Pareja y Rodriguez de Septien, Jose Manuel Biografia
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José Manuel Pareja y Rodríguez de Septien Biografía
Teniente general de la Real Armada Española.
Caballero Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª clase.
Cruz de caballero de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.
Ministro de Marina.
Senador del Reino.
Orígenes
Nació en Lima capital del virreinato del Perú el 8 de febrero de 1813, siendo sus padres don Antonio Pareja y doña Josefa Rodríguez de Septiem.
Hoja de Servicios
En 1824 se refundieron las tres compañías de Guardiamarinas en un Colegio, el cual debía de establecerse en la población de Puerto Real, pero se decidió trasladarlo a La Carraca, a pesar de ser un establecimiento de la Armada no se pudo poner en marcha. En 1828 se suprimió el Colegio y se dio libertad de enseñanza aplicando la Constitución de 1812, por ello ya no era necesario ser hijodalgo ni pasar las pruebas de limpieza de sangre, al estar preparado se pasaba un examen presidido por una Junta de Jefes de la Armada, quienes al dar el Vº Bº se producía el ingreso en la Corporación. No era fácil superarlo, porque en los exámenes las exigencias eran las justas y conformes a los requerimientos de la profesión, fue una época muy dura pues ante la libertad de estudio los jueces de las pruebas eran implacables en su aplicación, no perdonando ningún error por nimio que fuera.
Pasando de esta forma veintiún años en los cuales no hubo academia, ni colegio, ni compañía de guardiamarinas, siendo libre la preparación de todos los aspirantes, viviendo en «casas de confianza» e ingresando al aprobar el examen de la Junta de Jefes, hasta llegar a 1845 cuando por fin se abrió la Escuela Naval Militar en San Carlos. Por esta razón no hay expedientes de estos años.
Siendo admitido el 5 de noviembre de 1827.
Pasó embarcado al navío Soberano, realizando unas singladuras, al regresar trasbordó al bergantín Relámpago, zarpando el 14 de mayo de 1828 en un tornaviaje a las islas Filipinas, fondeando a su regreso el 19 de junio de 1829 en Ferrol, donde quedó incorporado a la división del jefe de escuadra don José Sartorio, pasando con ella a la bahía de Cádiz, trasbordando a la fragata Perla, siendo comisionado al Mediterráneo y un tornaviaje a las islas Afortunadas, entrado 1830 trasbordó al bergantín Realista, zarpando rumbo a Mahón realizando desde aquí cruceros sobre las aguas de Valencia y Cataluña, en vigilancia de los movimientos de la escuadra francesa sobre Argel.
En 1831 trasbordó a la fragata Perla, comisionada por las necesidades como buque escuela, zarpando de la bahía de Cádiz navegando por el Mediterráneo, tocando en los puertos de las islas Baleares, Barcelona y Cartagena, fondeando de regreso en la bahía de partida entrado en 1832.
Trasbordó al navío Guerrero, zarpando en el mes de enero con rumbo a Vigo, por haber cubierto el tiempo de embarque se le ordenó pasar a Ferrol, donde se le examinó según reglamento, siendo ascendido el 16 de noviembre de 1833 a alférez de navío.
Regresó a Vigo embarcando en la fragata Lealtad, de 50 bocas de fuego, participando en los primeros combates contra las fuerzas carlistas, cruzando hasta Santander de donde zarpó el 3 de enero de 1834, con rumbo a Ferrol, al encontrarse sobre cabo Ortegal le sorprendió una calma y en la noche del 4 se levantaron unos vientos de fuerte temporal del O., viendo el mal cariz y haber recibido varios golpes de mar muy violentos, pues uno de ellos le destrozó la aleta arrastrando al mar dos botes arrancados de sus pescantes, decidieron en junta regresar al puerto de salida, arribaron a la boca el 10, por el estado de la mar no había práctico, por ello fondearon en la playa del Sardinero con dos anclas, pero faltaron los cables, en prevención se calaron las gavias y embocaron la entrada, arribando hasta donde el viento les dejó, lanzando dos anclas más y un anclote, la mar seguía dura, razón por la que garraron las anclas, se pudieron acercar unas barcas del puerto y embarcaron setenta hombres, roló el viento al SE. dándose la orden de picar los cables y mantenerse a la vela para impedir fuera arrastrada contra las rocas, en estas condiciones se mantuvo el 11, cuando el viento roló de nuevo del O., rifándose por la violencia del cambio todas las velas disponible menos una, aún así intentaron entrar en el puerto y esta vez se consiguió, inmediatamente acudieron varias barcas con anclas y cables siendo afirmada de nuevo, pero otra vez en la noche del 13 el viento roló del S., siendo aconchada la fragata sobre la costa sin salvación posible, don José Pareja logro alcanzar a nado la playa juntos a varios compañeros.
