Peral y Caballero, Isaac4

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Abordó el crucero Peral y se entrevisto con la Comisión, llegando al acuerdo de que había sido más que satisfactoria la prueba, pues había permanecido ocho horas en un estado de mar, casi imposible de soportar por buques muchos más grandes, se había navegado cuarenta y cinco millas y el pulmón artificial, había funcionado a la perfección, así que más no se le podía pedir.

A su vez y en estos días, habían fallecido su íntimo amigo, compañero y colaborador en el proyecto don José Luis Díez, lo que volvió a afectar a Peral, pero las pruebas debían proseguir, aunque solo fuera por honrar a su amigo.

Esa misma noche, zarpó del Cádiz la fragata Gerona, con rumbo al Ferrol, pues tenía que recoger al muevo Almirante de la escuadra, señor Butler.

El día seis de junio, se decidió el volver a la mar y terminar con la prueba no acabada de la vez anterior, pues Peral no estaba satisfecho, de haber recorrido solo cuarenta y cinco de las cincuentas millas marcadas para la conformidad de la Comisión.

Así sobre las 07:00 se volvieron a soltar amarras, se hizo a la mar, y cumplió a la perfección lo dictaminado, por lo que sobre las 14:00 horas, ya estaban de vuelta en el puerto de Cádiz, y Peral pasó al crucero, donde se entrevistó con Montojo, quedando éste más que satisfecho de lo realizado, y Peral aprovechó para pedirle, que fuera de las pruebas oficiales él quería realizar unas de inmersión especiales, a lo que le autorizó.

Por lo que regresó a su buque, y en la misma bahía, el submarino se puso en movimiento, alcanzando muy pronto gran velocidad, de pronto se sumergió, pero a los pocos segundos, volvió a salir y así realizó la prueba cinco veces, demostrando, que podía realizar esta maniobra, para lanzar y sumergirse en pocos segundos, lo que le haría casi invulnerable para la artillería de la época.

Se quedaron todos paralizados, la gente volvió a tronar con sus gritos y todos más que contentos, sobre las 17:30 horas, regresaron a sus puntos de amarre.

Al día siguiente, siete de junio, a las 06:00 horas, ya estaban soltando amarras; como siempre y previa salida, Peral había izado la bandera, al salir de puntas, volvió a poner rumbo al placer de Rota.

Llegado a un punto marcado por la Comisión, de pronto se sumergió dejando una vez más atónitos a todos por espacio de cinco minutos permaneció bajo las aguas, emergiendo a continuación, pero nada más salir volvió a sumergirse, viró y comenzó a realizar pruebas de control por medio del timón, aumentando y disminuyendo la velocidad, realizando así rápidos movimientos y cambiando constantemente de rumbo, emergió y volvió a sumergirse, pasaron unos minutos y volvió a emerger, pero como a una milla de distancia donde nadie lo esperaba.

Se arrió un bote del crucero, con órdenes para Peral, por lo que se acercó al submarino, donde Peral recogió los partes, se volvió a encerrar en el submarino y puso rumbo al Oeste, para dirigirse de nuevo a Rota.

Sobre las 14:00 horas se sumergió, permaneciendo durante quince minutos bajo el agua, pero volvió reaparecer a mucha distancia, donde se volvió a sumergir y esta vez fueron veinte los minutos que estuvo en esa situación, pero al volver a emerger, se encontraba en otro punto muy distante, el cual solo se distinguía por la bandera, ya que el buque no se podía apreciar, pero volvió a sumergirse, bajando hasta los diez metros de profundidad y permaneció en movimiento, durante otros doce minutos.

Volvió a emerger, para realizar la última prueba marcada por la comisión, pero esta si que iba a ser terrorífica para sus amigos, pues ni más ni menos, que permaneció durante una hora y cinco minutos sumergido, navegando durante todo este tiempo por las rutas marcadas por la Comisión, que eran los únicos, que sabían de verdad donde iba más o menos a aparecer el submarino.

