesto y regresar a la península.

Arribó de nuevo a la bahía de Cádiz a finales del propio año, quedando sin mando, hasta que al año siguiente de 1853 se le nombró segundo jefe del Departamento de Cádiz, recibiendo ese mismo año por haber cumplido el tiempo reglamentario la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

A finales del año de 1853, elevó petición de concesión de una licencia para pasar la Navidad en su casa de Montilla junto a los suyos, la cual le fue concedida, pero al ir a reintegrarse a su destino se sintió mal y por prescripción médica guardó cama, pero ya no se levantó por sobrevenirle el fallecimiento el día 28 de febrero del año de 1854.

Bibliografía:

Barbudo Duarte, Enrique.: Apresamiento de la escuadra francesa del almirante Rosilly en la bahía de Cádiz, el 14 de junio de 1808. Colección Fragata. Cádiz, 1987.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 28 segunda parte. 1926, páginas, 2159 a 2262.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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