Llegado a Ferrol embarcó de transporte en el navío Soberano, arribando a la bahía de Cádiz donde desembarcó por ser destinado como Ayudante al arsenal de La Carraca.
A principios de 1835 se le ordenó embarcar en el bergantín Jasón, regresando a Ferrol siendo incorporado el buque a las acciones navales de bloqueo de las costas del Cantábrico.
En 1836 fue designado Ayudante del brigadier segundo Jefe, siéndole entregado el mando de la trincadura Valdés, el 10 de febrero participo en la salida de las fuerzas de guarnición de San Sebastián y en varias ocasiones aprovisionó con gran peligro el fuerte de Guetaria, estando bajo el fuego de la artillería carlista, en una de las ocasiones dando escolta a siete barcas con pertrechos de boca y guerra con destino a éste fuerte, al encontrase cerca la reacción de los carlistas fue muy dura, por ello los bogantes de las lanchas levantaron los remos, él tomó a una a remolque y la introdujo, volvió a salir y repitió la operación, así con las siete. Por esta demostración de valor se le concedió la Cruz de la Marina de Diadema Real, siéndole entregado el mando de la trincadura Churruca.
El 5 de mayo de 1836 al mando de la Churruca, contribuyo con sus fuegos a la ruptura del frente de San Sebastián y posterior combate sobre Luchana, por efecto del cual se levantó el tercer sitio de Bilbao, fue tanto el valor derrochado que el Gobierno le concedió la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª clase, siéndole impuesta en el propio campo de batalla y por el general Espartero. Concedida el 24 de febrero del año 1837.
El 27 de mayo participó en la toma del puerto de Pasajes, por su valor demostrado en estas operaciones se le concedió la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª clase, siendo la segunda, y concedida el 27 de mayo de 1837, a su vez fue recomendado por sus jefes para ascender en cuanto hubieran vacantes, el Congreso Constituyente lo declaró benemérito de la Patria y se le entregó la Cruz de Distinción del Tercer Sitio.
El 3 de noviembre al mando del mismo buque, a pesar del fuego que recibía consigue desembarcar en la ciudad de Bilbao trescientos quintales de pólvora y gran cantidad de víveres, continuando en los combates y capitulación de las plazas de Irún, Fuenterrabía, Ondárroa y Deva.
Por Real orden del 1 de febrero de 1838 se le ascendió al grado de teniente de navío, siendo destinado con su buque a San Sebastián, participando en las operaciones sobre las poblaciones de Orrio y Zarauz, siéndole concedida la Cruz de Caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, sostuvo varios combates en el puerto de Santoña y la ría de Limpias, en apoyo de las tropas de doña Isabel II.
El 19 de abril se le otorgó el mando del pailebote Teresita, debiendo trasladarse al apostadero de la Habana, para ello se desplazó a la bahía de Cádiz zarpando con rumbo a la isla de Cuba, al arribar pasó al apostadero de Santiago de Cuba donde se encontraba el buque, tomando el mando el 11 de diciembre siguiente, permaneció en la isla durante el plazo preestablecido de tres años, cumpliendo en diferentes comisiones, sobre todo en la de guardacostas, realizando un viaje a Jamaica, regresó a la Habana el 16 de noviembre de 1842, regresando a la península vía Reino Unido.
Se presentó en la bahía de Cádiz el 22 de abril de 1843, siendo destinado al navío Soberano, encontrándose en armamento, en julio seguido se le concedió licencia pasando al Puerto de Santa María, poniéndose de parte de los alzados en el pronunciamiento contra el Regente Espartero, por ello paso a Sevilla donde se puso a las órdenes del teniente general don José Primo de Rivera, ambos llegaron a Algeciras y embarcó en la fragata Cortés, participando con el resto de las fuerzas navales a bloquear el puerto de Cádiz, hasta lograr su adhesión.
Por Real orden del 13 de agosto siguiente se le graduó de capitán de fragata, siéndole otorgado en propiedad el ascenso el 26 de enero de 1844, fue llamado a Madrid donde el general don Juan Bautista Topete le comisionó especialmente, por Real orden del 13 de julio seguido se le nombró Comandante de la segunda división del resguardo marítimo, con cabecera en Valencia, desde donde zarpaba en vigilancia de las aguas territoriales con rumbo a Alicante y Cartagena, el 1 de marzo de 1845 se le destinó como secretario de la Comandancia General del apostadero de la Habana, cruzando el océano de transporte en una fragata mercante por nombre Cristina, donde sustituyó al oficial de su mismo grado don Francisco de Paula y Pavía, permaneció el plazo preestablecido, entregando el mando al capitán de fragata don Juan de Dios Izquierdo, regresando a la bahía vía los Estados Unidos.
