Romero y Fernandez de Landa, Jose Joaquin Biografia
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Biografía de don José Joaquín Romero y Fernández de Landa
Teniente general de la Real Armada Española.
Ingeniero General de Marina.
Caballero profeso de la Militar Orden de Santiago.
Orígenes
Vino al mundo este futuro gran ingeniero naval, el día 27 de mayo del año de 1735, en la población de Galaroza en la provincia de Huelva situada, en la Sierra Norte eje principal de las Sierras de Aracena y formando parte de Sierra Morena, puede ser considerado como la continuación meridional de la Sierra de Cotos.
Fueron sus padres don Gaspar Romero, capitán de caballos y comisario de guerra, y de su esposa, doña Mayor Fernández de Landa y Muñoz.
Hoja de Servicios
En el año de 1752, se incorpora como cadete en el regimiento de Dragones de Edimburgo, en el que realiza sus primeros estudios estando acuartelado en la población de Arcos.
Pasando a sentar plaza de guardiamarina, en la Compañía del Departamento de Cádiz, el día 21 de agosto del año de 1754. Expediente N.º 705.
En el año de 1756 participó en tres certámenes públicos, en los que debatió sobre los temas: el análisis, cálculo diferencial, geometría sublime, mecánica y navegación teórica y práctica.
Saliendo de ella con las mejores notas, el día 4 de diciembre del año de 1757, con los galones de alférez de fragata.
Su primer embarco lo realizó en el navío Fernando, abordándolo el día 19 de noviembre del año de 1756 y desembarcando el 2 de agosto de 1758, navegó con la escuadra de instrucción al mando del jefe de escuadra don Joaquín Manuel de Villena, por el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, siempre en la misión de cruzar estos mares, como protección de los buques provenientes de los virreinatos americanos.
Por orden superior el día 11 de febrero del año de 1759 embarcó en el navío Conquistador, zarpando de la bahía de Cádiz con rumbo a Ferrol por haber sido destinado a este Departamento, donde arribó el día 8 de abril siguiente.
Se le ordenó embarcar en la fragata Liebre, con la que zarpó para un crucero sobre el cabo de Finisterre, a su regreso, recibió la orden de trasbordar al navío Glorioso, zarpando con rumbo a Cádiz, al arribar el buque quedó incorporado a la escuadra del general don Andrés Reggio, con la que realizó varios cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente, regresando del último en el mes de agosto, a su vez la escuadra quedó incorporada al mando del Marqués de la Victoria, formando parte de la que navegó a Nápoles para trasladar a Barcelona a la familia Real de don Carlos III, terminada la comisión regresó a la bahía el día 17 de marzo del año de 1760, quedando desembarcado por orden superior.
El día 18 siguiente embarcó en el navío Conquistador, con el que no llegó a salir, recibiendo la orden de trasbordar al Asía el día 19 de mayo, volviendo a recibir la orden de trasbordar a la fragata Venganza el día 22 de octubre continuo, pasando a desembarcar solo tres días después el 25 por orden superior, de nuevo se le ordenó embarcar en el navío Asía el día 18 de noviembre, con el que zarpó llevando pertrechos al puerto de Cartagena, donde fueron desembarcados, regresando a la bahía de Cádiz.
Encontrándose en el Departamento de Cádiz, se le entregó al Real orden del día 13 de julio del año de 1760, con su ascenso al grado de alférez de navío.
Recibió la orden de trasbordar al navío África el día 1 de mayo del año de 1761, realizando un tornaviaje a las islas Canarias, pasando a desembarcar el día 27 de agosto siguiente, pero no habiendo puesto el pie en tierra le fue entregada otra orden de embarco, por lo que el mismo bote lo traslado para embarcar en el navío Fénix, permaneciendo hasta recibir la orden de trasbordar del día 28 de noviembre a la fragata Venus, en la que estuvo hasta el día 16 de enero del año de 1762, por recibir la orden de trasbordar a la fragata Septentrión, en la que permaneció hasta el día 2 de febrero siguiente, por haberse declarado la guerra al Reino Unido, recibiendo la orden de pasar a Ferrol por tierra.
