D-2 (1951)
De Todoavante.es
Construcción:
El ministro de Marina don José Giral Pereira, encargó a la SECN elaborar el proyecto y diseño de un nuevo submarino de unas mil toneladas y veinte nudos de velocidad en superficie. El 22 de noviembre de 1932 se firmó un contrato para la construcción del submarino del tipo “D”.
Fue proyectado por el ingeniero naval español don Áureo Fernández Ávila. Se puso su quilla en Cartagena el 23 de septiembre de 1933. Debía entregarse tres años después, pero debido a especificaciones de la Armada comenzaron a acumularse los retrasos.
El 27 de marzo de 1934, el nuevo ministro Rocha García, aprobó la construcción de otros dos submarinos de la clase “D”. Se pusieron sus quillas en 1934, el del D-2 el 19 de noviembre. Cuando comenzó la guerra civil sólo se había hecho acopio de materiales. Con la guerra se pararon los trabajos.
En febrero de 1940, ya finalizada la guerra, se decidió seguir con la construcción de los tres submarinos. Las obras se realizaron muy lentamente por la precaria situación económica de la posguerra. La llegada de la segunda guerra mundial dificultó la obtención de materiales y equipos.
Aunque eran buques modernos cuando fueron diseñados, las peripecias en su construcción y no poder disponer de materiales necesarios por el aislamiento internacional español, fueron submarinos con muchos problemas desde sus pruebas de mar. En una de ellas no llegó a los 60 metros de profundidad. Tenía mala estanqueidad, problemas de estabilidad, vibraciones de los motores que proporcionaban otras averías.
Económicamente fueron un desastre. El D-1 costó más de treinta y dos millones de pesetas, el doble de lo presupuestado. Los otros dos submarinos costaron casi cuarenta millones, a lo que habría que sumar los excesivos costes de mantenimiento y numerosas reparaciones.
Desplazaba 1.075 toneladas en superficie y 1.409 en inmersión. Medían 84 metros de eslora, 6,63 de manga y 4,06 de calado. Su dotación era de 60 hombres.
Disponía de dos motores diésel Sulzer de 2.500 caballos y dos motores eléctricos de 650 caballos cada uno. Podía navegar a 20 nudos en superficie y 9,5 nudos en inmersión durante una hora. Tenía una autonomía de 9.000 millas en superficie a 12 nudos. Su cota prevista de inmersión era de 80 metros, pero nunca sobrepasó los 60.
Estaba armado con un cañón Krupp de 88 mm a proa (el inicialmente previsto era un cañón Vickers de 120 mm), una ametralladora de 20 mm, situada a popa de la torreta y 6 tubos lanzatorpedos, 4 a proa y 2 a popa, con capacidad para llevar 8 torpedos de reserva.
Historial:
La botadura del D-2 tuvo lugar el 22 de diciembre de 1944. Los trabajos a flote duraron otros siete años más, entregándose a la Armada el 23 de mayo de 1951. Este retraso fue debido a los numerosos trabajos y pruebas que se efectuaron para corregir los graves defectos del primer submarino de la serie, aunque sólo se paliaron en parte.
El mismo día de su entrada en servicio, el 23 de mayo de 1951, se puso al mando del capitán de corbeta don Joaquín Martínez Ricart. Tuvo el mando hasta el 1º de agosto de 1953, que fue sustituido por el del mismo empleo don Ricardo Cruz Requejo.
Procedentes de Cartagena, el 4 de octubre de 1951 llegaron a Palma de Mallorca los submarinos D-1, D-2, General Sanjurjo y General Mola, flotilla que estaba al mando del capitán de navío Ordóñez, jefe de la Escuela de Submarinos.
El 16 de septiembre de 1952 salieron de Cartagena los buques de la 2ª división de la Flota, mandada por el contralmirante don José Cervera y compuesta por el crucero Miguel de Cervantes, cuatro destructores, varios buques menores y los submarinos D-1, D-2 y G-7, para realizar varios ejercicios. La división recaló en Alicante y salió de puerto el 23 de septiembre para continuar las maniobras.
El 2 de mayo de 1953 entraron en Alicante los buques de la segunda división con base en Cartagena, después de realizar ejercicios entre los cabos de Santa Pola y Huertas. Salieron al día siguiente para continuar los ejercicios. Después de haber realizado maniobras en el Mediterráneo, regresaron los buques a Cartagena el 13 de mayo de 1953. Estaban al mando del contralmirante Nieto Antúnez.
