Jado y Cajigal, Felipe de Biografia

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Felipe de Jado y Cajigal Biografía



Teniente general de la Real Armada Española.

Caballero Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 3ª clase.

Orígenes

Nació el 20 de mayo de 1749, en la aldea de Término, perteneciente al municipio de Entrambasaguas en la actual provincia de Santander.

Comenzó muy joven la carrera de las armas, tanto que fue preciso pedir la correspondiente dispensa por edad, su primer destino fue como cadete en el Regimiento de milicias de Laredo, con fecha del 27 de enero de 1758, el 17 de mayo de 1766 fue ascendido a subteniente y destinado al regimiento del Príncipe, fue designado en dos ocasiones Ayudante Mayor, el cual estaba al mando de un tío, don Juan Manuel Cajigal.

Fue destinado a la plaza de Ceuta combatiendo en varias ocasiones con los moros, en un duro enfrentamiento en el barranco de Cañaveral recibió su bautismos de sangre al ser herido, posteriormente pasó a Orán, donde mantuvo otro enfrentamiento en el apostadero de Capon, donde volvió a ser herido, se recuperó volviendo al servicio, en otro combate en la Meseta fue herido de nuevo, consiguiendo no obstante rechazar a los moros, poco tiempo después en el combate de San Carlos, donde se les infringió un duro castigo recibió una fuerte contusión.

Por todo ello se granjeo una buena fama entre sus jefes, quienes lo ascendieron a teniente de 1º en el mes de octubre de 1773, siéndole confirmado en propiedad con fecha del 20 de enero de 1774.

Hoja de Servicios

Su inclinación era la mar, para ello se preparó especialmente, se presento a examen para obtener la plaza, pasándolo con muy alta nota, siendo el 28 de febrero de 1777 cuando se le otorgaron los galones de alférez de navío, respetándole su graduación obtenida en el Ejército.

Su primer embarque lo realizó en la fragata Rosario, poco después trasbordó al navío San Pedro, perteneciente a la escuadra del general don Luis de Córdova, zarpó de Cádiz unida a la francesa del conde D’Orvilliers, con rumbo al canal de la Mancha, al ser vista por la escuadra británica, ante su superioridad se vio obligada a buscar refugio en sus puertos, por ello solo se pudo apresar al navío británico de 74 cañones Arden, pobre resultado para tan gran despliegue de buques.

A su regreso a Cádiz trasbordó en 1780 al navío Arrogante, incorporado a la escuadra del marqués del Socorro, con destino al apostadero de la Habana, al arribar se le ordenó transbordar al navío San Luis, de la división del mando don Juan Bautista Bonet, realizando varios cruceros por el seno mejicano.

En 1781 participó en la conquista de Pensacola, el 22 de abril cuando como jefe de la fuerza de desembarco se lanzó al combate, siendo el primero en poner el pie en la playa enemiga.

En ésta plaza mantuvo varios combates contra los británicos y los nativos de la zona, quienes apoyaban a los enemigos; en uno de los asaltos realizado yendo también el primero salto a una trinchera, cayendo herido de una pierna, pero se mantuvo en su puesto hasta finalizar la conquista.

Por Real orden 4 de agosto de 1781, por los méritos contraídos en estos combates anteriores fue ascendido al grado de teniente de fragata. Su herida y el no dejarse ser atendido por permanecer en el combate, se pronosticó como grave, por ello le llevo algún tiempo recuperarse, casi recuperado se le comisionó a la isla de Santo Domingo.

Totalmente restablecido, se le ordenó embarcar en el navío Dragón, del porte de 60 cañones, en la travesía hasta el puerto de la Habana, participó en el rescate de una corbeta, por haber sido apresada por los británicos, produciéndose la acción en las inmediaciones de Matanzas, el 29 de enero de 1784 el navío naufragó en el Banco Nuevo.

Por Real orden del 15 de noviembre de 1784, fue ascendido al grado de teniente de navío, continuando en sus cruceros trasbordando de un buque a otro, durante algo más de siete años, al regreso de uno de ellos se le entregó la Real orden del 23 de mayo de 1792, siendo ascendido al grado de capitán de fragata, recibiendo con ella la orden de regresar a la península, arribando a Cádiz en el propio año.

