Moreno Fernandez, Francisco Biografia

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Biografía de don Francisco Moreno Fernández


Óleo de don Francisco Moreno Fernández. Almirante. I Marqués de Alborán.
Francisco Moreno Fernández.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.


Almirante.

I Marqués de Alborán.

Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.

Orígenes

Vino al mundo el 7 de noviembre de 1883 en la ciudad de San Fernando, Cádiz. Fueron sus padres, don Salvador Moreno y de Eliza, teniente de navío de 2ª clase llegando a vicealmirante, acumulando en el servicio más de tres mil días de mar y de doña María Asunción Fernández y Antón. A los pocos meses de vida su padre fue destinado al Ferrol, siendo en esta ciudad donde realmente se crió y realizó sus primeros estudios.

Hoja de Servicios

Al cumplir los catorce años realizó el pertinente examen de acceso ingresando el 9 de julio de 1898 en la Escuela Naval Flotante por estar a bordo de la fragata Asturias, el 7 de febrero de 1901 desembarca por obtener el grado de guardiamarina, el 25 de febrero de 1901 embarca en el crucero Emperador Carlos V donde estuvo unos días volviendo a la Escuela, dos semanas más tarde se le ordena regresar al crucero del que desembarca el 19 de mayo seguido, poco después embarcó en el buque escuela Nautilus realizando su preceptivo crucero de instrucción, navegando por el Cantábrico y el Atlántico, realizando las escalas previstas en los principales puertos tanto de África como de América del Sur, desembarcando el 18 de abril de 1902. Al regresa se le destinó para terminar sus prácticas de nuevo al crucero Emperador Carlos V, navegando por los mares de la costa norte de España, Francia y Reino Unido. En éste último país tuvo ocasión de asistir a la Revista Naval celebrada en Spithead, con motivo de la coronación del nuevo rey Eduardo VII, al regresar desembarcó el 8 de febrero de 1903. El 1 de abril continuo finalizó sus estudios en la Escuela Naval con el grado de alférez de fragata, obteniendo el número cuatro de su promoción, pasando al crucero Cardenal Cisneros para realizar cruceros hasta el 15 de agosto consecutivo.

Por esta época el retrato físico que poseemos de Francisco es el de un joven de mediana estatura, robusto y fuerte de complexión, a la que añadía agilidad. Poseía una mirada viva y penetrante enmarcada en la expresión de un rostro sencillo y amable. En costumbres, venía caracterizado por una regular rectitud y caballerosidad como forma de vida, aunado a una franqueza que se convertía en la insignia de su carácter. Era amigo del camino en rumbo recto sin concesiones ni oportunismos. Quizá estas últimas cualidades le acarrearían después no pocos problemas a lo largo de su vida, ya que no era propenso a ceder simplemente por quedar bien ante la música del momento o la opinión ajena.

En septiembre seguido embarcó en el crucero Lepanto, realizando comisiones y cruceros, al regreso de uno de ellos se le entrega la Real orden del 30 de marzo de 1904 con el ascenso a alférez de navío, continuando en el mismo buque hasta desembarcar el 5 de agosto siguiente y destinado el 15 de septiembre seguido en tierra como Ayudante Mayor del Arsenal de Ferrol, permaneciendo hasta mediados de noviembre por pasar embarcado al aviso Giralda, realizando diferentes cometidos hasta el 18 de mayo de 1907, por recibir la orden de desembarcar por ser destinado como Ayudante Mayor del Arsenal de Ferrol donde permaneció algo menos de dos meses, por pasar el 13 de julio a la Jefatura del Estado Mayor del Departamento, donde permaneció hasta el 10 de agosto de 1908.

Embarcó en crucero Vasco Núñez de Balboa de dotación, desembarcando el 6 de octubre de 1909, embarcando en el crucero Cataluña de dotación hasta el 19 de noviembre seguido, trasbordando a la corbeta Nautilus hasta el 21 de noviembre de 1910. Al día siguiente se le destina de nuevo a la Jefatura del Estado Mayor del Departamento, permaneciendo en el destino hasta el 1 de diciembre siguiente.

El 2 de enero de 1911, comienza el curso de Hidrografía en el vapor Urania, embarcando el 21 seguido participando en la campaña hidrográfica hasta 10 de diciembre de 1911, comenzando la segunda campaña el 17 siguiente, encontrándose en ella se le notifica su ascenso a teniente de navío el 22 de abril de 1912 prosiguiendo su especialización, entregándole el distintivo de especialista el 28 de diciembre continuando hasta dar por finalizada la comisión el 20 de enero de 1913, desembarcando el mismo y destinado a eventualidades al apostadero de Ferrol, el 28 continuo se le destina al acorazado España, formando parte de la comisión inspectora del buque, donde estuvo hasta el 8 de septiembre de 1913, por ser nombrado ayudante de derrota del mismo buque y oficial electricista, estuvo a su bordo hasta desembarcar el 7 de febrero de 1918. Sin dejar su destino se le encarga formar parte de la Comisión que viaja a Alemania, permaneciendo en ella entre el 5 de agosto y 19 de septiembre siguiente de 1917.

Esta comisión se produjo por recibirse en el Ministerio de Marina en la primavera de 1917 una invitación del Almirantazgo Alemán, por si querían enviar en visita oficial varios oficiales españoles. El Ministro llamó a cuatro tenientes de navío, siendo el jefe de la comisión don Pedro Cardona y uno de los elegidos fue don Francisco Moreno, pues conocía el idioma a más por otras razones. Se desplazaron a Bélgica, donde les fue detenidamente mostrado el Arsenal de Brujas, así como el puerto de Zee-Brujas, el cual contaba con unas poderosas piezas de artillería de costas protegiendo aquella zona, desplazándose por tierra hasta Alemania pasaron muy cerca de la primera línea de combate en la localidad de Nilderkerque. Al llegar a Alemania los llevaron al gran Arsenal y base de Wilhemshaven, el cual visitaron por completo, incluidas las nuevas instalaciones de la base de sumergibles y sus adyacentes talleres de mantenimiento de las naves. A terminar aquí la visita los llevaron a Helgoland, donde les fueron mostradas las baterías de costa, su base se sumergibles y sus talleres, aquí los embarcaron en un hidroavión para ver las bases desde el aire y amerizando éste trasbordaron al sumergible U-55, regresando al puerto de Wilhemshaven. No quedó aquí la demostración de aprecio de los marinos alemanes, pues abordaron el crucero de combate Moltke, donde fueron recibidos por su comandante en jefe el vicealmirante Von Hipper, quien a su vez les acompañó a visitar el crucero ligero Karlsruhe, donde los despidió, porque ya les estaba esperando a bordo del acorazado Kaiser Friederich III, buque insignia del Almirante en Jefe de la Flota de Alta Mar, Von Scheer acompañado de su Estado Mayor brindándoles una muy amable bienvenida.