Participó en las maniobras generales de la escuadra en otoño de 1953. Al finalizar las maniobras, la escuadra realizó un desfile zarpando de Cádiz la tarde del 14 de octubre de 1953 rumbo al cabo de San Vicente. En el buque insignia de la escuadra, el crucero Canarias, embarcaron el jefe del Estado, el general Franco, el jefe del Estado Mayor de la Flota, el almirante Pastor y varios ministros.
En viaje de instrucción, salieron de Cartagena los submarinos General Sanjurjo, General Mola, D-1 y D-2, al mando del capitán de corbeta don Ricardo Ruiz Requejo. La flotilla la manda el capitán de navío don Luis Huertas. Visitaron los puertos de Alicante, Valencia, Tarragona y finalmente Barcelona el 30 de noviembre, desde donde regresaron a Cartagena.
Procedentes de Guinea Ecuatorial regresaron a Cartagena de un viaje de instrucción el 8 de junio de 1954, los submarinos General Sanjurjo, General Mola, D-1 y D-2.
A mediados de septiembre de 1954 zarparon de Cartagena varios buques de la 2ª división de la Flota para realizar maniobras en el Mediterráneo, el crucero Miguel de Cervantes, cuatro destructores, varios buques menores y los submarinos D-1, D-2, D-3 y G-7.
El 18 de enero de 1955 se puso al mando del capitán de corbeta don Carlos de Isasa Navarro. Dejó el mando el 24 de enero de 1959 y fue sustituido por el teniente de navío don José María López de Roda, poco antes de quedar amarrado en Cartagena a la espera de entrar en dique para ser modernizado.
Cuando llegó la ayuda norteamericana en 1956, fue incluido en los planes de modernización. Entró en el dique de Cartagena para comenzar las obras de modernización el 15 de diciembre de 1960. Se incorporó al servicio el 10 de diciembre de 1963. Cambió su aspecto externo con una nueva forma aerodinámica, una vela más pequeña, se eliminó el cañón y los dos tubos lanzatorpedos de popa. Fueron corregidos en parte sus problemas de escora y de estabilidad. Recibió equipos de navegación, comunicaciones, radar, sonar e hidrófonos. Su velocidad en superficie se redujo a 18 nudos y la de inmersión se aumentó a 10 nudos. Con los nuevos equipos se necesitaba más personal, aumentando a 72 hombres. Lo que no cambió fue su equipo propulsor, que no se mejoró sustancialmente, aunque se redujeron las vibraciones. A pesar de la reforma, siguieron siendo unos buques malos. Durante el tiempo que estuvo en obras fue su comandante el capitán de corbeta don Manuel Martín Ivorra.
Por una orden del 15 de junio de 1961 se cambiaron los numerales de los tres submarinos. El D-2 pasó a ser el S-21. El capitán Ivorra fue sustituido el 2 de octubre de 1964 por el capitán de corbeta don Francisco Peñuelas Llinas.
Los dos submarinos modernizados tomaron parte en numerosos ejercicios. Ambos tomaron parte en 1964 en los ejercicios “Hispania-1”. El 12 de diciembre de 1965 recibió la bandera de combate en el puerto de Cartagena, donada por su Ayuntamiento.
En 1966, participó el S-21 en las maniobras “Alborex-2” y en la I Semana Naval de Barcelona, del 1 al 5 de julio. El 24 de septiembre de 1966 se puso al mando del capitán de corbeta don Juan Bañeres Benito, sustituido por el del mismo empleo don Emilio Arévalo Pelluz, su último comandante, el 16 de septiembre de 1968, empleo que sólo tuvo tres meses, hasta el 7 de diciembre.
A causa de las muchas averías, a finales de la década de los sesenta redujo mucho su actividad, culminando en 1968 cuando una fuga de líquido electrolítico erosionó el casco y tuvo que retirarse del servicio.
En marzo de 1971 fue declarado embarcación auxiliar, y remolcado a Ferrol para servir en la Escuela de Máquinas. Dado de baja el 14 de septiembre de 1971 y vendido para su desguace.
Bibliografía:
Aguilera, Alfredo y Elías, Vicente.: Buques de guerra españoles, 1885-1971. Editorial San Martín. Madrid, 1980.
Coello Lillo, Juan Luis. Buques de la Armada española. Los años de posguerra. Aqualarga. Madrid. 2000.
Diarios ABC, La Vanguardia.
González, Marcelino.: Otros 50 barcos españoles. Fundación Alvargonzález. Gijón, 2012.
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