Terminada la prueba, se pusieron rumbo al Arsenal, que al principio los buques iban delante, pero Peral demostró que aún le quedaba energía a su invento, para sobrepasarlos a todos, entrando así el primero en la bahía, donde se esperó a la arribada del Colón, al cual se volvió a abarloar y abordar.

Pero esta vez, se le hizo pasar a la Cámara del Almirante, donde se encontraba Montojo y los miembros de la Comisión, donde fue felicitado por todos y en nombre del Rey, la reina Gobernadora y de la Armada, al terminar todo este agasajo, Montojo le dijo: « Estoy tan satisfecho de las pruebas, que la de hoy me ha llenado de orgullo de ser español hasta hacerme llorar. En cuanto desembarque telegrafiaré al ministro de Marina, proponiéndole a usted y a la heroica tripulación del Peral para la cruz roja del Mérito Naval. . .¡Viva España! »

No en vano la prueba, había consistido en ver la resistencia del submarino, de ahí el hacer tantas inmersiones seguidas, permaneciendo en total tres horas bajo las aguas, recorriendo cuarenta millas y navegado a diez metros de profundidad, durando todo casi diez horas, que como se podrá comprobar no era una cuestión baladí.

Por ser el día clave de las pruebas oficiales, compilaremos el parte de Peral a la comisión, pues es muy extenso, pero trascribiremos solo lo importante:

« Se puso la máquina al máximo de potencia, nos sumergimos a diez metros; a pesar de la profundidad y gracias a los espejos, se podían leer perfectamente los planos y derrotas, así como todos lo indicadores que se hallaban en la cámara de mando; navegando sumergidos el buque no oscilo nunca; las inmersiones y emersiones, se realizaron a pequeña, media y rápida velocidad, ya dejando al buque sumergirse lentamente o rápidamente, como si fuera una piedra; se tuvo una avería a diez metros, pues falló una válvula, por la que entraba agua, pero se pudo subsanar y proseguir »

Esto y dicho así deja muy claro, que el buque era perfecto para la navegación submarina y una perfecta máquina de guerra.

A la mañana siguiente, le esperaba el ayudante del capitán general, que le entregó el telegrama recibido aquella misma mañana, en la Capitanía:

« Ministro de Marina a capitán general de Cádiz. — Recibo en este momento el telegrama de V. E. de anoche. Apruebo la propuesta de recompensas, que someteré a la aprobación de Su Majestad. En mi nombre y en el de todos los almirantes, jefes y oficiales de la Armada, felicite calurosamente a Peral y tripulantes »

Pero al medio día llegó otro del Ministro, en el que se decía:

« En nombre de S. M., a quién acabo de tener la honra de comunicar el telegrama de V. E. de anoche, queda aprobada la propuesta de gracia. Al mismo tiempo me encarga felicite V. E. en su real nombre a Peral por su invento, que S. M. espera contribuirá al engrandecimiento y prosperidad de la patria »

Pero la fuerzas enemigas, no desesperaron y prosiguieron haciendo imposible el proyecto. Ahora se desencadenaba la verdadera lucha con el pobre Peral.

Tal era el despropósito contra Peral, que cierto ex ministro dijo públicamente: « ¿Quiere descubrir la navegación submarina, un oficialete del Cuerpo General de la Armada? ¡Eso es imposible! ¡No lo han podido hacer los ingleses, que son los mejores marinos del mundo! » En fin, sin palabras.

Mientras todo esto ocurría, y los temporales de Levante impedían las pruebas, fueron oficialmente suspendidas de momento, lo que se aprovechó para recargar con tranquilidad los acumuladores, aprovechando al mismo tiempo, para pasarle una revisión al buque tanto por dentro como por fuera.

