Cuetos y Castro, Olegario Miguel Maria Domingo Biografia

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Biografía de don Olegario Miguel María Domingo de los Cuetos y Castro


Capitán de navío de la Real Armada Española.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad de Ferrol el día seis de marzo del año de 1795.

Hoja de Servicios

Por tener buena amistad su padre, a la sazón teniente de navío don Miguel de los Cuetos y Torres, con el director de las Compañías de Guardiamarinas señor Agar, permitió su entrada teniendo tan sólo catorce años, sentando plaza de guardiamarina por Carta Orden del 1 de mayo de 1809, en la Compañía del Departamento de Cádiz, donde se encontraba su padre destinado.

Por estar ya en plena guerra de la Independencia los oficiales estaban poco tiempo en las clases teóricas, por lo que al pasar los primeros exámenes, fue destinado el 13 de febrero de 1810 y hasta el 13 del mes siguiente, permaneciendo destinado este tiempo en la artillería que defendía el Arsenal de la Carraca, de los continuos ataques de las tropas napoleónicas, con las se mantuvieron varios y encarnizados combates.

Por su arrojo en estos se le graduó de alférez de fragata el 30 de diciembre de 1810, pasando destinado a embarcarse primero en la fragata Venganza, con la que viajó hasta Ferrol, a su arribo recibió la orden de trasbordar a la Esmeralda, regresando con ella a la bahía de Cádiz el 11 de junio de 1811.

Como oficial subordinado estuvo viajando con ella por ser destinada a varias comisiones a diferentes países del Mediterráneo, regresó de unos de ellos el 24 de octubre, al desembarcar se le dio la orden de trasbordar al navío Asía, zarpando el 12 de noviembre cruzando el océano con destino al Apostadero de la Habana.

Al arribar prosiguió viaje a Veracruz, regresando a la Habana donde se le terminó de cargar los situados y aprovechando un buen día de viento, que se dio el 17 de mayo de 1813 zarpó con rumbo a la bahía de Cádiz arribando sin problemas, recibió la orden de trasbordar al navío Algeciras el 1 de agosto siguiente, en el que permaneció hasta el 1 de diciembre consecutivo, pidiendo y siéndole concedida una licencia el 14 de enero de 1814 por asuntos particulares.

Al finalizar el plazo de la licencia se incorporó el 19 de septiembre siguiente, recibiendo la orden de embarcarse en el navío San Pedro Alcántara, en el que permaneció hasta el 11 de enero de 1815, que por orden trasbordo a la goleta Patriota, con la que zarpó formando escuadra al mando de don Pascual Enrile el 17 de febrero siguiente, para dar escolta al convoy que transportaba al ejército del general Morillo, con rumbo a Tierra Firme.

El 20 de octubre se le entregó el mando de la balandra General Castaños del porte de 11 cañones, contribuyendo enérgicamente al bloqueo de Cartagena de Indias, combatiendo y ahuyentando a cuantos enemigo intentaban romperlo, en una ocasión se metió debajo de la fortaleza y capturó a un bergantín goleta, con cargamento de víveres para los sitiados, siendo incorporada a la Armada con el nombre de Churruca, pasado un tiempo se consiguió la rendición de la plaza.

El 24 de enero de 1816, por orden cedió el mando de la balandra y se le entregó el de la goleta Patriota, con la que continuó su trabajo de limpieza de aquellas aguas, recibiendo la Real Orden del 16 de abril por la que se le notificaba su ascenso a grado de alférez de navío, pero el duro trabajo después de casi dos años le hizo mella en su salud comenzando a sentirse mal, aquellas tierras siempre hacían pagar a veces muy caro el que fueran dominadas por los no nativos, por lo que enfermo se le exoneró del mando de la goleta el 12 de enero de 1818, a los pocos días embarcó de transporte en el bergantín Ligero, quien lo devolvió a la Península, arribando a la bahía de Cádiz el 19 de febrero seguido.

Durante su recuperación en parte la aprovechó para unirse a la causa del levantamiento de Cabezas de San Juan del general Riego, entre otros con Istúriz, siendo un ardoroso partidario de no perder la Libertad ganada por el pueblo español por la Constitución de 1812, redactada en la ciudad de Cádiz y aprobada el 19 de marzo, por lo que recibió el nombre de ‹La Pepa› contribuyendo económicamente a que se pudieran reunir tropas para obligar al Rey a jurarla, lo que se consiguió.

Recuperado de sus dolencias, curiosamente se le ordenó embarcar en el mismo bergantín, con el que zarpó de la bahía de Cádiz el 18 de julio siguiente, con rumbo a la Habana y Veracruz, donde fue cargado el buque con el situado, regresando a la bahía el 20 de febrero de 1819. Se volvió a preparar el buque y de nuevo zarpó el 28 de julio siguiente, en conserva de la fragata Sabina dando escolta a un convoy cargado con tropas para reforzar la Habana y desde aquí a Veracruz, arribando de nuevo a la bahía de Cádiz el 22 de octubre siguiente.

