Fernando Poo presencia 1858
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Fernando Poo presencia 1858
En 1842 el bergantín Nervión al mando del capitán de fragata don Juan José de Lerena y Barry, viajó por orden del Gobierno a Annobon y Fernando Poo, visito las zona comprobando estaba en poder británico, cumplida su comisión regresó a la bahía de Cádiz el 15 de mayo de 1843, poniendo en conocimiento de S. M. la situación en aquellas tierras. Por la guerra carlista poco más se hizo en ese momento, pues ni siquiera existían buques suficientes para atender las necesidades de la guerra civil, por esta razón se retrasó una verdadera expedición a la zona.
En 1858 la situación de Fernando Poo seguía estancada y en total abandono por parte del Gobierno, de hecho no había ni un sólo establecimiento español, eso desde ser cedida por el vecino país de Portugal en 1778 a la corona de España. Una vez más en la Historia la dejadez y los acontecimientos internos impedían a los Gobiernos españoles atender varios frentes al mismo tiempo.
Como nada había cambiado el Gobierno jugo su baza, comenzando por reclamar nuestros territorios al Reino Unido, pues estos habían creado un establecimiento militar con el nombre de Clarense, realizando algunas obras para facilitar el comercio sobre todo de madera para ser transportada a su país, llegando a dominar aquellas aguas en busca de buques negreros, pero al mismo tiempo se reparaban buques de guerra y estaba alcanzando un gran nivel de aprovechamiento para su expansión en el continente africano.
Buques españoles visitaban la zona por ser un buen banco de pesca, pues era cuantiosa y fácil, sólo el inconveniente de la lejanía de la península, se invertía muchos días de navegación y a veces los productos se perdían, excepto al madera; viendo los británicos que cada vez eran más los barcos españoles, como siempre actuaron por las bravas capturando dos de ellos, acusándoles de traficar con negros, siendo conducidos a Sierra Leona y condenados.
Obviamente en la zona no había ningún representante del Gobierno español, al llegar esta desagradable noticia por los compañeros pescadores el Gobierno y las Cortes se rasgaron las vestiduras. (No podían hacer menos de cara al pueblo, pues como siempre ellos no eran responsables de nada.) A su vez dieron la noticia a la prensa y ésta movilizó al pueblo, consiguiendo se enviara una expedición, para ello se nombró al capitán de fragata don Carlos Chacón y Michelena, Gobernador y Comandante en jefe de ella, compuesta por el vapor de ruedas Vasco Núñez de Balboa, el bergantín Gravina, la goleta Cartagenera y la urca Santa María, zarpando de la bahía de Cádiz el 30 de abril de 1858, arribando sin novedad el 22 de mayo siguiente.
Después de todas las tiranteces que hubieron entre los dos Gobiernos, a su arribada a Fernando Poo los británicos acataron las órdenes del nuevo Gobernador; pasó a la isla de Annobon y ocurrió lo mismo, después a la de Corisco con el mismo resultado, una vez tranquilizada la zona y aceptada su autoridad, los españoles se pusieron a trabajar, talando un gran bosque en una inclinada ladera fundando la ciudad de Santa Isabel, al mismo tiempo se levantaron varias ermitas en las tres islas, para ir dando a conocer la Fe Católica y a partir de ahí, escuelas para enseñar el idioma español, siendo creados nuevos establecimientos que fueron atrayendo a más y más españoles, consiguiéndose un buen asentamiento cercano al continente africano y en el mismo ecuador del planeta.
De puño y letra del Ministro escribió: «Cualquiera que hayan sido los resultados de la administración del Sr. Chacón, en grande ó en pequeña escala, le cabrá sin duda la gloria de ser el primero que vino á tocar ó vencer los inconvenientes, á luchar con los contratiempo del clima, de la estación, de la falta de muchísimos recursos que el Gobierno no pudo creer necesarios, ni por consiguiente facilitarle, y á abrir la senda por donde con mayor desembarazo y anchura podrán marchar ya los que le sucedan en tan penoso cometido.»
Como casi siempre en la Historia, lo marinos con su excelente conocimiento y trato de las situaciones abrieron rumbos, para que los que vinieran detrás lo encontraran todo más fácil o menos costoso.
Bibliografía:
Bordejé y Morencos, F. Fernando de.: Crónica de la Marina Española en el siglo XIX, 1800-1868 (Tomo I) Editorial Naval. Madrid, 1993.
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