Bocalan y Vazquez, Joaquin Biografía

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Biografía de don Joaquín Bocalan y Vázquez

Teniente general de la Real Armada Española.

Orígenes

Vino al mundo en Valladolid en 1783, siendo sus padres don Manuel Bocalan Manrique de Lara, Regidor de la villa de Aranda y doña María Vázquez Téllez Enríquez de Guzmán.

Hoja de Servicios

Solicitó y otorgó carta orden de ingreso en la Compañía de guardiamarinas del Departamento de Ferrol, sentando plaza el 18 de julio de 1800. Expediente. N.º 3.096, folio 687.

No necesitó moverse para recibir su bautismo de fuego, porque el 25 de agosto seguido el vigía de Monte Ventoso, avisó de la presencia de una escuadra británica compuesta por cinco navíos, uno de ellos de tres puentes y cinco fragatas, al mando del contralmirante Warren y del capitán de navío Pellew, con un convoy de ochenta y siete velas, transportando un ejército de doce mil hombres al mando del teniente general Pullney.

El enemigo desembarcó en Domiños, inmediatamente se movilizaron todas las fuerzas del ejército disponibles, desembarcando parte de las dotaciones y junto a ellos los guardiamarinas para reforzar las tropas del ejército, quienes les presentaron combate tan inesperado y oportunamente que obligaron a retroceder la vanguardia enemiga. El 26 con más tropas en tierra una columna británica de unos cuatro mil hombres se dirigió a atacar el castillo de San Felipe, haciéndolo por la gola, con la intención de conquistarlo y dejar el paso franco a sus buques de guerra, pero los defensores no cedieron dando tiempo a armar los botes de varios navíos y otros del mismo arsenal en lanchas cañoneras, a ellos se unieron otras procedente de la ría de Ares, todo este fuego certero les impidió tomarlo. Al siguiente 27 amaneció con todas las alturas despejadas de enemigos, tan frustrado debía estar el mando británico viendo la tenacidad de la defensa en el castillo de San Felipe y sus líneas de abastecimiento en la playa estaban en peligro, decidieron abandonar reembarcando sus tropas durante la noche anterior, para ir más rápidos abandonaron toda la artillería de sitio en la misma playa.

Al volver a la normalidad continuaron las clases, permaneciendo hasta enero de 1804, recibiendo la orden de pasar a embarcarse en la urca Presentación, navegando a Coruña, Pasajes y la bahía de Cádiz, al regreso, sobre el cabo de Santa María les sobrevino un fuerte temporal quedando desarbolado el buque, obligando a su comandante a dar la orden de regresar a la bahía.

Aquí trasbordaron al navío Castilla, zarpando primero con rumbo a Málaga y tras cumplir esta comisión, surcó las mismas aguas con rumbo a Ferrol. Al arribar se le ordenó trasbordar al bergantín Descubridor, zarpando de Coruña con rumbo a Puerto Rico, la Habana y Cartagena de Indias en comisión de correo, del último puerto zarpó de nuevo con rumbo a Ferrol.

El 9 de junio de 1804 recibió los galones de alférez de fragata, embarcando en el bergantín Cartagenero volvió a realizar el anterior viaje con el mismo cometido, con la diferencia que al quedar afecto el bergantín al apostadero de la Habana, desde Cartagena de Indias regresó a la Ferrol de transporte en el Pitt, poco tiempo después volvió zarpar con la misma comisión, realizándola por tres veces consecutivas, regresando del último en enero de 1805. Este mismo mes fue destinado al navío San Agustín, incorporado a la escuadra del general don Federico Gravina, a las órdenes del almirante francés Villeneuve, zarpando de Ferrol el 11 de agosto y arribando el 20 siguiente a la bahía de Cádiz.

Zarpó de la bahía de Cádiz el 20 de octubre de 1805, participando así en el innecesario combate naval del cabo de Trafalgar. El San Agustín al mando del brigadier don Felipe Jado Cagigal, fue el primero en abrir fuego este aciago día, al arribar la columna del almirante Nelson fue rodeado por varios navíos hasta alcanzar el número de cuatro, se rechazaron cuatro intentos de abordaje y después de una más que honrosa resistencia, se rindió a los británicos, nada pudieron hacer por salvar el buque, pues tenía varios impactos a flor de agua y la que entraba no se podía volver a expulsar, por no funcionar bien las bombas.