El día 5 de mayo siguiente embarcó en la fragata Soledad, con la que salió comisionado a realizar cruceros por la costa cantábrica, en una de sus arribadas se le ordenó trasbordar al navío Diligente, que pertenecía a la escuadra del Conde de Vega Florida, la cual realizó un crucero por el canal de la Mancha, regresando de él a finales de año al ser firmada la paz, por lo que quedó desembarcado en Ferrol.
Al quedar sin destino y aún en el mismo año, se le designa Ayudante mayor interino de las Brigadas de la Artillería de Marina.
Pidió una licencia para asuntos personales y pasar a la Corte, la cual le fue concedida, al presentarse de nuevo, se le había destinado al Departamento de Cartagena como Ayudante de la Mayoría General del mismo.
Por orden superior del día 8 de febrero del año de 1765, embarcó en al chambequín Aventurero, del que casi sin pisar cubierta pasó al navío Poderoso, para zarpar con rumbo a Ferrol, desviándose previamente a realizar una comisión en las islas Terceras, arribando a Ferrol el día 7 de octubre continuo.
Se le dio la orden del día 1 de noviembre siguiente, por la que era destinado al astillero de Guarnizo en la provincia de Santander, con la intención de que por su trayectoria, pudiera ampliar sus conocimientos en la construcción naval, a cuyo cargo y director de éste astillero se encontraba el ingeniero francés don Francisco Gautier.
Por Real orden del día 17 de septiembre del año de 1767, se le asciende al grado de teniente de fragata, su principal misión en el astillero, era la de verificar que las maderas se encontraban en buen estado y buscando las más adecuadas, para los distintos lugares de la construcción. En este mismo año se produjo un descontento de la maestranza que impedía continuar los trabajos, recibiendo la orden de devolver la paz, para ello se le dio el mando de la infantería de marina y lo consiguió sin pegar un tiro.
El día 24 de febrero del año de 1768, se produjo una alarma, para ello el capitán de navío don Pedro Castejón necesitaba tener lista al menos una fragata, así que se le encargó que alistara lo antes posible a la Santa Teresa, lo que consiguió en menos de 24 horas. El buque se encontraba en desarme, así que hubo que arbolarlo y embarcar toda la artillería, trabajo nada desdeñable conseguirlo en ese tiempo.
En sus ratos libres, dibujo por piezas la construcción de un navío de 80 cañones y una fragata de 20, lo que presentado a su jefe el ingeniero francés Gautier le dio su V.º B.º y éste los envío al Baylío Frey don Julián de Arriaga, a la sazón Intendente General de la Real Armada, quien le remitió una carta de gratitud e invitándole a proseguir por ese camino muy necesario para el bien de España.
Al terminar la construcción de los seis navíos contratados en Guarnizo y cuatro fragatas, embarcó el día 24 de septiembre de 1768 en la fragata Gertrudis de transporte para desembarcar en el Departamento de Ferrol, recibiendo el capitán general del Departamento la orden de S. M. para que prosiguiera sus estudios ahora sobre el sistema inglés, siendo el Rey tan claro, que en sus instrucciones ordenaba que nada se le escondiera y todo se le enseñara incluidos los gálibos, planos y cualquier noticia que hubiera sido aplicada a los bajeles por ingenieros españoles, lo que a su vez no se escapó de ser elegido como Ayudante del Jefe de escuadra e Instructor General de arsenales, el Excmo. señor don Pedro Castejón, quien bien se encargó de que se cumpliera la orden de S. M. encargándose personalmente que nadie le pusiera traba alguna.
Por Real orden del día 17 de enero del año de 1771, se le asciende al grado de capitán de fragata é ingeniero segundo de Marina.
