Papudo combate 26/XI/1865

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1865 Combate del Papudo 26 / XI



Al regreso de uno de los cruceros se destinó la goleta Covadonga, iba al mando el teniente de navío don Luis Fery y Torres-Vildosola, los alféreces de navío don Juan Jácome y Pareja, don Joaquín Cincúnegui y Marco y don Félix Gurrea y Gurrea; el primer ayudante de sanidad don José López Bernal; el guardiamarina de 1ª habilitado de oficial don Víctor Concas y Palau y el guardiamarina de 1ª don Joaquín Bustamante y Quevedo.

Foto de la goleta Covandonga en dique.
Covandonga.
Colección don José Lledó Calabuig.

El buque pertenecía a una serie de ocho, siendo construida en el arsenal de La Carraca, con eslora de 45’60 metros; manga de 6’40 y un puntal de 3’40, con dos cañones bomberos de 68 libras, montados en colisa uno a proa y otro a popa del palo mayor, con un sector de fuego de 45º a cada banda; un desplazamiento de 445 toneladas y una máquina de 130 C.V. nominales y 390 indicados, de proyecto debía dar sobre los 11 nudos, pero en realidad sólo pasaban de 6 si la mar no estaba muy movida y a tiro forzado, su dotación estaba formada por un centenar de hombres. La corbeta chilena Esmeralda estaba construida en el Reino Unido, tenía un desplazamiento de 850 toneladas y una máquina de 200 C.V. nominales, dándole los nueve nudos, construida con altas bordas permitiéndole llevar 18 cañones de á 32 cortos y 2 Withworth de retrocarga, siendo comparativamente un poderoso enemigo para el buque español.

Por orden del almirante Pareja estaba bloqueando sola el puerto de Coquimbo y el de la Herradura, a donde arribó el 4 de noviembre de 1865. El 26 seguido sobre las nueve de la mañana se vio la humareda de un buque que en principio se pensó era un mercante por su alto bordo, pero estaba claro iba de vuelta encontrada, cuando pudieron distinguir el aparejo confirmaron era la corbeta chilena, Fery mandó abrir las válvulas para dar más presión, pero al hacerlo se perdía más agua produciendo menos vapor bajando la velocidad, se intentó arreglar el problema y se solucionó sólo al volver a cerrarlas. A unas cuatro millas la corbeta chilena izó bandera británica, haciendo dudar a la dotación de la goleta, pero Fery de nuevo dio orden de armarse y cargar las bombardas, al llegar la corbeta por su aleta de babor descargó su primera andanada, la goleta recibió varios impactos e invirtió la banda para salirse del campo de fuego enemigo, pero al tener casi el doble de velocidad la corbeta chilena, cayó sobre la banda contraria y volvió a descargar otra andanada, entonces ya muy dañada la goleta fue cuando cambió la bandera británica por la chilena; ‹¡claro acto de piratería!›' La goleta volvió a cambiar de banda y al atravesar la corbeta su campo de tiro le disparó haciendo blanco el proyectil en el costado, recibiendo a cambio otra andanada, se mantuvo sobre el timón dando un giro completo, pero otra vez la mayor velocidad de la corbeta, le volvió a dar alcance a pesar del giro interno de la goleta, de nuevo al estar en su costado pasó por el sector de fuego de la goleta, momento aprovechado para dispararle y el proyectil le arrancó el bauprés a la enemiga, pero ya nada o casi nada se podía hacer a bordo de la goleta, pues estaba medio hecha astillas, a pesar de ello se le volvió a disparar a la corbeta sin hacer blanco, mientras recibía la cuarta andanada.

No habiendo ya más solución que rendirse, Fery dio orden de abrir las válvulas de inundación de la sala de máquinas a donde acudió Gurrea pasando la orden, uniéndose a Cincúnegui para llegar a la cámara del comandante y arrojar al agua todos los libros de a bordo para no dejar ni rastro de ellos, pero el jefe de máquinas a costumbre de la época era de origen británico llamado Harris y no se aplicó como debía a la orden recibida, teniendo un grave altercado con el segundo maquinista Domenech, quien por no imponerse ante la desobediencia de su superior salió de la sala de máquinas y comentó lo que pasaba a don Víctor Concas, quien por estar herido desde la primera andanada recibida no podía moverse, pero hizo llamar a sus compañeros para que pusieran en orden al británico jefe. Bajaron inmediatamente por haber terminado su trabajo, Gurrea y Cincúnegui, pero ya era tarde pues se estaban acercando en un bote los chilenos, precisamente venían en primer término los maquinistas temiéndose como era de esperar que las válvulas estuvieran abiertas, las del condensador sí se abrieron y los grifos de proa y popa, pero los principales no lo estaban, a pesar de ello a los chilenos les costó otras cuarenta y ocho horas conseguir parar las vías de agua. Así fue hecha prisionera toda la dotación del buque español.

Para mejor aprovechar el tiempo de inactividad don Víctor Concas, Emilio Luanco y Bustamante deciden realizar por su cuenta unos estudios sobre matemáticas y tratados de mecanismo racional, esto les llevo a la larga a obtener una buena base de los grandes conocimientos que alcanzaron los tres. Dejándolos en libertad al terminar la guerra y firmar la Paz siendo canjeados el 25 de mayo de 1867.

Le fue concedida la Medalla de Sufrimientos por la Patria.

(Fíjese el lector que, siendo herido y prisionero en un acto de guerra, no se le entrega una Cruz al Mérito Naval Roja, sino la Medalla citada que es civil, como si la guerra no hubiera existido. Cosas de la política.)

La pérdida por apresamiento de la goleta Covadonga, llevó al suicidio al jefe de la escuadra del Pacífico, almirante don José Manuel Pareja. Éste luctuoso hecho sucedió frente a Valparaíso a bordo de la fragata Villa de Madrid, el 30 de noviembre de 1865.

Bibliografía:

Concas y Palau, Víctor Mª.: El Combate naval del Papudo. El 26 de noviembre de 1865. Imprenta del Ministerio de Marina. Madrid, 1896.

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