Fue hecho prisionero de guerra, al poco fue puesto en libertad y enterado el rey don Carlos IV del valor derrochado en el combate por los españoles a todos recompensó, recibiendo el 9 de noviembre siguiente una Real orden con su ascenso al grado de alférez de navío, siendo una promoción general para todos los miembros de la Armada, como agradecimiento de don Caros IV, regresando poco después a su arsenal de destino de Ferrol, nada más hacerlo se le entregó el mando del falucho Vencejo, permaneciendo en él hasta el 22 de diciembre, entregándolo por serle concedida licencia por enfermo viajando a Arévalo, se le concedió una prorroga, incorporándose de nuevo el 26 de febrero de 1807.

El 24 de enero de 1808 se le volvió a conceder una licencia de cuatro meses para viajar a Valdestilla, en esta población le llegó la noticia del alzamiento del pueblo español contra el invasor napoleónico, razón por la que se presentó al mando más cercano siendo el ejército del Excmo. Sr. don Gregorio de la Cuesta, quedando incorporado a un batallón de los tiradores de Castilla, prestando servicio hasta el 29 de septiembre por pasar a presentarse en el Arsenal de Ferrol.

En enero de 1809 se encontraba al mando del bergantín Volador en el mismo Ferrol, cuando fue atacada por los napoleónicos, ordenó desembarcar a sus hombres y formar una pequeña columna, pero cayó prisionero por la abrumadora superioridad numérica del enemigo. Con escolta fueron trasladados prisioneros, en su lento caminar se fue fijando en lugares por donde poder darse a la fuga, en la primera ocasión presentada en unión del jefe de escuadra don Juan José García, abandonaron al grupo consiguiendo cruzar las líneas enemigas incorporándose al ejército al mando del marqués de la Romana, de esta fuerza se le dió el mando de una división al general don Juan José García, quien lo escogió como su ayudante personal, participando en varios combates hasta conquistar Villafranca del Bierzo.

Su división se destino a tierras de Asturias y al alcanzar la población de Gijón embarcó en el bergantín Palomo, cumpliendo la comisión de transportar unos pliegos a la Junta de Cádiz, donde arribó el 15 de junio. Aquí se le ordenó trasbordar a la goleta Carolina, zarpando con rumbo a Tánger, Gibraltar y otros puertos del Mediterráneo español, arribando de su viaje a Cartagena el 16 de agosto, donde se le dió la orden de embarcar en la goleta Fénix, pasando a Cádiz y al llegar se le ordenó trasbordar al navío América, permaneciendo hasta enero de 1810, por recibir la orden de trasbordar al navío Montañés.

Éste navío naufragó el 10 de marzo a causa del más duro temporal de la época, estando fondeado en la bahía de Cádiz, siendo rescatado por ello, al llegar a tierra se le ordenó pasar el mismo día a la fragata Atocha, con cuyo bote armado en lancha cañonera estuvo participando en el ataque al castillo de Matagorda, recibiendo la orden de abordar el navío Príncipe de Asturias, pero al no estar en perfectas condiciones, al poco tiempo se le ordeno pasar al Santa Ana, zarpando el 6 de septiembre con rumbo a la Habana, donde quedó destinado y se le entregó el mando del bergantín Lince, realizando un crucero por el seno mejicano arribando a Veracruz, aquí se le ordenó trasbordar al del mismo tipo Saeta, permaneciendo en la sonda de Campeche donde desembarcó tropas y marinería para reforzar el castillo de San Juan de Ulúa.

Se le ordenó pasar al navío Miño con destino a la Habana y desde aquí casi sin desembarcar, zarpó el buque con rumbo a la bahía de Cádiz arribando el 11 de septiembre de 1811, encontrándose con el Real decreto del 24 de mayo próximo pasado con el ascenso al grado de teniente de fragata y destinado como segundo jefe de la decimosegunda brigada de artillería.

Estuvo poco tiempo pues en diciembre seguido fue destinado a la corbeta Sebastiana, permaneciendo en la protección del tráfico marítimo con arribada a la bahía de Cádiz por espacio de un año, abandonó esta comisión por ser destinado en enero de 1813 a Montevideo al ser allí enviado su buque y al mes siguiente tuvo que hacer frente al levantamiento producido en este apostadero, tomando el mando de las fuerzas navales que transportaron a las tropas para la conquista del castillo del Cerro.