Al ser despedidos por el Almirante Von Scheer, fueron llevados a la estación de zeppelines de Alhornt, donde visitaron las instalaciones, de aquí pasaron a Kiel donde les enseñaron las de sumergibles y torpedos, al terminar ésta fueron embarcados en destructores, los cuales salieron y realizaron diversas maniobras con lanzamiento de torpedos, al concluir la demostración fueron trasladados a Essen, donde visitaron varios de los talleres de la casa Krupp, pudiendo ver y comprobar todo el duro y fino trabajo de la fabricación de sus famosos cañones. Por último fueron trasladados al Gran Cuartel para ser recibidos por el generalísimo Von Hinderburg, así como por el Jefe del Estado Mayor de la Marina, el Gran Almirante Hoechendorff, donde fueron despedidos y trasladados a España, al llegar visitaron al Ministro, al cual informaron pormenorizadamente sobre todo lo visto y comprobado, dada la gran oportunidad brindada por la marina alemana y viendo el Ministro los informes, los presentó al Rey, éste sorprendido por la minuciosidad del trabajo realizado incluyendo dibujos, ordenó les fueran dadas en sus nombre las Reales gracias.

Al desembarcar del España pasa el 9 de febrero al crucero Emperador Carlos V, por haberse instalado de pruebas los nuevos A/08 y Blitz Leaviff, para realizar un informe sobre estas armas, al completarlo desembarca el 2 de marzo de 1918. Fue nombrado ayudante de derrota del acorazado España, regresando a su bordo hasta el 13 de agosto seguido, por haberle otorgado su primer mando el día anterior del torpedero nº 12, por ser un especialista en esta arma, el buque quedó incorporado a la escuadra y se le añadió ser profesor de ella a los guardiamarinas, permaneciendo hasta agosto de 1920, entregando el mando a su hermano don Salvador.

Demandó y se le otorgó licencia de dos meses, presentándose de nuevo el 24 de octubre seguido. Se le asciende a capitán de corbeta el 11 de enero de 1921 y destina a la subcomisión hidrográfica del Norte, con base en Castro Urdiales levantado la triangulación entre Tazones y Peñas, y las sondas entre Deva y Peñas, el 26 de septiembre de 1921 embarca en el destructor Proserpina, desembarcando el 15 de octubre seguido. Estuvo en esta comisión por orden expresa del Capitán General del Departamento de Ferrol. Pasando el mismo día de nuevo a la comisión hidrográfica, permaneciendo en ella hasta desembarcar el 29 de marzo de 1922.

Entre el 1 de abril de 1922 y el 10 de agosto seguido estuvo como alumno de la escuela de artillería, entregándole el diploma de muy aprovechado el 18 siguiente, para realizar las prácticas pasó al acorazado España, donde escribió un informe a sus superiores. El 1 de septiembre continuo se incorpora a la subcomisión hidrográfica en Santander, navegando entre los cabos de la Peña y San Lorenzo, continuando con la concha de Gijón, Candás, Luanco y Peñas, al finalizar desembarcó 10 de junio de 1923. El 27 siguiente embarca como jefe de los servicios de artillería y electricidad, en el acorazado Jaime I, desembarcando el 12 de junio de 1924.