Enterado Peral, de la sentencia a Higinia Balaguer, por el espantoso crimen de la calle Fuencarral, la cual estaba esperando el ir al patíbulo, Peral escribió a la Reina, para que a cambio de sus méritos por la patria, ésta le conmutara la pena capital. Acción que fue conocida por los españoles, lo cual introdujo más cariño y aprecio hacía Peral, de todo un pueblo, pero al mismo tiempo sus enemigos se aprovecharon, con decir que encima de idiota, era un sentimentalista.

Como Peral seguía con su sueldo de cincuenta duros mensuales, con sus cinco hijos y esposa, en las Cortes se aprobó, el donarle un título de Castilla, más una cantidad en efectivo de cien mil duros, como agradecimiento a todos sus desvelos por el bien de España.

El día veintitrés de junio del año de 1890, se iban a realizar las pruebas de ataque, las cuales debía efectuar sobre el mismo crucero Colón de la Comisión.

Por lo que sobre las 06:00, el submarino abandonó su fondeadero, llegó a abarloarse con el crucero, donde se le dieron las instrucciones a seguir.

El crucero y el Cocodrilo, se hicieron a la mar sobre las 09:30, a las 11:00, el submarino puso rumbo de salida a alta mar, el viento del sudoeste y marejada, eran las condiciones meteorológicas, al salir del puerto, se sumergió dejando solo la torre a la vista, así dobló la punta de San Felipe.

En el horizonte se encontraba ya el crucero y el cañonero a su estela, al ser avistado por los múltiples vigías de ambos buques, el crucero disparó un cañonazo, al mismo tiempo que a toda máquina lo puso por su proa, para tratar de embestirlo, pero Peral esquivó el encuentro, se sumergió y se dirigió al placer de Rota.

Los dos buques de superficie no sabían dónde estaba, por lo que se pusieron a toda máquina y variando el rumbo constantemente, (¿esto no suena al después famoso zig, zag, para evitar el torpedeamiento en guerras posteriores?).

Sobre las 12:30, se vieron aparecer por el horizonte, unos palos de un buque de guerra, éste al ver a los españoles se dirigió a ellos, era la corbeta de guerra chilena Abtao, que al divisar la insignia del capitán general en el crucero, se dirigió a él para saludarlo con las veintiuna salvas correspondientes; pero la corbeta era desconocedora de lo que estaba en juego, no obstante el crucero le devolvió las salvas de honor.

En esos instantes el submarino llevaba cuarenta y cinco minutos sumergido, y fue a emerger a diez brazas de la corbeta chilena pero entre los dos buques, fue tal la sorpresa de los chilenos, que al principio lo confundieron con un bajo, a la torre del submarino, por lo que se separaron de él.

Dos veces más se realizaron las pruebas de ataque sobre el crucero, en las cuales, el submarino cruzó varias veces su estela, a pesar de que en el Colón, habían serviolas, en las crucetas, cofas y vergas de su parejo, todos de ellos con buena vista, previamente comprobada y nunca llegaron a verlo.

Así concluyó una más de las pruebas, que para desgracia de los enemigos de Peral, siempre les salía el tiro por la culata, pero con las más satisfactorias consecuencias para él y su invento.

Las pruebas terminaron pasado el medio día, pero se que quedó en continuarlas por la noche, para verificar si el submarino era capaz de navegar en esas condiciones de visibilidad casi nula.

Pero no tuvieron que esperar mucho para ratificar lo anterior, ya que a pesar de contar el crucero con dos poderosos reflectores, y el submarino navegar solo sumergido dejando a la vista la torre, llegó a colocarse varias veces a veinte, quince y diez metros de distancia del casco, pero nunca sonó la alarma en el crucero, por lo que se dio por más que válida la experiencia.

