Tejada y Suarez de Lara, Felix Ignacio de Biografia

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Biografía de don Félix Ignacio de Tejada y Suárez de Lara



 Retrato al oleo de don Félix Ignacio de Tejada y Suárez de Lara. XIII Capitán General de la Real Armada. Caballero de la Real y Militar Orden de Santiago. Comendador de Villafranca en la misma Orden. Consejero del Supremo de Guerra. Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III. Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Gentil-Hombre de Cámara con entrada y llave de S. M. don Carlos IV.
Félix Ignacio de Tejada y Suárez de Lara.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


XIII Capitán General de la Real Armada.

Caballero de la Real y Militar Orden de Santiago. 1777 signatura 8.101.

Comendador de Villafranca en la misma Orden.

Consejero del Supremo de Guerra.

Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Gentil-Hombre de Cámara con entrada y llave de S. M. don Carlos IV.

Orígenes

Vino al mundo en la población de Arévalo en 1735. Fueron sus padres don Lorenzo de Tejada y Porras. Señor de Santa Cruz de Rodezno, Andino y Andinillo y doña Josefa Suárez de Lara y Melgosa.

Hoja de Servicios

Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía Departamento de Cádiz el 7 de abril de 1753. Expediente N.º 693.

Al aprobar los exámenes teóricos se le ordenó embarcar, siendo en buques destinados al corso para combatir a las regencias norteafricanas, con ellos realizó varios cruceros, al regreso de uno de ellos se le ordenó desembarcar y pasar el examen de las prácticas, siendo ascendido el día 4 de diciembre 1757 a alférez de fragata.

Continuó por orden superior en las mismas comisiones de corso, navegando sobre todo por el Mediterráneo, cruzando el Estrecho en varias ocasiones para vigilar la parte Atlántica de las mismas costas, al regresar de uno de sus cruceros, se le entregó la Real orden del día 13 de julio del año 1760, con su ascenso al grado de alférez de navío.

Igualmente continuó embarcado en diferentes buques, solo que en esta ocasión cruzó el océano, arribando a los puertos de Tierra Firme, Nueva España y la Habana, siendo alternados con alguno a las islas Canarias, en comisión de transporte de tropas y pertrechos de guerra.

En el año 1764, estando embarcado en el jabeque Cuervo, fue encargado de pegar fuego aun pingüe argelino de 22 cañones, refugiado bajo los mismos muros de Tetuán, logrando abordarle y destruirle, a pesar del fuego que desde el castillo y el buque se le hacía.

Mandando la goleta San José, en el año de 1765, coadyuvó a rendir una escampavía tunecina, así como otra argelina a la que devolvió la libertad a la presa que llevaba, siendo una barca catalana.

Encontrándose en el Arsenal de Cádiz, le fue entregada la Real orden del día 15 de enero del año 1766, con su ascenso a teniente de fragata, siéndole otorgado el mando de la goleta Brillante, y llevando a sus órdenes a las San Francisco, San Antonio y San Carlos, continuando en los cruceros por las costas norteafricanas, estando en unos de ellos un día divisaron una vela, navegando de vuelta encontrada advirtieron era un jabeque argelino del porte de 6 cañones, entablando combate al llegar al tiro de cañón, tras duro enfrentamiento el enemigo fue apresado.

Se encontraba en el Departamento de Cádiz, cuando le fue entregada la Real orden del día 15 de junio del año 1769, siendo ascendido al grado de teniente de navío

La tarde del 30 de noviembre de 1771, cuando estaba preparado para levar anclas del puerto de Cádiz, al mando del capitán de navío don Manuel Pérez de Alderete, marqués de Casinas con el navío Castilla más las urcas Peregrina y San Antonio para llevar azogues a Veracruz, se desató de improviso un furioso temporal del norte, y a las doce de la noche por la fuerza de éste se zafaron los ocho cables, siendo arrastrado el navío hasta el bajo de los Hornos donde encalló. Su comandante y su segundo se encontraban en tierra realizando los últimos preparativos para zarpar, impidiéndoles abordar el buque antes del suceso por la gran mar existente, por ello el único oficial a bordo era el teniente de navío Tejada quien salvó por sus disposiciones a toda la tripulación y la carga embarcada.

Al mediodía del 1º de diciembre se acercó la lancha de una fragata con la que se pudo salvar a la tripulación, después de repetidos viajes que duraron hasta las doce de esa noche. Durante todo el mes de diciembre continuó el mal tiempo y el Castilla se iba desmenuzando, se consiguió rescatar de sus bodegas 885 zurrones de grana, 100 de cacao, 5 cajones de vainilla y 8.860 planchas de cobre, además de la artillería y pertrechos. Todos estos efectos y la plata que aún no se había embarcado en el navío, fue transportada a la Habana en los navíos mercantes San Nicolás y Begoña, fletados por el marqués de Casinas, mientras el batallón de infantería de Flandes lo hizo en las urcas San Carlos y San Juan.