Por orden del 20 de enero de 1820 debe trasbordar al bergantín Sorpresa, pero no llegó casi ni a abordarlo, ya que tres días después se le ordena trasbordar a la fragata Perla, con la que retornó a la Península a su Arsenal de Cartagena, arribando el 20 de marzo siguiente.

El general Quiroga lo nombró como segundo comandante de la Mayoría General, por lo que el Rey firmó la Real Orden del 25 de noviembre del mismo año, por la que se le borraba de la lista de la Corporación y se le daba el pase al Ejército. Aquí intentó conseguir adictos a la Revolución, por estar ya en connivencia con la masonería, pero al parecer no le fue muy bien y se sintió abandonado.

Razón por la que solicitó el pase al Cuerpo General siéndole concedido, por Real Orden del 13 de agosto de 1821 y ascendido al grado de teniente de navío. El 1 de enero de 1822 se presentó en su anterior Departamento de Cádiz, permaneciendo al principio en situación de disponible, hasta que por orden del 30 de marzo sucesivo se le entregó el mando del bergantín Voluntario, zarpando el 13 de septiembre con rumbo al mar Mediterráneo, donde realizó un crucero que fue interrumpido por recibir la orden de pasar el Estrecho y dirigirse a Ferrol, arribando el 25 siguiente, donde nada más llegar se le avitualló y zarpó con rumbo a la Habana y Veracruz.

Encontrándose en la Habana, llegó la noticia de la nueva invasión francesa a la Península, los llamados «Cien Mil Hijos de San Luis» Al enterarse de esto quiso ayudar a la causa liberal, lo explicó a sus jefes y estos con fecha del 7 de julio de 1823 le exoneraban del mando del bergantín quedando a la espera de poder embarcar, lo que hizo un tiempo después en buque mercante norteamericano con el nombre de Americano, que zarpaba de la Habana con rumbo a Gibraltar, a pesar de la prisa que se dio para llegar, lo hizo ya pasado el 1 de octubre del mismo año, cuando ya el Rey Deseado don Fernando VII tenía todos sus poderes absolutos.

Se dio la circunstancia que la policía localizó unos documentos, pertenecientes a una logia masónica de la ciudad de Cádiz, en la que figuraban los nombres de todos los pertenecientes a ella y entre ellos estaba el de don Olegario de los Cuetos, siendo juzgado en la ciudad de Sevilla sin estar presente y sentenciado a muerte a garrote, lo que le obligó a salir huyendo para salvar su vida, pero curiosamente encontró apoyo y seguridad en Francia y Reino Unido. (Ironías de la vida) Al mismo tiempo se enteró que el Rey por Real Orden del 12 de junio de 1824, le daba la baja total en el Cuerpo General de la Armada.

Se quedó en este país por espacio de nueve años, regresando solo cuando por enfermedad del Rey, la Reina Regente firmó la amnistía promulgada por Real Orden del 19 de octubre de 1832, lo que ya le permitía regresar a España y así lo hizo. Pasó a vivir en 1833 a la ciudad de Cádiz, donde de nuevo a pesar de haberse retirado de todo contacto político, al parecer por llegar a oídos del Rey comenzó una nueva caza, entre ellos fue detenido el capitán de la Brigada de Marina de Cádiz don José Castellani, llegándole la noticia y con lo puesto salió con dirección a Gibraltar, desde aquí escribió al Capitán General del Departamento de Cádiz, don José Quevedo, dándole todo tipo de razones sobre su inocencia en este caso, se celebro un juicio y nada se puso demostrar del pretendido nuevo alzamiento a ninguno de los detenidos, por lo que regresó a su casa sobre finales de noviembre del mismo año, por haber sido archivada la causa.

Comenzó un proceso de reconocimiento de su grado, ya que de entrada se le asigno como retirado con un sueldo muy bajo, pero él continuó luchando yendo de un despacho a otro, mientras había fallecido don Fernando VII, consiguiendo con fecha del 2 de septiembre de 1834 ser admitido de nuevo en la Corporación como excedente, prosiguió su lucha por su reconocimiento total, así con fecha del 10 de julio de 1835 se le reconoció el grado de teniente de navío, con antigüedad del 14 de diciembre de 1827, siéndole abonados todos sus haberes atrasados.

Por una reforma en la Secretaría de Estado y del Despacho de Marina, realizada por el Ministro don Juan Álvarez y Mendizábal, amigo de fatigas por la Libertad como Cuetos y siendo conocidos, consiguió ser nombrado el 1 de diciembre de 1835 como jefe de mesa de la misma Secretaría, con un sueldo de treinta mil reales anuales, que conllevaba el título de Secretario de S. M. con ejercicio de decretos.

Con fecha del 14 de mayo de 1836 se le concede el retiro, pero algo sucedió porque el 13 de julio de 1836 se le asciende al grado de capitán de navío y poder llevar el uniforme de la Corporación luciendo sus galones, que en realidad nunca los obtuvo.