Se le ordenó trasladarse al Arsenal de Cartagena, donde se encontraba en 1793 al declararse la guerra a la república francesa, se incorporó a la escuadra del mando del general don Francisco de Borja, participando en la campaña de Cerdeña y en la conquista de las islas de San Pedro y Antíoco, en el apresamiento de la fragata francesa Hèléne de 34 cañones y al incendio ordenado por su capitán de su compañera la Richmond, para evitar cayera en manos de los españoles, pasando a aguas de Niza y Villafranca, continuando la escuadra a prestar su apoyo con sus fuegos al avance de los ejércitos, piamontés y napolitano en las riberas del Var, viéndose su general obligado a interrumpir la campaña por desatarte una epidemia, causada por el mal estado de los alimentos, regresado a Cartagena donde fueron desembarcados más de tres mil hombres enfermos.

Se le ordenó embarcar en la escuadra al mando del general don Juan de Lángara, quien en unión de la británica del almirante Hood, pasaron a conquistar y defender la ciudad y arsenal de Tolón, en total participó en cinco ataques generales y cuarenta y uno parciales, estando en la defensa del los fuertes de Balaguer, Mulgrave y San Luis, en uno de ellos resulto herido en la nariz, en otro recibió dos golpes de sable en la cabeza, más cinco fuerte golpes que le causaron otras tantas contusiones, por estar gravemente herido y muy a su pesar fue embarcado en el navío Santa Isabel para ser transportado a Cartagena, pasando a ingresar en el hospital.

Por todo lo anterior puesto por su general en conocimiento de S. M., firmó la Real orden del 1 de septiembre de 1794, con su merecido ascenso al grado de capitán de navío.

De nuevo con sus facultades recuperadas, fue destinado al departamento de Ferrol, siempre embarcado se mantuvo en aquellas aguas por espacio de casi ocho años, desembarcando solo lo necesario, por su demostrado valor y pericia en todo cuanto hacía se le entregó la Real orden del 5 de octubre de 1802, notificándole el ascenso al grado de brigadier, pasando a desempeñar el cargo de comandante general del Arsenal de Ferrol.

Al armarse la escuadra del Arsenal por el ataque a la división de cuatro fragatas del jefe de escuadra don José de Bustamante, por otra británica en tiempo de paz, el Rey declaró la guerra por este acto de pura piratería el 12 de diciembre de 1804 al Reino Unido de la Gran Bretaña, la escuadra se puso al mando del general Grandallana, pero Cajigal pidió poderse embarcar, por ello se le otorgó por Real orden del 14 de mayo de 1805, el mando del navío San Agustín de 74 cañones.

Al reunirse las escuadras del almirante Villeneuve y del general Gravina en la ría de Ares, después del combate del cabo Finisterre, su navío pasó a formar parte de la combinada.

El navío de su mando el San Agustín, participo muy activamente en el combate naval de Trafalgar.

De las dos columnas que atacaron a la escuadra combinada, la de barlovento al mando directo del almirante Nelson quien la encabezaba, fueron acercándose hasta llegar al alcance efectivo de la artillería, cuando el Victory se halló dentro del campo de tiro, el San Agustín, fue el primero en abrir fuego.

En el parte que como comandante de un navío estaba en su obligación dirigir al comandante en jefe, del desarrollo del combate y escrito cuando tanto Cajigal como Gravina estaban en Cádiz, convalecientes de sus heridas, dice:

«En cuyo instante ordené que se rompiera el fuego, que efectivamente se practicó en todas las baterías con serena prontitud y actividad y a mi parecer con conocido acierto.
Duró hasta las dos y media poco más o menos, hora en que habiendo desfilado toda la línea enemiga y atacado al navío Trinidad, cortando el centro por aquella parte y abrumándole sobre manera, que mandé pasar la gente a estribor, y por señal del Trinidad, de arribar y sostenerle en su desventaja, así lo ejecuté, dirigiéndome directamente sobre un navío de tres puentes que se batía por estribor, a quien a las primeras descargas, hechas con todo ardor y acierto, rompimos parte de sus vergas; que al fin, rendido el Trinidad, se emplearon contra el San Agustín dos navíos de tres puentes por babor y estribor le combatían, tomando las aletas y enfilando todas sus baterías.»

Teniendo además el San Agustín, a otro británico de 80 cañones, quien le batía por la banda de estribor, al que contestaba con su fuego, siendo muy duro el combate, pues las bajas eran considerables.

Añade en su parte:

«Hora en que fue preciso ceder a tanta superioridad y a dos repetidos abordajes, que al tercero ya no pudo oponérseles suficiente gente por hallarse ocupada en las baterías la poca que restaba, continuando el fuego contra los otros buques que se estrechaban a tiro de pistola.»

Llegaron a ser cinco lo navíos enemigos que le rodeaban, estando ya desarbolado, con un gran número de vías de agua y casi toda la dotación o muertos o heridos, sólo entonces fue cuando el titánico San Agustín dejó de defenderse.

