Guerra Carlista primera 1833-1839
De Todoavante.es
Primera Guerra carlista 1833—1839
Sobrevino el fallecimiento de don Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, inmediatamente se declaró la primera guerra civil llamada carlista, al saber esto don Francisco Armero permutó su destino con un compañero, embarcando el 30 de abril seguido en la goleta Nueva María, zarpando para reunirse con las fuerzas navales al mando de don José del Río Eligio con base en Vigo. Pocos después de su arribada salió a la mar en misión de cruzar e intentar cortar la ayuda extranjera a los levantados contra la Reina niña, en uno de ellos divisaron una vela arrumbando de vuelta encontrada, después de un corto enfrentamiento fue capturada, era una goleta británica por nombre Elizabeth Anna transportando a personas importantes para ayudar al ejército del pretendiente don Carlos.
De aquí fue destinado su buque al bloqueo de la ciudad de Bilbao, no era tan fácil como la vez anterior, pues por las cortas distancias hasta los tiros de fusil les alcanzaban, a pesar de ello lograron cortar las comunicaciones y permitir atacar al ejército realista, consiguió desalojar a los carlistas de la ciudad. A los pocos días su nombre salió en la Gaceta Oficial como uno de los más distinguidos, a pesar de haber pasado enfermo unos días por la falta de alimento y agua. Estando en guerra a veces no hay tiempo para ello.
Al declararse la guerra civil (Carlista) el teniente de navío don Antonio María Fernández de Landa se le ordena embarcar en la fragata Perla, con la que zarpó con rumbo a Vigo, aquí quedó incorporado a la división del capitán de navío don José del Río Elijio, realizando varias salidas, en una de sus arribadas el buque fue destinado a cruzar entre el cabo de San Vicente y la desembocadura del río Guadiana, pasando posteriormente a la ciudad de Lisboa en comisión, de donde zarpó de nuevo con rumbo a Cádiz.
Al poco de llegar se le dio la orden de zarpar con rumbo a Vigo y a su arribada el buque fue destinado a cruzar sobre las costas de Cantabria en misión guardacostas, para defender los derechos de doña Isabel II, contrarrestando el apoyo que otros países daban a las fuerzas del pretendiente, sobre todo buques con pabellón británico. Quedando demostrado el tal apoyo al efectuar un desembarcó por sorpresa en la población de Lequeito, con esta acertada maniobra consiguió rodear y apresar a la Junta Carlista, junto a algunos de los más importantes miembros que defendían la causa de don Carlos, entre ellos varios del país mencionado.
Al regresar a Santander, fue elegido oficial de órdenes interino de las fuerzas navales, misión que cumplió a la perfección, hasta el mes de diciembre del mismo año, por serle otorgado el mando del cañonero Gumersindo, con el que permaneció un año en apoyo de las fuerzas del ejército.
A principios de 1834 se le otorgó a don Juan de Otaola el mando del cañonero Clotilde, con él estuvo apoyando al ejército en las poblaciones de Lequeito y Bermeo, donde de nuevo se puso de manifiesto su arrojo, ya que estuvo en varias ocasiones tan cerca de tierra que casi hace encallar su buque, por mejor acertar con su pobre artillería.
Posteriormente pasó a participar en el levantamiento del primer bloqueo sobre Bilbao, siendo el resultado conseguirlo al menos en esta ocasión. El 24 de agosto seguido, los carlistas volvieron a dar el segundo sitio a la ciudad, se vio forzado a meterse bajo el fuego de la defensas enemigas para mejor batirlas, ya que tenía encomendada la misión de hacer pasar un convoy de catorce buques a Portugalete, siendo tan briosa su acometida que pudieron arribar todos a su destino. Manteniéndose en el apoyo al ejército en las aguas entre San Sebastián y Bilbao.
Se le cesó en el mando de su buque y pasó a Santander, puerto convertido por las circunstancias en apostadero, al llegar recibió la orden de trasbordar al bergantín Jasón, zarpando en varias ocasiones, en una de sus arribadas se le ordenó trasbordar a la barca Astuto de transporte, para ser llevado al puerto de Ferrol y serle impuesta en su pecho la Cruz de Marina de Diadema Real (equivalente a la actual Medalla Naval), en agradecimiento a todos sus buenos y arriesgados servicios prestados durante la campaña naval.
