Concas y Palau, Victor Maria Biografia
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Vicealmirante de la Real Armada Española.
Cruz de caballero de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III.
Ministro de Marina.Orígenes
Vino al mundo el doce de noviembre de 1845, en la ciudad de Barcelona, siendo sus padres don José Antón Concas y Hospital, y doña Victoria Salvia Palau y Mercader.
Hoja de Servicios
Ingresó en el Colegio Naval de San Fernando el doce de julio de 1860, siendo un caso muy especial por sus extraordinarias dotes, ya que en diciembre del mismo año por unanimidad del profesorado se le ascendió a guardiamarina, habiendo obtenido todas sus notas con la calificación de sobresaliente. Expediente N.º 4.448.
Fue destinado a embarcar para comenzar sus conocimientos náuticos, le cupo la suerte de aún navegar en un navío, como fue su primer embarque en el Reina Doña Isabel II, perteneciente a la división de Ríos y ésta a la escuadra de observación, que se encontraba en esos momentos apoyando con sus fuegos la reconquista de la población de Tetuán, en la guerra de África.
Al terminar esta campaña, pasó a las órdenes del almirante Pinzón con el que viajó a los mares del Sur en 1862. Aquí empezó a destacar por sus conocimientos, ya que entre otros valores era de los pocos que hablaba los idiomas, inglés, francés, italiano y portugués, siendo elegido por el almirante Lobo como su secretario y con el título de intérprete de la escuadra.
Fue destinado a la goleta Covadonga, que estaba al mando del teniente de navío Fery, participando toda la dotación con gran riesgo de sus vidas por sacar una barca que por efectos de la mar había sido arrojada bajo los cañones del Callao. Esta acción conocida en la Península, el Gobierno aprovechó la primera reunión de las Cortes en 1864, siendo proclamados todos ‹Beneméritos de la Patria› y el 26 de noviembre de 1865, su buque fue atacado por la corbeta chilena Esmeralda, en el denominado combate del Papudo, enarbolando bandera británica lo que le permitió acercarse y rendirla, aunque la inferioridad de la goleta española era manifiesta, ya que sólo llevaba dos cañones por dieciocho la enemiga. Del combate Concas salió con una fractura abierta, que le causo graves problemas para su recuperación.
Una vez firmada la Paz entre las repúblicas de Chile y Perú, con el reino de España y ya casi recuperado, regresó a España a finales de 1867, encontrándose con la Real Orden de su ascenso al grado de alférez de navío, pero con fecha de antigüedad del 15 de enero de 1866, permaneció un tiempo más con licencia hasta recuperarse totalmente pasando de nuevo al servicio activo.
Se le destinó a la isla de Cuba, donde participó en la guerra de los diez años, 1668 a 1678, realizando varios desembarcos para poder cortar las comunicaciones de los rebeldes, pero como entonces el servicio prestado en la isla era de tres años máximo; en abril de 1871 regresó a la Península. Pero como el siglo XIX no dio descanso a nadie en España, al poco de llegar se le destinó a bordo de la fragata Almansa, que se encontraba en el Río de la Plata y al mando e insignia del almirante Polo de Bernabé.
Permaneció allí otros tres años; a su regreso a la Península se le destino a las islas Filipinas, pero a los pocos días de su llegada se le nombró segundo comandante de la corbeta Santa Lucía, que estaba de apostadero en Manila, siendo comisionado a visitar China pero por el desconocimiento de aquellos mares, su comandante tuvo la mala suerte de que el buque encallara y se abriera naufragando, siendo el desastre en septiembre de 1874. Por su comportamiento en este accidente de mar, se le concedió la Cruz al Mérito Naval con distintivo Rojo.
No por ello se salvó de proseguir en las islas sino que participó en la toma final de la isla de Joló; en 1876 fue el primero en alcanzar la cota de Mainbung yendo al frente de sus cuatrocientos marineros, siéndole concedido por ello el grado de comandante del Real Cuerpo de Infantería de Marina, posteriormente se le entregó el mando del cañonero Samar con el que apresó al vapor pirata alemán Tony, un tiempo después se le dio el mando de la goleta Sirena y más tarde el de la corbeta Wad-Ras, pasando poco después a la comisión Hidrográfica, en la que contribuyó con buenos levantamientos de la misma isla de Joló, permaneciendo en el archipiélago hasta principios de 1878.
