Saralegui y Medina, Manuel de Biografia

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Pero no se quedó en escribir sobre la filosofía, pues desentrañó varios secretos hasta entonces sin descubrir, siendo uno de ellos, el reivindicar con documentación fehaciente para España, la invención de las Cartas Esféricas de Navegación, pues estaban las de nuestro cosmógrafo don Alonso de Santa Cruz, con un tiempo antes que las aceptadas por todos de Mercator.
Pero no se quedó en escribir sobre la filosofía, pues desentrañó varios secretos hasta entonces sin descubrir, siendo uno de ellos, el reivindicar con documentación fehaciente para España, la invención de las Cartas Esféricas de Navegación, pues estaban las de nuestro cosmógrafo don Alonso de Santa Cruz, con un tiempo antes que las aceptadas por todos de Mercator.
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Añadió; el descubrimiento de [[Garay,_Blasco_Biografia|'''Blasco de Garay''']], de la destilación del agua marina ciento veintiún años antes, que Houton. Para don [[Ulloa_y_de_la_Torre_Guiral,_Antonio_de_Biografia|'''Antonio de Ulloa''']], el estudio y descripción de las trombas marinas.
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Añadió; el descubrimiento de [[Garay,_Blasco_de_Biografia|'''Blasco de Garay''']], de la destilación del agua marina ciento veintiún años antes, que Houton. Para don [[Ulloa_y_de_la_Torre_Guiral,_Antonio_de_Biografia|'''Antonio de Ulloa''']], el estudio y descripción de las trombas marinas.
La investigación de la aguja náutica, por Ramón Lulio, solo treinta años antes de que surgiera la modificación por el amalfitano Flavio Gioia y por último; el descubrimiento del blindaje líquido, que como siempre correspondía el invento al Reino Unido e Italia, recuperando del olvido, al sabio español, aunque modesto ingeniero Gustavo Fernández, que lógicamente y siempre con documentación de la época correspondiente, sacaba a la luz y no tenía controversia ninguna.
La investigación de la aguja náutica, por Ramón Lulio, solo treinta años antes de que surgiera la modificación por el amalfitano Flavio Gioia y por último; el descubrimiento del blindaje líquido, que como siempre correspondía el invento al Reino Unido e Italia, recuperando del olvido, al sabio español, aunque modesto ingeniero Gustavo Fernández, que lógicamente y siempre con documentación de la época correspondiente, sacaba a la luz y no tenía controversia ninguna.

Revisión de 09:14 6 oct 2022



Manuel de Saralegui y Medina Biografía


Teniente de Navío y Literato español.

Orígenes

Vino al mundo en la ciudad departamental de Ferrol, el día cinco de junio del año de 1851. Fueron sus padres, don Leandro de Saralegui, natural de Ferrol, Oficial 1º del Cuerpo Administrativo de la Armada y de su esposa, doña Josefa Medina de Canals, natural de Orense, hermano menor de don Leandro.

Hoja de Servicios

Ingresó en el Colegio Naval Militar, a la edad de dieciséis años, el día uno de agosto del año de 1867. Expediente N.º 6.105.

Al año siguiente, se le ordenó embarcar, ya con el grado de Guardiamarina, por hacerlo en este año de 1868, se vió envuelto en todas las acciones de la Revolución, producida y encabezada por el general don Juan Prim Prat y por el almirante don Juan Bautista Topete, proclamándose al final de ella la nueva Constitución, titulada por el pueblo «La Gloriosa.»

Iba embarcado en la fragata Berenguela, acudiendo por ello a la inauguración del canal de Suez.

Posteriormente se le ordenó viajar a las islas Filipinas, por lo que intervino en las operaciones, que en ellas se estaban llevando a cabo, contra lo piratas instalados en la isla de Joló.

Regresó a España en el año de 1873, por ello tomó parte en la última guerra civil de las llamadas «Guerras Carlistas.», que es una forma de disfrazar, lo que eran en realidad, ¡civiles!

Al terminar ésta, de nuevo se le ordenó viajar a las islas Filipinas.

A su regreso ocupando distintos destinos, hasta que el año de 1884, se le nombró como profesor de la entonces Escuela Naval Flotante, por estar situada en el casco de la fragata Asturias, anterior Princesa de Asturias.

Poco tiempo después fue elegido por el mando para ser uno de los primeros, en realizar el curso de torpedos en la Escuela que al efecto se hallaba en el Arsenal de Cartagena.

Por sus méritos fue destinado al Ministerio de Marina, donde estuvo desempeñando los cargos de oficial primero y segundo, en el departamento de la Dirección de Establecimientos Científicos.

Por su buen hacer y por una Real Orden, del Ministerio de Ultramar, perteneció al comité ejecutivo de la preparación de la Exposición de Filipinas, que tuvo lugar en el año de 1887 en Madrid; siendo a su vez comisionado por el Ministerio de Marina, para que en este certamen dirigiera la instalación del Museo Naval, para dar a conocer varias de las espléndidas joyas de éste, al público en general.

Lo mismo le ocurrió al año siguiente, de 1888, cuando la celebración de la Exposición Universal de Barcelona, donde también se le encargo de la misma misión; realizándola a satisfacción de todos.

En el año de 1889, se le otorgó el mando del cañonero Paz, en una navegación de rutina le ocurrió la desgracia, por la un golpe de mar arrojara al buque, sobre el bajo de Aceiteras, casi en el cabo de Trafalgar, lo que le produjo el desgarro en sus fondos, yéndose a pique.