Arribó don Nicolás Fernández Chicarro el 30 de marzo de 1835 a Ferrol, desembarcando el 2 de abril. El 3 de julio se le dio orden de incorporarse a la División Naval con base en Santander, donde llegó el 28 siguiente con la orden de trasbordar al bergantín Guadalete, no llegando a salir al mar, por serle entregada la orden de su nuevo destino el 13 de octubre, pasando al depósito instalado en el casco de la fragata San Juan sólo estuvo unos días, pues por orden del 30 consecutivo se le ordena trasbordar al Guadiana, estando en él se le habilitó de oficial el 7 de noviembre continuo, posteriormente recibió la Real orden fechada el 16 siguiente con su ascenso al primer grado de oficial, en aquel momento alférez de navío.
El 20 de diciembre de 1835 se nombró al teniente de navío don Juan de Otalora en comisión, Gobernador del fuerte y pueblo de Guetaria, por estar soportando un duro ataque carlistas, se mantuvo durante doce días con una brecha abierta en el fuerte; realizó una peligrosa por atrevida salida, en la que tomó a los carlistas setecientas balas de á 24 y á 36, en el ataque sufrió una fuerte contusión.
Cuando la situación ya era insostenible, se retiró al fuerte de la cima del peñón y en él permaneció aguantando las embestidas enemigas, consiguiendo una heroica resistencia, en la que era apoyado por los buques de la escuadra isabelina, resultó tan importante su decisión de sostenerse a toda costa en las posiciones, logrando impedir fuera tomado por los carlistas, permaneciendo en ella por espacio de setenta días, siendo un lugar inhóspito por ser constantemente batido por la mar.
Uno de los varios que ayudaron a sostenerlo fue el habilitado de oficial don Daniel de Varcárcel al mando de la lancha Vizcaya, quien introdujo pertrechos de boca y guerra en varias ocasiones. Por esta acción a Otalora se le otorgó la Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando de 2ª clase: «Concedida por su valor en la defensa del pueblo y peñón de Guetaria, Guipúzcoa, durante los quince meses que fue su Gobernador: sitiada la plaza el día 15 de diciembre de 1835, tras doce días con brecha abierta en la muralla cayó la población el 1 de enero de 1836, pero este jefe se replegó al peñón y castillo de la atalaya, y allí aguantó a tiro de pistola y sin parapetos hasta el 10 de marzo de 1836, los carlistas levantaron el sitio.»
Por Real orden del 4 de febrero de 1836, por los méritos contraídos y los sufrimientos soportados en la anterior posición, se le otorgó el ascenso al grado de capitán de fragata y algo más tarde se le concedió el grado de coronel del arma de Infantería.
El 17 de enero de 1836 se le entregó interinamente el mando del cañonero Clotilde a don Nicolás Fernández Chicarro, saliendo a realizar cruceros para interceptar los apoyos externos a la causa carlista, al regresar de uno de ellos se le comunico por Real orden del 1 de febrero su ascenso a alférez de navío pero sin antigüedad, por otra Real orden recibida unos días después, se le notificaba la fecha de su ascenso en propiedad el 10 de septiembre anterior, permaneció a bordo hasta abril siguiente.
Pero las circunstancias no le permitieron estar mucho tiempo, ya que de nuevo los carlistas estaban bloqueando la ciudad de Bilbao, zarpó con su buque y el Leopoldino al mando de Armero, realizando varios bombardeos sobre las defensas carlistas, así como otros tantos desembarcos en guerrilla, pero sobre todo fue muy notorio el bombardeo llevado a cabo el 6 de enero de 1836, en el que los buques desmantelaron por completo una zona, que posteriormente fue la puerta de entrada del ejército. Fue tan espectacular el hecho de armas que sus superiores les recomendaron para la Cruz de San Fernando, siéndole concedida un tiempo después y para hacer notar el favor Real, se les entregó una Real orden del 29 de abril siguiente con la notificación del ascenso de ambos al grado de teniente de navío.
El 27 de mayo el brigadier don José Primo de Rivera, al frente de las tropas de Marina, en unión a las del ejército del general D'Laci Ewan, consiguen tomar la población y el puerto de Pasajes, así como sus fuertes y demás defensas, desalojando a los carlistas y siendo rechazados en posteriores intentos de recuperar la posición. El Comandante don José Manuel Pareja de la trincadura Churruca, por el valor demostrado en estas acciones se le concedió la Cruz de San Fernando.
Por una Real orden del 28 de mayo de 1836, se le otorgó el mando de comandante de la tropa embarcada en los diferentes buques de la Armada en la demarcación de las aguas de Cantabria, pasando inmediatamente a tomar el mando en la población de Pasajes.