En su regresó a la Península se aprovechó que debía regresar la fragata Carmen y se le nombró segundo comandante, comenzando bien el viaje sin alteraciones, pero al llegar a Adén el comandante falleció, por lo que tuvo que tomar el mando de la fragata hasta su arribada al puerto de Cartagena el 2 de mayo seguido.
A su llegada, sólo se le dieron unos días de licencia para descansar del viaje, ya que de nuevo fue destinado a las islas Filipinas, arribando sólo unos tres meses después de haberlas abandonado, volvió a recorrer casi todos los buques como comandante y por la ocupación de una de las pequeñas islas por los británicos, se le nombró secretario general del archipiélago, para que valiéndose de sus conocimientos de idiomas no confundieran a nadie, el problema surgió en las cercanías de la isla de Borneo, pero sus formas educadas y el conocimiento de la lengua, le permitió medirse con sus interlocutores con los que llegó a la solución del problema sin llegar a mayores. Permaneció en las islas hasta abril de 1882.
Al llegar se le nombró Oficial del Ministerio, pero estuvo poco tiempo porque en el mismo 1882 se le entrega el mando de la goleta Caridad, siendo destinada para la protección de las fuerzas que iban a tomar la costa de África y construir el Establecimiento de Río de Oro. Aquí tuvo que valerse de todos sus medios para no terminar en otra guerra, pero su firmeza de carácter le permitió terminar con una serie de estafas, que los nativos apoyados por potencias extranjeras querían hacerle a España. Prosiguió en el mando de su buque hasta 1885.
Al terminar el mando de su buque, lo comisionaron a Londres, donde permaneció un tiempo, regresando a la Península al finalizar su comisión; al llegar se le destinó a la Capitanía General del Departamento de Cádiz, estando en ella se le entregó el mando de buque escuela Nautilus, con el que zarpó para el crucero de prácticas de los guardiamarinas el 17 de septiembre de 1890, permaneciendo al mando en varios cruceros más, hasta el 28 de julio de 1892, por quedar desembarcado al haber cumplido su tiempo de mando a flote.
Ese mismo día se entrega al Ministro de Marina la copia de la nao Santa María, por lo que unos días después nombró a Concas su comandante y como segundo al señor Gutiérrez Sobral. El 30 se presentó el vapor Legazpi enarbolando la insignia del Ministro don José María de Beránger, dando remolque a la nao hasta dejarla fondeada en la bahía de Cádiz, al día siguiente, 31 de de julio, pasó a darle remolque a la nao el vapor de la Trasatlántica Piélago, que iba a la estela del buque insignia, a los que les daban escolta los buques de los diferentes países que habían acudido a celebrar el evento, en dos columnas a ambos lados del insignia y la nao, hasta arribar al puerto de Huelva.
El 2 de agosto, zarpó sola la Santa María hasta el puerto de Palos, soplando un viento flojo que le permitió desplegar las velas mayor, trinquete y gavia, ya que lo estaba recibiendo por la cuadra, consiguiendo navegar a una velocidad entorno a los cinco nudos, a su arribo se había dispuesto una batería en tierra en el Convento de la Rábida y toda su frontal a la mar, enarbolando todas las banderas de los países hispano americanos, por lo que saludó la Santa María con sus lombardas y siendo contestadas por las del Convento.
Los buques presentes en representación de sus países, se encontraban por parte de los Estados Unidos: Newarck, capitán A.E.K. Benham, con el comodoro C. S. Carey. Reino Unido: Australia, capitán Swinton C. Hollan; Amphion, capitán John R.E. Pattison; Scout, capitán Walter S. Goodridge; Torpedero, capitán Hugh le D. Staplenton; Torpedero, capitán Allan T. Everett. Francia: Duglesquin, capitán Mr. Blanc y Hirondelle, capitán Mr. Bellue. Austria: Aurora, capitán M. Thewalt. Italia: Lepanto, capitán S. Grenet Francesco, insignia del contralmirante De Liguori; Bausan, capitán De Libero; Dogali, capitán Giorelo y Duilio, capitán conde Candiani de Olivala. Holanda: Bonaire, capitán A. F. Krabbe. Portugal: Vasco de Gama. Méjico: General Zaragoza, capitán Reginald Carey Bretón. Argentina: Almirante Brown, capitán T. Domec Garcia, insignia del almirante don Daniel Solier; Veinticinco de Mayo, capitán un C. N. y España: Legazpi, comandante Adriano Sánchez Lobatón, siendo el buque de representación por enarbolar en él la insignia del Ministro de Marina, don José María de Beránger; Pelayo, comandante Luis Pastor y la insignia del contralmirante don Zoilo Sánchez Ocaña; Reina Regente, comandante José Pilón; Vitoria, comandante Manuel Dueñas; Alfonso XII, comandante José de Guzmán; Isla de Cuba, comandante Salvador Rapallo; Isla de Luzón, comandante Ramón Valentí; Temerario, comandante Rafael Pascual de Bonanza; Cocodrilo, comandante Adolfo España; Nautilus, comandante Fernando Villaamil; Arlanza, comandante Alberto Castaño; Cuervo, comandante Manuel Pasquín y Piélago, comandante N. Pla.