El día cuatro del mes de julio, se realizaron las pruebas de velocidad, en el submarino embarcó el señor Pérez de Vargas, que formaba parte de la Comisión Técnica, el recorrido a efectuar, se encontraba entre la boya número 2 y la 6, que era exactamente de una milla y dos décimas, el submarino se lanzó a toda máquina en superficie, logrando pasar a la máxima velocidad, pues había partido de parado, por la número 6 en diez minutos, con la mar rizada y viento del Sur, lo que resultó un gran éxito.

Al desembarcar, comenzó la tragedia de Peral, pues le entregaron un papel, en el que se le comunicaba que había sido nombrado Ministro, su peor enemigo el almirante Beránger, por las típicas crisis y alternancia del Gobierno, entre Cánovas y Sagasta.

Peral, se decidió entonces a demandar como comandante que era del submarino, la Cruz Laureada de San Fernando, para toda su tripulación, pues con el acto de disciplina y entrega, que se realizó el día siete de junio, cuando la válvula a diez metros de profundidad, dejó de funcionar, con su buen hacer y mejor resultado, habían conseguido salvar al buque y con él a toda la tripulación.

Al recibir el Ministro la propuesta, sin dudarlo telegrafío al capitán general del Arsenal, demandando la presencia de Peral en Madrid, lo antes posible.

No describimos el viaje, ya que todo él fue jalonado por vivas a España, con cientos de agasajos, bandas de música y demás demostraciones de afecto del pueblo hacía Peral. Inclusive se llego a colapsar la puerta de Atocha, por la que casi no pudieron ni pasar, así como el paseo del Prado y la plaza de Cibeles.

Todo esto sentó muy mal en el Ministerio, pero aun así lo recibió; al terminar su entrevista, fueron conducidos al Palacio Real, donde la Reina los recibió y quiso que Peral le pusiera al corriente de todo, pero tuvieron que interrumpir la charla, por que la Corte viajaba ese mismo día a San Sebastián de vacaciones.

Regresaron al Hotel y descansaron a duras penas, ya que el griterío en la calle era inmenso, por la tarde, pasaron a visitar al Presidente don Antonio Canovas del Castillo, que se dio la peculiaridad, de estar hablando Peral con él y entró apresuradamente el Ministro, que estaba pálido por el coraje de no poder parar el éxito de Peral.

Al salir de la presidencia, el coche lo llevo al Ministerio de la Guerra, Capitanía General, Ayuntamiento, Diputación, en fin visitando como un autentico héroe a todo los importantes de país, mientras en todo este viaje por las calles de Madrid el pueblo entregado, incluso impidiendo el paso del vehículo, que tenía que aminorar la velocidad, para no ir atropellando a las personas, que en su afán de saludar al gran inventor de España se interponían en su camino.

Al mismo tiempo, el Presidente se reunió en consejo de ministros y de dio el visto bueno a la ejecución de Higinia Balaguer, desoyendo así las súplicas de Peral, abaladas por la propia reina Gobernadora.

Continuaron los agasajos, incluso una comida en casa del duque de Medinaceli, que fue suspendido, y desde luego más visitas al Ministro.

Por fin se hizo el banquete en la casa ducal de Medinaceli, donde Peral casi al final de él, se levantó y dijo: « ¡Señores! Antes de venir aquí he puesto un telegrama a Su Majestad la Reina pidiéndole la vida de Higinia Balaguer. Mientras nosotros holgamos, comemos y bebemos, se está en Madrid levantando un patíbulo; desde aquí se oyen los martillazos. Mañana, si Dios no lo remedia, el verdugo matará en garrote vil a una mujer. Yo pido a la dueña de esta casa el favor de que interceda con Cánovas y le diga: “Señor presidente del Consejo de Ministros: ¡Piedad!. . .¡Ablandad vuestro corazón y perdonad para que Dios os perdone! Señoras y señores, enviad un telegrama colectivo a la Reina. . .¡Tenga el cielo piedad de Higinia! »

A pesar de todo, Cánovas no perdonó a Higinia, que al día siguiente fue ahorcada por el verdugo de Madrid, apellidado Zamora.