El 31 de mayo seguido se le entregó a Chicarro el mando del cañonero Veloz, un día vio como forzaba el bloqueo un mercante con auxilios para los carlistas en la bahía de Somorrostro, no se lo pensó, puso rumbo al buque, penetro en la bahía recibiendo un fuerte tiroteo pero no cejó en su empeño hasta afirmar unos cables y arrancar al mercante de manos enemigas. Tomó parte muy activa en la conquista de Irún, las acciones sobre las riberas del Bidasoa y en los combates de los días 11 y 12 de julio, dando por resultado la toma de Fuenterrabía. Pérez de Grandallana al mando de la trincadura Cristina, fue uno de los participantes en la toma de Fuenterrabía, a continuación participó en los sitios de Guetaria y Zarauz.
Por estas acciones Chicarro primero recibió las gracias Reales y poco después una Real orden del 20 de marzo, concediéndole la Cruz de la Toma de Irún y por Real orden del 24 de enero de 1837, por su valor demostrado en la toma de Fuenterrabía se le concedió la primera Cruz de San Fernando de 1ª clase.
De nuevo en julio de 1836 desembarcó Chicarro al mando de doscientos hombres y sesenta marineros, con destino a la población de Santoña, para unirse a la brigada al mando del brigadier Castañeda, teniendo varios enfrentamientos siendo el más importante de ellos el efectuado sobre Encartaciones.
Desembarcando para formar parte de las Compañías Provinciales, con las que participó en varios combates, hasta septiembre siguiente por ser disueltas estas unidades, encuadrado en otras en noviembre participó en la acción sobre Gáldacano encuadrada en la división del general San Miguel, pasando a las líneas más en vanguardia del Puerto de Pasajes en lucha constante con los carlistas. El 27 seguido se dio el asalto al convento de San Agustín, tras dura lucha fue tomado por los isabelinos.
Pérez de Grandallana demostró su valor especialmente en el puerto de Ondárroa al entrar y capturar al queche Jeune Marie el 7 de agosto de 1836, a pesar del fuego que recibía siéndole concedida después del juicio contradictorio la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª clase, por Real orden del 2 de noviembre de 1839.
Era necesario llevar una comunicación a los asediados en la ciudad de Bilbao, como la misión era muy peligrosa el jefe de las fuerzas navales del Norte, se limitó a pedir voluntarios, a ello todos los oficiales presentes se ofrecieron, pero el general eligió a Armero. La situación era complicada, pues el ejército carlista dominaba las alturas de la ría, impidiendo por completo la posibilidad de pasar desapercibido el buque, pero Armero dispuso unas defensas en los costados para proteger a sus hombres, treinta en total, para poder responder al fuego y estar algo protegidos.
El 1 de noviembre de 1836 al arribar a Portugalete y aproar la ría, ésta al parecer venía cargada de más agua de lo normal, disminuyendo la velocidad de avance del cañonero por efecto de la corriente contraria, pero consiguió llegar el 1 de noviembre, con sólo un muerto y dos heridos. Cumplida la comisión debía regresar al mar, los carlistas avisados reforzaron sus medios de ataque sobre todo con más artillería, desatracó y regresó a la ría, al principio no sucedió nada especial a lo esperado, pero al estar a medio camino se vio rodeado de fuego por todas partes, sobre todo al pasar por la cordelería de Olaveaga, pues los parapetos no estaban previstos para fuego de artillería, fueron cayendo sus hombres, incluso su hermano herido, además por los nervios de la situación tuvo la mala fortuna al disparar el cañón de no fijarse en su posición, por el retroceso le fracturó una pierna, pero Armero sólo decía ‹¡Avante y fuego!› a pesar de todo consiguió pasar y llegar a la zona de Portugalete quedando fuera del alcance del fuego enemigo, pero este segundo viaje fue más duro en bajas y a costa de dos terceras partes de la dotación fuera de combate.
Enterada la Corte se le remitió una Real orden del 8 de noviembre, por ella se le daban la Reales gracias por su ‹denuedo y bizarría› el 27 seguido otra Real orden con su acenso a capitán de fragata ‹en calidad de supernumerario por el término de tres años›
El 3 de noviembre el alférez de fragata, don Juan Manuel Pareja, al mando de la trincadura Churruca, a pesar del fuego que recibe consigue desembarcar en la ciudad de Bilbao trescientos quintales de pólvora y gran cantidad de víveres, recibiendo la orden Varcárcel a los pocos días para con la lancha Vizcaya de su mando, realizar la misma hazaña pero con treinta artilleros, para servir en las piezas de defensa de la plaza, lo que realizó quedando a su vez incorporado a la columna del brigadier don Miguel Araoz, hasta conseguir liberal la ciudad de su tercer sitio.