Por su ascenso a capitán de corbeta debía cumplir el año de mando a flote, por ello el 23 de junio se le entrega el patrullero Larache, desembarcando el 21 de agosto de 1925. Durante este tiempo estuvo destinado a las fuerzas navales del norte de África, permaneció en la mar doscientos cuarenta y cinco días, y disparado sobre los moros, quinientos cincuenta y cinco proyectiles de 76,2 m/m; doscientos cincuenta y nueve de 37 m/m y cinco mil quinientos de fusil. Durante su navegar se levantó un temporal duro de Levante en el Estrecho, pero nada mejor para conocer el episodio que el parte emitido por Francisco Moreno para describir aquel acontecimiento al Comandante General de la Fuerzas del Norte de África, tras conseguir arribar a Almería después de haber pasado setenta y seis horas de angustia: «El cariz del tiempo, dudoso al salir de Ceuta, fue empeorando a medida que avanzaba la noche, recalando mar del SE en el fondeadero del río, con todos los síntomas de Levante: a las 2,40 de la madrugada se entabla éste, fijándose el viento al NE después de chubasco muy fuerte y aumentando la mar. Pedí instrucciones al Extremadura, en el que suponía al Jefe de E.M. y me dispuse a levar para enmendarme, faena en la que tropecé con dificultades, siendo imposible llevar el ancla al varadero por partirse con los golpes de la misma el asiento inferior de aquél. El Extremadura me comunicó que me aguantase al ancla y sobre la máquina y, al mismo tiempo, pasaba una comunicación por Scott al Laya, para que éste la transmitiese a Tetuán, en la que con toda urgencia pedía instrucciones para los buques, cuya permanencia en el fondeadero era manifiestamente peligrosa. Suponiendo inmediata salida y para no exponer la amura a los golpes del ancla, desistí de fondear de nuevo, comunicando a dicho buque que me aguantaría proa a la mar en las proximidades, por entorpecimiento de aquella faena, y así lo hice, gobernando desde las 3,50 horas al N. 50 E., y con el número de revoluciones indispensables para conservar el gobierno, continué a la vista de las luces de Río Martín, hasta las 4,50 horas, en que se tapó la costa, que ya no volví a ver hasta las 6,35, marcando en una clara a Cabo Negro, próximamente al N, y a unas tres millas. A esta hora y suponiendo ya a los buques en viaje a Ceuta goberné al N. 25 E. y di 70 revoluciones, continuando así hasta las 11 de la mañana, en que de nuevo se vio confusamente la tierra, esta vez corrida desde la amura al través de Er., y que supuse ser trozo comprendido entre Castillejos y Punta Almina; como la distancia a ella me pareció escasa, me consideré aconchado sobre ese trozo y, en consecuencia, puse de nuevo la proa a la mar francamente al ENE, con intención de ganar barlovento y poder montar la Punta con ella en popa. A las 4 de la tarde se vio de nuevo la costa al N. de Gibraltar, pero ya a esta hora la mar había aumentado en tales proporciones que no creí prudente correr el tiempo, ya que el buque —sobrecargado en extremo y sin medios rápidos para achicar el tanque de reserva de popa, que, por excepción, había llenado en Ceuta para aumentar mi autonomía— presentaba desfavorables condiciones para dicha maniobra. La menor separación del rumbo traía consigo bandazos violentísimos, y como, por otra parte, no tenía seguridad en la situación —pues la tierra se ocultó a poco— y el cariz era cada vez peor, me decidí a conservar la proa a la mar a toda costa saliéndome ya sobre la de España, bajo la influencia de una corriente hacía el E de mucha intensidad. Al anochecer, el viento era atemporalado, los chubascos continuos y la mar gruesa. Sin embargo, el buque lo hacía muy bien y sin embarcar agua en proporciones alarmantes. A las 2 de la mañana del día 19 encapillamos el primer golpe de mar, que hundió por completo la cubierta y, en parte, los compartimentos de proa, dejando al buque hocicado y en condiciones tales que, de repetirse inmediatamente, era segura su pérdida; providencialmente no fue así, dándonos tiempo a desalojar el agua por las falucheras y a reconocer el pique y caja de cadenas, que se encontraban anegados casi en su totalidad, con más de seis toneladas de agua. Ésta había invadido también el sollado por la puerta de bajada y lumbreras de ventilación, que no tenían defensa de ninguna clase. Con toda rapidez se cortaron varios remaches en el mamparo de colisión por los cuales se dio salida al agua del sollado y de éste a la sentina, donde lo achicaba la bomba. Se procuró hacer estanca la escotilla de proa y gateras de las cadenas y se estableció un servicio permanente para la expulsión del agua por las falucheras. Sin embargo, en los sucesivos golpes de mar se vio que el remedio no era completo, repitiéndose frecuente el hocicamiento de la proa, que con gran trabajo llegaba a la cresta de la ola siguiente, manteniéndonos a todos en la expectación natural. El agua inundaba el pique con mucha mayor rapidez que la pequeña salida que le permitían los orificios de los remaches, y esta situación, delicada siempre, lo era mucho más durante la noche, en la que no era posible abordar de frente la ola, a pesar de la habilidad de los timoneles y de toda la atención que el Segundo y yo poníamos en conseguirlo. A las cuatro de la tarde del día 19 se vio durante un momento la punta de Calaburras, marcándose el N35W y seis y ocho millas de distancia. No se me pasó por la imaginación el arribar a Málaga, continuando siempre con la proa a la mar a rumbos variables entre N. 55 y N. 80 E. Mi intención era tomar, si el rumbo me conducía a ello, cualquiera de los fondeaderos de la Herradura, Almuñecar, Motril o Valerma (actual Balerma) y, en último extremo meter sobre Almería, al entrar en el socaire de Cabo de Gata. La velocidad, por corredera, oscilaba alrededor de una milla, con régimen de revoluciones para 5 ó 6, indispensables para conservar el gobierno. Sin embargo, yo tenía la seguridad de que avanzábamos con muchas más rapidez y aún me quedé corto en esta apreciación. El día 20, el viento era huracanado, sucediéndose los chubascos sin interrupción y aumentando todavía más la mar, con altura de las olas no inferiores a nueve metros; continuamos embarcando mucha agua, los medios de achique no eran suficientes para mantener boyante la proa, y el trabajo de la dotación llegaba a su límite; en esta situación se complicó por la tarde, al presentarse una mar confusa NE. y ESE., que dificultaba en extremo el gobierno, encapillando muchos golpes de mar por las amuras, sin darnos tiempo de desalojarlas; en particular, la que se acumulaba en el compartimento de proa, que hundía a ésta visiblemente. Ordené echar al agua todas las planchas de protección que tenía almacenadas abajo y, a continuación, toda la cartuchería del 76,2 m/m, con un peso aproximado de 2,5 toneladas. A esto siguió una parte de los proyectiles —unos 60—, suspendiendo la operación al notar sus resultados que, a mi modo de ver, fueron decisivos, defendiéndose el buque mucho mejor, a pesar de las proporciones de la mar y de la dificultad que representaba el gobierno, sobre todo durante la noche siguiente, en la que rompieron varios golpes sobre el mismo frente de la caseta, arrollándonos a todos y haciendo molestísima la estancia en el puente, cuya cristalería había desaparecido. El día 21, a media mañana, se vio de nuevo la costa al E. de Adra, y poco después de mediodía, el cabo de Gata, muy poco abierto por Er., empezando en seguida a notarse el abrigo, que me permitió tomar la mar por la amura y, finalmente, arribar sobre Almería, en donde quedé amarrado a las cuatro de la tarde, telegrafiándoselo inmediatamente a V. E. A las seis de la tarde recibí un telegrama de S. M. el Rey, encargándome le comunicara por telégrafo y directamente detalles de la travesía, como así lo hice, en forma análoga a la que a V. E. conoce. El buque no ha perdido nada de su valor militar y marinero, quedando listo en la tarde de hoy para desempeñar comisión. Todos los desperfectos —pues no debo considerarlos como averías— afectan a la superestructura y, en especial a los cargos. Del firme del barco, únicamente la plancha circular que sirve de bañera a la plataforma del cañón requiere ser descosida para enderezarla, pero tal como está no impide el juego del mantelete. La máquina, el servomotor y los servicios de achique trabajaron a la perfección; el salidero notado antes de la salida de Ceuta no aumentó durante la travesía, siendo normal el consumo del agua, sin que haya tenido la menor preocupación por esta parte; el mandrilado de los tubos se terminó el sábado, quedando desde ayer terminados, y lista la caldera para dos horas. Desaparecieron varios candeleros, el aparejo de gata de Br., y todos los cristales de casetas y lumbreras. Para taponar estas últimas se inutilizaron varios coys, fundas y dos trozos de toldos. En la camareta de Suboficiales la entrada de agua por los portillos estropeó todas las colchonetas y, en parte, vestuarios y efectos; lo mismo ocurrió, en menor proporción, en el sollado de marinería. La despensa, situada en el sollado, debajo del tambucho de bajada, que, por fuerza, había que abrir con frecuencia, se inundó, perdiéndose en casi su totalidad los víveres de la dotación. Lo mismo ocurrió en el pañol del vino. En los pañoles de proa del Contramaestre, se inutilizaron también bastantes efectos. Con los fondos de habilitación —pues el Fondo Económico llega esencialmente para las necesidades más urgente y no tiene ahorro de ninguna clase— se han hecho las reparaciones indispensables, cambiándose las frisas a los portillos (las colocadas últimamente en Matagorda estaban muy mal dispuestas) y colocando otras escotillas y puertas de los tambuchos, que nunca las tuvieron; se adquirieron cristales de más cuerpo, para las lumbreras, añadiéndoseles una tapa de madera, para defensa de los mismos, y se arregló de nuevo la cristalera del puente. De vajillas y enseres se adquirieron lo indispensable y se repuso el aparejo de gata y las drizas que faltaron. Con todo detalle daré cuenta a V. E. de los gastos hechos y de los que se necesitan hacer para reparar los efectos inutilizados, por si tiene a bien ordenar se me faciliten o se me permita su adquisición directa. Durante la travesía pedí la situación a dos vapores extranjeros por medio del Código Internacional, y como no me contestaron, se les llamó por medio de la estación radiotelegráfica, sin obtener resultado, lo que no me extrañó, dada la inutilidad en que hace tiempo se encuentra. No se me ocurrió pedir nunca auxilio ni a los buques ni a tierra, porque consideraba imposible se me prestara. Prueba de ello fue la noche del 20 se mantuvo por Br. y a corta distancia, durante más de dos horas, un gran vapor extranjero, que no conseguía ganarme y se aconchaba sobre el buque. Con el Scott y el Código le rogué se separase, como al fin lo hizo, pasándome por la proa. La conducta de la dotación, salvo dos o tres casos de apocamiento, fue serena y arrojada, produciéndonos la mayor satisfacción. El segundo comandante, alférez de navío Rodríguez Lizón, puso de manifiesto cualidades nada comunes de serenidad y optimismo, que supo transmitir a la gente, infundiendo confianza en todos. El personal de máquinas, como siempre, respondió a todas las exigencias. El Condestable y el Contramaestre se encargaron alternativamente de los servicios de achique y desagüe, dando ejemplo a la dotación por su resistencia y actividad, mucho más de tener en cuenta en el primero. Merecen mención especial y tengo el honor de proponer a V. E. para una recompensa, los individuos siguientes: Operario de Máquinas Ricardo Álvarez Hermida, modelo de asiduidad siempre y que en esta ocasión permaneció constantemente esclavo del servomotor, aparte de su servicio en calderas, debiéndose a él, con toda seguridad, el perfecto funcionamiento de aquel aparato, cuya interrupción pudo haber sida fatal para el buque. Cabo de Cañón Antonio Moreno Herrera y Marinero de segunda Amador Gándara Fernández, que desempeñaron los más distintos cometidos con la mayor voluntad y exposición. Ambos resultaron contusos. Cabo de Mar Justo Ibarloza Acarregui y Marinero de primera León Anasagasti Ispizua, alternaron exclusivamente en el gobierno durante los tres días, desempeñando su cometido, nada fácil, con la mayor serenidad sin dar muestras de cansancio, a pesar de encontrarse casi siempre envueltos por rociones y golpes de mar; los dos se han hecho acreedores a mi gratitud y así lo he hecho público ante las brigadas. El resto de la dotación trabajó con fe y en condiciones poco comunes, sin alimentación ni descanso, con las tres excepciones que señalo a V. E. (los autores evitan poner los nombres de ellos para no herir susceptibilidades) por si tiene a bien ordenar su desembarco, ya que su presencia a bordo es, a mi modo de ver, perjudicial. Dios guarde a V.E. muchos años. A bordo. Almería, 23 de noviembre de 1924. Francisco Moreno.»