Esto ocurrió el día diecinueve de julio, cuando aún se levantaban voces, diciendo que Higinia era inocente. Pero este mismo acto, llevó a Peral a suspender todo tipo de aclamación, al mismo tiempo que para si, se dio cuenta, de que no era nadie, pues no había podido salvar la vida de una posible inocente.

En su última visita al Ministro, éste decidió nombrar una nueva Comisión, para que informase de la conveniencia o no de dotar a la Armada con buques « torpederos submarinos »

Viendo que la oposición a su proyecto era manifiesta decidió abandonar Madrid y regresar a su casa.

Al llegar, corrió la noticia, de que los moros habían atacado a la ciudad española norteafricana de Melilla.

Al mismo tiempo que en su casa se recibían miles de cartas, que le invitaban a visitar las ciudades de toda España, por lo que al no tener nada que hacer, se dedicó a ello, entre las que vienen al tema, está la visita a Mondariz, en la cercanías de Vigo, para inaugurar una estatua al héroe de España y nacido allí, don Casto Méndez Núñez.

Entre tanto la nueva Comisión Técnica, se reunió en Cádiz y discutió ampliamente sobre el tema de discernir (habría mucho que pensar), de si era o no conveniente la construcción del submarino Peral.

Según se supo después, en la Comisión el Ministro Beránger dijo; « que el submarino era un cacharro inútil »

Así las cosas, los que pertenecían a la citada Comisión eran; Montojo, Santaló, Heras, Berro, García del Villar, Pujazón, Chacón, Dantaló, Azcárate, Bermejo, Sociat, Pérez de Vargas y Viniegra.

Pero como siempre, guiados por el ministro, que aunque en esos días en España, eran de muy poca duración, no dejaban de tener su influjo y unos por obediencia debida, y otros por ser chupa tintas, después de muchas y a veces discutidas razones, convinieron en llegar a un dictamen.

Llegando, convencidos por Berro, que era ingeniero naval y Santa María, maestro de taller, en declarar unas graves deficiencias, en los compartimentos estancos, lo que hacía muy posible el tener un grave accidente y con ello la pérdida del buque y sus tripulantes, llegando a un acuerdo final, por el que se proponía, dadas estar debilidades, el construir un nuevo submarino, pero con casco mucho más resistente.

Un periódico de la época, La Dinastía, logró conseguir el informe secreto, por lo que pasó a publicar solo partes de él, concluyendo que: « El problema de la navegación submarina estaba aún por resolver. El buque construido, no podría defender ni Cádiz, y solo por unos veinte o veinticinco días por año. Adolecía de malas condiciones marineras, incluso más que los torpederos. Su imperfecta forma, le impedían el navegar con mares algo revueltos. Y sobre todo su velocidad era muy limitada, virtud indiscutible, para este tipo de buque torpedero. En cambio se le reconocía, sus excelentes facultades para el ataque nocturno » (Menos mal que en algo era bueno).

Terminaba el informe con tres puntos insoslayables a cumplir y que el buque ahora existente era imposible el que los realizara:

1º. Dotar al submarino de estabilidad y condiciones marineras.

2º. Duplicar la velocidad y el radio de acción.

3º. Conseguir que la operación de sumergirse a diversas profundidades se verificase con facilidad extrema ante cualquier circunstancia, y que la aparición y desaparición de la superficie, fueran instantáneas (condición primordial e inexcusable).

Se precisaba el construir un buque más preparado.

Y el existente, estuvo en una peligrosísima situación cuando saltó la válvula que obligo a parar, como demostraba el juicio contradictorio, para la concesión de la Laureada a su tripulación, que por cierto les fue negada.

Sólo en estas dos cuestiones últimas estaba de acuerdo Peral, con la Comisión Técnica.

Mientras que en el voto particular del almirante Chacón, comentaba que los demás países, solo estaban siguiendo lo que Peral había logrado, por lo que al menos se le debía agradecer a él y a su tripulación los méritos obtenidos.