Recibiendo Chicarro la orden con nuevo destino al pontón de la fragata San Juan. A los pocos días se le destinó a la ría de Bilbao, dentro de ella en las baterías de Portugalete, era la época del tercer sitio de la ciudad y participó en los combates de los días 2, 3 y 4 de noviembre, permaneciendo en su destino durante el asedio.
El 22 de noviembre se encontraba la goleta Isabel II, fondeada frente a Pasajes, juntó al cañonero San José, cubriendo los dos buques el avance de las tropas isabelinas, desmontando y destruyendo toda la artillería carlista, pero no se pudo evitar un certero disparo desde las posiciones carlistas que arrancó el trinquete de la goleta. Por estas acciones, por Real orden del 27 de noviembre, se le concedió la Cruz de la Marina.
Informado el jefe de las fuerzas navales del Norte del intento de tomar Luchana por los carlistas, ordenó a su oficial de órdenes don Francisco de Paula Pavía, con dos botes armados para que se acercara a proteger el puente, al poco de encontrase en la ría comenzó un fuerte bombardeo por parte carlista, allí estaba parte de la división del Norte, con sus cañoneros Leopoldino, Clotilde, Eduardo y Veloz, devolvieron el fuego con tanta efectividad que inutilizaron las artillería enemiga, pero en ese momento saltó una formación de carlistas, quienes descendiendo desde el monte de las Cabras, consiguieron controlar el puente y después volarlo. Chicarro al mando del Clotilde en la acción sobre Luchana y el levantamiento del tercer sitio de Bilbao, por su valor se le concedió el 24 de febrero de 1837 la Cruz de San Fernando de 1ª clase, la segunda ganada en dos meses.
El 24 de diciembre de 1836, cuando todas las fuerzas del Norte estaban preparadas, Armero con su cañonero por tener demasiado calado no podía acercarse a la playa, no se lo pensó y lanzó su pequeño bote al agua, siendo abordado por dos marineros y cinco cazadores del regimiento de Zaragoza, al hacer pie salieron corriendo en dirección a los parapetos a pesar del fuego, con las prisas a Armero se le había olvidado llevar hasta su sable, por ello sólo llevaba en las manos el anteojo del buque, pero nada les paró a todos ellos, siendo los primeros en llegar y desarticular la batería de la falda del monte Cabras, soportando el fuego enemigo hasta que el ejército fue tomando posiciones. En el ataque fue herido en el muslo izquierdo por un proyectil de fusil y por su valor demostrado, el mismo General en Jefe del ejército ante todos sus hombres le impuso los galones de coronel del ejército. Al mismo tiempo lo recomendaba por escrito del 27 para concederle la Cruz Laureada de San Fernando.
De nuevo se volvió a encontrar en Bilbao en su tercer sitio, participando muy valerosamente en el combate de Luchana, que tuvo lugar la noche entre los días 24 y 25 de diciembre.
Estaba al mando del ejército isabelino el general Espartero, viendo que ya no era posible recuperar el puente entero, en la noche del 23 al 24 con lluvia y nieve, consiguió mover sus unidades para trasladarse a la margen derecha de la ría. Al amanecer las baterías rompieron el fuego, siendo muy intenso en la línea de Cabra, pero con el grave inconveniente de no ver a donde se disparaba por la lluvia y el gran esfuerzo a realizar para mover las piezas, por estar todo el terreno embarrado. A pesar de todo y guiándose los artilleros por los fogonazos de la artillería carlistas, al final lograron desmontar todas las piezas que tanto les incordiaban.
Momento aprovechado por Espartero para dar la orden de asaltar la otra orilla, en muy poco tiempo ocho compañías de cazadores se embarcaron en todo tipo de buques, protegidos por los de la Armada y comenzaron a cruzar. Al mismo tiempo Espartero dio la orden a su reserva de incorporarse al ataque, ésta era el primer regimiento de la Guardia Real, embarcando en otros buques y cruzando también, pero nadie sabe cómo fueron los primeros en llegar a pesar de recibir la orden más tarde y con gran arrojo a la bayoneta desarticularon al enemigo rompiendo sus líneas.