Por este hecho tuvo que pasar por el pertinente Consejo de Guerra, juzgándose la causa de esta pérdida en el Supremo de Guerra y Marina, quién no viendo dejadez del mando, si no simple y llanamente, un golpe de mala suerte, se le declaró libre sin responsabilidad ninguna.

Pero él se auto inculpó de lo ocurrido, por lo que decidió el no volver a navegar nunca, por ello pidió y se le concedió su pase a la reserva y ya en el año de 1903, cuando se le retiró del servicio totalmente.

Desde ese momento, fue contratado por la Compañía Arrendataria de Tabacos, en la presto sus servicios; lo que le permitió el dedicarse con total libertad a su anhelada afición a la escritura, por la que sentía una gran vocación y en especial a los temas filosóficos, en su relación entre éstos y su añorada Armada.

Desde hacía unos años antes, se dedicaba a escribir y enviar estos escritos a la Academia Española, pero que llegando a ser miles de ellos.

En esta institución se le llegó a apreciar tanto, por la forma de su escritura, que era tan concienzuda, por su elaborado estudio, tan discretas y con tanta erudición, que fueron aceptadas por la Academia y las agregó en el «Diccionario.», por ello le otorgó, en el año de 1894 el título de académico correspondiente, pasando a serlo de número en el año de 1914.

Pero no se quedó en escribir sobre la filosofía, pues desentrañó varios secretos hasta entonces sin descubrir, siendo uno de ellos, el reivindicar con documentación fehaciente para España, la invención de las Cartas Esféricas de Navegación, pues estaban las de nuestro cosmógrafo don Alonso de Santa Cruz, con un tiempo antes que las aceptadas por todos de Mercator.

Añadió; el descubrimiento de Blasco de Garay, de la destilación del agua marina ciento veintiún años antes, que Houton. Para don Antonio de Ulloa, el estudio y descripción de las trombas marinas.

La investigación de la aguja náutica, por Ramón Lulio, solo treinta años antes de que surgiera la modificación por el amalfitano Flavio Gioia y por último; el descubrimiento del blindaje líquido, que como siempre correspondía el invento al Reino Unido e Italia, recuperando del olvido, al sabio español, aunque modesto ingeniero Gustavo Fernández, que lógicamente y siempre con documentación de la época correspondiente, sacaba a la luz y no tenía controversia ninguna.

Publico un libro en el año de 1926, que por desgracia fue el último, titulado «Escarceos Filológicos.», del que un distinguido crítico realizo la siguiente descripción de su obra:

«Saralegui y Medina tiene para nosotros el mérito, raro entre quienes á censores del lenguaje que se habla y escribe se dedican, de conservar siempre una serena é imparcial actitud tan lejana del dogmatismo como de la manga ancha. Los filólogos españoles solamente supieron adoptar una de estas dos posiciones: ó dogos de la Real Academia para ladrar iracundos contra cualquier vocablo de nueva formación no sancionado y cualquier corrupción del idioma, ó mastines de la libertad de expresión dispuestos á enseñar los dientes en todo instante á la entidad encargada de velar por la pureza de nuestro léxico. Saralegui y Medina no es dogo del conservadurismo académico ni mastín del liberalismo vernáculo. Es, sencillamente, un amante sincero y fervoroso de nuestra hermosa y rica habla, que discurre sobre la propiedad y la razón de ser de las palabras y de los modismos que se usan para hablar y escribir. Sus ‹ Escarceos Filológicos › son modelo de seriedad reflexiva y de juicio claro y adecuado.»

Entre otras obras escribió: «Apuntes biográficos del Comisario de Cruzada don Manuel Fernández Varela.»; «Bravísimas consideraciones sobre nuestra penetración en África.»; «La Religión en la Mar.»; «Un negocio escandaloso en tiempos de Fernando VII.», publicado en Madrid en 1904. «Los consejos del Quijote.», igualmente en Madrid en 1905. «Disquisiciones nicocianas.», en Madrid en 1905. «Recuerdos y rectificaciones históricas.», Madrid en 1907. «Cuadros de la Historia.», en Madrid en 1908. «El corregidor Pontejos.», en Madrid en 1909. «Silueta del almirante de Castilla don Alfredo Jofre de Tenorio.», en Madrid en 1910. «Una sorpresa en tierra y su desquite en el mar.», en el año de 1912. «Lo siento mucho…consideraciones y documentos relativos…á Blasco de Garay.», en el año de 1913. «Alonso de Santa Cruz.», discurso de recepción en la Real Academia Española, Madrid en 1914. «Las trombas marinas.», en el año de 1915. «Refranero español náutico y meteorológico.», en Barcelona en el año de 1917. «Menudencias históricas.» y «Los monumentos megalíticos de España.», en el de 1918. «Don Manuel Montes de Oca.» y «Los piratas de “El Defensor de Pedro”.», en años posteriores.

Así mismo fue un intenso colaborador de diversas revistas, entre ellas la Unión Ibero-Americana.

Era académico correspondiente de la Real de Historia, aparte de serlo de las de las Buenas Letras, de Galicia y Sevilla.

Para terminar, lo era de varias de las más famosas Academias de Europa y de algunas de Hispanoamérica.

Falleció el día 20 de agosto del año 1926.

Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1958, sin iniciales del compilador.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 54, 1964, páginas 522 y 523.

Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.

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