Es patente que sus grandes conocimientos evitaron una tragedia, seguido fielmente por sus subordinados logrando entrar en Almería, durante el temporal dos de los mayores buques de la Armada quisieron salir a prestarle ayuda y la mar lo impidió, fueron el acorazado Alfonso XIII y el crucero Cataluña a cuyo bordo iba su hermano Salvador, pero les fue imposible soportarla, en cambio el Larache con sus 400 toneladas de desplazamiento y 44 metros de eslora si lo pasó. Entre el centenar de telegramas recibidos uno era algo especial, decía: «Enhorabuena. Mal rato me has hecho pasar. Te abraza, Alfonso»

El 27 de junio de 1925 es nombrado profesor de la Escuela de Guerra Naval, pero no pudo ocupar su puesto hasta entregar el mando del patrullero, por ello lo hace el 21 de agosto y se presenta en Madrid el 23 siguiente. Comenzado el curso, al concluirlo pasa a realizar las prácticas de la Escuela, embarca en el destructor Lazaga el 1 de julio de 1926, permaneciendo en él hasta el 18 de septiembre siguiente, regresando a la Escuela, donde se le entrega el diploma con su título de especialista el 30 de septiembre seguido, de nuevo en el curso siguiente, vuelven a embarcar en el mismo buque, entre el 19 de junio de 1927 hasta el 18 de septiembre seguido, cesando el 31 de enero de 1928.