Al mismo tiempo lo hicieron toda la flota mencionada, por lo que el espectáculo era digno de ver, además de durar casi una hora el saludo por salvas, haciéndose más largo por saludar al antiguo estandarte de Castilla, al terminar pusieron todos rumbo al S. en formación de cuatro columnas, en el exterior a ambos costados los acorazados y cruceros, siguiendo las aguas de la Santa María, también en dos columnas los buques más pequeños, detrás de la nao iba el Legazpi con la insignia del Ministro, cuando todos ya estaban formados y algo alejados de la rada, el buque del Ministro dio contramarcha, siendo a su vez de nuevo saludado por todos los buques, entonces se enarbolaron las banderas de órdenes y se realizo una espectacular exhibición de maniobra, a pesar de los diferentes tamaños, velocidades y radios de giro, no hubo ningún abordaje y todo salió a la perfección, quedando asombrados todos del buen entrenamiento de las distintas escuadra, a pesar de no ser todas las unidades del mismo país.
El Legazpi tomo a remolque a la nao y la devolvió a la rada, hasta dejarla fondeada de nuevo. La maniobra la mando el Ministro don José María de Beránger, quedando demostrado que la pericia de todos y el buen mando, se consiguió hacer de esta exhibición naval, quizás la mejor de todas hasta ese momento, ya que aún siendo del mismo país venían sucediéndose siempre algún desperfecto en ellas por causa de la gran cantidad de buques y sus diferencias ya mencionadas.
A principios de 1893 el Gobierno ordenó el hacer la misma demostración pero después de que las tres naves del descubrimiento cruzaran de nuevo el océano, por ello se procedió a llevarlo a cabo.
Formándose la expedición en la que el crucero Reina Regente, era el buque insignia del viaje de conmemoración, zarpando de Cádiz el 1 de febrero de 1893 con rumbo a Palos de Moguer. Aquí se reunió la escuadra española que junto a la internacional iban a celebrar el cuarto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, zarparon el 15 de marzo en esta nueva aventura, en el que la Santa María fue la única que realmente cruzó de nuevo el océano como la primera vez, ya que la Pinta iba a remolque del Infanta Isabel y la Niña al del Nueva España, arribando a San Juan de Puerto Rico el 3 de abril, de donde volvieron a zarpar con rumbo a la Habana donde arribaron el 11 seguido.
Dándose la anécdota, de que a los pocos días de salir de Palos, se oscureció el cielo y dejó caer una turbia niebla, que evitó a los marinos de los buques modernos pudieran situarse y las órdenes eran no desviarse de la ruta marcada, lo que provocó un cierto desasosiego en las dotaciones, pero don Víctor Concas por medio de un sextante que al parecer no dejaba de la mano, pudo aprovechar prácticamente un rayo de Sol para situarlos correctamente. (Cada cual que saque sus conclusiones.)
Después de un descanso en la Habana, volvieron a hacerse a la mar los buques, pero esta vez las carabelas todas a remolque arribando al puerto de New York el 26 del mismo mes, allí se habían reunido los buques extranjeros y quedaron a la espera del arribo de los buques españoles, al arribar fueron tomando sus puntos de fondeo y un par de días después les pasó revista el Presidente Norteamericano, quedando las tres naves en esta ciudad como regalo de España.
Hubo una concentración Naval y exposición, en ésta se realizaron varios concursos de inventores e inventos, siendo nombrado presidente del Jurado de Guerra y Marina don Víctor María Concas.