Al terminar aquí con este cometido se le destinó al Callao, zarpando con su buque doblando el cabo de Hornos y arribando al puerto de destino. En éste cargó tropas y las transportó al puerto de Arauco, pasó a continuación a combatir a las lanchas insurgentes y bombardear las fortalezas de Talcahuano, estando al mando a su vez de las lanchas españolas en aquellas aguas, participando directamente con su corbeta en el bombardeo final de la plaza, al comprobar la disminución del fuego ordenó desembarcar su tropa y tomar al asalto la posición, consiguiendo desalojar a los enemigos tomándoles siete cañones de á 24 libras.

El general en Jefe del ejército por su demostrado valor le nombró Gobernador de la plaza y fortalezas, estuvo en ella mientras el ejército enemigo permaneció a la vista, no queriendo abandonar la posición para evitar pudiera ser tomada, al alejarse los insurgente de sus posiciones y libre de peligro pidió al Gobierno se le relevara, pues su puesto estaba más en la mar que en tierra, no se le hizo caso y volvió a presentar el suplicatorio, siéndole concedido por el virrey con sus gracias personales por todo lo realizado, aparte de enviar una nota de recomendación al Gobierno del Rey.

Regresó a Lima a principios de 1814 embarcando en el navío Asía, zarpando de nuevo de regreso a la bahía de Cádiz, arribando el 30 de mayo de 1815, recibiendo una Real orden del 5 de junio con su ascenso al grado de teniente de navío. Se le ordenó embarcar en la fragata Soledad y al poco trasbordar a la Prueba, pero tuvo que desembarcar por recibir la orden del 30 de julio seguido de regresar al Callao.

Se le ordenó embarcar en la fragata Venganza, zarpando de la bahía de Cádiz el 10 de mayo de 1816 (como se podrá apreciar, transcurrieron diez meses entre recibir la orden y hacerse a la mar), arrumbaron al cabo de Hornos doblándolo y arribando al Callao, desde aquí se hicieron cruceros sobre las islas Galápagos, Chiloé, Arauca, Chile, Valparaíso, islas de Juan Fernández, Valdivia y Concepción, nada quedó por explorar y poco se estaba fondeado, sólo lo justo para aprovisionarse y proseguir las navegaciones. Al mando de la fuerzas navales del mar del Sur estaba el capitán de navío don Tomás Blanco Cabrera, quien le nombró su oficial de órdenes, pero solo lo desempeñó tres meses, pues recibió la Real orden del 26 de octubre seguido con el ascenso al grado de capitán de fragata graduado.

Entrado 1817 se le nombró segundo comandante de la fragata Venganza, pero anexo Comandante de todas las fuerzas sutiles asignadas en las aguas de Talcahuano, por dos veces en este tiempo no se perdió la plaza gracias a su apoyo tanto de fuerzas desembarcadas como por el terrible y sobre todo certero fuego de las unidades menores. Tanto sobresalía su valor que el mismo comandante en jefe del ejército, le encomendó una misión a realizar con las tropas de tierra a su mando, consistiendo en llevar refuerzos al castillo de Penco Viejo, con su habitual maestría consiguió atravesar las líneas enemigas y penetrar en la fortaleza, dejar los hombres y socorros para volver a salir sin que el enemigo se enterara, sólo cayó en la cuenta al atacar al día siguiente la posición y encontrarse con mayor resistencia que el anterior, quedando a salvo por el momento la fortaleza. El Jefe del ejército le felicito personalmente.

Se incorporó a su destino y se le otorgó el mando del bergantín Justiniano, su primera salida fue para llevar víveres a la fortaleza de Talcahuano, al cruzar sobre las aguas de Arauco, tuvo que proteger con sus fuegos la retirada del propio Gobernador, quien salía de la ciudad con las tropas y la población civil, pues los enemigos se habían apoderado de la plaza. Pudo encontrar un punto para poder embarcar a todos los civiles y el Gobierno, para trasportarlos a Talcahuano, esto sin dejar de hacer fuego con su artillería sobre los enemigos, (esta arriesgada acción por la recomendación del Virrey años después le supondría la entrega de la Cruz de Marina de Diadema Real), consiguió arribar y trasbordar a la fragata Venganza, realizando el viaje de regreso al Callao.