Se le destina de nuevo a la comisión hidrográfica, pero esta vez como jefe en Madrid, ocupando su puesto el 1 de febrero de 1928. Fue llamado para las maniobras de la escuadra por el Comandante General de ella, ocupando el cargo de Ayudante Mayor de la Flota, permaneciendo un mes y dos días, desembarcando el 12 de noviembre seguido, recibiendo su ascenso a capitán de fragata el 3 anterior, reincorporándose a su destino, donde se reorganizó creándose el Servicio de Hidrografía nombrandolo su jefe, elevando un informe para la construcción en España de dos buques planeros, le fue aceptada y viajó a Mónaco, La Specia, Génova y París, sabiendo de la entrega de dos unidades para Argentina por el Reino Unido, se puso en contacto con Buenos Aires, al llegar a Madrid se reunió con los ingenieros consiguiendo se pusieran las quillas más tarde del Tofiño y Malaspina, resultando unos casi inmejorables buques para su trabajo, permaneció en su puesto hasta el 15 de enero de 1929.El mismo día toma posesión de su nuevo destino, como Jefe Secretario Auxiliar Ministerio Marina y agregado a la Escuela Guerra Naval, dejando este destino el 26 de junio, el siguiente pasa al Gabinete Estudios de la Dirección General de Campaña, donde permanece hasta el 13 de septiembre seguido.

Se le llama de nuevo para formar parte del Estado Mayor de la División de Cruceros embarcando en el Príncipe Alfonso, el 15 de septiembre continuo, permaneciendo hasta el 29 de noviembre siguiente, trasbordando el mismo día al crucero Almirante Cervera, pero como Jefe de Estado Mayor del buque permaneciendo a bordo hasta el 16 de septiembre de 1930. El 18 seguido se le otorga el destino de Subdirector de la Escuela de Guerra Naval. «Sin desatender el anterior destino se le nombra para la Sección de Operaciones del Estado Mayor de la Armada» pasando a ella el 5 de diciembre del mismo año.

Para efectuar las pruebas prácticas de la Escuela de Guerra Naval embarca en el destructor Sánchez Barcáiztegui, entre el 20 y 30 de julio de 1931. Reintegrado a su puesto permanece hasta el 26 de septiembre siguiente. El 30 consecutivo se le otorga el mando del buque Galatea, y Director de la Escuela de Marinería por estar ésta en el mismo buque, desembarcando el 24 de marzo de 1932. (Como se puede apreciar no hubo ningún cambio en su carrera ni alteración, a pesar del cambio político producido el 14 de abril de 1931 al proclamarse la 2ª República, la Corporación continúo trabajando sin atender otras razones que no fueran las propias de ella y de las que entendía)

Pasando destinado como Jefe interino de la 1º Sección (Organización) del Estado Mayor de la Armada, comenzando el 25 de marzo de 1932, cesando el 2 de julio siguiente. El 6 de julio seguido toma el mando del destructor Sánchez Barcáiztegui, desembarcando el 11 de enero 1933. El 16 continuo es destinado como sub-director de la Escuela de Guerra Naval y Jefe del Negociado Operaciones del Estado Mayor de la Armada. Entre el 28 de junio al 11 de julio embarca en el crucero Almirante Cervera como Segundo Jefe del Estado Mayor de la Flota, para realizar las maniobras correspondientes. Aprovechando las vacaciones se le destina a un viaje de estudios en el extranjero, por lo que sale de Madrid el 6 de agosto; el 7 en Barcelona; el 8 en Tolón; el 10 en Génova; el 11 en La Spezzia; el 14 en Roma; el 16 en Nápoles; el 19 en Venecia; el 29 en Port Bou y el 31 en Madrid. Habiendo visitado los Arsenales de las ciudades mencionadas, los Astilleros Ansaldo, fábrica de torpedos de Castellamare y algunos buques de guerra. Cesando en la sub-dirección de la Escuela de Guerra Naval el 5 de enero de 1934.

Por ser destinado como Director interino de ella sin abandonar el puesto en el Estado Mayor de la Armada. Para el 27 seguido obtener la Dirección en propiedad, sin dejar el Negociado de Operaciones del Estado Mayor. El 10 de octubre sin dejar sus destinos, se le agregó otro siendo destinado a las órdenes del Ministro de la Guerra, durante la represión del movimiento revolucionario de Asturias, para servir de enlace entre los dos Ministerios; cesó en este cometido el 22. Durante este tiempo embarcó en el destructor Almirante Valdés el 9 de abril desembarcando el 18. Embarcando de transporte en el destructor Lazaga entre el 30 de mayo y 2 de junio, para acudir a realizar maniobras embarca como parte del Estado Mayor en el submarino C-6, entre el 6 á 10 de junio consecutivo.

El 5 de enero de 1935 se le asciende al grado de capitán de navío, continuando en sus destinos anteriores, hasta que el 12 de junio por tener unas palabras con el sub-secretario de la Marina Militar, se le imputa una Sumaria: «Por insulto de palabra al Subsecretario de la Marina Militar. El Consejo de guerra celebrado el 30 de julio, lo condenó á dos meses de suspensión de empleo; comenzando la sanción el día dos de agosto y finalizando el día dos de octubre.», pasando a disponible forzoso. Por la sentencia el 12 de junio pasa a disponible forzoso (apartado A), hasta el 4 de julio siguiente, pasándole a disponible gubernativo hasta el día 2 de agosto, por comenzar a cumplir la condena del Consejo, permaneciendo los dos meses, reincorporándose como disponible forzoso (apartado A) el mismo 2 de octubre hasta el 13 de noviembre siguiente, pues con la misma fecha se le destina como comandante de quilla de los cruceros Canarias y Baleares, «con carácter forzoso» desplazándose a Ferrol.

Se produce el Alzamiento el 18 de julio de 1936, continuando en su destino de comandante de quilla de los cruceros Canarias y Baleares, uniéndose a los alzados, por ello el 31 de julio seguido el Gobierno Provisional lo nombra Jefe de la Flota nacional, con insignia en el acorazado España 2º. El 31 de agosto cambia su insignia como comandante y Jefe de la Flota al crucero Canarias. El 22 de julio de 1937 se le asciende a contralmirante, pasando el 10 de octubre a ser habilitado de vicealmirante, por Decreto nº 356 de esta misma fecha se le nombra Jefe de la Fuerzas de Tierra, Mar y Aire del bloqueo del Mediterráneo.