Por Real orden del 14 de abril de 1849 se le otorgó el mando del vapor Colón, realizando servicios por el Mediterráneo, tomando parte de la expedición a la península itálica, en socorro de los bienes terrenales del Santo Padre Pío IX, estando incorporado su buque a la división del general Bustillo. Por los servicios prestados, el Papa le concedió la encomienda de la Orden de San Gregorio y S. M. le concedió la Cruz de caballero de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.
Continuó al mando de su vapor recibiendo la orden de pasar con su buque al apostadero de la Habana, donde se incorporó el 7 de septiembre de 1850, el 25 de abril de 1851, se encontraba de patrulla sobre el cabo de San Antonio y Punta del Cajón, situado en la costa norte, cuando por culpa de una fuerte corriente lo desvió del rumbo no dando tiempo a reaccionar varando, aprovechó la pleamar para salir de la varada regresando a la Habana, se le formó consejo de guerra como era pertinente, del cual salió con total absolución y tan reconocida, pues fue confirmado en el mando de su buque continuando con sus cruceros por la costa norte.
Por Real orden del 7 de noviembre de 1851 fue ascendido al grado de capitán de navío, por Real orden del 2 de marzo de 1852 se le nombró mayor general del apostadero. Por necesidades del servicio sin pérdida de su destino, tomó el mando el 18 de junio de 1853 de la fragata Esperanza, realizando una comisión sobre los Colorados, regresando y entregando el mando el 6 de agosto, retomando el puesto de su destino, permaneciendo hasta el 25 de enero de 1855, embarcando poco después para regresar a la bahía de Cádiz. Se le entregó la Real orden del 17 de mayo siguiente, siendo nombrado Comandante subinspector del Arsenal de Ferrol.
Permaneciendo en su destino hasta recibir la Real orden del 4 de marzo de 1857, por serle otorgado el mando del navío Reina doña Isabel II, por la misma, fue ascendido al grado de brigadier. Se realizó al contrario de lo habitual, por ser un mandato de S. M. pues sentía un gran aprecio por las veces que la había defendido y quiso de esta forma algo extraña agradecérselo, lo cual llamó más la atención de todos sus compañeros. De hecho, pidió la Reina un informe del estado para conocer de primera mano cómo había quedado el apostadero a su marcha, siendo tan favorable que por Real orden se le dieron las Reales gracias.
Zarpó con su navío el 12 de mayo de la bahía de Cádiz, formando una división transportando tropas con destino a la isla de Cuba, arribando el 25 de junio siguiente a la Habana. Al llegar al Ministerio el general Bustillo, realizó varios cambios, entre ellos por Real decreto del 11 de noviembre siguiente lo nombró Director de armamentos en el Ministerio de Marina, entregó el mando de su navío para poder viajar a Madrid.
En 1858 acompañó al Ministro don José María de Quesada, formando parte de la comisión que pasó junto a S. M. en su visita a los puertos de Gijón, Ferrol, Coruña, pasando después a Cádiz y Alicante, regresando con la Corte a Madrid.
En 1859 con el Ministro don José Mac Crohon, pasó revista a los Departamentos de Cádiz, Cartagena y Ferrol.
Por sus esmerados trabajos en toda la campaña naval de la guerra de África, S. M. le concedió por Real decreto del 19 de junio de 1860 la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, al salir de nuevo S. M. de viaje a las islas Baleares, acompañó al Ministro señor marqués de la Sierra Bullones, en comitiva de doña Isabel II, regresando desde Barcelona a Madrid.
Por Real decreto del 4 de enero de 1861 cesó en la Dirección de armamentos, recibiendo de nuevo las Reales gracias, siendo nombrado en el mes de marzo siguiente comandante General del Arsenal de La Carraca, recibió los elogios del capitán general del Departamento, y en el mes de octubre de 1862, fue la Reina quien visitó el Arsenal, permaneció hasta ser nombrado el 23 de marzo de 1863 Director de armamentos, expediciones y pertrechos, pero no pudo aceptarlo por habérsele concedido licencia para restablecer su salud.
Por Real orden del 22 de agosto siguiente se le ascendió al grado de jefe de escuadra, pocos días después se le nombró Comandante General del Arsenal de La Carraca.
El 1 de marzo de 1864 fue nombrado Ministro de Marina, en el gabinete presidido por el señor Mon, permaneciendo hasta el 16 de septiembre siguiente, S. M. de nuevo le quiso agradecer sus desvelos, nombrándolo Senador del Reino.