Al tener tomada la otra orilla Espartero consideraba que el puente era vital para poder seguir, no pudiendo perder tiempo ordenó que entre todos los buques de todos los tipos se abarloaran y sobre ellos poner una tablazón a forma de un puente de pontones, realizándose todo el trabajo en la noche del 28 de diciembre, la distancia a cubrir por los buques era de seiscientos ochenta pies, teniendo en cuenta que seguía el temporal de agua y nieve, siendo en su momento una gran obra de ingeniería por la diversidad de buques y tamaños que servían de apoyo. Consiguiendo con ello el 30 cruzar por ese puente todo el ejército isabelino.
A continuación pasó a San Sebastián y en marzo, se le ordena tomar el mando de todas las fuerzas de Marina, por lo que se trasladó a Pasajes, una vez reunidas se unieron a las del ejército al mando del teniente general D'Laci Ewans, pero por el honor del cuerpo de su mando pidió su puesto en combate, pasando así a la vanguardia de las fuerzas, siendo éstas las que rompieron las defensas enemigas, prosiguiendo su avance hasta conseguir tomar las alturas de San Marcos. Una vez más los marinos reclaman las atribuciones de la Infantería de Marina y se les concede.
Por estos hechos heroicos sus jefes lo recomendaron para concederle la Cruz de San Fernando de segunda clase, pero en el juicio contradictorio propio de la concesión de esta alta condecoración y previsto en su reglamento, se levantaron voces de no ser tan importante la acción como para ello, esto a pesar de estar de acuerdo el Tribunal Supremo y la Reina, pero por no contravenir la Ley, en el mismo juicio se había previsto que la de segunda clase no, pero la de primera sí que era posible, así todo se doblegó a la decisión del tribunal y le fue concedida la Cruz de San Fernando de primera Clase. (Cuidado, no confundir las Cruces Laureadas por ser éstas un nivel superior)
El 31 de mayo siguiente se le entregó el mando del cañonero Veloz, un día se dio cuenta que había forzado el bloqueo un mercante con auxilios para los carlistas en la bahía de Somorrostro, no se lo pensó, puso rumbo al buque, penetro en la bahía recibiendo un fuerte tiroteo pero no cejó en su empeño hasta afirmar unos cables y arrancar el mercante de las manos carlistas.
Participó de nuevo en la retoma de Fuenterrabía en los decisivos días 17 y 18 de mayo de 1838, forzando a viva fuerza la barra del Bidasoa, dando siempre la cara al enemigo, bajo su duro fuego de fusilería y cañón, pero consiguió de nuevo tomar la plaza. Por cuya acción se le volvió a conceder otra Cruz de San Fernando de primera Clase.
El 21 de enero de 1839 se produce el ataque a la villa de Casa Ibáñez, donde se encontraba en su defensa don José Ussel de Gimbarda con fuerzas de los batallones de Infantería de Marina, en número inferior al de un batallón, el enemigo contaba con dos batallones de infantería, dos escuadrones de caballería y dos piezas de artillería de á 12, consiguiendo derribar las puertas de la fortaleza, por donde penetraron los carlista, el combate a pecho descubierto duró hasta el amanecer, abandonando el lugar los atacantes habiendo sufrido veintiocho muertos y muchos más heridos, más gran cantidad de prisioneros. Por esta acción se le concedió la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de primera clase.
Ya dando sus últimos coletazos la guerra, paso a depender del comandante del Apostadero del Nervión, éste envió refuerzos al Gobernador de Portugalete, por la presencia de nuevo de tropas carlistas, corría 1839, dando entre todos un buen golpe de mano, por lo que desembarcaron las tropas en las Arenas y batieron por la retaguardia a las tropas carlistas, consiguiendo crear un ambiente de inseguridad facilitando su posterior toma siendo desplazados hasta Algorta.
Continuó la guerra con altibajos para ambos bandos, hasta que las tropas carlitas se encontraron arrinconadas, esto lo vio Espartero y Maroto el general en jefe carlista, quien por mediación del general Latorre, consiguió se firmara el Convenio de Oñate el 29 de agosto 1839 y el 31 seguido se produjo el conocido y famoso «Abrazo de Vergara» por el que oficialmente se ponía fin a esta primera guerra.
Bibliografía:
Paula Pavía, Francisco de.: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Imprenta J. López. Madrid, 1873.
Pírala, Antonio.: Historia de la Guerra Civil. Y de los partidos Liberal y Carlista. Turner. Madrid 1984. 6 tomos.
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