El informe, al final llegó a Madrid, donde se presentó al Consejo de Marina, que igualmente presidía el Ministro y eran sus componentes, los marinos; Arias Salgado, Rodríguez Arias, Pita da Veiga, Bono, Barrie, Pasquín, Alcalá Galiano, Ochoa, Butrón, Martínez de Arce y Ruiz del Árbol.

Como era lo lógico, el Consejo se reunió varias veces, se leyeron todos los documentos y se discutió, entre ellos todos las posibilidades, una vez terminado ese estudio, se llegaron a unas conclusiones, y una vez pasadas a limpio, se volvieron a reunir, pero esta vez bajo la presidencia del Ministro.

Éste hizo una pregunta; « ¿Consideran los señores del Consejo que en el torpedero submarino construido por el señor Peral hay secreto, invento o novedad? » (Era obvia la respuesta).

Por unanimidad, dijeron que ¡no!, pues Peral solo había acoplado materiales y aparatos, ya conocidos e incluso publicados en libros y revistas profesionales.

Siguieron comentando sobre el asunto, concluyendo, que el submarino de Peral, les había defraudado y que las deficiencias de su buque eran tan notorias, que el submarino no era posible el ser utilizado, por lo que materialmente no servía para nada y menos como buque de guerra.

Pero no se quedaron aquí las conclusiones, pues anotaron, que el Gobierno nunca le había puesto ninguna pega, más bien le había facilitado todo y a su antojo, pues el presupuesto presentado por Peral era de 301.500 pesetas, y la Administración había desembolsado 931.154, de las que 330.117, se habían ido de España, por realizar las compras en países extranjeros. (A ver como se come esto).

Después de intentar que en el Arsenal, se le diera el visto bueno para construir otro submarino mejor y que cumpliera las normativas de la Comisión, todo le fue negado, pues se planteó el construir otro, pero sin estar él al mando.

A pesar de todo esto, aun recibió por Real Orden del mes de noviembre, tomada por reunión del Consejo de Ministros, que quedaba rechazada la iniciativa de construir un nuevo submarino, al mismo tiempo que le ordenaba bajo inventario, devolver todo el material que estaba disponible en el Arsenal de La Carraca.

Todo esto le llevo a una grave depresión, de la cual salió, con la decisión firme e irrevocable, de presentar su cese en la Real Armada, pues su dignidad le impedía el mantenerse en ella, como si fuera un ladrón de España, protegido sólo por sus galones de marino y en nada quería dañar a sus compañeros.

Ya libre de mandos, le propusieron el presentarse en política, pero mal negocio era, para una persona tan inexperta en estos menesteres, pues de hecho, el acta de las elecciones en el Puerto de Santa María, donde se enfrentaba ni más ni menos que contra el hijo del Ministro de Marina, se enviaron a Madrid, pero declarándola “sucia”, pues fue manifiesto que hubieron muchos pucherazos en esta localidad.

Así que tampoco le dejaron subir al poder, y de pronto se encontró solo rodeado de su familia y de sus amigos incondicionales, que éstos nunca le fallaron.

Intentó el montar varias empresas para poder subsistir, pero no tenía alma de comerciante, y por eso fracasó en todos ellos.

Se le achaca como su principal error, el no tener una ideología concreta, (para nosotros es una virtud, sintiéndose solo español, ¡sobraba!), pues igual se hablaba con sacerdotes, que con masones, lo mismo le pasaba con los monárquicos, que con los republicanos, por lo que era algo especial, solo un buen marino y un mejor ingeniero, además de un genio, que como otros muchos, nunca fue profeta en su tierra y menos en ésta.