El 22 de octubre de 1864, se le nombró comandante general de la escuadra del Pacífico, tomando el mando en el fondeadero de las islas Chinchas, arbolando su insignia en la fragata de hélice de primera clase Villa de Madrid, de 50 cañones, el 7 de diciembre siguiente.
Se le revistió del carácter de enviado extraordinario y ministro Plenipotenciario cerca de la república del Perú.
Firmó el tratado Vivanco-Pareja, en el que se devolvían las islas Chinchas a la república de Perú, mediante la indemnización de guerra de 3.000.000 de pesos fuertes, ésta protocolaria acción se llevo a cabo a bordo de la fragata Villa de Madrid, en la bahía del Callao el 27 de enero de 1865.
El Gobierno aprobó dicho tratado ratificando su buen hacer, siéndole demostrado al firmar S. M. la Real orden del 26 de abril concediéndole el ascenso al grado de teniente general.
Pocos días después de la firma del tratado ocurrió en el Callao un episodio desafortunado; un grupo de exaltados peruanos, atacó a unos marineros españoles francos de servicio, pudieron escapar casi todos, pero el cabo don Esteban Fradera Bohigas fue acorralado, en la refriega saltándole un ojo de un pedrada, el cual lo termino de arrojar al suelo al cortárselo él mismo, siendo después asesinado, aunque antes de caer mortalmente herido, había matado a tres y hiriendo a otros cuatro, sólo armado con su navaja reglamentaría entonces en la marinería de la época.
El general Pareja pidió las debidas explicaciones, siéndole dadas por el gobierno del Perú, castigando a los culpables y dando una indemnización de 6.000 pesos fuertes a los familiares del cabo Fradera.
Habiendo surgido dificultades que impedían el carboneo de los buques españoles en los puertos de Chile, el ministro de España, el señor Tavira arregló la cuestión de una manera que el general Pareja opinó, estaba en contra del decoro y del honor de España.
Puesto en conocimiento del Gobierno, éste destituyó a Tavira y nombró al general Pareja como Plenipotenciario también en Chile.
Al llegar a sus manos las credenciales fue a carbonear al puerto de Caldera, dejando dos buques en el puerto del Callao, al mando del capitán de navío don Casto Méndez Núñez; la goleta Covadonga se hallaba en esos instantes en el puerto de Cabija.
Todos los buques del mando inmediato del general fueron llegando a Valparaíso; el buque insignia lo realizó el mismo día que en Chile se celebraba la fiesta de la independencia.
Las fragatas Blanca y Berenguela, quedaron en el puerto de Caldera para bloquearlo, esperando las gestiones diplomáticas del general Pareja'.
Al tener éstas resultado negativo, se declaró el bloqueo de los puertos de Chile, continuando el 26 de noviembre, día en que tuvo lugar el combate del Papudo en el cual la goleta Covadonga, fue apresada por la corbeta chilena Esmeralda, pero con la treta ya conocida de arbolar bandera británica, pues de lo contrario, la goleta con mucho menos calado se hubiera escurrido, de la persecución del buque enemigo, pero así la cogió desprevenida y confiada, todo sucedió en aguas de Pichidangue, a cincuenta millas de Valparaíso.
Al general Pareja le comunicó el desenlace el cónsul de los Estados Unidos el 28 de noviembre, al recibir la noticia no se inmutó ante el diplomático sajón, le despidió con afabilidad; se pregunta si se habrá perdido también la Vencedora; se retira a su cámara. Come. Se fuma un cigarro. Vuelve a su alojamiento. Suena un disparo de revólver, se turba la tranquilidad de la cubierta. Nadie pudo suponer nada dado su cerebral mutismo de la decisión tomada. El general se ha suicidado. En un mueble de su camareta, una nota de una definitoria parquedad dirigida a su secretario: «Perico: te estoy agradecido, abraza en mi nombre a toda la familia cuando la veas. No me entierren en aguas chilenas. Que se porten todos con honor.» Como es lógico se respetó su malograda insignia y en la fragata Villa de Madrid el buque más marinero de todos, aquel del cual su comandante Alvargonzález dijo, ‹para ser perfecta le sobraba la máquina›, el general Pareja realizó su última travesía.
El luctuoso hecho sucedió frente a Valparaíso a bordo de la fragata Villa de Madrid el 30 de noviembre de 1865. Cumpliendo su último deseo dos millas mar a dentro de las aguas territoriales de Chile se procedió a dar sepultura a su cuerpo, envuelto en marineras velas y con férreas balas de cañón como lastre a sus pies, con tan solo una guardia y descarga de honor. Un español más enterrado en el Pacífico como otros muchos a los largo de la Historia. En el pensamiento de la mayoría, tanto de entonces como ahora, se piensa llevó demasiado lejos su pundonor y sentido del honor.
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