Garcia Navarro y de Torres, Jose Maria Biografia
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José María García Navarro y de Torres Biografía
Capitán de navío de la Real Armada Española.
Orígenes
Vino al mundo en Sevilla en 1762, fueron sus padres don José Antonio García Navarro y Fernández de Seijas y doña Josefa de Torres y la Vega.
Hoja de Servicios
Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 27 de octubre de 1780. Expediente N.º 1.650.
Fue ascendido el 21 de octubre de 1782 a alférez de fragata.
Se le ordenó embarcar en el navío Santísima Trinidad, buque insignia del general don Luis de Córdova, participando en la segunda campaña del Canal de la Mancha.
Posteriormente pasó a tomar parte en el bloqueo de Gibraltar y en el bombardeo efectuado el 13 de septiembre de 1782 con las famosas y tristes baterías flotantes, no obteniéndose ningún éxito.
Participó en el combate del Cabo Espartel, contra la escuadra británica al mando del almirante Howe, el 20 de octubre seguido, en el cual por llevar sus obras vivas forradas de cobre, pudieron mantenerse durante las cinco horas de duración del enfrentamiento, fuera del alcance de la artillería de la española al mando de don Luis de Córdova.
Al regreso de la escuadra a la bahía de Cádiz, recibió la orden del 20 de diciembre siguiente de embarcar en la fragata Santa Bárbara, zarpando con rumbo a Montevideo, al arribar se le ordenó trasbordar el 1 de julio de 1783 a la Venus, regresando a la bahía de Cádiz donde fondeó el 30 de julio de 1784.
Por orden del 20 de septiembre de 1787 embarcó en el fragata Santa Bibiana zarpando con rumbo a la Habana, encontrándose aquí le fue entrega la Real orden del 7 de junio de 1788 notificándole su ascenso al grado de alférez de navío, por orden del 15 de julio siguiente trasbordó al navío Real Carlos, para el 15 de agosto continuo pasar al San Pedro, el 20 de octubre recibió la orden de trasbordar a la goleta Magdalena, permaneciendo hasta el 1 de enero de 1789 por recibir la orden de pasar al bergantín Trucha, trasbordó a la fragata Mercedes por orden del 1 de abril, zarpando rumbo a San Juan de Puerto Rico y la isla de Santo Domingo, regresando a la Habana, donde por orden del 1 de enero de 1790 trasbordó a la urca Regla regresando a Ferrol, al desembarcar recibió la orden de pasar a su Departamento de Cádiz, para ello embarcó de transporte en la fragata Santa Elena.
Por Real orden del 1 de marzo de 1791 se le ascendió al grado de teniente de fragata, continuando en su buque. El 27 de septiembre siguiente trasbordó a la fragata Santa Catalina, destinada a combatir a las regencias norteafricanas cruzando sobre sus costas, arribó a la bahía de Cádiz el 20 de diciembre continuo, recibiendo la orden de pasar a su Departamento de destino, embarcó de transporte en la fragata Santa Elena, arribando a Ferrol y desembarcando el 6 de enero de 1792.
Fue destinado a los Batallones de Infantería de Marina, permaneciendo hasta recibir la orden del 15 de enero de 1793, por la que debía pasar a la Habana, para ello embarcó de transporte en la urca Librada, al arribar se le ordenó embarcar en el bergantín San Antonio, zarpando en comisión de guardacostas, en una de sus singladuras avistaron a una goleta francesa que llevaba presa la fragata mercante española Begoña, entablaron combate consiguiendo represar a la mercante, no pudiendo dar caza a la enemiga por forzar de vela y como más ligera se alejó rápidamente, regresando a la Habana con el buque rescatado.
Zarparon de nuevo con rumbo a La Florida, por saber que varios buques franceses navegan impidiendo el tráfico mercante español, al arribar a la isla Amalia en sus costas, vieron enarbolada la bandera francesa, comenzaron a batir sus posiciones para poco después llevar a cabo un desembarco, con ello lograron desalojar a los enemigos allí instalados, regresando a la Habana.
Por orden del 31 de junio de 1795 se le ordenó transbordar al navío San Eugenio, zarpando con rumbo a Guarico y Bahiaja, encontrándose allí fondeados se le dio la orden del 10 de abril de 1796, para trasbordar al navío Asía, regresando a la Habana, estando en esta ciudad se le entregó la Real orden del 21 de agosto siguiente, notificándole su ascenso al grado de teniente de navío.