En 1895 se le ascendió al grado de capitán de navío y al poco tiempo comisionado a Italia para la compra del crucero Colón.
Fue destinado por poco tiempo al Ministerio de Marina, pues se le dio el mando de crucero Infanta María Teresa, éste fue el buque insignia de la división de las Antillas al mando del contralmirante don Pascual Cervera, que llevaba como jefe de Banderas a Bustamante, pero como éste cayó herido en la defensa de las Lomas de San Juan muriendo a consecuencia de ellas, al conocer su baja don Pascual decidió encargarle el trabajo de su Jefe de Banderas (Estado Mayor) de la división a don Víctor, compartiendo éste y el de comandante del crucero.
Zarparon del puerto de Santiago de cuba el 3 de julio de 1898, dirigiendo su buque contra el crucero Brooklyn con intención de espolonearlo, pero éste se refugió detrás del Iowa en una franca huida, recibiendo a partir de ese momento un mortífero fuego de los acorazados americanos, el cual le produjo dos heridas muy graves siendo bajado a la enfermería, (lo que demuestra que ninguno iba en el puente acorazado del crucero español, como afirman algunos autores) pasando a tomar el mando directo del buque el contralmirante Cervera, pero ya el buque muy dañado e incendiado dio la orden de dirigirse a embarrancar en la costa, al igual que hizo el resto de la división, excepto los destructores que fueron materialmente deshechos por los cañones de 57 m/m de tiro rápido. Así fue hecho prisionero y trasladado a la base de Norfolk donde lo ingresaron en su hospital.
Se recuperó de sus heridas y en cuanto se supo la puesta en libertad incondicional por parte del Presidente americano, fue de los que zarpó por su cuenta arribando a Gibraltar, de donde pasó a Cádiz a presentarse, pero no curado totalmente de sus heridas de nuevo ingreso en el hospital, al parecer había preferido salir de Norfolk y llegar a España lo antes posible. A pesar de estar en estas condiciones asistió al Consejo de Guerra encausado por la pérdida del crucero, pero fue absuelto y devueltos, su grado y sueldo.
Al terminar de recuperarse, se le dio la comandancia de Marina de Bilbao, donde permaneció hasta recibir la orden con la entrega del mando de la fragata acorazada Vitoria, permaneciendo en ella hasta mayo de 1903, por cumplir el tiempo de embarque obligatorio.
Sin descanso pasó destinado al Estado Mayor Central, en el que permaneció hasta el 6 de julio de 1904, por ser ascendido a capitán de navío de primera clase y entregársele el mando del apostadero de Cartagena, como su comandante general. (En esta época los tres Arsenales por la falta de buques bajaron de categoría de mando y nombre, de Arsenal a Apostadero y de contralmirante a capitán de navío de primera clase.) Durante su mandato fue comisionado en varias ocasiones al extranjero, incluso como Ministro Plenipotenciario, llevando a buen término todas ellas.
Al formar Gobierno el Liberal Moret, como don Víctor pertenecía a ese partido, fue nombrado Ministro de Marina el 3 de diciembre de 1905, pero los vaivenes de la política en esos momentos eran muchos, por lo que dimitió en pleno el Gobierno el 6 de julio de 1906, pero mientras ocupaba el Ministerio, hubieron elecciones y se presentó, obteniendo plaza de Senador por la circunscripción de Tarragona y en 1907 volvió a presentarse siendo elegido entonces Senador por la jurisdicción de la islas Baleares.
Prosiguió su carrera política y el 2 de enero de 1909 fue nombrado Senador Vitalicio, prosiguiendo en su escaño, hasta el 31 de octubre del mismo año en que de nuevo el Presidente vuelve a ser el señor Moret y le nombra Ministro del Ramo, estando en el cargo pidió y se le concedió el pase a la reserva, pero de nuevo la inestabilidad política sólo le permitió desempeñar su cartera hasta el 9 de febrero de 1910, cesando por la misma causa que la vez anterior.
Con esta misma fecha se le concede por Real Orden el ascenso a contralmirante, pasando a ocupar plaza en el Consejo Supremo de Guerra y Marina, siéndole confirmado su pase a la reserva con fecha del 12 de noviembre del mismo 1910. Hubo una modificación en 1912 de las graduaciones del Cuerpo General, por lo que pasó a ser vicealmirante.