Al producirse el hundimiento del crucero Baleares el 6 de marzo de 1938, arrastró al abismo al contralmirante Vierna, a todo su estado mayor, el comandante del buque, capitán de navío don Isidro Fontela, treinta y cinco oficiales, y seiscientos ochenta y cinco suboficiales, y marineros de su dotación. Fue en sí el mayor desastre naval de toda la contienda, tanto por la gran cantidad de víctimas causadas, como por la valía y necesidad del buque, provocando una gran decepción en toda la escuadra y posteriormente, un desafortunado discurso del general Franco, en la toma a los pocos días de la población de Vinaroz que le dio la salida al Mediterráneo, partiendo en dos la zona ocupada de España por el ejército popular. Caló tan hondo el discurso cuerno de Vinaroz) que llegaron a haber deserciones entre la marinería y solo gracias, a la decisión personal del vicealmirante don Francisco Moreno Fernández, capitán general de las fuerzas del bloqueo, con base en la ciudad de Mallorca de ir visitando todos los buques de su mando, se pudo evitar una catástrofe mayor, pues comenzó por convencer a todos sus oficiales subordinados, así como mantener conversaciones cara a cara, sin distinción de graduación o sin ella, con cualquiera que tuviera una duda al respecto de la confianza del mando en la victoria final.

El 4 de marzo de 1939 llega la noticia al Generalísimo de la sublevación en Cartagena, dando la orden al Jefe del Estado Mayor de la escuadra, vicealmirante don Juan Cervera Valderrama se ponga en marcha el envío de tropas, para poder tomar el Arsenal e impedir que el jefe de la flota roja la hunda en puerto, Cervera comunica a Vinaroz aprontar lo más rápidamente posible el convoy, con el inconveniente que debía de entrar por la bocana del puerto, siendo uno de los mejor protegidos por la artillería de costa, esto no se le comunica a don Francisco Moreno, el 5 el jefe de las fuerzas del bloqueo envía una instrucción de una petición anterior para tomar Valencia, no siendo tan complicado variar el puerto de destino, pero sigue el mutismo de Franco, el 6 a las 0400 horas sale el primer mercante con rumbo a Cartagena, en total eran diez barcos saliendo el último a las 2200 del mismo día, dándoles escolta los minadores Marte, Júpiter y Vulcano que se encontraban en el puerto de salida, la forma de salir no se trataba de formar convoy y se añadía el peligro de tener que navegar ciento cincuenta millas de aguas peligrosas, tanto por la posible salida de la escuadra roja como del ataque aéreo, por conversación del comandante del Marte se entera don Francisco de lo que está sucediendo, dando la orden de salir de Palma de Mallorca con su insignia el mercante armado Mar Cantábrico, poniendo rumbo al Arsenal de destino para comprobar si realmente está en manos de los sublevados, para ello ordena enarbolar bien visible el pabellón de la Armada entrando bajo el alcance de la artillería, poco después comienzan a caer algunos proyectiles, siendo obvio, la base no estaba como se pretendía en manos amigas.

Ordenando a sus buques transmitieran a los mercantes regresar al puerto de partida, pero el problema se agrava al estar diseminados y para terminar de arreglarlo, dos de ellos el Castillo Peñafiel y Castillo Olite no les funcionaba la radio, al ser conocedor de la circunstancia ordena salir a los cañoneros Cánovas, Canalejas y Dato a cruzar sobre la posible derrota y ayudar a los cañoneros para transmitir la orden de regreso. El Peñafiel sobre cabo de Palos sufrió un ataque de la aviación, causándole bajas, sumándose haberse levantado la mar y recibirla de través, viró para salir de la encerrona consiguiendo llegar a Ibiza en muy malas condiciones el 8 a las 1600 horas, pero nada se sabía del Olite, se unió el recién incorporado crucero Navarra a sus compañeros, mientras el Almirante Cervera estaba en Ferrol de reparaciones y llegó el 9 por estar en comisión el Canarias, pero nada encontraban sobre la mar.

El 10 se supo por radio Moscú el hundimiento de un mercante en Escombreras, confirmándose el 11 al apresar el Vulcano en aguas de Santa Pola al falucho Manuel con diecinueve infantes de marina escapados para unirse a los sublevados, estos dijeron haber leído el 6 del hundimiento de un mercante a la entrada del puerto de Cartagena. Solo al entrar los sublevados en la ciudad supieron la catástrofe, pues perdieron la vida en el hundimiento unos mil cincuenta y de los mil cincuenta restantes, por la mala alimentación solo se salvaron unos centenares, convirtiéndose en el mayor desastre humano en la mar durante la guerra.

Todo porque un general al mando pretendió dar una lección a los marinos (como ya lo había hecho en el "cuerno de Vinaroz") sin caer en la cuenta que la mar no es la tierra, en ésta, uno puede agachar la cabeza e incluso regresar por su pie, todo esto sobre el líquido elemento es imposible. No conforme con ello, pues él tenía que mantener su privilegiado escalón ante el pueblo, comenzó a tirar las culpas a la Armada (directamente sobre don Francisco) por no prestar el apoyo debido, cuando él y solo él fue el responsable por no ponerlo en conocimiento en su momento del verdadero jefe de la Armada en la mar y no sentado en una silla de su «Terminus» en tierra.

El 28 de marzo de 1939 desembarca y se le destina al día siguiente a Eventualidades del Servicio, pero solo está un día, pues el 1 de abril se le destina como Comandante General del Departamento de Cartagena, (justo el más complicado por celebrase en él los juicios, de los cuales nunca supo nada, bastante trabajo había dada la infame situación con la que se encontraron al entrar, pues ni servicios útiles había) continuó habilitado de vicealmirante, hasta que el 27 de julio se le otorga el ascenso al grado ostentado, permanece en el destino entregando el mando el 4 de septiembre siguiente, por ser nombrado para el mismo puesto al Departamento de Ferrol el 16 de agosto, tomando posesión el 23 de septiembre siguiente.

