Barcelona combate contra franceses 1655

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En 1654 una escuadra francesa al mando Mr. Paúl compuesta por veinticinco navíos y otros muchos buques transportado un ejército de siete mil infantes y ciento cincuenta caballos, zarpó de Tolón el 5 de octubre con rumbo a Cerdeña y Faviniana, donde al llegar cometieron varios saqueos, contando con que el pueblo se alzaría en contra de los españoles, pero al atacar Guisa y oír el pueblo que Mr. Paúl se proclamaba como nuevo Virrey se lanzaron contra ellos, razón por lo que salieron al campo las tropas españolas al mando de Carlo de la Gatta y el marqués de Torrecuso, quienes los pusieron en franca huída, tanto que por las prisas encalló un navío del porte de 40 cañones y cinco tartanas en la playa, donde las galeras al mando del cuatralbo don Fernando Carrillo las espoloneó de forma que se fueron al fondo.
En 1654 una escuadra francesa al mando Mr. Paúl compuesta por veinticinco navíos y otros muchos buques transportado un ejército de siete mil infantes y ciento cincuenta caballos, zarpó de Tolón el 5 de octubre con rumbo a Cerdeña y Faviniana, donde al llegar cometieron varios saqueos, contando con que el pueblo se alzaría en contra de los españoles, pero al atacar Guisa y oír el pueblo que Mr. Paúl se proclamaba como nuevo Virrey se lanzaron contra ellos, razón por lo que salieron al campo las tropas españolas al mando de Carlo de la Gatta y el marqués de Torrecuso, quienes los pusieron en franca huída, tanto que por las prisas encalló un navío del porte de 40 cañones y cinco tartanas en la playa, donde las galeras al mando del cuatralbo don Fernando Carrillo las espoloneó de forma que se fueron al fondo.
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Al suceder esto pensaron que lo próximo a atacar sería la ciudad de Barcelona, por ello entrado 1655 se llamó para pasar al Mediterráneo las escuadras que se encontraban en Pasajes en total trece buques, al mando del duque de Veragua y de don Melchor de la Cueva, doblando el cabo de San Vicente, cruzando el Estrecho arribaron a la Ciudad Condal sobre mayo, donde fondearon y descansaron, al poco tiempo llegó la escuadra de galeras de Nápoles uniéndose a la escuadra.
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Al suceder esto pensaron que lo próximo a atacar sería la ciudad de Barcelona, por ello entrado 1655 se llamó para pasar al Mediterráneo las escuadras que se encontraban en Pasajes en total trece buques, al mando del '''duque de Veragua''' y de don '''Melchor de la Cueva''', doblando el cabo de San Vicente, cruzando el Estrecho arribaron a la Ciudad Condal sobre mayo, donde fondearon y descansaron, al poco tiempo llegó la escuadra de galeras de Nápoles uniéndose a la escuadra.
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No se equivocaron pues mediado el verano se presentó la escuadra francesa al mando de Vendôme compuesta por diecisiete buques y cuatro brulotes, mientras la española contaba con seis galeones, seis navíos de Masebradi, cuatro fragatas de Dunkerque al mando de don Luis Fernández de Córdoba, experto navegante de la Carrera de Indias, quien al tener el aviso de la presencia enemiga zarparon, al amanecer del 29 de septiembre se avistaron las escuadras.
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No se equivocaron pues mediado el verano se presentó la escuadra francesa al mando de Vendôme compuesta por diecisiete buques y cuatro brulotes, mientras la española contaba con seis galeones, seis navíos de '''Masebradi''', cuatro fragatas de Dunkerque al mando de don '''Luis Fernández de Córdoba''', experto navegante de la Carrera de Indias, quien al tener el aviso de la presencia enemiga zarparon, al amanecer del 29 de septiembre se avistaron las escuadras.
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La francesa mantenía barlovento, aprovechándose para atacar la vanguardia española, logrando cortar cinco buques siendo las fragatas de Córdova, a las cuales maltrató, pero su defensa fue tal que al final no se sabe quién hizo más daño a quien, por otra parte, quedó desarbolado el galeón '''''San Martín''''' y parcialmente la capitana de Dunkerque, viéndolos los enemigos casi inmóviles les lanzaron dos brulotes, pero sabido los botes estaban en la mar logrando desviarlos perdiéndose consumidos por su propio fuego, se hizo de noche y las escuadras se separaron, pero al día siguiente 30 no se divisó a la francesa, dando la orden a la española de regresar al puerto de Barcelona, de donde salieron seis galeras de las escuadras del marqués de Bayona, don Flores Dávila y Joanetín Doria para continuar la vigilancia, mientras los participantes en el combate se dedicaron a reparar las averías.
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La francesa mantenía barlovento, aprovechándose para atacar la vanguardia española, logrando cortar cinco buques siendo las fragatas de '''Córdova''', a las cuales maltrató, pero su defensa fue tal que al final no se sabe quién hizo más daño a quien, por otra parte, quedó desarbolado el galeón '''''San Martín''''' y parcialmente la capitana de Dunkerque, viéndolos los enemigos casi inmóviles les lanzaron dos brulotes, pero sabido, los botes estaban en la mar logrando desviarlos perdiéndose consumidos por su propio fuego, se hizo de noche y las escuadras se separaron, pero al día siguiente 30 no se divisó a la francesa, dando la orden a la española de regresar al puerto de Barcelona, de donde salieron seis galeras de las escuadras del marqués de Bayona, don '''Flores Dávila''' y '''Joanetín Doria''' para continuar la vigilancia, mientras los participantes en el combate se dedicaron a reparar las averías.
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El 1 de octubre se volvieron a encontrar, el almirante francés efectuó el mismo ataque, razón por la que solo cinco de los españoles entraron en combate, pero con la excepcional situación que la capitana de Dunkerque se encontró sola contra seis enemigos, a pesar de su mayor número no intentaron en ningún momento abordarla, al igual que el combate anterior le lanzaron un brulote, corriendo la misma suerte que sus compañeros, pero en ese momento el viento calmó, pasando inmediatamente las galeras a remolcar a los galeones a los puntos más débiles y reforzarlos, pero visto esto por el almirante Vendôme decidió virar y regresar a Tolón a pasar la invernada.
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El 1 de octubre se volvieron a encontrar, el almirante francés efectuó el mismo ataque, razón por la que sólo cinco de los españoles entraron en combate, pero con la excepcional situación que la capitana de Dunkerque se encontró sola contra seis enemigos, a pesar de su mayor número no intentaron en ningún momento abordarla, al igual que el combate anterior le lanzaron un brulote, corriendo la misma suerte que sus compañeros, pero en ese momento el viento calmó, pasando inmediatamente las galeras a remolcar a los galeones a los puntos más débiles y reforzarlos, pero visto esto por el almirante Vendôme decidió virar y regresar a Tolón a pasar la invernada.
Cuando se le terminaban sus armas "secretas", los brulotes y no habían conseguido la victoria, utilizaban la guerra galana, o sea, se retiraban a esperar mejor momento, para volver a intentarlo. Esta forma de combatir sólo demostraba su poca hombría.
Cuando se le terminaban sus armas "secretas", los brulotes y no habían conseguido la victoria, utilizaban la guerra galana, o sea, se retiraban a esperar mejor momento, para volver a intentarlo. Esta forma de combatir sólo demostraba su poca hombría.