Regresó a la península y en agradecimiento de S. M. por el buen trabajo realizado con la pérdida del buque anterior, recibió la Real orden del día 21 de abril del año de 1774, siendo ascendido al grado de capitán de fragata, todo quedó demostrado en el Consejo de Guerra que se instruyó contra su comandante, quien en todo momento defendió el buen hacer del oficial a sus órdenes.

Hizo la campaña de Argel del año 1775, como segundo comandante del navío San Rafael, distinguiéndose en el ataque que dicho buque llevó a cabo en unión del navío Diligente, contra el castillo del río Xarache, tomando parte muy activa en la protección del obligado reembarco de las tropas.

Al regresar al arsenal de Cartagena, tomó el mando del jabeque Gamo, como insignia de la división formada además por los Pilar, San Luis y Garzota, más otros cuatro pequeños menorquines, más las fragatas Carmen y Lucía, con ellos comenzó unos nuevos cruceros sobre las regencias norteafricanas en las aguas del Mediterráneo, pero nunca estuvieron todos juntos, solo permanecía el insignia, el resto se fueron relevando entre ellos.

Entre los combates se sabe el mantenido entre los días 30 de noviembre y hasta el 2 de diciembre, en el que tras duro enfrentamiento se logró rendir a dos jabeques argelinos de 24 y 26 cañones, y un paquebote portugués, presa de aquéllos que fue dado al fuego por sus mismos tripulantes frente al cabo de Tres Forque; destruyó las baterías que los moros habían montado para hostilizar desde tierra la plaza de Melilla, y represó una fragata mercante barcelonesa, apresada unos días antes y llevada a la protección del fortaleza de Argel, de donde a pesar de todo lo que le tiraban logró recuperarla y ponerla a salvo.

Por todos estos buenos servicios S. M. le firmó la Real orden del día 17 de febrero del año 1776, por la que era asciendo al grado de capitán de navío. Y no conforme el Rey por el gran valor de algunas presas, le concedió por Real cédula la encomienda de Villafranca de la Orden de Santiago, de la que ya era caballero profeso.

En el año 1778 tomó el mando del navío Fénix y después el del San Genaro, ambos de la escuadra del teniente general don Luis de Córdova, quien en unión de la francesa del conde de D’Orvilliers operó en el canal de la Mancha, apresando al navío Arden, de 74 cañones, más otros buques menores y dos pequeños convoyes.

Sobre esta expedición nos dice Paula y Pavía: «Desde los tiempos de la Invencible no habían surcado los mares flota tan formidable; y rara vez, se había hallado menos dispuesta aquella potencia para resistirla. La escuadra inglesa del almirante Hardy apenas contaba con 38 navíos; las tropas eran muy pocas, las plazas marítimas en muy mal estado, y el pueblo inglés se encontraba dividido por intestinas discordias; todo, pues, incitaba á la empresa; sin embargo, por extraño que parezca, nuestros valientes marinos tuvieron que renunciar á ella, bien a su pesar; la opinión del almirante francés llegó á sobreponerse á la de D. Luis de Córdova, y ambas escuadras se limitaron á cruzar en la embocadura del canal de la Mancha en espectativa de la inglesa…»

Al regresar con la escuadra a Cádiz, se le destino al apostadero de Algeciras, donde se le entregó la Real orden del día 19 de junio del año 1781, con su ascenso al grado de brigadier, siendo incorporado sin dejar el mando de su navío a las fuerzas participantes en el gran bloquearon Gibraltar, tomando parte el día 13 de septiembre del año 1782 en el bombardeo llevado a efecto por las famosas baterías flotantes, hasta que estas comenzaron a arder por efecto de las ‹balas rojas› que utilizaron los defensores, volcándose con todos su botes y lanchas para tratar de evitar un mayor desastre.

Así mismo participó con su navío en el combate del día 20 de octubre siguiente, contra la escuadra del almirante británico Howe, la cual no se pudo evitar por los vientos contrarios para los españoles, pero beneficiaron a los británicos facilitándoles entrar con su convoy de apoyo a la roca, pero a su salida habiendo rolado el viento, sí que pudo don Luis de Córdoba entablar combate conocido por el del Cabo Espartel, en el que se puso de manifiesto la mayor velocidad de los buques británicos por llevar sus cascos forrados de cobre, lo que le aseguró al británico guardar siempre las distancias y cuando la superioridad de la escuadra española se le echaban encima, decidiendo virar y alejarse sin poder ser molestados.

Pero los británicos reconocieron y admiraron: «…el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias.» El combate tuvo una duración de cinco largas horas.

Por Real orden del día 3 de marzo del año 1783, se le asciende al grado de jefe de escuadra, viéndose obligado a desembarcar por ser nombrado inspector general de la Marina en Madrid, y como tal, consejero del Supremo de Guerra.