Continuo en su destino hasta recibir la orden del 1 de agosto de 1797 de embarcar en la fragata Juno, zarpando en comisión de vigilancia del seno mejicano, participando en varios combate contra corsario británicos, entre ellos los que dieron como resultado el apresamiento de la corbeta de guerra Rosela y el bergantín Trio, regresando a la Habana donde se le dio la orden de desembarcar, siendo destinado a diferentes servicios del Apostadero, hasta septiembre de 1804, por recibir la orden de regresar a la península, para ello embarcó de transporte en la corbeta Mosca arribando y desembarcando en Ferrol el 17 de octubre siguiente.
El 28 de noviembre seguido se le otorgó el mando del cañonero N.º 6, perteneciente al apostadero de La Graña, permaneciendo a su mando hasta el 15 de mayo de 1805, por recibir la orden de embarcar en la fragata Flora, el buque a la llegada de la escuadra combinada franco-española quedó incorporado, zarpando al mando del almirante Villeneuve, fondeando en la bahía de Cádiz el 20 de agosto siguiente.
Encontrándose en la bahía, recibió la orden del 13 de septiembre de trasbordar al navío San Justo, perteneciente a la escuadra del general don Federico Gravina, unida a la francesa del almirante Villeneuve, por ello zarpó el 20 de octubre siguiente participando en el combate naval del cabo de Trafalgar el 21 de octubre de 1805, siendo su buque uno de los que pudo regresar a la bahía Cádiz el 22.
Por la promoción general para dar las gracias a todos los participantes en el combate anterior, el rey don Carlos IV firmó la Real orden del 9 de noviembre siguiente, siendo ascendido al grado de capitán de fragata.
Por Real orden del 7 de febrero de 1806, fue destinado al Departamento de Cádiz, al producirse el alzamiento nacional del 2 de mayo de 1808, por la casi inexistencia de buques, la Junta ordenó reforzar con los batallones de Infantería de Marina el ejército al mando del general Castaños, le cupo el honor de ser nombrado ayudante de Campo del brigadier don Pedro Grimarest, combatiendo el 19 de julio en el memorable combate de Bailen, siendo la primera vez que fueron vencidas las tropas napoleónica en toda Europa, pasando posteriormente al combate de Santa Cruz de la Zarza y el siguiente 4 de junio de 1809 al producido en la población de Valdepeñas.
Se le destinó a la población de Écija como comandante de armas de ella, puesto en el que permaneció hasta la llegada de los napoleónicos, obligándole a abandonar la población acompañado a sus tropas, refugiándose en la isla de León el 4 de enero de 1810, pasando por orden de la Junta del 6 siguiente como comandante de la batería de artillería que daba protección a la máquina, encontrándose en este destino se le entregó la Real orden del 24 de mayo de 1811, con su ascenso al grado de capitán de navío, continuando en su puesto hasta el 16 de octubre de 1812.
Por orden firmada por la Regencia el 22 de noviembre de 1812 se le entregó el mando de un nuevo batallón de marina, con destino a Montevideo, donde participó en casi todos los combates que tuvieron lugar en aquellas tierras, hasta verse obligados a rendir la plaza siendo hecho prisionero.
Como buen oficial prisionero de guerra su deber era escapar, por ello consiguió fugarse de su prisión y alcanzar las tierras del virreinato de Nueva España, al llegar se presentó al Virrey, pasando a formar parte de las tropas que defendían el territorio contra los insurgentes.
Participó muy activamente en cuantos combates hubieron en su zona, al ser vencidas las tropas españolas se retiró a Jalapa, donde fue capturado junto a muchos de sus hombres, a él se le dio la oportunidad de salvar su vida, con la condición de reconocer al Gobierno nombrado por los insurrectos, pero rechazó la oferta y al tomar esta decisión fue sentenciado a muerte.
Siendo fusilado en la ciudad de Méjico a finales de 1822, cuando contaba con sesenta años de edad, de ellos cuarenta y dos de ejemplares servicios.
Uno más de los muchos que prefirieron la muerte a renegar de su patria, decisión nada complicada para los cabecillas defensores de la independencia de los virreinatos, a ellos no les resulto tan dolorosa, pues estaban llevados por su medro personal envuelto en la famosa palabra -Libertad-.
Bibliografía:
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