Don Francisco cansado del casi desprecio a su trabajo por el Jefe del Estado, decidió acercarse al Pardo para entregarle una nota. Fue recibido muy amablemente por Franco y le entregó el papel lo leyó por encima plegándolo seguidamente, le trato de explicar que contra él no tenía nada y lo recibiría tantas veces como considerara oportuno, al decir esto le noto un tic nervioso en el cuello, dando por sentado que la entrevista estaba concluida. No volverían a verse. La nota decía: «Excmo. Señor: Considero un deber de respeto a la Marina y para conmigo mismo, exponer a V. E. lo siguiente: Por haber desempeñado yo durante 32 meses de guerra el cargo de Almirante jefe de la Flota Nacional, es evidente, que el fracaso o gloria de la Marina Combatiente ante V. E, está vinculada a mi persona. V. E. es el llamado a juzgar de la eficacia de la actuación de la Marina. Yo solo puedo recordar a V. E. que en los primeros días del Movimiento aquella no existía; bajo mi mando se creó y V. E. sabe los pocos medios con que contábamos entonces. Puedo asegurar a V. E. que la Marina hizo todo lo humanamente posible no escatimando sacrifico alguno para ayudar al glorioso Ejército Nacional. Su espíritu combativo no puede ponerse en duda, pues a pesar de su inferioridad en lo que a material se refiere, se mantuvo siempre en la mar, asegurando nuestras comunicaciones y dificultando grandemente las del enemigo. En las escasas ocasiones en que salió de Cartagena, se le buscó con gran empeño y si no se dio batalla decisiva, fue porque sistemáticamente la rehuyó. Nuestros buques efectuaron un gran número de presas, siendo un orgullo para mí el poder dar cuenta a V. E. que el enemigo no apresó durante toda la campaña ni un solo vapor nacional. Al terminar la guerra el trato que he recibido, corresponde más bien a una actuación de fracaso, que al de un almirante que ha cumplido eficazmente su Misión en circunstancias difíciles. Por ello y por recaer sobre mí, la responsabilidad de la Marina, ruego respetuosamente a V. E. la estudie y proceda como estime justo. Diciembre de 1939. Francisco Moreno.» A la vista de tan clara y directa nota, no es de extrañar en absoluto el nerviosismo con que dio por finalizada el Caudillo la visita.

El 27 de julio de 1941 fue ascendido a almirante y el 2 de agosto seguido se le confirma en su cargo de capitán general del departamento de Ferrol.

Es evidente que a Franco le costó digerir la situación, porque tardó mucho en gratificar modestamente a su Jefe de la Flota durante la guerra al que tanto debía. A petición del Ministro de Marina, (recordar era su hermano Salvador) le concedió la Medalla Militar. No se excedió en nada con esta parca recompensa por tanto y tan eficaz servicio. El decreto rezaba: «Dispongo: Artículo único. — Se concede la Medalla Militar al Almirante don Francisco Moreno Fernández como premio a los relevantes servicios prestados durante la pasada campaña al mando de la Flota nacional. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a diecisiete de enero de mil novecientos cuarenta y dos. ― Francisco Franco ― El Ministro de Marina. Salvador Moreno Fernández.»

Le sorprendió el fallecimiento leyendo una nueva biografía de Napoleón, al que nunca llegó a comprender en ciertas de sus maniobras, disculpándolas como los errores de los genios. Un paro cardiaco frenó definitivamente la máquina a las dos de la madrugada del 21 de enero de 1945. Contaba con sesenta y un años de edad, vividos, no muchos aún y de ellos, cuarenta y seis largos de servicio a su amada Armada.

Estaba en posesión de varias condecoraciones españolas y extranjeras, pero jamás en su pecho llevó ninguna, de españolas entre otras: 2 Medallas Militares. Medalla Militar colectiva. Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III. Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Placa de la Real y Militar Orden San Hermenegildo. Cruz de la Real y Militar Orden San Hermenegildo. 3 Cruces de Guerra. Gran Cruz de la Orden al Mérito Naval, con distintivo Rojo. Gran Cruz de la Orden al Mérito Militar, con distintivo Rojo. Caballero 1ª clase de la Orden del Mérito Militar, con distintivo Rojo. Gran Cruz de la Orden al Mérito Naval, con distintivo Blanco. 2 de Caballero de 1ª clase Cruz de la Orden del Mérito Naval, con distintivo Blanco. Caballero de 2ª clase Cruz de la Orden del Mérito Naval, con distintivo Blanco pensionada. Caballero de 2ª clase Cruz de la Orden del Mérito Naval, con distintivo Blanco. 2 de Caballero de 2ª clase Cruz de la Orden del Mérito Militar. Gran Cruz al Mérito Aéreo. Placa de 2ª clase de la Militar Orden de María Cristina Naval. Medalla de la Campaña de África. Medalla de la Guerra Civil de 1936-1939. Medalla de Oro al Tiro Naval y Medalla de la Coronación de don Alfonso XIII. Extranjeras: Gran Cruz de la Corona. Italia. Caballero de la Orden de San Mauricio y San Lázaro. Italia. Caballero de la Legión de Honor. Francia. Gran Cruz de la Orden de la Medahuia. Marruecos. Orden del Águila. Alemania. Oficial del Salvador. Grecia y Comendador de la Orden del Fénix. Grecia.

