Oquendo y Molina, Miquel Antonio de Biografia

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Biografía de don Miguel Antonio de Oquendo y Molina
Retrato de don Miguel de Oquendo y Molina. General de la escuadra de Cantábria. Caballero de la Real y Militar Orden de Santiago.
Miguel de Oquendo y Molina.
Cortesía del Museo Naval. Madrid.
General de la escuadra de Cantabria.
Caballero de la Real y Militar Orden de Santiago. (1643)

Orígenes

Vino al mundo a principios del mes de junio del año de 1626, en la ciudad de Madrid. Fueron sus padres don Antonio de Oquendo y doña Ana de Molina, siendo bastardo.

Hoja de Servicios

En el año de 1653 construyó de su peculio dos navíos para la armada del Mar Océano, recibiendo en el año de 1656 las Gracias reales de don Felipe IV, por el apoyo que prestaba a la corona en tan perniciosa época.

En el mismo año 1556 firmó un asiento para la construcción de seis galeones y un patache para la escuadra de Cantabria.

De nuevo en 1663 mandó construir de su peculio otros dos navíos para la armada del Mar Océano, que fueron puestos al mando de sus hijos, don Miguel-Carlos y don José Oquendo.

Regresaba la escuadra del Mar Océano al mando del VIII Duque de Alburquerque de un crucero sobre Lisboa, pero se declaró una epidemia, dando la orden de poner rumbo a Cádiz, la Capitana de España era un galeón del porte de 90 cañones construido en Pasajes, al doblar el cabo de San Vicente el tiempo fue empeorando, estando en las proximidades de Cádiz el 9 de octubre ya de noche con mucho viento, chubascos y mar gruesa; en la segunda guardia se dio aviso de tener tierra cerca (lo que dejaba ver la climatología) pero no estaba tan lejos como aparentaba y minutos después se dio la orden de orzar metiendo timón á la banda para evitar un escollo, siendo la cabeza el galeón Capitana navegando a su popa la capitana de Oquendo, quien lógicamente no se esperaba este movimiento, por lo que aunque se intentó abordó a la Capitana Real, dejándose en el abordaje el bauprés, el tajamar y se vino abajo el trinquete, así como la proa casi desaparecida, dando la orden Oquendo de dejar caer las anclas para afirmarse, pero la mar era muy dura y los cables no soportaron la tensión, por lo que se zafaron y el casco fue arrastrado hasta embarrancar en la playa de Rota, donde por el efecto de los golpes de mar y el mal estado en que había quedado fue deshecha en poco tiempo.

Lo peor fue que la Real no emitió señal ninguna de peligro, lo que causó que los siguientes tres galeones al de Oquendo que guardaban la línea de fila, dos de Cabeza de Vaca y uno de Ostende, fueron rasgando sus obras vivas en los bajos, pues ninguno se quedó sobre ellos aumentando aún más el desastre, solo en ese momento fue cuando la Real hizo varios disparos advirtiendo del peligro, abriéndose del rumbo el resto, sumándose al problema la gran resaca que producía el mar tan revuelto. De hecho la Real lanzó todas sus anclas y solo una soportó el temporal hasta que al amanecer, por haber oído los cañonazos salió de la bahía de Cádiz la escuadra de galeras del duque de Tursi, quien ya se encontraba cerca y pudo dedicarse a recoger a los náufragos, de los que pudo rescatar a unos seiscientos, mientras el resto de las galeras se acercaron a los galeones con problemas y les dieron remolque hasta la bahía.

Las pérdidas fueron siete galeones en total con toda su gente, pero lo peor es que eran totalmente nuevos, incluidos los de Oquendo pues era su primer viaje. Esto fue una desgracia que contribuyó a la decadencia de la Armada, de ahí que don Miguel, a pesar de no ser responsable directo le afectara profundamente.

Sintiéndose tan mal por este grave contratiempo, decidió pedir al Rey su retiro, el cual le fue concedido, poniéndose en camino sin pararse en la Corte llegando a su casa en la población de Lasarte, dedicándose al estudio de la historia y a escribir las hazañas de su padre, en la obra que tiene por título: «El Héroe Cántabro. Vida del señor D. Antonio de Oquendo. A la muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa», publicada en Toledo en el año de 1666, por Dionisio Hidalgo. Un tomo en 8º con 147 págs.


Estandarte de la capitana de don Miguel de Oquendo
Estandarte de su Capitana.
Cortesía del señor Marqués de Valmediano.

En la dedicatoria, firmada en la ciudad de Madrid el 6 de abril de 1666, habla del: «abandono con que los españoles han mirado las hazañas de sus ilustres capitanes, sin que ni el ejemplo de Plutarco entre los antiguos, ni la multitud de vidas é historias particulares entre los extranjeros de tiempos mas cercanos los hayan movido á la imitación de celebrar los héroes de la patria. La marina española, ha abundado en ellos, y apenas se hallan escritas más hazañas que muy sucintamente las del marqués de Sata Cruz en tres elogios y esta de D. Antonio de Oquendo, que su hijo daba a la luz tambien con laconismo y concision»

(Como se ve el problema no se ha resuelto y no es de ayer)

Con su esposa doña Teresa de San Millán, fundó el convento de las Brígidas de Lasarte, en el que ingresaron varias de sus hijas para dar ejemplo y al fallecer don Miguel, lo hizo su mujer.

Finó a lo largo del año de 1681, en su casa de la población de Lasarte.

Dejó por heredero a su hijo primogénito don Miguel-Carlos, en quien el rey don Carlos II recompensó las hazañas de sus antepasados, concediéndole el título de marqués de San Millán.

Al convento lo dotó con varios objetos, entre ellos el estandarte de su capitana que pudo salvar del naufragio. Por la desamortización hoy está en poder del actual marqués de Valmediano, don Pedro Calderón de la Barca (1892). Está compuesto por seis paños de damasco carmesí, que unidos forman un rectángulo de unos cuatro por cinco metros, alrededor tiene una orla romana y flecos de seda roja y amarilla, sobre la orla hay pintados trofeos, armas y otros adornos. En el centro un gran escudo con las armas reales, a su derecha un gran Cristo crucificado, sobre su base se alzan a su derecha la Virgen María y a su izquierda San José, a la izquierda de las armas reales, Santiago apóstol a la grupa de su caballo blanco esgrimiendo su espada contra los moros y a sus pies uno muerto. Todo está pintado al oleo por un buen pintor.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Fernández de Navarrete, Martín.: Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Imprenta de la Viuda de Calero. Madrid, 1851.

Fernández Duro, Cesáreo.: La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra. Madrid 1895-1903. Facsímil Museo Naval. Madrid. 1973.

González de Canales y López-Obrero, Fernando.: Catálogo de Pinturas del Museo Naval. Tomo II. Ministerio de Defensa. Madrid, 2000.

Fernández Duro, Cesáreo.: Disquisiciones Náuticas. Facsímil. Madrid, 1996. 6 Tomos.

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