En enero de 1818 se le otorgó el mando de la fragata mercante armada en guerra Presidenta, realizando un viaje con tropas a Talcahuano, al arribar al Callao quedó desembarcado por desarme de la fragata. El 11 de noviembre siguiente se le entregó el mando del cañonero número 5 y una división de lanchas, permaneciendo en el puerto del Callao, contribuyendo con su particular resistencia a convencer al almirante Cochrane de no ser posible su idea, por ello levantó el bloqueo en espera de mejor ocasión.

A principios de 1819 se le otorgó el mando de la fragata Resolución, llevando instalado el sistema de hornillo para las balas rojas y a su bordo resistió el primer bloqueo de la escuadra insurrecta. Pasó a tomar el mando de la corbeta Sebastiana, zarpando en ausencia de bloqueadores realizando cruceros por las costas y dando protección a algún convoy de tropas con socorros. Poco después se le otorgó el mando de segundo de la fragata Prueba, realizando viajes a Guayaquil, costa del Choco, Arica y Pisco, sosteniendo un duro combate con la fragata enemiga Rosa de los Andes, del porte de 36 cañones, viéndose obligado su capitán a varar en la costa del Choco por estar hundiéndose, no pudiendo apresarla por el mayor calado de la realista impidiéndole llegar a ella.

Se le dio el mando provisional de la segunda división de lanchas cañoneras del bloqueo del Callao. Poco después fue destinado como oficial del detall a la fragata Esmeralda, poco tiempo después fue nombrado fiscal en el Consejo de Guerra celebrado contra el comandante de la fragata Reina María Isabel por haber sido apresada en Talcahuano. Recibiendo la Real orden del 20 de octubre de 1820 de su ascenso efectivo a capitán de fragata.

En 1820 se le entregó el mando de la primera división de lanchas cañoneras, permaneciendo unos meses, pues el 27 de octubre se le dio pasaporte para regresar a la bahía de Cádiz, arribando el 9 de julio de 1821, quedando un tiempo destinado en el Arsenal, hasta recibir la orden del 1 de febrero de 1822 de pasar de segundo comandante al navío San Pablo, zarpando con destino a Argel en comisión secreta, continuando viaje a otras ciudades del Mediterráneo.

Por Real orden del 22 de agosto siguiente se le otorga el mando del navío Guerrero, para tomar el mando se desplazó a Cartagena, al embarcar zarpó realizando el viaje de nuevo a Cádiz, permaneció al mando hasta recibir una Real orden, por la cual se le entregaba el de la fragata Casilda, para ello nuevamente tuvo que desplazarse hasta Cartagena donde se hallaba el buque, con ella realizó varios cruceros en misión de corso por el Mediterráneo, hasta el 8 de noviembre de 1823 por cumplir el plazo de mando quedando cesado, siéndole entregado pasaporte para incorporarse al Arsenal de Cádiz.

Estuvo en éste Arsenal con destino en tierra hasta recibir la orden del 25 de junio de 1824, pasando al Arsenal de Ferrol, para ello embarcó de transporte en la fragata Casilda desembarcando para presentarse a sus superiores, quienes en la misma visita le otorgaron el mando de la Lealtad, quedando incorporado a la división del capitán de navío don Melitón Pérez del Camino, zarpando el 26 con rumbo a la Habana. A su arribada a éste puerto quedó incorporado a la división del brigadier Laborde, quien le dio la orden de zarpar en corso para evitar los ataques de los insurgentes a la isla. Mantuvo varios combates y por un tiempo dejó libres las aguas de enemigos. Al terminar uno de ellos arribó al puerto de Santiago de Cuba, donde se le ordenó trasbordar como segundo a la fragata Casilda, para ello arribó a la Habana en abril de 1826, el 23 de mayo seguido se le otorgó el mando de la misma.

Recibiendo la orden de mantenerse en aguas del seno mejicano, regresó a la Habana y en septiembre se hizo a la mar con la división de don Ángel Laborde, al alcanzar la salida del canal se separó por tener órdenes de viajar al Sur de la isla, este cambio de rumbo le evitó sufrir el temporal padecido por la división que dio al traste con todos los buques por quedar desarbolados. Siendo inmediatamente quien acudió al bloqueo de Cayo Hueso, donde se encontraba escondida la división insurgente del comodoro Poters, al ir reparándose los buques y estos acudir a reforzarlo, el bloqueado viendo la persistencia no tuvo más remedio que vender sus buques y salir como un civil más del puerto en el que él solito se había metido.