Por Ley del 17 de marzo de 1945 (D. O. nº 67) se dicta: «La acción de la Marina durante nuestra guerra de Liberación fue fundamental para la causa de España. Su misión primordial, consecuencia de las circunstancias especiales de la guerra y de las permanentes de nuestra situación geográfica, fue plenamente cumplida. A pesar de la inferioridad material de nuestras fuerzas navales y de las extraordinarias dificultades creadas por la situación exterior, la Flota Nacional logró inmovilizar a la enemiga, mantener el bloqueo de las costas rojas, hacer más de trescientas presas y asegurar la libertad de nuestras comunicaciones marítimas. Ni uno solo de nuestros buques mercantes fue apresado, y nuestro tráfico por mar, de más de veinticuatro millones de toneladas, permitió la llegada a España de cuantos elementos de vida y guerra fueron necesarios para mantener la capacidad combativa del Ejército y alcanzar, la victoria. Esta trascendental aportación de la Marina a la Cruzada quedará para siempre vinculada a la memoria del almirante D. Francisco Moreno Fernández, cuya vida de continuos y entusiastas servicios a la Patria culminó en ocasión del Movimiento Nacional. Después de intervenir de una manera directa y destacada en el triunfo del mismo en Ferrol, fue durante toda la guerra el Almirante de la Flota, y a su capacidad y virtudes militares se debe el rendimiento alcanzado por la misma, que nadie hubiera podido superar. Entregado al cumplimiento de su misión, sin reparar en riesgo ni fatiga, su salud quedó gravemente quebrada al terminar la guerra y la enfermedad en ella contraída fue la causa de su muerte. Por sus destacados servicios y acendrado patriotismo, el difunto almirante se ha hecho acreedor al general reconocimiento de la nación, que no puede olvidar a sus familiares y a que su memoria sea ejemplo venerado por la Marina. En virtud y de conformidad con la propuesta elaborada por las Cortes Españolas. Dispongo: Artículo primero. — Transcurrido el plazo establecido por las disposiciones vigentes, los restos del almirante D. Francisco Moreno Fernández serán trasladados con los honores que las Ordenanzas señalan para el Capitán General con Mando de Flota que muere a bordo de su buque insignia, al Panteón de Marinos Ilustres. Artículo segundo. — Por el Ministerio de Marina se dictarán las oportunas disposiciones para honrar la memoria del difunto almirante y para que su recuerdo constituya motivo permanente de ejemplo y estímulo entre los oficiales de la Armada. Artículo tercero. — Se le concede a Dña. Antonia de Reyna y Martínez de Tejada, viuda de D. Francisco Moreno Fernández, la pensión anual extraordinaria de veinte mil pesetas, compatible con cualquier otra que pudiera tener derecho, que empezaría a percibir a partir de la fecha del fallecimiento de su marido. ― Dado en el Pardo a diez y siete de marzo de mil novecientos cuarenta y cinco. ― Francisco Franco.»

Se levantó un mausoleo en cuyo marco de mármol se puede leer una inscripción en latín, que dice: «OBLITUS SUI SE TOTUM CLASSI PATRIAE DEVOVIT» Traducida: «Olvidado de sí se consagró por entero a la Marina de Guerra de la Patria» Sobre un ara sencilla reposa el féretro de mármol gris oscuro que contiene sus restos. A los pies del mismo, figura una lápida con la siguiente inscripción:


Mausoleo en el Panteón de Marinos Ilustres en recuerdo de don Francisco Moreno Fernández. Almirante. I Marqués de Alborán.
Francisco Moreno Fernández.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.

R. I. P.

El Excmo. Sr. Almirante de la Armada

DON FRANCISCO MORENO FERNÁNDEZ

Primer Marqués de Alborán

Consagró su vida al servicio de la Patria

cuyas glorias enalteció manteniendo el

dominio del mar frente a un enemigo muy

superior en número, como Almirante en Jefe

de la Flota Nacional en la Guerra de

Liberación de España (1936-1939)

Nació en la ciudad de San Fernando

el 7 de noviembre de 1883

Falleció en Ferrol del Caudillo

el 21 de enero de 1945

siendo Capitán General del Departamento

La Patria honra su memoria.


Seis años más tarde, como arrepintiéndose de su comportamiento, pero seguro porque ya no le podía hacer "sombra" le concede el título de Marqués de Alborán para él y sus descendientes.

El documento de Concesión del Título dice: «DON FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE, JEFE DEL ESTADO ESPAÑOL, a vos don Francisco Moreno Fernández, Almirante de la Armada y Jefe de la Flota que consiguió y mantuvo el dominio del mar durante nuestra guerra de Liberación; al conmemorarse el aniversario del triunfo de las Armas Nacionales sobre las fuerzas que dirigidas por el comunismo internacional se habían confabulado para destruir la Patria y sus ideales sagrados, de acuerdo con mi Consejo de Ministros, por Decreto de primero de Abril de mil novecientos cincuenta, tuve a bien haceros merced del Título del Reino con la denominación de MARQUÉS DE ALBORÁN para vos, vuestros hijos y sucesores legítimos, con exención de derechos fiscales hasta la segunda transmisión. Por tanto, he resuelto expedir el presente Despacho, por el cual es mi voluntad que vos y vuestros sucesores legítimos varones y hembras, cada uno en su respectivo tiempo y lugar según el orden regular de suceder, puedan usar el Título de MARQUÉS DE ALBORAN y que desde ahora y en adelante con él llamen y titulen los que acrediten la cualidad de sucesores. En su consecuencia, encargo y mando a los Prelados, Grandes y Títulos del Reino, Generales y Jefes del Ejército y Armada; Presidentes y Magistrados del Tribunal Supremo y de las Audiencias, Gobernadores de las provincias, Jueces, Alcaldes, Ayuntamientos y demás autoridades, Corporaciones y personas particulares a quienes corresponda que os reciban y tengan por tal MARQUÉS DE ALBORÁN como yo desde ahora os nombro y titulo, os guarden y hagan guardar todas las honras preeminencias y prerrogativas que gozan y deben disfrutar los demás Títulos del Reino así por derecho y leyes del mismo como por usos y costumbres, tan cumplidamente que no os falte cosa alguna, sin que para la perpetuidad de esta gracia sea necesario otro mandato, cédula ni licencia, pero con hacer uso de él, queda obligado a obtener previamente Carta de Sucesión dentro del término señalado y en la forma establecida o que se estableciere. Dado en Madrid a primero de Diciembre de mil novecientos cincuenta y uno. ― EL Ministro de Justicia. ― Antonio Iturmendi Bañales. ― Su excelencia expide Despacho de creación del Título de MARQUÉS DE ALBORÁN, libre de gastos a favor de DON FRANCISCO MORENO FERNÁNDEZ.»

Bibliografía:

Martínez Guanter, Antonio L. J.: Un Almirante Relegado al Olvido: Francisco Moreno Fernández. Encuadernaciones Aguilar. Valencia, 2012.

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