En el año de 1773, fue elegido por el Inspector General don Pedro Castejón como persona de plena confianza y conocimientos, propuesta que fue aceptada por el Intendente General, pues se debía de pasar una profunda inspección, para que el nuevo reglamente de Arsenales se pusiera en práctica, para ello y ya implantado en Ferrol, embarcaron de transporte en el navío San Francisco de Paula realizando el viaje a la bahía de Cádiz, donde se dieron las órdenes oportunas y esperando un tiempo para comprobar que se iban implantando, al verlo todo en práctica embarcaron de igual forma en el navío San Rafael que los transportó a Cartagena, realizando el mismo cometido dándose por terminada en el mes de julio del año de 1774, quedando destinado como Comandante de ingenieros en el Departamento de Cartagena.
Por Real orden del día 17 de febrero del año de 1776, se le asciende al grado de capitán de navío é ingeniero en Jefe de Marina.
En el año de 1777, viendo los muchos abusos que se estaban cometiendo en la Maestranza de Ferrol, se le encargó personarse en dicho Arsenal para esclarecer el problema con todos los poderes necesarios al caso por otorgados por Real cédula firmada por el Rey, sin ninguna traba a su ejercicio pudo controlar en poco tiempo lo que estaba ocurriendo, que en definitiva no era otra cosa, que el hurto de materiales para la construcción de los buques, siendo vendidos a su vez por los trabajadores por la falta de cobro, siendo utilizado el "beneficio" para mantenimiento de sus familias y ellos mismos.
Por Real orden del día 19 de julio del año de 1781, se le asciende al grado de brigadier. Por Real orden del día 13 de marzo del año de 1782, se le otorga el título de ingeniero Director de Marina.
Permaneció en su puesto, hasta el día 20 de abril del año de 1783, en el que se le autorizó una licencia para solventar problemas personales. Al terminar el plazo de la licencia y de paso que debía de llegar a Ferrol, se acercó a la Corte, donde expuso a S. M. la importancia que tendría para el buen servicio, que el Ingeniero General estuviera cerca de la Corte para informar personalmente al Rey de los inconvenientes encontrados en Ferrol, como el corte por exceso o defecto, encareciendo el coste final con un sobre gasto innecesario, por gravar en si un doble gasto al ser reemplazadas por las nuevas piezas pero exactas, causando a su vez el retraso en la terminación de los bajeles, así como facilitar el conocimiento a los jóvenes ingenieros de primera mano, si fueran destinados a los mismos Departamentos para realizar sus prácticas.
En el año de 1784, encontrándose en la Corte, S. M. le pidió realizara allí mismo los planos de un navío de 74 cañones, que hasta ese momento no se habían construido en España, se aplicó inmediatamente al proyecto y en pocos meses lo tuvo terminado, presentado a S. M. lo aprobó y no solo eso, sino que fue destinado como Director de construcción en el Arsenal de Cartagena, donde se iba a realizar el proyecto bajo su supervisión, se terminó al ser botado el día 22 de enero del año de 1785 el navío San Ildelfonso, que una vez arbolado y dotado, comenzó sus pruebas de mar, demostrando que su sistema era muy superior a los utilizados hasta ese momento, pues fue comparado con los mejores de ellos en la Armada, pero a todos les gano en ceñida y en vientos largos superándolos en velocidad, siendo además muy estable y manteniendo en toda condición de mar siempre su primera batería fuera del agua.
Así mismo y rebajando las medidas, pero basándose en las de la construcción del navío, se boto la fragata Soledad, del porte de 34 cañones; todos los cálculos para esta reforma fueron realizados por él, por lo que acababa de nacer un nuevo tipo de buque, con muchas y mejores condiciones de navegabilidad, que se mantenían con menor escora, lo que dejaba su batería baja mucho más libre para hacer fuego, además de ser más obedientes al timón, en cualquier fuerza de viento y mar.