Al ser de dominio público su abandono de la Corporación, comenzó a recibir visitas de representantes de Gobiernos de otros países, que le ofrecían el irse a ellos y construir su torpedero submarino, pero todos recibieron la misma respuesta, que aunque hoy parezca vana y sin sentido, pero él lo tenía y muy arraigado, como buen marino que era; « El submarino torpedero será para España o para nadie »

Ya harto de tanta mentira, se limitó a vivir con y para su familia, por lo que se quitó de la cabeza todo el problema que le había acarreado su invento.

Es encontró mal y visito a los médicos, estos no vieron solución a su problema, por lo que le aconsejaron el viajar a Alemania, pues más avanzada estaba la ciencia en éste país.

Se reunió la familia, y todos juntos de fueron a Alemania, donde por recomendación de un médico de Madrid, se puso en manos del cirujano Bergmann, que había adquirido una gran fama mundial.

Se decidió operarlo, pues ya estaba muy enfermo, así que pasó por quirófano, pero no hubo solución, pues después de ella se le declararon unas fiebres, que no se pudieron controlar, y el tumor era maligno, falleciendo el día veintitrés de mayo del año de 1895, en la capital de Alemania, Berlín.

Su familia se hizo cargo del cadáver y se pusieron en camino a España.

El día anterior el embajador español en Alemania, puso un telegrama cifrado al ministerio de Asuntos Exteriores, que decía: « El embajador de España en Berlín a Ministro de Estado: El ex oficial de la Armada, Peral, fallecido. Cadáver y familia salen para España. Ruego no haya dificultades frontera. — Méndez Vigo. 24 mayo 95 »

En fin, que hasta muerto, había de demandar permiso para entrar en España, para que encima la familia, no tuviera que pasar por el desagradable momento, de que en la frontera fuera abierto el féretro, para comprobar que nada ilícito entraba. (¡Burocracia!, divina palabra).

A su llegada a Madrid, se le dio cristiana sepultura en el cementerio de Santa María de la Almudena, el día veintinueve de mayo del año de 1895.

El Gobierno muy digno él, pasados los cinco años de rigor, dispuso que fueran trasladados sus restos, al Panteón de Marinos Ilustres, pero los gastos del mausoleo y traslado, los debía pagar la familia, por lo que nunca llegaron a ese santo lugar. Por la esplendidez de un Gobierno, que no hay palabras para adjetivarlo.

Al conocerse el fallecimiento, varias ciudades se ofrecieron para tener como suyo el sepulcro de tan ilustre marino, después de una ardua lucha política al final fue su ciudad natal la que se lo pudo llevar.

Por lo que el Ayuntamiento levanto un gran panteón, en su cementerio y al estar todo dispuesto, el día veintinueve de abril del año de 1911, se exhumaron del de Santa María de la Almudena y se trasladaron a Cartagena, donde recibieron otra vez cristiana sepultura.

Allí descansan tranquilos los restos de este gran marino e inventor, desde entonces, pues ningún Gobierno ha considerado, el que sean trasladados al Panteón de Marinos Ilustres, como si no hubiera sido en vida ni marino ni ilustre. (El constante agradecimiento de los zorroclocos, a los que para ellos siempre son “militares”, o sea “carne de cañón”, pero poco más.)

Como colofón a esta biografía y por lo mucho dicho sobre su persona, dejaremos constancia de su Hoja de Servicios, para que se pueda apreciar, si fue realmente un marino, a parte de un gran inventor.

Efemérides de don Isaac Peral y Caballero.

1851 = 1 de junio = Nacimiento en Cartagena.

1865 = 1 de julio = Aspirante de Marina.

1866 = 26 de diciembre = Guardiamarina de 2ª.

1870 = 31 de enero = Guardiamarina de 1ª.

1872 = 21 de marzo = Alférez de navío.

1872 = Viaje a la isla de Cuba y sus combates en Nuevitas.

1874 = Regreso de Cuba por enfermedad.

1875 = Bombardeos de Elanchove y Bermeo, éste el 29 de julio.

1877 = Destino al Observatorio y Escuela de Aplicación como alumno.