Al dejar la Corporación se dedicó a la política, siendo nombrado Consejero de Estado, al mismo tiempo que ocupaba su escaño de Senador electo, por lo que fue uno de los pilares en la defensa en el Senado de la construcción de la Escuadra y como profesional de ella, en cuantas discusiones se motivaban en la Cámara sobre la Marina sus participaciones tenían un gran peso.
Tanto era éste, que fue designado por el Gobierno y sobre todo por la insistencia de Rey don Alfonso XIII, siendo admitido por los Estados Unidos y Panamá como árbitro en la delimitación de los terrenos en que se construyó el canal, ya que los dos países no llegaban a una acuerdo y él ajustó las medidas en distintas conversaciones para que se llegara un acuerdo favorable para ambos países.
Justo al regresar a España de cumplir merecidamente con esta comisión, se fue a descansar a la provincia de Cáceres en la población de Baños de Montemayor, donde el 25 de septiembre de 1916 le sobrevino el óbito.
A su muerte, era Presidente de la Real Sociedad de Geografía, socio vitalicio y consejero de la Sociedad española de Salvamento de Náufragos, perteneciendo a otras varias sociedades científicas extranjeras.
Entre otras condecoraciones estaba en posesión de: la Cruz Roja de 1ª clase del Mérito Militar, Cruz Roja de 3ª clase, Cruz Blanca de 1ª y 2ª clase, Gran Cruz del Mérito Naval Roja, Gran Cruz del Mérito Naval Blanca, Medalla de Joló, Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Encomienda de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, Cruz de caballero de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III, Medalla de Sufrimientos por la Patria, Medallas de Plata y Oro de Salvamento de Náufragos y Comendador del Cristo de Portugal.
Permaneció en la Corporación cincuenta y un años activos, de ellos veintiséis embarcado y de ellos doce al mando de buques, permaneciendo en la mar dos mil doscientos setenta y seis días. A lo que hay que sumar, el tiempo que estuvo prisionero tanto como consecuencia del combate del Papudo y posteriormente en el de Santiago de Cuba, estando en esta situación dos años y a lo largo de su vida de mar entablo veintidós combates, tanto sobre el líquido elemento como pie a tierra.
Como buen marino, también cogió la pluma en muchas ocasiones ya que participó con artículos, en el Boletín de la Sociedad Geográfica, en la revista Mundo Naval Ilustrado y en la Revista General de Marina, al mismo tiempo publicó varios libros, sobre todo de sus combates, como: «El Combate naval del Papudo. El 26 de noviembre de 1865. Imprenta del Ministerio de Marina. Madrid 1896.», «La escuadra del Almirante Cervera. Editorial San Martín. Madrid, 1899.», «Colón. Su obra. Ministerio de Marina. Madrid, 1914.» y «El Proyecto de Escuadra al Senado. Tip. La Montaña. Madrid, 1914.»
El Gobierno por Real Decreto, ordena el traslado de sus restos al Panteón de Marinos Ilustres, designando el lugar en la tercera capilla del Este, en la que se encuentran los restos del general Reggio. Los trámites se retrasaron y se pudo llevar a efecto el traslado el 11 de julio de 1927. El mausoleo le fue encargado al escultor valenciano don Gabriel Borrás, siendo uno de los más artísticos que contiene el sagrado templo.
Bibliografía
Cervera Pery, José.: El Panteón de Marinos Ilustres, trayectoria histórica, reseña biográfica. Ministerio de Defensa. Madrid. 2004.
Cervera y Jácome, Juan.: El Panteón de Marinos Ilustres. Ministerio de Marina. Madrid. 1926.
Concas y Palau, Víctor Mª.: El Combate naval del Papudo. El 26 de noviembre de 1865. Imprenta del Ministerio de Marina. Madrid 1896.
Concas y Palau, Víctor Mª.: La escuadra del Almirante Cervera. Editorial San Martín. Tercera Edición. Madrid, 1998.
Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1968. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.
Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 14. 1912, páginas, 166.
Fernández Duro, Cesáreo.: La Nao Santa María. Memoria de la Comisión Arqueológica Ejecutiva. Madrid, 1892. Dibujos de don Rafael Monleón.
Rey Vicente, Miguel del.: La Guerra de los 10 años (1868-1878). Ristre. Madrid, 2003.
Válgoma, Dalmiro de la. y Finestrat, Barón de.: Real Compañía de Guardia Marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes. Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1944 a 1956. 7 Tomos.
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