Al mismo tiempo y basándose en sus medidas, se realizó el agrandamiento de estas, de las cuales fue el encargado de hacer de nuevo los cálculos, construyéndose en el Arsenal de Ferrol, el navío de tres baterías, que daría lugar al igual que sus compañeros más pequeños, a la construcción de una serie, siendo el primero el Santa Ana, con el porte de 112 cañones. Por Real orden se estableció que a partir de ese instante todos los buques de estos portes mencionados deberían utilizar los gálibos de los planos de estos cabezas de serie.
Con todo esto su salud empeoró y pidió licencia para recuperase, siéndole concedida, pero encontrándose tan mal, volvió a demandar el retiro, ante esto S. M. se negó, complaciéndole solo en convertir la licencia en ilimitada, razón por la que se trasladó a su casa en la población de Villalva de Alcor en las proximidades de de la ciudad de Sevilla, donde llegó en febrero del año de 1785.
Por todos estos merecimientos, y encontrándose en su casa se le entregó la Real orden del día 28 de enero del año de 1786, por la que era ascendido al título de Ingeniero General de Marina.
Pero en el mes de agosto del año de 1787, se traslado a Madrid, por recibir una Real orden. Hay que decir que de los 31 meses que supuestamente estuvo con licencia, no dejó de atender en ningún momento cartas demandando información, entre ellas la realización de tres planos (uno para cada Departamento) con el detalle de la construcción de un navío de 64 cañones, que al ser botados y probados, salieron muy parecidos al primero de 74, implantándose estos de obligado cumplimiento.
Por Real orden del día 13 de agosto del año de 1787, se le fijó la residencia en la Corte (como él había pedido), pero se le mantuvo con el sueldo igual que lo estaba en los Departamentos.
A pesar de sus achaques no perdió su vigor y fuerza de carácter ante las adversidades como siempre. Por la llegada al trono del nuevo Rey don Carlos IV se produjo una promoción general, aunque a don José Joaquín no le llegó, pero sí en cambio pasó en el escalafón de ocupar por antigüedad el cuarto puesto de brigadier a un puesto mucho más bajo, apercibido de ello presentó la consiguiente reclamación, que le fue reconocida y colocado de nuevo en su lugar. Pero no conforme el Rey firmó la Real orden fechada el día 14 de enero del año de 1789, con su ascenso al grado de jefe de escuadra.
La escasez de maderas en la península, le obligó a presentar una « memoria » el día 8 de julio del año de 1789, en la que se describía la cantidad de madera y sus noblezas, para el aprovechamiento en la construcción naval, por existir en la isla de Cuba árboles suficientes, indicando al mismo tiempo por donde debía de trasladarse la madera para su embarque y posterior transporte a la península.
Al serle entregada a S. M. ordenó que salieran dos expediciones el día 6 de noviembre del propio año, para que fuera inspeccionada la zona marcada y los puertos, siendo conforme, se le confirmó al Rey de su existencia y era todo practicable, dando incluso el número de metros cúbicos que eran posibles extraer de la zona calculado su volumen en cinco millones de codos cúbicos.
Por Real orden del día 16 de febrero del año de 1790, fue comisionado para verificar y dejar las instrucciones en los tres Departamentos Marítimos, con las ordenanzas para unificar los criterios de todos los servicios del ramo de los ingenieros navales, por la escasez de la Real Hacienda, así como realizar las obras necesarias para alcanzar el buen fin del ahorro, comenzando por el Departamento de Cádiz.
Estando en su trabajo se produjo la orden del armamento de una escuadra puesta al mando del marqués del Socorro, pensando que era una buena ocasión para verificar sobre el terreno las aplicaciones recomendadas elevó petición a S. M. para que le permitiera embarcar, de nuevo el Rey pensó que era más importante que prosiguiera en su comisión inicial y le negó la propuesta, así se dedicó a terminar con ella lo que consiguió el día 26 de octubre del año de 1791.