Pasando a la vida política y en el mismo año elegido Diputado por el partido Progresista, fue de los muy críticos en la aprobación de la nueva Constitución, siendo aprobada por fin el 11 de junio de 1837. Al tener que dimitir por la promulgación de la nueva Constitución, se volvió presentar y salió de nuevo elegido ese mismo año, repitiendo puesto en las Cortes, en las elecciones de julio de 1839, febrero de 1841 y febrero de 1843.

Pero nunca se olvido de su procedencia de ser un marino no dejando en ningún momento de apoyar a sus anteriores compañeros, siendo uno de sus logros, la igualdad de sueldo para el mismo grado que el cobrado por el Ejército, ya que el de los marinos era muy inferior, lo que se venía arrastrando años en la petición de igualdad y no se consiguió hasta que un marino de verdad luchando con las mismas armas les venció, prosiguiendo su defensa en todo aquello que se necesitaba que pasase por la Cámara, prestando así casi encubierto unos grandes servicios a la Corporación.

Otro de sus grandes logros, fue conseguir que quedaran separadas las partidas de personal y material, lo que dejaba al libre albedrío del Ministro de turno su uso, razón por la que en muchas ocasiones por reparar un edificio o cualquier otras instalación o buque, los sueldos de los marinos se retrasaban tanto que había ocasiones en que de verdad se pasaba hambre en sus familias y éstas tenían el mismo derecho a comer que el resto de los uniformados.

Siempre se mantuvo en el partido progresista, del que en sucesivas elecciones fue elegido Diputado. Al llegar al poder don Álvaro Gómez Becerra, lo eligió Ministro de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar, tomando posesión del cargo el 19 de mayo de 1843, unos días después se hizo cargo interinamente de la Secretaría de Estado, permaneciendo hasta el 30 de julio del mismo año, por lo que sólo ocupó el puesto menos de tres meses.

La razón fue, que sobrevino el levantamiento contra el Regente, el General Espartero fue vencido en Torrejón de Ardoz por el general Seoane, lo que obligó al duque de la Victoria a tomar postas y dirigirse a la bahía de Cádiz, donde embarcó y salió de España con rumbo al Reino Unido, por lo que cesó todo el Gobierno el 23 de julio de 1843

Al cesar en su cargó se retiró de la vida política, pero no sobrevivió mucho tiempo en ese estado de conformismo, sobreviniéndole el óbito en Madrid el 28 de diciembre de 1844. Contaba con cuarenta y nueve años de edad. No contrajo matrimonio, por lo que no hay descendencia.

Estaba en posesión de la Cruz de Distinción de la Marina, por su extraordinario comportamiento contra los revolucionarios en Cartagena de Indias.

A forma de epílogo de su vida, transcribimos lo escrito en su día por don Francisco de Paula Pavía, que nos parece más acertado que ningún otro comentario a cerca de su vida:

«Como oficial subalterno de la Armada y en el ejercicio de su profesión naval, fue aventajado y desempeñó con acierto los mandos y comisiones que se le confiaron. Lanzado en las contiendas políticas de su patria y comprometido en las sociedades secretas, se desvió de la senda que en nuestro sentir debe observar todo buen militar, esto es, ser fiel al Gobierno constituido y volver la espalda á las disensiones civiles de la patria; este proceder que anatematizamos, como lo hemos hecho con otros personajes que ocuparon los primeros puestos del Estado, le produjo su larga emigración. En medio de su manejo, tuvo una cualidad que seguramente lo enaltece á los ojos de la historia, que fue el que siempre figuró en el partido progresista y nunca trató de medrar en el tráfico de opiniones; así fue que murió pobre como otros ilustres patricios de su mismo bando. El Sr. Cuetos, en su condición privada, era simpático y excelente sugeto, y la Armada, como dejamos relacionado, le es deudora de notables beneficios.»

Bibliografía:

Alcalá Galiano, Antonio.: Memorias de don Antonio Alcalá Galiano, publicadas por su hijo. Atlas. Madrid, 1955.

Alcalá Galiano, Antonio.: Recuerdos de un anciano. Atlas. Madrid, 1955.

Ceballos-Escalera y Gila, Alfonso y Luis.: El marino Olegario de los Cuetos, ardoroso liberal. Revista de Historia Naval, nº 110. Madrid, 2010.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por don José María Martínez-Hidalgo.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 16, 1913, página 1043.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Est. Tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra» 9 tomos. Madrid, 1895—1903.

Guardia, Ricardo de la.: Notas para un Cronicón de la Marina Militar de España. Anales de trece siglos de historia de la marina. El Correo Gallego. 1914.

Martínez Sospedra, Manuel.: La Constitución Española de 1812. Facultad de Derecho de Valencia. Valencia, 1978.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

Rodríguez de Campomanes, Pedro. Conde de Campomanes.: Itinerario de las carreras de postas. Facsímil de la edición príncipe de 1761. Ministerio de Fomento. Madrid, 2002.

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