1880 = 21 de julio = Teniente de navío.

1881 = Viaje a Filipinas y combates en Joló y Mindanao.

1882 = Regreso a la Península por enfermedad.

1883 = Observatorio y Escuela de Aplicación como profesor.

1885 = Carta al ministro, con la propuesta del submarino torpedero.

1889 = Pruebas de su invento.

1891 = 5 de enero = Se le otorga la licencia absoluta, por el solicitada.

1891 = Se presenta a Cortes, pero no le dejan ganar.

1895 = 24 de mayo = Fallece en Berlín con cuarenta y cuatro años de edad y veinticinco de servicio a la Armada.

Los buques en los que navegó y su grado.

Villa de Bilbao — Corbeta de vela — Guardiamarina.

Santa María — Urca aparejada de fragata — Guardiamarina.

Vitoria — Fragata acorazada — Guardiamarina.

Numancia — Fragata acorazada — Guardiamarina.

Arapiles — Fragata acorazada — Guardiamarina.

Vinuesa — Vapor mercante — De transporte.

Consuelo — Corbeta de hélice — Guardiamarina.

América — Vapor correo — De transporte.

Vasco-Andaluz — Vapor correo — De transporte.

Ferrolana — Corbeta de vela — De dotación.

Sirena — Goleta de hélice — Oficial.

Vulcano — Vapor de ruedas — Oficial.

Comillas — Vapor correo — De transporte.

Cuba — Vapor mercante — De transporte.

Neptuno — Vapor mercante — De transporte.

Dardo — Cañonero de hélice — De dotación.

Saratoga — Vapor mercante — De dotación.

Gerona — Fragata de hélice — De dotación.

Gloria — Vapor de hélice — De dotación.

Churruca — Vapor de Ruedas — De transporte.

Niágara — Vapor de hélice — De dotación.

San Francisco de Borja — Vapor de ruedas — De dotación.

Méndez Núñez — Vapor correo — De transporte.

Concepción — Fragata de hélice — De dotación.

Nicasio Pérez — Vapor de hélice — De transporte.

Blanca — Fragata de hélice — De dotación.

Asía — Vapor correo — De transporte.

Panay — Vapor correo — De dotación.

Mindoro — Cañonero de hélice — De dotación.

Caviteño — Cañonero de Hélice — Comandante.

Barcelona — Vapor correo — De transporte.

Peral — Torpedero submarino — Comandante.


Para finalizar:

Destinos en tierra: nueve años.

Destinos en buques: dieciséis años.

Días de mar: 1.318.

¡Este era, ese oficialillo que quería navegar y descubrir, la navegación submarina!

Y no es que la descubrió, sino que fue fuente de inspiración para otros muchos, que pudieron hacerse con los informes por él redactados y aplicarlos a sus submarinos.

Bibliografía:

Aguilera y Elías. Buques de Guerra Españoles, 1885-1971. Editorial San Martín. 1972.

Anca Alamillo, Alejandro.: El Historial de la corbeta Tornado. Museo Marítimo de Barcelona. Barcelona, 2005.

Bustillo y Pery, Manuel de.: Documentos con referencia a la captura y juicio de apresamiento del vapor Tornado. Impt. y Litg. de la Revista Médica. Cádiz, Febrero de 1867. El autor fue el oficial que marinó al Tornado al ser capturado.

Enciclopedia General del Mar. Garriga. 1957. Compilada por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez.

Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa. Tomo 43, 1921, páginas 504 á 507.

Rodríguez González, Agustín Ramón.: Isaac Peral. Historia de una frustración. Grafite Ediciones. Baracaldo, 2007.

Sanmateo Isaac Peral, Javier.: El submarino Peral. La gran conjura. Divum& Mare. Cartagena, 2008.

Villanúa, León.: Isaac Peral. El Marino Popular. Colección Europa. Madrid, 1934.

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