Por Real orden del día 29 de agosto del año de 1792, pasó a examinar los expedientes de fábrica, para proponer lo que pensase que sería más rentable para la buena marcha de la Real Armada, de nuevo al terminar elevó una « memoria » que entregó a S. M. el día 5 de diciembre siguiente.
Se produjo un armamento de veinte navíos y sus fragatas en el mes de enero del año de 1793, aprovechó la ocasión para volver a pedir el permiso de embarque, pero de nuevo S. M. le respondió: « quedaba muy satisfecho de sus deseos y le destinaría a la mayor utilidad de su servicio. » una forma muy correcta de volverle a negar el embarque.
Respondió a una consulta que le efectuó don Joaquín Gutiérrez de Rubalcava, en representación de la Junta formada por orden de S. M., para dictar una nueva ordenanza sobre montes del reino, a ello respondió con un largo memorial, de cómo efectuar las podas y el descortezo de los árboles silvestres, extendiéndose largamente en estos particulares, para su mejor entendimiento por profanos.
Por Real orden del día 13 de marzo del año de 1795, S. M. lo comisionó al Departamento de Ferrol con particularidades dichas en persona por ser secretas, para que de nuevo pudiera tranquilizar a la Maestranza que se había sublevado, logró apaciguar los ánimos y de paso organizó el Arsenal, al terminar embarcó de transporte en el navío San Vicente con rumbo al Cádiz, pasando revista al Arsenal, encontrándose en ello le fue entregada la Real orden del día 29 de diciembre siguiente, para que urgentemente se personase en la Corte, a donde en presencia del Monarca expuso sus memorias y lo ocurrido en ambos en Arsenales, recibiendo las Gracias Reales por sus servicios.
Por Real orden del día 5 de septiembre del año de 1795, se le ascendió al grado de teniente general.
Según nos cuenta Paula: « En sus funciones de ingeniero General, inventó planos para la fabricación de bajeles de todos los tamaños y fuerza, observando en ellos sus capacidades, centros, palancas de esfuerzo y resistencias del fluido, cuyas noticias adquiridas a espensas de un vivo estudio en las arquitecturas navales de Inglaterra y Francia, le suministraron bastantes máximas para formar cierta combinación que gradúo de sistema original y decidido, el cual apoyó en dar á los bajeles no más que el preciso largo, disminuirle el puntal de costumbre y aumentar la manga en cantidad muy esencial y sensible para poder sin riesgo afinar los fondos. »
Por sus desvelos y prolijo trabajo se construyeron los siguientes buques: Santa Ana, Mejicano, Conde de Regla, Real Carlos, Salvador del Mundo, Reina Luisa, Príncipe de Asturias y San Hermenegildo todos ellos de tres baterías y 112 cañones iníciales.
Los San Ildefonso, San Telmo, Intrépido, Infante Don Pelayo, Conquistador, San Francisco de Paula, Europa y Monarca de dos baterías y 74 cañones.
Los San Fulgencio, San Leandro y San Pedro Alcántara, de dos baterías y 64 cañones.
Más las fragatas, Soledad, Perla, Mahonesa, Preciosa, etc. etc.
En el terreno de los arsenales, bajo su dirección y con arreglo a sus planos, se ejecuta la sexta grada ya con sillares, y el edificio para las dos fábricas en el Departamento de Cádiz y un tercer dique en el Arsenal de Ferrol.
Puede decirse con muy poco porcentaje de cálculo de error, que con don José Romero y Fernández de Landa, la construcción naval española en madera, alcanzó sus más altas cotas y sus mejores resultados, lo que significó posicionarla al nivel de los países más avanzados de la época, e incluso ser en algunos aspectos superiores.
Escribió un «Tratado de leyes penales para la maestranza», por indicación de una Real orden.
Falleció en la capital de España, Madrid el día 5 de agosto del año de 1807, con setenta años de edad, y cincuenta y cinco de excelentes servicios a España.
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