Siguió con su buque vigilando los accesos Norte y Sur de la isla, hasta el 2 de abril de 1828, por serle otorgado el mando de la fragata Iberia, regresando a la misma comisión. El 1 de julio siguiente abordo su fragata el brigadier Laborde, para zarpar inmediatamente a cubrir la llegada de la Restauración proveniente de la bahía de Cádiz, por venir dando escolta a un convoy cargado con tropas, estableciendo la zona de contacto entre los cabos de Corrientes y San Antonio, al avistar el convoy se sumó a la escolta arribando a la Habana sin novedad el 13 de agosto. A su vez se le encomendó dar protección a un convoy de buques cargados de mercancías con rumbo a Cádiz, zarpando del puerto de la Habana el 1 de noviembre, arribando a la bahía el 1 de diciembre seguido. Se le dio un merecido descanso de embarque, pero no dejó de prestar sus servicios en tierra, hasta el 25 de julio de 1829 por serle otorgado el mando de la fragata Perla, para realizar comisiones por varios puertos del Mediterráneo, entre ellos los de Barcelona y Mallorca.

Recibió la Real orden del 6 de noviembre consecutivo siendo ascendido al grado de capitán de navío. Es de hacer notar la desidia que sufrió la Armada, pues don Joaquín Bocalan había permanecido entre graduado y efectivo algo más de trece años como capitán de fragata, y se puede ver por su trabajo se merecía algo más, pues prácticamente no descansó en tierra solo lo necesario y los buenos servicios prestados, siempre con inmejorables resultados. El 24 de enero de 1830 arribó a la bahía de Cádiz con su fragata, recibiendo orden de desembarcar y pasar a la Corte. Permaneció un corto periodo de tiempo en ella, pasando a Cádiz para embarcar por haber sido destinado el 28 de junio al apostadero de la Habana, allí las cosas estaban más tranquilas siendo algo más relajado el trabajo, permaneció en su destino hasta recibir la Real orden del 27 de julio de 1833 de regresar a la Península.

Al poco de llegar recibió la Real orden del 28 de noviembre siguiente, otorgándole el mando de la fragata Lealtad, pero no pudo cumplirla porque en esas fechas el buque se perdió por naufragio en la entrada del puerto de Santander. Por Real orden del 23 de enero de 1834 se le otorga el mando del navío Soberano, tomando posesión en el Arsenal de Ferrol, zarpando con rumbo a Cádiz y esperar a ser rearmado para quedar alistado, al terminar el trabajo se dió a la vela dando escolta a un convoy con rumbo a la Habana, donde arribó el 1 de junio seguido. Como era el más antiguo de sus compañeros, cuando alguno de grado superior tenía que abandonar la isla, siempre era nombrado interino en el mando, así no le faltaba trabajo. Realizó una sola navegación a Santiago de Cuba en comisión reservada, regresando a la Habana.

Recibió pasado el tiempo la Real orden de trasladarse con su buque a Ferrol, arribando el 2 de abril de 1838, quedando destinado en el Arsenal por desarme del navío. Recibió una Real orden del 21 de noviembre seguido notificándole su asenso al grado de brigadier. Con la misma se le destinaba al arsenal de Cádiz, pero no hizo nada más que llegar y ya tenía la licencia para viajar a la Villa y Corte, donde se le entregó la Real orden de octubre de 1840 nombrándole vocal de la Junta del Almirantazgo.

Eran tiempos revueltos en política y siempre pagaban los mismos, por ello se le entregó la Real orden del 2 de abril de 1841, destinándole como segundo Comandante del apostadero en las islas Filipinas, se trasladó a Cádiz y embarcó de transporte en la fragata mercante Vascongada, arribando a la bahía de Manila el 18 de marzo de 1842. Ni buques de guerra había para reforzar aquellas islas. El 15 de enero de 1843 zarpó a bordo de la cañonera Isabel II, para pasar una revista de todos los apostaderos y puntos de encuentro de las fuerzas navales destinadas en las islas, regresando a Manila el 23 de agosto. Hubo una reforma de la organización militar de las islas Filipinas, recibiendo la Real orden del 13 de noviembre siguiente nombrándoles Comandante del apostadero de Manila.