Pasó una inspección por los Arsenales y los partes que dio permitieron llevar a cabo grandes reformas que aumentaron la eficacia de la Armada, pues acabada la última guerra estaban faltos de muchos recursos necesarios que, por su buen hacer y puesto en conocimiento de sus jefes, se fueron acopiando de nuevo.

Por Real orden del día 14 de enero del año 1789, se le asciende al grado de teniente general, tomando el mando en el mismo año de la escuadra de evoluciones operando en el Mediterráneo, eligiendo como su buque insignia al navío San Telmo, siendo quien zarpó con su escuadra para llevar la noticia de la muerte del rey don Carlos III y la entronización del nuevo rey su hijo don Carlos IV al reino de Nápoles.

Pasó posteriormente al puerto de Liorna, donde dio la noticia a la gran duquesa de Toscana, hermana de don Carlos IV, quien muy contenta quiso embarcar en los diferente buques, para ello se tuvieron que preparar cámaras y convites, quedando la gran duquesa muy satisfecha del estado de los bajeles. A su regresó se le pidió hiciera una relación de los gastos de representación ocasionados por las visitas reales para serle abonados, pero don Félix Ignacio se negó a ello. Aunque por pasar a desarme toda la escuadra, el agradecimiento demostrado consistió en dejarlo desembarcado y sin mando.

Continuó en el mando como Inspector General de Arsenales y Consejero nato del Supremo de Guerra, al poco tiempo y enterado don Carlos IV de la negativa a cobrar tan suntuoso gasto, le nombró Gentil-Hombre de Cámara con entrada y llave.

Por una modificación en la Dirección General de la Armada en el año 1796, la Inspección que estaba al mando de don Félix fue absorbida por la Dirección, en compensación S. M. por Real orden del día 3 de enero del mismo año le nombró capitán general del Departamento de Ferrol.

Estando al frente del Departamento, éste sufrió el intento de invasión en el año 1800 por los británicos, dándose el caso que él se encontraba en la Villa y Corte, por haber sido llamado por S. M., pero los que quedaron tomaron tan acertadas decisiones, que dieron por resultado devolver a los enemigos a sus buques, quienes a pesar de su mayor fuerza tuvieron que huir por pensar eran las fuerzas españolas muy superiores, pero en realidad eran una cuarta parte de ellos, por ello solo estuvieron algo más de 36 horas en tierra sufriendo graves pérdidas y por las prisas en abordar sus buques abandonaron su artillería de sitio.

Por el enlace del Príncipe de Asturias con la Princesa de Nápoles, el gobierno acordó entregar unas gracias reales, en el caso a don Félix se le concedió la Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III. Muy apreciada condecoración en aquellos momentos.

Al sobrevenir el alzamiento nacional del día 2 de mayo del año 1808 y dar comienzo la guerra de la Independencia, Tejada ante la penuria de medios donó 3.000 onzas de plata labrada de su propiedad, para atenciones de la Junta Suprema de Galicia.

La Junta Central al tener conocimiento del resto de las Juntas, le llegó el detalle de don Félix por ello y por toda una gran carrera naval militar intachable más la muestra de defensa de su Rey, le promovió a la más alta dignidad de la Real Armada, el título-grado de capitán general, por Real orden del día 3 de noviembre del año 1808, confiriéndole el cargo de director de la misma.

Como su cargo le obligaba se traslado a la ciudad de Sevilla y después, cuando el empuje de los franceses, obligó a toda la Junta Central a trasladarse a la isla de León, Cádiz, permaneciendo en este inexpugnable baluarte a pesar de los duros ataques de los franceses a dicha ciudad, pues antes tuvieron que retirarse los napoleónicos que poderla conquistar y al hacerlo regresó la Junta a la Villa y Corte.

En el año 1815 al activarse el Almirantazgo fue nombrado ministro, estando presidido por el Serenísimo Señor Infante don Antonio y poco después se le nombró decano y jefe de la jurisdicción de marina en la Corte y su término.

Al llegar el Rey, se instituyó la concesión de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, siendo uno de los primeros en recibirla, por cumplir todos los requisitos de su ordenanza, siéndole concedida en el grado de Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Continuó en su alto puesto, hasta su fallecimiento en Madrid el día 20 de febrero del año 1817 de muerte natural. Contaba con ochenta años de edad, de ellos sesenta y tres de excelentes y honrados servicios a España.

Bibliografía:

Cadenas y Vicent, Vicente de.: Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo XVIII. Ediciones Hidalguía. Madrid, 1977 — 1996. 9 Vol.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el Contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

González de Canales, Fernando. Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Terrón Ponce. José L.: El Gran Ataque a Gibraltar de 1782 (Análisis militar, político y diplomático). Ministerio de Defensa. Madrid, 2000. Premio Ejército 1999.

Válgoma y Finestrat, Dalmiro de la. Barón de Válgoma.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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