Revisión de 11:39 3 feb 2019


1655 Combate entre franceses y españoles en aguas de Barcelona



En 1654 una escuadra francesa al mando Mr. Paúl compuesta por veinticinco navíos y otros muchos buques transportado un ejército de siete mil infantes y ciento cincuenta caballos, zarpó de Tolón el 5 de octubre con rumbo a Cerdeña y Faviniana, donde al llegar cometieron varios saqueos, contando con que el pueblo se alzaría en contra de los españoles, pero al atacar Guisa y oír el pueblo que Mr. Paúl se proclamaba como nuevo Virrey se lanzaron contra ellos, razón por lo que salieron al campo las tropas españolas al mando de Carlo de la Gatta y el marqués de Torrecuso, quienes los pusieron en franca huída, tanto que por las prisas encalló un navío del porte de 40 cañones y cinco tartanas en la playa, donde las galeras al mando del cuatralbo don Fernando Carrillo las espoloneó de forma que se fueron al fondo.

Al suceder esto pensaron que lo próximo a atacar sería la ciudad de Barcelona, por ello entrado 1655 se llamó para pasar al Mediterráneo las escuadras que se encontraban en Pasajes en total trece buques, al mando del duque de Veragua y de don Melchor de la Cueva, doblando el cabo de San Vicente, cruzando el Estrecho arribaron a la Ciudad Condal sobre mayo, donde fondearon y descansaron, al poco tiempo llegó la escuadra de galeras de Nápoles uniéndose a la escuadra.

No se equivocaron pues mediado el verano se presentó la escuadra francesa al mando de Vendôme compuesta por diecisiete buques y cuatro brulotes, mientras la española contaba con seis galeones, seis navíos de Masebradi, cuatro fragatas de Dunkerque al mando de don Luis Fernández de Córdoba, experto navegante de la Carrera de Indias, quien al tener el aviso de la presencia enemiga zarparon, al amanecer del 29 de septiembre se avistaron las escuadras.

La francesa mantenía barlovento, aprovechándose para atacar la vanguardia española, logrando cortar cinco buques siendo las fragatas de Córdova, a las cuales maltrató, pero su defensa fue tal que al final no se sabe quién hizo más daño a quien, por otra parte, quedó desarbolado el galeón San Martín y parcialmente la capitana de Dunkerque, viéndolos los enemigos casi inmóviles les lanzaron dos brulotes, pero sabido, los botes estaban en la mar logrando desviarlos perdiéndose consumidos por su propio fuego, se hizo de noche y las escuadras se separaron, pero al día siguiente 30 no se divisó a la francesa, dando la orden a la española de regresar al puerto de Barcelona, de donde salieron seis galeras de las escuadras del marqués de Bayona, don Flores Dávila y Joanetín Doria para continuar la vigilancia, mientras los participantes en el combate se dedicaron a reparar las averías.

El 1 de octubre se volvieron a encontrar, el almirante francés efectuó el mismo ataque, razón por la que sólo cinco de los españoles entraron en combate, pero con la excepcional situación que la capitana de Dunkerque se encontró sola contra seis enemigos, a pesar de su mayor número no intentaron en ningún momento abordarla, al igual que el combate anterior le lanzaron un brulote, corriendo la misma suerte que sus compañeros, pero en ese momento el viento calmó, pasando inmediatamente las galeras a remolcar a los galeones a los puntos más débiles y reforzarlos, pero visto esto por el almirante Vendôme decidió virar y regresar a Tolón a pasar la invernada.

Cuando se le terminaban sus armas "secretas", los brulotes y no habían conseguido la victoria, utilizaban la guerra galana, o sea, se retiraban a esperar mejor momento, para volver a intentarlo. Esta forma de combatir sólo demostraba su poca hombría.

Bibliografía:

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895-1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

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