El 25 de abril de 1844 se presentaron en la costa de Zambales unos piratas moros, ordenando preparar inmediatamente las falúas y zarpar tras ellos, no pudieron darles alcance a causa de un efecto meteorológico inexplicable, pues estaban muy cerca de ellos a punto de darles caza, cuando de pronto se levantó una tempestad que afecto solo a los españoles, en la cual casi perecen todos, salvándose por la pericia marinera de Bocalan, pues siguieron al pie de la letra sus instrucciones, el resto de oficiales y dotaciones pudieron desembarcar en una playa cercana cuando las falúas ya no resistían más el envite de las olas; pero todo esto en nada afecto a los moros a pesar de estar muy cerca.

Recibió la Real orden del 8 de diciembre debiendo regresar a la bahía de Cádiz, en cuanto se lo permitieron las circunstancias embarcó de trasporte arribando el 26 de julio de 1845. Por quedar vacante la Comandancia General del Arsenal de La Carraca, por Real orden del 22 de septiembre de 1846 se le nombro interinamente su Comandante, encontrándose en este destino recibió la Real orden del 4 de diciembre seguido, comunicándole su ascenso al grado de jefe de escuadra y entregándole en propiedad la Comandancia anterior. Al siguiente año por Real orden del 20 de septiembre, fue nombrado segundo jefe del Departamento marítimo de Cádiz y un tiempo después, se le añadió la Comandancia de los Tercios Navales de Poniente.

La Serenísima Infanta doña Luisa Fernanda se encontraba de visita en la ciudad de Sevilla, para ello se desplazó a presentar los respetos de la capitanía marítima, estando presente en el levantamiento en la ciudad del 13 de mayo de 1848, los cuales cortó de raíz al tomar el mando de las fuerzas de la ciudad, no pasando a mayores el problema por ello fue felicitado por S. M., doña Isabel II.

Falleció el Capitán General del Departamento el teniente general don José María Chacón, entregándole el mando interinamente hasta la llegada del nombrado en propiedad, recayendo en el del mismo grado don José Primo de Rivera.

Los años y los pocos descansos comenzaban a pasar factura, sintiéndose mal pidió una licencia y su retirada del servicio, S. M. a pesar de sentir separase de una persona tan digna, decidida y valiente, con fecha del 14 de agosto de 1849 le concedió el retiro. Pero hay circunstancias que no le permiten a un militar tomarse licencia, por ello al ser nombrado en enero de 1851 Ministro del ramo el general don José María Bustillo, quien se encontraba de Comandante del Departamento, se le encomendó hacerse cargo interinamente a Bocalan por ser el más antiguo, permaneciendo en él hasta la llegada del general don Casimiro Vigodet, quien lo nombró su segundo Jefe. De esta forma tan sencilla volvía a estar en activo.

Y como agradecimiento de la Reina por esa vuelta al servicio, por Real orden del 30 de diciembre de 1852, lo nombró capitán general del Departamento Marítimo de Cartagena. Por Real orden del 13 de octubre de 1853 quedó relevado de su cargo y destino, porque doña Isabel II quería tenerlo por su experiencia más cerca, así firmó la Real orden del 10 de enero de 1854 nombrándolo Vocal de la Junta Consultiva de la Armada.

Pero la valía impide a veces la comodidad, así por Real orden del 3 de enero de 1855 se le nombra de nuevo capitán general del Departamento Marítimo de Cartagena, permaneciendo en él hasta sufrir un nuevo achaque, cesando el 9 de mayo de 1856, poniéndose en camino a Cádiz, donde permaneció un corto tiempo, pasando poco después a Ferrol donde fijó su residencia.

Por una Real orden del 24 de noviembre de 1858 se le notificó su ascenso al grado de teniente general. Y por otra del 29 de diciembre se le considera exento de todo servicio. Continuó en la ciudad de Ferrol hasta producirse su fallecimiento el 17 de mayo de 1866, cuando contaba con ochenta y tres años de edad, de ellos casi sesenta y seis de inolvidables servicios a España.

Entre otras condecoraciones y la ya mencionada Diadema Real de Marina, estaba en posesión de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel La Católica y en 1863, se le concedió la pensión de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 8, 1910, página 1.238.

Fernández Duro, Cesáreo.: Naufragios de la Armada Española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López. Madrid, 1867.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid 1873.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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