Realizado el tercer abordaje, los británicos conquistaron el castillo y el combés, pero Cajigal se encontraba defendiendo la toldilla, con la poca gente que le quedaba, impidiendo fuera tocado el pabellón español, los británicos se dieron cuenta del mal estado del buque, pues al pasar por las bombas de achique, se apercibieron de la mucha cantidad de agua que hacía el navío, razón por la que ellos mismos pidieron una tregua.

El heroico Cajigal, no permitió lo que pretendían los enemigos, hasta que éstos no consintieron en concederle lo que él pedía, no siendo otra cosa que el pabellón no fuera arriado y se hundiera con el buque, entonces fue cuando accedió a ello, eran las 17:30 horas del fatídico 21 de octubre de 1805.

Al llegar a este acuerdo los españoles junto a los británicos se pusieron a trabajar, con todas sus fuerzas, para tratar de impedir se fuera a pique, pero viendo que hacía más agua de la que lograban desalojar, decidieron abandonar el buque.

Esa misma noche terminó por quedarse mocho, pues se le cayeron los pocos restos de arboladura, incluido el bauprés; cuando todos los que se podían salvar lo habían hecho, siendo transbordados a los buques enemigos, se le pego fuego, en reconocimiento a su extraordinario comportamiento en el combate y evitando así ser presa y regocijo del enemigo, los enemigos respetaron el acuerdo de rendición como se había acordado, así ardió el San Agustín, incluida su bandera, hundiéndose hasta llegar al fondo de la mar.

En el ya mencionado parte, añade Cajigal: «Según he visto con placer, ya que mi constancia no bastó a librarle o sumergirle en la acción, de lo que no estuvo muy distante.»

Pronto fue canjeado como todos los participantes en este combate, pasando de Gibraltar al Departamento de Cádiz, donde se encontraba recuperándose de sus heridas, cuando le fue entrega la Real orden del 9 de noviembre de 1805, promoción que se hizo extensiva a todos los que habían participado en el combate por expreso deseo de S. M., siendo en su caso ascendido por méritos de guerra al grado de jefe de escuadra.

Al producirse el alzamiento nacional del 2 de mayo de 1808, Cajigal se encontraba en Galicia, al conocer la noticia inmediatamente se presento como soldado voluntario, enterado el teniente general jefe del ejército Blake, no admitió tanta abnegación por ello lo nombró mariscal de campo, (el mismo grado que ostentaba en la Real Armada) entregándole el mando de una de las cuatro divisiones que componían su cuerpo de ejército.

Dando la casualidad que otra de las divisiones de éste cuerpo de ejército de Galicia, estaba al mando de un brigadier de la Armada, que a su vez también se había batido en el combate de Trafalgar, no siendo otro que don Francisco Riquelme, por ello el mencionado ejército de Galicia, compuesto por cuatro divisiones, la mitad estaba al mando de marinos.

Con su división participó en la batalla de Espinosa de los Monteros, por ello revivió sus anteriores y ya antiguas campañas en tierra, tanto en África, como en América y Tolón, no siendo nada nuevo para él.

Después tomó parte en el combate de Rioseco y en el de Villafranca del Bierzo (que significa Vergel), donde volvió a ser herido, como en sus anteriores y viejos enfrentamiento en tierra, por ello nada le era ajeno incluidos los resultados.

Por Real orden del 23 de febrero de 1809 fue ascendido al grado de teniente general, continuando en el ejército hasta la derrota de los napoleónicos y su expulsión del territorio peninsular.

Por el valor demostrado dando protección en la retirada de las tropas españolas en el combate de Rioseco, el 14 de julio de 1808 contra los napoleónicos y resultando herido de gravedad de un balazo en la pierna izquierda, se le concedió la Cruz de San Fernando de 3ª clase, Orden recién creada por las Cortes de Cádiz, siendo la primera que se entregó, siéndole concedida el 16 de diciembre de 1817, así mismo por tener cumplidos todos los requisitos S. M. le condecoró con la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Unos años más tarde el Rey de Portugal, le concedió la Gran Cruz de la Orden de Santiago la Espada.

El 23 de septiembre de 1820 estando ya en situación de retiro, fue nombrado capitán general del Departamento de Ferrol.

Falleció en Ferrol el 30 de junio de 1825, en posesión de su cargo, a la edad de setenta y seis años.

Bibliografía:

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Marliani, Manuel. Combate de Trafalgar. Vindicación de la Armada Española. Impreso de Orden Superior. Madrid, 1850.

Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.

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